Cuando al director Gordon Hessler, quien había estado a cargo de las dos últimas adaptaciones de la obra de Edgar Allan Poe llevadas a cabo por la American International Pictures durante la década del sesenta y principios de los setenta, se le asignó la tarea de adaptar “Murders in the Rue Morgue”, que dicho sea de paso fue la última adaptación de Poe realizada por la AIP, supo de inmediato que no sería una labor sencilla. Según el propio Hessler, “El problema con la historia de Poe, la cual es un relato de misterio donde un mono es el responsable, es que no era el tipo de historia a la cual se le podían agregar nuevos elementos. Por lo tanto, nosotros utilizamos ´Murders in the Rue Morgue´ como si se tratara de una obra dentro de otra obra; la historia de Poe sería interpretada sobre un escenario, y nosotros desarrollaríamos una trama de misterio alrededor de la presentación de dicha obra.” En gran medida, la decisión de Hessler también se vio influenciada por su deseo de separarse lo más posible de las dos adaptaciones cinematográficas previas que tenía la historia, en especial de aquella producida por los Estudios Universal en 1932, la cual estuvo a cargo del director Robert Florey y que fue protagonizada por Bela Lugosi. Inspirado en parte por “El Fantasma de la Ópera” de Gastón Leroux, Hessler junto a Henry Sleasar y a su colaborador habitual, el guionista Christopher Wicking, desarrollarían un guion que finalmente tendría muy poco en común con la obra de Poe. En cuanto a la ausencia de Vincent Price en esta producción, quien se había convertido en una parte integral de las adaptaciones de Poe realizadas por la AIP, de acuerdo a Hessler el actor “estaba muy molesto por no participar en el film, pero yo no tenía nada que ver con eso.” El director también aseguraría que la AIP contrató a Jason Robards “debido a su nombre, y porque era bastante respetado. La mayoría de los actores desean interpretar un papel en una cinta de horror en algún punto de su vida, así que él aceptó participar en la producción.”

En la versión de “Murders in the Rue Morgue” (1971) de Hessler, Cesar Charron (Jason Robards) es el actor principal y el director de una compañía de teatro granguiñolesca, cuyo más reciente proyecto es la adaptación teatral del afamado relato de Edgar Allan Poe, “Murders in the Rue Morgue”. Su esposa Madeleine (Christine Kaufmann) por otro lado, quien también participa como actriz en la compañía, últimamente ha estado teniendo una serie de pesadillas que presentan ciertas similitudes con la obra que están interpretando. Lo más perturbador de sus sueños, es que el hombre enmascarado que la persigue con un hacha en sus manos, inevitablemente le hace recordar la muerte de su madre (Lilli Palmer), quien falleció decapitada. Las cosas para la pareja y para el resto de los actores de la compañía se complican de manera impensada, cuando el encargado de interpretar a Erik el Simio es asesinado tras ser atacado con un potente ácido. Pese a que el sagaz Inspector Vidocq (Adolfo Celi) no tarda en tomar el caso, Genevre (María Perschy), una empleada de la compañía, también es encontrada muerta con el rostro totalmente desfigurado. Toda la evidencia parece indicar que el responsable de los asesinatos es un hombre llamado Rene Marot (Herbert Lom), quien trabajó varios años atrás con Charron. Lo curioso de todo el asunto, es que Marot supuestamente falleció doce años atrás cuando la madre de Madeleine accidentalmente le arrojó ácido en el rostro durante la presentación de una obra. Ante la posibilidad que el misterioso asesino acabe con la vida de todos los integrantes de la compañía de Charron, este último tendrá que hacer todo lo posible para dar con el culpable, y para identificar el supuesto nexo que tienen los crímenes con las pesadillas de su amada Madeleine. 



Tal y como lo hizo la dupla Roger Corman/Richard Matheson a la hora de abordar sus adaptaciones de la obra de Poe, el equipo conformado por Hessler, Wicking y Slesar intentan compensar la marcada libertad creativa con la que adaptaron “Murders in the Rue Morgue”, mediante la inclusión de una serie de guiños a ciertos elementos presentes en la bibliografía del autor norteamericano. Por ejemplo, el film de Hessler repasa el concepto del entierro prematuro en tres momentos de la historia; primero cuando Marot “se levanta de su tumba”, luego cuando un miembro de la compañía de Charron llamado Luigi Orsini (Marshall Jones) es enterrado vivo durante tres días; y finalmente cuando Marot logra salir con vida de un mausoleo donde es encerrado. No contento con esto, Hessler también incluye una escena donde uno de los personajes es hipnotizado, lo cual puede ser percibido como una clara referencia al relato “The Facts in the Case of M. Valdemar”. Finalmente, también llama la atención la inclusión de la frase “¡La voluntad… la voluntad no muere!”, la cual es vociferada por el personaje interpretado por Herbert Lom en un momento de la película, y que se asemeja bastante a uno de los diálogos que aparecen en el cuento “Ligeia”. Por otro lado, Hessler y compañía también se preocuparon de incluir algunas alusiones a las adaptaciones cinematográficas previas del relato, tanto en las escenas iniciales que buscan evocar ciertos pasajes de la versión de 1932, particularmente aquellos donde el personaje interpretado por Bela Lugosi está realizando los preparativos de sus experimentos junto al personaje interpretado por Sidney Fox, como también a través de la colorida ambientación de las calles parisinas que se asemeja bastante a la presente en “Phantom of the Rue Morgue” (1954) del director Roy Del Ruth.

