En 1943, un hombre
hijo de padres albaneses llamado Elyeza Bazna, consiguió trabajo como ayudante
de cámara y hombre de confianza del embajador británico en Turquía, Sir Hughe
Knatchbull-Hugessen. Guiado principalmente por su codicia y por su deseo de
alcanzar una posición social privilegiada, Bazna cometió una serie de actos de
espionaje entre 1943 y 1944. Bajo el nombre clave de Cicerón, Bazna le vendió a
los alemanes fotografías de aproximadamente 35 documentos secretos, entre los
cuales se incluían los planes del Día D. Afortunadamente para las fuerzas
Aliadas, los alemanes no supieron darle un buen uso a la información obtenida
debido a varias disputas internas. Tras el término de la Segunda Guerra
Mundial, el diplomático alemán asignado a la embajada nazi en Ankara, Ludwig
Carl Moyzisch, decidió plasmar la historia de Bazna en la novela “Operation
Cicero”, la cual no solo provocó la indignación del gobierno británico, sino
que además puso en marcha la implementación de una serie de medidas de
seguridad cuyo objetivo era evitar que algo similar ocurriera en el futuro. Tan
pintoresca resultaría ser la historia de Bazna, que la industria
cinematográfica no tardaría en posar sus ojos sobre ella, despertando el
interés de productores como Arthur Rank, Alexander Korda, y de otros personajes
relacionados a los estudios 20th Century Fox y Metro-Goldwyn-Mayer, quienes
harían todo lo posible por obtener los derechos de la novela de Moyzisch.
Tras una larga y
compleja negociación, los estudios 20th Century Fox se hicieron con los
derechos de la novela, cuya adaptación originalmente estaría a cargo del
guionista Michael Wilson y del director Henry Hathaway. Para el presidente del
estudio, Darryl F. Zanuck, era esencial que la producción tuviese un tono
documental y se centrara en la falta de filiación del protagonista con los dos
bandos involucrados en el conflicto, porque de esta forma era más fácil que el
público sintiera simpatía por él, aun pese al hecho que básicamente se está
enriqueciendo a costa de vender secretos que son fundamentales para la
estrategia aliada. Para asegurarse que todo esto sucediera, Zanuck le pidió a
Wilson que incluyera en el guion a un personaje femenino que pudiese actuar
como el interés amoroso del protagonista. De esta forma nació Anna Staviska
(Danielle Darrieux, quien llegó en reemplazo de su colega Micheline Presle, la
cual tuvo que abandonar el proyecto a causa de su embarazo), una condesa caída
en desgracia que también se involucra en la trama de espionaje. En medio del
proceso de confección del guion, Zanuck decidió contratar al director y
guionista Joseph L. Mankiewicz para que le diera algunos retoques a la
historia. Sin embargo, como en aquel entonces Mankiewicz estaba buscando un proyecto
diametralmente opuesto a la comedia romántica que había filmado recientemente, “People
Will Talk” (1951), eventualmente le pidió a Zanuck que le cediera la dirección
de la cinta. Impresionado por su trabajo con la historia, el productor accedió
a la petición de Mankiewicz con la única condición que este último no se
quedara con todo el crédito por el guion de la película, lo cual fue aceptado
de inmediato por el director.
“5 Fingers” (1952) -
titulado seleccionado por el propio Mankiewicz porque según él reflejaba la codicia
sin límites del protagonista – transcurre en 1944, en una Turquía que si bien permanece
neutral durante la Segunda Guerra Mundial, es utilizada como punto de encuentro
por diversos espías de varias de las naciones que están involucradas en el
conflicto bélico, con el fin de intercambiar secretos militares que puedan
ayudar a su causa. En este escenario se desenvuelve Ulysses Diello (James
Mason), un hombre sumamente inteligente, culto, y ambicioso que trabaja como
secretario y asistente del embajador británico, Sir Frederic Taylor (Walter
Hampden), gracias a lo cual ha podido acceder a toda clase de beneficios. Haciendo
gala de su pragmatismo, Diello se ha propuesto cumplir con dos objetivos que
para él resultan primordiales: ganarse el corazón de la Condesa Anna Staviska, quien
recientemente enviudó, y obtener una suma de dinero que le permita migrar a
Sudamérica donde pretende convertirse en el caballero importante y respetado
que siempre ha querido ser. Con todo esto en mente, Diello contacta a un diplomático
alemán llamado Moyzisch (Oskar Karlweis), con la intención de ofrecerle una
serie de documentos secretos de los británicos por una suma de veinte mil
libras esterlinas. Cuando los alemanes aceptan la propuesta y consciente de los
riesgos que supone tan arriesgada empresa, Diello recluta a la Condesa Staviska
para que lo ayude, aprovechándose de la frágil situación de la mujer quien tras
la muerte de su esposo, quedó en la más absoluta ruina luego que el ejército nazi
confiscara sus pertenencias.
