Una vez finalizado el rodaje de “The Brood” (1971), cinta de horror y ciencia ficción con algunos pequeños toques autobiográficos, el director David Cronenberg empezó a desarrollar el guion de su próximo proyecto, “Scanners” (1981), el cual nació a partir de una idea que había estado rondando en su cabeza durante una buena parte de la década del setenta. Contrario a la manera como acostumbraba trabajar, Cronenberg inició el proceso de producción de la cinta sin haber terminado el guion y con algunos sets a medio construir, lo que lo obligó a escribir varias de las escenas de forma paralela al proceso de rodaje, tarea que probaría ser sumamente agotador. Cronenberg, quien hasta ese entonces era mayormente conocido por sus películas en las cuales personas comunes y corrientes se veían envueltos en mundos de pesadilla que se manifestaban mediante mutaciones físicas, en esta oportunidad quiso darle un giro a su fórmula temática y situar como protagonista a un hombre con poderes psíquicos quien tiene una serie de dificultades para insertarse en la sociedad. Esta no sería la primera vez que el director canadiense abordaría el tema de las mutaciones a nivel mental; en 1969 había estrenado un cortometraje experimental titulado “Stereo”, el cual también lidiaba con un protagonista que poseía poderes telepáticos. De acuerdo al propio Cronenberg, “Ambas cintas usan la telepatía como metáfora de una cierta sensibilidad especial, y además ejemplifican la complejidad de las relaciones humanas. Junto con esto, Scanners presenta al telépata como un extraño, un hombre alejado del resto de la sociedad no debido a su poder, sino porque es incapaz de lidiar con las consecuencias de este.” 

En un futuro indeterminado, una misteriosa compañía de armamento y sistemas de seguridad llamada ConSec se dedica a reclutar scanners – individuos súper poderosos capaces de ejercer la telepatía y la telequinesis – con la intención de utilizar sus servicios con fines militares. Cuando en un evento comercial uno de los scanners de ConSec intenta demostrar sus poderes a expensas de un miembro de la audiencia llamado Darryl Revok (Michael Ironside), descubre con horror que se trata de un scanner mucho más poderoso que él que provoca que su cabeza explote en miles de pedazos. Es entonces cuando se revela que Revok es el líder de una organización clandestina cuyo objetivo es dominar el mundo. Ante el riesgo que supone Revok y sus asociados, el Doctor Paul Ruth (Patrick McGoohan) recluta a un vagabundo llamado Cameron Vale (Stephen Lack), cuyo desconocimiento de sus propios poderes lo ha llevado a pensar que sufre de problemas psiquiátricos, con la esperanza que pueda ayudarlo a detener a los scanners rebeldes. Tras inyectarle una droga conocida como Ephemerol, la cual inhibe temporalmente sus habilidades permitiéndole recuperar su sanidad mental, Ruth le explica a Vale que es un scanner, le enseña a controlar sus poderes, y lo prepara para enfrentarse a Revok. Sin embargo, la actitud paternalista del científico parece esconder algo mucho más siniestro, por lo que será responsabilidad de Vale averiguar qué es lo que se esconde en los pasillos de ConSec, al mismo tiempo que intenta detener al demencial Revok quien asoma como un rival imparable. 



Las historias acerca de la existencia de humanos con poderes psíquicos que pueden representar el siguiente paso en la escala evolutiva han existido durante décadas. Mientras que en la literatura “Slan”  de A. E. van Vogt y “More Than Human” de Theodore Sturgeon tocaban el tema de la telepatía, algunos episodios de series como “The Twilight Zone” (1959-1964) y “The Outer Limits” (1995-2002) hicieron lo propio en el medio televisivo. Marvel Comics por su parte, en 1963 introducía al Profesor X quien entre otras cosas, era capaz de comunicarse telepáticamente con sus compañeros mutantes asociados a los X-Men. El cine evidentemente no se quedaría atrás, por lo que películas como “Village of the Damned” (1960) de Wolf Rilla y en especial “The Power” (1968) de Byron Haskin, la cual estaba basada en la novela homónima de Frank M. Robinson, buscarían sumarse a esta tendencia. El eventual éxito de “Carrie” (1976) de Brian De Palma, la cual estaba basada en la igualmente exitosa novela de Stephen King, fue el gran responsable que los peligros de la percepción extrasensorial se convirtieran en una figura común dentro del cine de horror/ciencia ficción. La realidad, o al menos ciertos rumores de unos supuestos experimentos llevados a cabo por los soviéticos cuyo objetivo era utilizar la percepción extrasensorial como una herramienta de espionaje y como un arma, también alimentarían el interés del público por esta clase de historias. Muchas de estas influencias convergerían en “Scanners”, cinta que además de funcionar como una suerte de síntesis de la primera etapa de la filmografía de Cronenberg, intentaría reflejar algunos escándalos contemporáneos de ciertos sectores de la industria farmacéutica, y el reciente surgimiento de empresas privadas de seguridad y espionaje, todo esto dentro del marco de una historia de acción, horror y ciencia ficción con algunos toques conspirativos y transhumanistas.

