Tras el fracaso
comercial de “The Curse of the Hidden Vault/Die Gruft mit dem Rätselschloß” (1964),
la productora alemana Rialto Films necesitaba lanzar una película que los
ayudara no solo a recuperar las pérdidas generadas por dicha producción, sino
que además revitalizara el interés por la serie de adaptaciones de la obra del
escritor británico Edgar Wallace que venían realizando desde 1959. Irónicamente,
el temor a que su siguiente proyecto también fracasara, llevó a los ejecutivos
de la Rialto a contar con un presupuesto bastante inferior al que venían utilizando
hasta aquel entonces, lo que en sí mismo era una decisión riesgosa que podía
sepultar el futuro de la saga. Para compensar esta determinación, el productor
Horst Wendlant decidió adaptar la novela “The Gaunt Stranger/The Ringer”, la
cual era uno de los trabajos más famosos del autor. Acto seguido, Wendlant contrataría
a Harald G. Petersson para adaptar la obra, cuyo producto final no sería del
agrado del director Alfred Vohrer. Y es que a los ojos del realizador, el guion
de Petersson era una copia casi textual de la novela de Wallace, con la
diferencia que este carecía por completo del dramatismo presente en el relato
original. A este hecho se le sumaba otro antecedente que resultaba preocupante,
y es que la novela ya había sido adaptada previamente en cinco oportunidades. A
raíz de esto, era bastante probable que un buen número de espectadores supieran
de antemano la identidad del criminal en torno al cual gira la historia, lo que
limitaría su interés por ver el film. Con el fin de solucionar estos problemas,
Wendlant contrató al guionista Herbert Reinecker, quien reconfiguraría gran
parte del guion. Mientras que la premisa básica permanecería casi inalterada
(Arthur Milton, un criminal conocido como “El Brujo”, regresa a Londres para
vengar el asesinato de su hermana Gwenda), la identidad que adopta para llevar
a cabo su misión cambiaría por completo. Como medida publicitaría y con el fin
de aumentar el misterio en torno a la identidad del protagonista y al desenlace
de la historia (detalles que solo eran conocidos por Reinecker y Vohrer), Wendlant
anunció que guardaría las últimas páginas del guion en su caja fuerte personal.
En “Der Hexer”
(1964), Gwenda Milton (Petra von der Linde), quien trabaja como secretaria del
reconocido abogado Maurice Messer (Jochen Brockmann), es encontrada muerta en el
río Támesis. Tras realizarle la autopsia respectiva, se descubre que ella no
murió ahogada, sino que fue estrangulada. Lo que desconocen los responsables
del asesinato de Gwenda, es que su hermano es nada menos que Arthur Milton
(René Deltgen), un ingenioso e implacable asesino conocido como “El Brujo”, un
verdadero maestro del disfraz cuya identidad se desconoce y que supuestamente
lleva varios años viviendo en Australia. Tan pronto como Milton se entera del
asesinato de su hermana, viaja a Londres para acabar con todos los responsables
de su muerte. Mientras tanto, el jefe de Scotland Yard, Sir John Walford
(Siegfried Schürenberg), le designa el caso de Gwenda Milton al Inspector Bryan
Edgar Higgins (Joachim Fuchsberger), quien a sabiendas de la inminente llegada
del Brujo, le pide ayuda al único hombre que ha visto la cara del temido y
misterioso criminal, un Inspector retirado de apellido Warren (Siegfried
Lowitz). Desde ese momento en adelante, será responsabilidad de ambos dar con
los culpables del asesinato de Gwenda antes de que el Brujo concrete su venganza
y desaparezca sin dejar rastro.
La estructura de “Der
Hexer” es ligeramente diferente a la utilizada en la gran mayoría de los
thrillers policíacos alemanes (también conocidos como krimis) de la época. Para
comenzar, a menudo los títulos de las adaptaciones de Edgar Wallace realizadas
por la Rialto referenciaban a los antagonistas de los relatos. En “Der Hexer”
en cambio, el criminal mencionado en el título no es necesariamente el villano
de la historia, sino que es más bien una suerte de antihéroe cuya verdadera
identidad se torna cada vez más abstracta a medida que avanza la película. Es
precisamente la ambivalencia de su accionar, lo que viene a romper la dinámica
binaria que suele caracterizar a los krimi, donde los personajes usualmente se
dividen en héroes/víctimas y villanos. Al mismo tiempo, como consecuencia de
que el gran misterio en esta oportunidad es la identidad del Brujo, el
espectador se entera desde un principio que detrás de la muerte de Gwenda se
encuentra su empleador Maurice Messer y su pandilla de criminales, entre los
que se destaca el Reverendo Cyril B. Hopkins (Carl Lange), quien probablemente
es el villano por excelencia del film. Y es que aun cuando Messer es la mente
maestra tras toda la operación criminal que se traen entre manos, Hopkins es el
encargado de realizar el trabajo sucio, y por ende es el personaje más siniestro
de toda la historia. Su presencia, y por añadidura, las escenas que se
desarrollan al interior de la iglesia que controla, en las que es posible ver a
un grupo de jóvenes mujeres cantando himnos religiosos, funcionan como una
suerte de guiño a otro krimi titulado “The Dead Eyes of London/Die toten Augen
von London” (1961). Si bien el grupo que se congrega en dicha película está
conformado por hombres ciegos, el tono y su papel en la historia es muy similar
al que caracteriza a Hopkins y a su entorno, ya que en ambas oportunidades se
utiliza una fachada pintoresca y vulnerable para esconder una sórdida operación
criminal.