Si bien la Condesa se
muestra algo asqueada cuando Diello le expresa sus intenciones amorosas y su
deseo que lo acompañe en su eventual autoexilio sudamericano, de todas formas
accede a ayudarlo motivada principalmente por su orgullo y su deseo de
recuperar su estatus social. Y es que ella no puede tolerar la idea de ser
vista como una ciudadana común y corriente, menos por aquellos que alguna vez
admiraron su indiscutible porte aristocrático. El gran problema que supone la
inclusión de Staviska en los planes de Diello, es que su codicia y su abierto
rechazo al nazismo la convierten en alguien peligrosa cuyas lealtades se
adaptan acorde a sus propias necesidades. Debido a lo impredecible de la
personalidad de la Condesa, durante el transcurso de la película la posibilidad
de que ella traicione a Diello se presenta como uno de los principales
generadores de tensión del relato. Lo que complica aún más la egoísta misión
del protagonista que perfectamente puede costarle la vida a miles de personas,
es que eventualmente llega a los oídos de los aliados el rumor que alguien le
ha estado entregando información vital a los nazis. De esta forma, atrapado
entre las fuerzas aliadas que harán hasta lo imposible por descubrir la
identidad del espía, y los alemanes que desconfían de sus intenciones, Diello
tendrá que ingeniárselas no solo para llevar a cabo su plan, sino que también
para poder salir con vida de una Turquía que está cada vez más convulsionada.
James Mason realiza
un estupendo trabajo a la hora de expresar de forma sutil la arrogancia que
caracteriza a Diello, quien está convencido que es mucho más inteligente que
todos aquellos que lo rodean. Por ejemplo, son numerosas las oportunidades en
las que el protagonista prefiere prestarle más atención a sus guantes, su
sombrero o al dinero que recibe de los nazis, que a las palabras de sus
interlocutores a quienes desprecia por completo. Esto momentos de superioridad
intelectual son matizados con aquellos en los que simula ser un empleado servil
de la embajada británica, lo que ayuda a crear la ilusión de que él es el
sospechoso más improbable de la trama de espionaje en la que se ve involucrado.
Tan interesante como el comportamiento de Diello, es la relación que este entabla
con la Condesa Staviska, personaje que es brillantemente interpretado por Danielle
Darrieux. Y es que durante el transcurso de la película, ambos personajes
establecen un peculiar juego de roles que varía según la situación en la que se
encuentran: sirviente y amo, noble y campesino, víctima y salvador, traidor y cómplice,
esperanza y redención, son parte de los roles que ambos asumen. Lo que es aún
más interesante, es que los dos saben que están siendo utilizados por el otro,
lo que convierte a cada palabra que intercambian en parte de la estrategia de
la peligrosa partida de ajedrez que han decidido jugar. El gran problema de
Diello es que no puede ocultar la debilidad que siente por la Condesa, de quien
está enamorado no solo por su evidente atractivo físico, sino porque además representa
todo aquello que él siempre ha deseado, como bien lo expresa Sir Frederic
Taylor en un momento del film. “Más que nadie que haya conocido,” le comenta
Sir Frederic a Diello, “ella simboliza el mundo en el cual se desenvolvía y del
cual nunca pensó que iba a salir, un mundo caracterizado por la belleza
infinita, el lujo y la indulgencia.”
En cuanto al aspecto
técnico, probablemente lo que más se destaca es la banda sonora del compositor
Bernard Herrmann, quien en esta oportunidad demostraría parte de su habilidad
para crear tensión a través de la música, la cual perfeccionaría un par de años
más tarde desde el momento que comenzó su extensa colaboración con Alfred
Hitchcock. Joseph L. Mankiewicz por su parte, realiza un estupendo trabajo a la
hora de crear un entretenido relato de suspenso y al explorar las motivaciones
de la dupla protagónica. “5 Fingers” sería bien recibida tanto por el público
como por la crítica, al punto que la producción recibió dos nominaciones al
Óscar en las categorías Mejor Director y Mejor Guion. Pese a esto y a sus
numerosas virtudes, la cinta eventualmente sería injustamente relegada a un
segundo plano, al punto que ni siquiera se encuentra entre las obras más recordadas
de Mankiewicz. Esto resulta aún más curioso considerando que los estudios 20th
Century Fox explotarían la historia de Elyeza Bazna hasta el hartazgo. Primero
James Mason recrearía su rol en dos oportunidades en el contexto de la serie
antológica de radio, Lux Radio Theatre, en compañía de su esposa, Pamela
Kellino, quien asumiría el rol protagónico femenino. Posteriormente el estudio
reciclaría la historia bajo el nombre de “Operation Cicero” (1956), con el fin
de transmitirla como parte de la serie de televisión “The 20th Century-Fox Hour”
(1955-1957). En dicha versión, Ricardo Montalbán asumiría el rol protagónico,
mientras que la hija de Marlene Dietrich, Maria Riva, interpretaría a la
Condesa. Finalmente, la historia inspiraría la serie de televisión “Five
Fingers” (1959-1960), la cual estaría protagonizada por David Hedison como
Cícero, quien ahí sería un doble agente, y Luciana Paluzzi quien encarnaría a
su hermosa cómplice. La popularidad del relato llegaría a tal punto, que
incluso el propio Elyeza Bazna se encargaría de sacar una tajada de la torta,
cuando en 1962 publicó su versión de la historia bajo el título “I Was Cicero”.
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