De una forma un poco más compleja de lo deseable donde lo obvio por momentos adquiere un cariz casi críptico, el guion de Cronenberg establece que en este mundo habitado por telépatas, los cuales comenzaron a proliferar desde el uso de una droga experimental llamada Ephemerol que era prescrita como analgésico a las mujeres embarazadas a fines de los años cuarenta, existen varias facciones con scanners entre sus filas que están luchando por el control de la sociedad, una de ellas liderada por el violento Revok y otra por una mujer llamada Kim Obrist (Jennifer O´Neill), quien está convencida que la cooperación pacífica entre  humanos y scanners puede traerle beneficios a todo el mundo. Es en este contexto que mientras Cameron Vale se va abriendo camino hasta su inevitable confrontación con Revok, se va enterando de la maraña de mentiras y secretos que alberga la batalla corporativa que se ha establecido entre ConSec y otra empresa llamada Biocarbon Amalgamate, quienes parecen estar desarrollando una nueva generación de scanners. En el núcleo de todo este conflicto es posible encontrar el arquetipo narrativo del enfrentamiento entre hermanos – al menos en lo que a mutaciones se refiere – cuyo “padre” se encarga de enemistarlos entre sí con fines totalmente egoístas. Lo interesante en este caso es que el resultado de su disputa no solo va a afectar a los involucrados en ella, sino que sus alcances son a nivel global. Por otro lado, si bien Cronenberg le imprime a la cinta una sensación de paranoia constante y se preocupa de dejar en evidencia la gravedad de toda la situación a través de los maravillosos efectos especiales creados por Dick Smith, quien es el gran responsable de las “explosiones craneales” por las cuales suele ser recordado el film, el director queda corto a la hora de desarrollar el dilema moral del protagonista, y ciertos pasajes de la historia no están del todo cohesionados lo que entorpece el ritmo narrativo de la misma, lo que probablemente es una consecuencia directa de la forma en cómo fue escrito el guion. 



Uno de los grandes problemas que presenta “Scanners” es la actuación de su protagonista. De acuerdo a algunos rumores, Cronenberg seleccionó a Stephen Lack como protagonista – quien no era un actor, sino que se desempeñaba como pintor – debido a que lo cautivó la claridad de sus ojos azules. Aun cuando es cierto que Lack posee una mirada penetrante que por momentos proyecta la tristeza de su personaje, quien está consciente que jamás podrá encajar en los parámetros de normalidad impuestos por la sociedad, su total carencia de matices a la hora de pronunciar sus líneas de diálogo echan por la borda la efectividad de su interpretación. Afortunadamente su mediocre actuación es compensada por el trabajo de Patrick McGoohan, el “científico loco” de turno, y en especial el de Michael Ironside, quien construye a uno de los mejores personajes de su carrera. Por otro lado, cabe destacar la dirección de fotografía de Mark Irwin, quien se convertiría en un colaborador habitual de Cronenberg durante los ochenta, y la minimalista pero atmosférica banda sonora del ganador de múltiples premios Oscar Howard Shore, quien ha trabajado en prácticamente todas las películas del director canadiense. Pese a que no está exenta de problemas, “Scanners” es una película entretenida que con el paso de los años se ha convertido en un clásico ochentero, cuyo éxito comercial generaría una franquicia de la cual Cronenberg no formaría parte. Todas esas películas – “Scanners II: The New Order” (1991), “Scanners III: The Takeover” (1992), “Scanner Cop” (1994), y “Scanner Cop II: Volkin`s Revenge” (1995) – seguirían presentando cabezas explosivas pero carecerían de los ángulos filosóficos insertados por el director canadiense, que hablaban por ejemplo de la exploración de la propia identidad. Por último, si bien en la actualidad “Scanners” tiene un encanto apoyado en la nostalgia, al igual que otras producciones como por ejemplo “2001: A Space Odyssey” (1968), “Demon Seed” (1977) y “Brainstorm” (1983), mantiene intacto su tono modernista debido a que intenta retratar el potencial transformador y potencialmente apocalíptico que posee la creación de un nuevo nivel evolutivo de la condición humana.

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