Cierto día, el
escritor Richard Matheson estaba jugando golf con un amigo cuando de pronto
escuchó la noticia del asesinato del presidente John F. Kennedy. Consternados
por la situación, ambos decidieron regresar rápidamente a su domicilio.
Mientras el escritor conducía por un estrecho camino cercano a la zona de Simi
Valley, un camión se acercó más de la cuenta a su vehículo. Tan pronto como
Matheson se percató de esto, pisó el acelerador solo para ver con sorpresa como
el chofer del camión hacía lo mismo. Debido a la peculiar situación en la que
se vieron involucrados, el escritor y su acompañante terminaron saliéndose del
camino. Esta anécdota sería el germen de un proyecto que Matheson desarrollaría
con el fin de convertirlo en un producto televisivo. Sin embargo, ante el nulo
interés de los productores a los que les presentó su idea, siete años más tarde
el autor optaría por plasmarla en una historia corta titulada “Duel”, la cual
sería publicada en la edición de Abril de 1971 de la revista Playboy. Poco
tiempo después de la publicación, los Estudios Universal adquirirían los
derechos de la historia con la intención de realizar una película protagonizada
por Gregory Peck. Cuando el actor rechazó participar en el proyecto, el cual
contaría con un guion del propio Matheson, los ejecutivos de la Universal decidirían
convertirlo en un telefilme. Fue así como su dirección recayó en las manos de
un joven de 24 años llamado Steven Spielberg, quien un par de años antes había
llamado la atención del vicepresidente de televisión de la Universal, Sidney
Sheinberg, gracias a su cortometraje titulado “Amblin” (1968), convirtiéndose en
el director más joven en ser contratado por uno de los grandes estudios. De
esta forma, tras hacerse cargo de la dirección de uno de los segmentos del
episodio piloto de la serie “Night Gallery” (1969-1973) titulado “Eyes”,
Spielberg asomaba como el indicado para hacerse cargo de la curiosa historia de
Matheson.
En “Duel” (1971) el
protagonista es un vendedor llamado David Mann (Dennis Weaver), quien mientras
se encuentra viajando en su automóvil por una zona desértica y aislada del sur
de los Estados Unidos, cercana a la frontera con México, decide adelantar a un
viejo y oxidado camión que va en la ruta. Para su sorpresa, su inofensiva
maniobra parece no hacerle demasiada gracia al chofer del camión, quien
comienza a acelerar hasta adelantarlo y posicionarse nuevamente delante de él.
Cuando David adelanta al camión por segunda vez, el chofer toca la bocina en
señal de enfado, lo que intranquiliza a David quien decide acelerar hasta
perderlo de vista. Una vez que logra reponerse de la extraña situación que
acaba de vivir, David se detiene en una estación de combustible para llamar a
su esposa con quien tuvo una discusión la noche anterior, y para llenar el
estanque de su automóvil. Como si se tratara de una broma pesada, David ve como
el camión también se detiene en la estación cerca de donde está él. Desde ese
momento en adelante, la persecución de la que es víctima se convierte en acoso,
y lo que aparenta ser un juego malintencionado se convierte en un
enfrentamiento de vida o muerte. Es así como a lo largo de cientos de
kilómetros de carreteras solitarias, el asedio se hace cada vez más asfixiante
hasta alcanzar cuotas de abstracción absurdas que auguran un trágico final.
En el libro “The
Films of Steven Spielberg”, el autor Douglas Brode describe el enfoque que el
director adoptó durante los 16 días que duró el rodaje de “Duel”. De acuerdo a
Brode, Spielberg estudió cada una de las escenas presentes en el guion de
Matheson de forma metódica, “fragmentó toda la película en pequeñas tarjetas…
Cada tarjeta contenía la esencia de cada escena, el enfoque que él le otorgaría,
y cuantas cámaras iba a necesitar.” Una vez que confeccionó todas estas
tarjetas, Spielberg las puso en una pizarra que tenía en su habitación de
hotel, y en vez de revisar el guion todos los días, él seleccionaba varias de
ellas. Estas representaban el trabajo que debía completar durante el día, por
lo que cada vez que terminaba de filmar una escena, el director tomaba la
tarjeta respectiva y la destruía. De esta forma, cuando miraba su pizarra cada
noche, sabía perfectamente cuanto le faltaba para completar la película. Además
de emplear este método organizativo, Spielberg pidió que se realizara un detallado
storyboard de la cinta antes de comenzar con el proceso de producción. Este
tipo de prácticas se tornaría algo habitual en los proyectos del director.
