Tras el término del rodaje de “The Paradine Case” (1947), Alfred Hitchcock comenzó con los preparativos de la que sería su primera película independiente, “Under Capricorn” (1949). Sin embargo, su producción tuvo que ser pospuesta debido a que la actriz Ingrid Bergman no se encontraba disponible en ese momento para asumir el rol protagónico.  A raíz de esto, Hitchcock y el productor Sidney Bernstein decidieron desarrollar una adaptación de la obra teatral de Patrick Hamilton, “Rope”, la cual estaba levemente basada en el macabro asesinato cometido por los estudiantes universitarios Nathan Leopold y Richard Loeb en la ciudad de Chicago en 1924. Para Hitchcock esta adaptación era la oportunidad perfecta para poner a prueba un nuevo y riesgoso sistema de rodaje, el plano secuencia, el cual consistía en la filmación de una serie de tomas continuas de diez minutos de duración, las que una vez unidas darían vida a la primera y única película del director británico cuyos acontecimientos están relatados en tiempo real. Además de probar suerte con este complejo sistema de rodaje, en el cual utilizaría una cámara que estaría en constante movimiento, Hitchcock decidió filmar la cinta a color con el fin de demostrarle al mundo lo moderno que era. El desafío técnico que le planteaba su alocada idea tenía francamente entusiasmado al director, quien entre otras cosas no había querido renovar su contrato con el productor David O. Selznick por lo tedioso que le resultó el rodaje de “The Paradine Case”. A la hora de escribir el guion de “Rope” (1948), Hitchcock inicialmente convocó al actor Hume Cronyn, y posteriormente contrató al dramaturgo Arthur Laurents quien sería responsable del guion definitivo del film.

En “Rope”, Brandon Shaw (John Dall) y Phillip Morgan (Farley Granger) son dos estudiantes universitarios que comparten un departamento en Nueva York. Para probar que son intelectualmente superiores a los demás, deciden cometer lo que ellos han denominado como el ¨crimen perfecto”. Es así como poco antes de celebrar una fiesta en su departamento, con la ayuda de una soga ambos estrangulan a su compañero de curso David Kentley (Dick Hogan), para posteriormente ocultar su cuerpo dentro de un baúl de madera que está a plena vista. Entre los invitados a su ejercicio intelectual/celebración se encuentra el padre de David (Cedric Hardwicke), su tía (Constance Collier), su novia Janet (Joan Chandler), el ex novio de Janet (Douglas Dirk), y un viejo profesor de secundaria de los jóvenes llamado Rupert Cadell (James Stewart). Es precisamente este último quien varios años antes de esta fatídica velada, involuntariamente inspiró a la dupla a cometer el asesinato cuando en el contexto de una discusión académica, repasó los conceptos intelectuales de Friedrich Nietzsche y Thomas Penson De Quincey que hacían mención a la noción del superhombre y al homicidio como una forma de arte. Esto explica la importancia de su presencia en el macabro evento, ya que de acuerdo a Brandon, Cadell es el único capaz de apreciar su particular “obra de arte”. Sin embargo, cuando sus invitados comienzan a cuestionar la inexplicable ausencia de David en la velada, es el propio Cadell quien decide investigar qué es lo que realmente sucedió con el joven. 



Filmar la interacción entre Brandon, Phillip y sus invitados bajo el sistema de rodaje impuesto por Hitchcock, resultaría ser una tarea que gozaría de unas dosis de suspenso y tensión asimilables a las contenidas en la propia historia. De hecho, el simple desafío de trabajar en un plató móvil se convertiría en una verdadera pesadilla para el equipo de filmación y para el propio elenco. Para empezar, la totalidad del elenco y el equipo técnico se vieron en la obligación de ensayar cada una de las secuencias que componían la película durante un lapso de aproximadamente dos semanas. Cada movimiento, tanto de los actores como de las cámaras, fue estudiado y ensayado minuciosamente durante las sesiones previas al inicio del rodaje, al punto que en el suelo del set de filmación se dibujaron numerosos círculos numerados para indicar la sucesión de movimientos de cámara de cada una de las tomas continuas. Para asegurar la fluidez de esta compleja coreografía técnica, tanto el mobiliario como las paredes del set eran móviles, lo que en ciertas oportunidades provocó que tanto los actores como los operarios chocaran con alguno de los numerosos objetos que estaban en movimiento, lo que evidentemente dificultó aún más todo el proceso. Como si esto fuera poco, Hitchcock tuvo que lidiar con otro gran problema: el ciclorama. La reproducción en miniatura de los techos de Nueva York, la cual estaba conformada por 8.000 bombillas y 200 rótulos de neón, entre otras cosas tenía por objetivo reproducir la transición del día a la noche sin la necesidad de recurrir a trucos de montaje, lo que implicaba una compleja manipulación eléctrica. Aun cuando las exigencias de Hitchcock terminarían exasperando al director de fotografía Joseph Valentine, tras varios intentos este finalmente logró reproducir con éxito el efecto deseado por el meticuloso realizador británico.