Uno de los puntos más interesantes de “Murders in the Rue Morgue” es la forma en como explora los sueños y como estos en ocasiones se confunden con la realidad. De hecho, temáticamente hablando la cinta pareciera querer responder la interrogante presente en las últimas líneas del poema de Edgar Allan Poe, “A Dream Within a Dream”: “¿Es todo lo que vemos o parecemos solo un sueño dentro de un sueño?” Y es que las pesadillas freudianas que experimenta Madeleine parecen simbolizar una realidad que ella no es capaz de comprender; ¿Qué es más real, aquello que ella ve a diario o las imágenes que colman sus sueños? Al ser parte de un mundo donde todos interpretan roles que no necesariamente los representan, nadie es lo que parece ser, idea que se refuerza en numerosas oportunidades durante el transcurso de la película. Es así como por ejemplo Marot, quien se creía muerto hace años, de pronto revela estar vivo y preparado para vengarse de los responsables de su sufrimiento, o el mismo Charron, quien inicialmente es presentado como el protagonista del relato, súbitamente pasa a ser un personaje secundario cuya amabilidad parece esconder un lado mucho más oscuro. Dentro de todo este ejercicio narrativo, hay que otorgarle el crédito que se merecen a Wicking y Slesar, quienes son los grandes responsables de utilizar las secuencias oníricas del film protagonizadas por Madeleine, especialmente aquellas en las que corre en cámara lenta hacia una cripta, para establecer la idea que la corrupción moral de las generaciones pasadas inevitablemente tiñe la inocencia de la juventud. De acuerdo al crítico Steve Haberman, Wicking se caracterizó por ser “una de las voces de la contracultura de fines de los años sesenta.” Posteriormente agregaría, “El cine de horror, y el cine de horror británico en particular, tradicionalmente se encargó de reforzar valores conservadores como por ejemplo la superioridad moral de la familia, la iglesia, y el estado por sobre los monstruos y los dementes que amenazaban dichas instituciones. Wicking, junto al británico Michael Reeves y algunos cineastas norteamericanos como George Romero conscientemente desafiaron dicha tradición, revirtiendo la polaridad moral del género.”  



En cuanto a las actuaciones, el desempeño del elenco es bastante irregular. Aun cuando Jason Robards realiza una labor correcta, su interpretación carece del entusiasmo que necesitaba su rol. Esto en gran medida se debe a que una vez que comenzó el rodaje del film, el actor expresó abiertamente su desinterés en el papel. Según Hessler, “Jason eventualmente se percató que había escogido el papel equivocado, y que debió haber interpretado el papel de Herbert Lom. Lamentablemente, se dio cuenta demasiado tarde.” Herbert Lom por su parte, aunque básicamente se limitó a replicar el rol que interpretó en la cinta de la Hammer, “The Phantom of the Opera” (1962), del director Terence Fisher, realiza un estupendo trabajo interpretando al vengativo y atormentado Rene Marot. Por último, es necesario destacar la actuación de Michael Dunn, quien interpreta a un sádico y misterioso enano llamado Pierre Triboulet que asiste a Marot en su venganza, el cual resulta ser incluso más aterrador que su compañero. Por otro lado, la cinta se ve favorecida por la atmosférica banda sonora de Waldo de los Ríos, la correctísima dirección de fotografía de Manuel Berenguer, y el atractivo diseño de producción de José Luis Galicia. Probablemente el mayor problema de “Murders in the Rue Morgue” es lo fragmentada que es su narrativa, lo que repercute de manera directa en el ritmo de la misma, lo que según Hessler es responsabilidad directa de los ejecutivos de la AIP. “Ellos retiraron una de las secuencias finales de la cinta y convirtieron el film en algo absolutamente incomprensible. Yo prácticamente les rogué que reinsertaran la secuencia final, pero ellos no me escucharon,” declararía el director. “Nuestro final original presentaba una vuelta de tuerca maravillosa, pero ellos decidieron cambiarlo lo que obviamente me molestó bastante.” Lo que es aún más relevante, es que los ejecutivos de la AIP también decidieron remover gran parte de las escenas en las cuales participaba la actriz Lili Palmer. Con respecto a esto, Hessler declararía, “Lili Palmer tenía un rol maravilloso en la película. Ella era el catalizador que el film necesitaba para avanzar, y su rol permitía que la historia tuviese sentido, pero ellos prácticamente la sacaron de la cinta. Editaron sus escenas hasta transformarla en un extra. No sé qué habrá pensado ella cuando vio la película.” Pese a sus problemas y sus libertades creativas, “Murders in the Rue Morgue” es un digno cierre del ciclo Poe/American International Pictures, cuya relevancia permitió convertir a un puñado de producciones de bajo presupuesto en referentes del cine de horror gótico de los años sesenta y setenta que aún son objeto de análisis y admiración.

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