Varios años más tarde, eventualmente el realizador se permitiría realizar
algunos cambios durante el proceso de rodaje, pero en aquellos días donde la
inspiración adicional no era un requisito, él siempre se apoyó en la seguridad
que le otorgaba planear todo de antemano. Esta suerte de inseguridad generada
por su inexperiencia, también se haría presente durante una conferencia de
prensa en Roma que Spielberg concedió para promocionar la película. Cuando el
director se rehusó a alimentar los postulados de los periodistas italianos,
quienes aseguraban que la historia presentaba un subtexto que tenía relación
con la lucha de clases, muchos de ellos se retiraron indignados del lugar. Para
colmo, en aquel entonces Spielberg aseguró que su película solo pretendía retratar
“una lucha por la supervivencia entre un hombre y el peligro hecho máquina.” Sin
embargo, la verdad es que el cineasta pensaba que el protagonista de “Duel” era
“el típico americano de clase media baja quien ha sido aislado por la
modernización suburbana,” un hombre “cuyo mayor desafío es llamar a un técnico
para que repare su televisor cuando este presenta un desperfecto.” Para otros
estudiosos, la película también es un ejercicio acerca de la paranoia, un estudio
de la masculinidad en crisis, una actualización de los duelos propios del
Western pero sobre ruedas, una revisión de la mítica lucha entre David y
Goliat, e incluso una parábola sobre la represión de la homosexualidad.
Más allá de las
múltiples lecturas que se le pueden dar a “Duel”, la película tuvo un impacto
inesperado gracias a la forma en como Spielberg retrata el tenso duelo entre David
y su perseguidor misterioso, creando suspenso a través de la omisión al más
puro estilo de Alfred Hitchcock. En los pocos momentos de calma que tiene,
David hace todo lo posible por comprender sin demasiado éxito el origen de la
fuerza elemental que súbitamente se ha apoderado de su vida. Aun cuando él tiene
algunas teorías al respecto, en varios momentos del film se sugiere que las
máquinas se han revelado contra sus dueños, lo que explicaría por qué el rostro
del chofer del camión jamás es revelado, casi como si se tratara de una
extensión del vehículo. La noción de que ambos vehículos también son personajes
de la historia, es respaldada entre otras cosas por varias tomas que parecen reflejar
el punto de vista de los vehículos y no de quienes los conducen. En otros
momentos, especialmente durante una larga y tensa secuencia que se desarrolla
al interior de un café frecuentado por camioneros, donde David nerviosamente
intenta identificar a su adversario, “Duel” parece ser el retrato de una abstracta
guerra de clases, o incluso la adrenalínica representación de la lucha
masculina por el domino de un determinado territorio (lo que para David sería
especialmente significativo ya que poco antes de que todo esto sucediera, su
esposa, interpretada por Jacqueline Scott, lo reprende por no haber defendido
su honor en una fiesta). Lo interesante es que Spielberg le otorga a David y al
propio espectador el tiempo suficiente como para sopesar cada una de estas
posibilidades, antes de que los niveles de violencia del conflicto escalen a
tal punto que no queda espacio alguno para la reflexión. La ejecución visual de
la segunda mitad de “Duel” es realmente magnífica, en especial la secuencia en
la que el chofer del camión sin mediar palabra alguna, convence a David que no
tiene más remedio que luchar hasta el amargo final.
Dennis Weaver
realiza un estupendo trabajo interpretando al protagonista, quien durante el
transcurso del film experimenta un profundo pánico, deseos de venganza, una arrogancia
desbordada, una ira explosiva, una frustración deprimente, y la dicha del triunfo,
todo lo cual queda plasmado a través de su expresión corporal y un puñado
bastante reducido de diálogos. Este minimalismo verbal y el uso casi exclusivo
de imágenes para expresar ideas, emociones o suspenso, se acerca bastante a la
teoría del “cine puro” desarrollada por Alfred Hitchcock. De acuerdo al
director británico, en el cine puro básicamente lo visual se impone sobre lo
verbal. En sus entrevistas con su colega, el francés François
Truffaut, el maestro del suspenso añadiría: “En la mayoría de las películas hay
muy poco cine y yo habitualmente llamo a esto ´fotografía de gente que habla`.
Cuando se cuenta una historia en el cine, sólo se debería recurrir al diálogo
cuando es imposible hacerlo de otra forma.” En esta misma línea de pensamiento
se encuentra el uso minimalista de la atmosférica banda sonora del compositor
Billy Goldenberg, con quien Spielberg había trabajado previamente en sus otros
proyectos televisivos, y la utilización del sonido de los motores como una
suerte de banda sonora secundaria, la cual le otorgarla un tono más orgánico a
la producción. “Duel” no solo demostraría el potencial del que se convertiría
en uno de los cineastas más importantes de la industria, sino que además con el
tiempo pasaría a ser considerada como una de las mejores películas hechas para
la televisión de la historia. Su inesperado éxito motivaría a los ejecutivos de
la Universal a estrenar el telefilme en Europa en diversas salas de cine, con
un nuevo montaje que ampliaba en aproximadamente 12 minutos su duración inicial
de 74 minutos, y que mantenía intacta la efectividad de la versión original.
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