Tan comentado como el engorroso proceso de rodaje empleado por Hitchcock, es el tema de la homosexualidad que cruza toda la película. A sabiendas de lo estrictos que eran los organismos de censura norteamericanos de la época, Hitchcock, a quien le interesaba bastante el tema de la diversidad sexual, hizo todo lo posible por enmascarar la homosexualidad latente de Brandon y Phillip, a la cual Hamilton hacía referencia de manera directa en su obra. Sin embargo, esto no impidió que de todas formas se prohibiera su exhibición en algunas ciudades de los Estados Unidos. La verdad es que el subtexto homosexual se extiende incluso a la profesionales involucrados en la producción, entre los que se incluyen Arthur Laurents, John Dall y Farley Granger. Curiosamente, el director siempre tuvo la intención que los protagonistas fuesen interpretados por actores homosexuales, ya que originalmente quiso contar con Montgomery Cliff como Brandon y con Cary Grant, quien según Laurents en el mejor de los casos era bisexual, como Rupert Cadell. Por otro lado, desde el método seleccionado para asesinar a David Kentley, pasando por la expresión de satisfacción/éxtasis que Brandon y Phillip exhiben tras cometer el acto, hasta el mismo hecho de ocultar el cadáver al interior de un baúl para que sus invitados no puedan ver su verdadera naturaleza, todo funciona como metáforas de su homosexualidad. Lo mismo sucede con el discurso de Brandon, quien expresa que tanto él como Phillip son diferentes, mejores que el resto de la sociedad, por lo que sus normas no se aplican a ellos. Incluso la relación que el dominante Brandon y el sumiso Phillip mantienen con Rupert Cadell tiene tintes homosexuales, aun cuando su interacción también puede ser interpretada como la necesidad de parte de un hijo de impresionar a su padre, o a su figura paterna en este caso. Lo interesante de todo esto es que Hitchcock en vez de demonizar la homosexualidad, hasta cierto punto la exalta, convirtiendo a los protagonistas en una suerte de cuestionables antihéroes que en ningún momento parecen arrepentirse de lo que hicieron o de quienes son.  



Las actuaciones de la totalidad del elenco son uno de los puntos altos del film, incluso la de James Stewart quien interpreta a un personaje que se aleja de bastante de sus roles característicos. En esencia, Rupert Cadell fue escrito como un snob con una vasta educación que está obsesionado con su propia filosofía. Si bien parte de aquello se mantiene, Stewart finalmente terminó convirtiéndolo en un misántropo algo cascarrabias, que recibe un macabro llamado de atención que lo obliga a ver la vida más allá de su torre de marfil. En términos narrativos, aun cuando el crimen y sus autores son revelados durante los primeros minutos de la película, lo cual decepcionó a muchas personas que esperaban que “Rope” fuese un relato de misterio en la línea de las obras de Agatha Christie, la verdad es que Hitchcock desarrolla un interesante thriller psicológico que fue duramente maltratado por la crítica y el público al momento de su estreno. “Rope” obtendría magros resultados de taquilla pese a lo extensamente publicitado que fue el truco narrativo utilizado por el británico, y lo que es aún peor, es que la cinta avergonzaría tanto al director que él personalmente se encargaría de retirarla tempranamente de las salas de exhibición. En sus famosas entrevistas con su colega, el francés François Truffaut, Hitchcock emitiría una suerte de disculpa por el excesivo énfasis que se le otorgó al uso de las tomas continuas: “No sé por qué insistí tanto con eso, ya que solo lo considero como un simple truco.” Aun cuando “Rope” está lejos de ser una de las mejores películas del maestro del suspenso, es innegable que su particular estudio de las fijaciones macabras de sus protagonistas y lo innovador de las técnicas utilizadas, dieron vida a una producción que se atrevió a traspasar ciertos límites artísticos y temáticos que merece mucho más crédito del que usualmente se le otorga.

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