Gran parte del
encanto que posee “Der Hexer” está dado por los personajes que participan en la
historia, y por la dinámica que se establece entre algunos de ellos. Por
ejemplo, el Inspector Higgins asoma como un personaje carismático, ingenioso, y
seductor que se las arregla para balancear el tono serio que domina al relato
con la veta humorística que este también posee, y que está encarnada
principalmente por dos personajes: Sir John Walford, el libidinoso y torpe
líder de Scotland Yard, y un sospechoso mayordomo que tiene la mala costumbre
de escuchar conversaciones ajenas y robar todo lo que tiene a su alcance, el
cual está interpretado por Eddi Arent, uno de los actores habituales del krimi.
Igualmente destacable es la presencia del Inspector Warren, quien además de ser
un buen compañero de aventuras para Higgins, con quien exhibe una gran química,
aporta con algunos toques de comedia a la cinta. Por último, es necesario
mencionar lo importante que resulta ser la inclusión de James W. Wesby (Heinz
Drache), un personaje ambiguo cuyas motivaciones se desconocen por completo, ya
que en algunas oportunidades parece ayudar a la dupla de inspectores, mientras
que en otras ocasiones solo los conduce a callejones sin salida como si
intentase desviar su atención de aquello que es realmente importante para el
caso que se traen entre manos. Por otro lado, en lo que es un claro paralelo
con las cintas europeas de espionaje que se estaban realizando en aquel
entonces, “Der Hexer” cuenta con la participación de un puñado de personajes
femeninos secundarios, los cuales se caracterizan más por su atractivo físico
que por la profundidad de sus personalidades. Por ejemplo, la novia de Higgins,
Elise (Sophie Hardy), básicamente se limita a cumplir con el rol de la damisela
en peligro en un determinado punto de la historia. Cora Ann Milton (Margot
Trooger) por su parte, la esposa del Brujo, pese a presentarse como un
personaje interesante, la viva representación de una mujer fatal que es condescendiente
con la policía ya que siempre parece ir un paso adelante de ella, es
criminalmente desaprovechada lo que es una verdadera lástima.
A las buenas actuaciones
de la totalidad del elenco, se le suma la atractiva dirección de fotografía de
Kar Löb, el correctísimo diseño de producción de Walter Kutz, quien apoyado por
algunas imágenes de archivo logra crear la ilusión que la historia efectivamente
se desarrolla en Londres, y la extravagante banda sonora del compositor Peter
Thomas que complementa a la perfección a una producción que salta del thriller
a la comedia en numerosas oportunidades durante el transcurso del relato. Resulta
importante mencionar que durante los últimos cinco minutos de la película, la
maraña de giros de tuerca es completamente explicada, al mismo tiempo que se
ponen en duda las identidades de prácticamente todos los personajes que
participan en ella. Una vez revelados todos los misterios en torno a la muerte
de Gwenda Milton, “Der Hexer” se las arregla para introducir otro sorpresivo
giro dramático que al menos para el espectador termina siendo gratamente
satisfactorio. Afortunadamente para Horst Wendlant y para todo el equipo de profesionales
que participaban de forma habitual en la serie de adaptaciones alemanas de la
obra de Edgar Wallace, “Der Hexer” resultaría ser todo un éxito comercial que
le permitiría a la Rialto continuar con su peculiar saga durante al menos otros
ocho años más. De hecho, fue tal la popularidad alcanzada por la película, que Wendlant
y compañía se apresuraron a realizar una secuela titulada “Neues vom
Hexer/Again the Ringer” (1965), la cual si bien nuevamente estaría a cargo del
director Alfred Vohrer y contaría con la gran mayoría de los profesionales involucrados
en la cinta original, no alcanzaría las cuotas de calidad que caracterizaron a
la primera aventura del Brujo.
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