En el periodo que Alfred Hitchcock aún se encontraba trabajando para el productor David O. Selznick, el director comenzó a trabajar en el proyecto de un thriller de espionaje cuyo conflicto central era un acto de sabotaje ocurrido al interior de unas instalaciones de defensa norteamericanas. Una vez que Selznick le otorgó luz verde al desarrollo de un guion basado en el concepto de Hitchcock, este último de inmediato se puso a trabajar junto a su esposa Alma Reville y la guionista Joan Harrison, quien con previamente había colaborado en “Rebecca” (1940) y “Foreign Correspondent” (1940). Lamentablemente para Hitchcock, Harrison eventualmente abandonó el proyecto para aceptar un trabajo como productora al interior de los Estudios Universal, lo que irritó de sobremanera al cineasta británico. A raíz de esto, Selznick decidió facilitarle a Hitchcock los servicios del escritor Peter Viertel, quien había recibido muy buenas críticas por su primera novela, pero que hasta ese entonces jamás había escrito un guion. Para empeorar aún más la situación, Val Lewton, quien en ese entonces era el editor de historias de Selznick, rechazó el guion de Hitchcock y compañía por lo que el productor, motivado por el poco interés que le generaba todo el asunto y por su mala relación con el británico, le vendió la idea y los servicios del cineasta a los Estudios Universal. Si bien gracias a esto Hitchcock por fin podría descansar de las constantes intervenciones de Selznick, por otro lado el director tuvo que asumir una serie de limitaciones presupuestarias, que de todas formas no impidieron que los ejecutivos de la Universal contrataran a la prestigiosa escritora Dorothy Parker para que puliera algunos detalles del guion.

La elección del elenco también resultaría ser un proceso bastante agridulce para Hitchcock. Originalmente el director había pensado en Gary Cooper para interpretar al norteamericano honesto que es acusado de un crimen que no cometió, y en Barbara Stanwyck para asumir el papel de su reacio interés amoroso. Sin embargo, a Cooper no le interesó participar en la producción y Stanwyck no estaba disponible en ese momento. De acuerdo a algunas fuentes, el director también intentó conseguir sin éxito los servicios de Henry Fonda y Margaret Sullavan, hasta que finalmente terminó concediéndole los roles protagónicos a Robert Cummings y Priscilla Lane. Si bien Hitchcock valoraba el talento interpretativo de Cummings, no lo convencía demasiado su “cara de asombro” la cual, según el propio director, no lograba transmitir angustia ni siquiera en las situaciones más terribles. La contratación de Priscilla Lane en cambio no lo tenía muy satisfecho, así como tampoco estaba muy contento con la idea que Otto Kruger interpretara al antagonista. Cabe mencionar que Kruger fue contratado luego que Harry Carey, quien al parecer era un fiel representante de la derecha norteamericana que apoyaba a Hitler algunos años antes del estallido de la Segunda Guerra Mundial, rechazara el papel luego que su esposa lo obligara a hacerlo. Con el fin de compensar estos inconvenientes, los ejecutivos de la Universal le permitieron a Hitchcock colaborar con el director de fotografía Joseph Valentine (The Wolf Man, 1941), cuyo trabajo era admirado por el cineasta británico. 



El gran protagonista de “Saboteur” (1942) es Barry Kane (Robert Cummings), un obrero de una fábrica de aviones militares que es acusado de iniciar un incendio que entre otras cosas, acabó con la vida de su amigo Mason (Virgil Summers). Kane está convencido que el real culpable del acto de sabotaje es un hombre llamado Fry (Norman Lloyd) quien, mientras estaba intentando apagar el fuego, le pasó un extintor relleno con combustible. Cuando los encargados de investigar el incidente no encuentran a nadie llamado Fry en la nómina de trabajadores de la fábrica, ellos de inmediato asumen que Kane es el culpable de lo sucedido. Mientras huye de la policía, él conoce a una modelo llamada Patricia Martin (Priscilla Lane), quien tras intentar entregarlo a las autoridades, razón por la cual Kane decide secuestrarla, accede de mala gana a colaborar con el obrero en sus intentos por demostrar su inocencia, lo que los involucra en una compleja trama de espionaje que pondrá sus vidas en riesgo. Esta es a grandes rasgos la trama de la que es considerada como la primera película realmente norteamericana de Hitchcock. Y es que por ejemplo durante su frenética huida la dupla protagónica cruza todos los Estados Unidos, lo que no solo les permite visitar algunos escenarios representativos del país (donde el mejor ejemplo es el famoso clímax de la historia que se desarrolla en lo alto de la Estatua de la Libertad), sino que además les otorga la oportunidad de conocer a una serie de personajes que buscan representar a las distintas clases sociales que componen a la sociedad norteamericana; obreros industriales, chóferes de camiones, vaqueros, artistas de circo, acaudalados empresarios y damas de la alta sociedad, entre otros. Bajo el esquema de una “road movie”, Kane y Patricia no pueden evitar ser influenciados por los acontecimientos en los cuales se ven involucrados, al mismo tiempo que aprenden lo peligroso que es juzgar a la gente por su apariencia. Por ejemplo, mientras que los integrantes de un circo, quienes son tratados como unos fenómenos por el resto de la sociedad, no dudan en ayudar a la pareja pese a los peligros que aquella acción representa, los grandes villanos tras el acto de sabotaje resultan ser un grupo de hombres respetados y admirados cuya ambición es infinitamente más grande que su consciencia social.   

Por otro lado, aun cuando Hitchcock originalmente había concebido que “Saboteur” fuese una sátira de la sociedad norteamericana, la cinta eventualmente terminó transformándose en otra cosa completamente diferente durante su desarrollo. Tras el ataque a Pearl Harbor, la cinta rápidamente se convirtió en un elemento de propaganda, lo que explica inclusión de una gran cantidad de discursos que fomentan el patriotismo que debe tener todo ciudadano norteamericano, y las advertencias que hacen mención a los peligros que albergan la ideología fascista y los regímenes autoritarios. Si bien en “Foreign Correspondent” el director ya había tratado tópicos similares, es en “Saboteur” donde estos son profundizados al mismo tiempo que se realiza un guiño al papel de los Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial. Más allá de su naturaleza política, “Saboteur” también es considerada como una suerte de puente entre la etapa británica del director y las producciones que eventualmente realizaría en Norteamérica, específicamente con “North by Northwest” (1959). Es así como por ejemplo Hitchcock reutiliza la idea de una pareja siendo perseguida por una organización secreta que le dio vida a la cinta “39 Steps” (1935); la súbita aparición de un grupo de fenómenos en “The Ring” (1927) y “Murder!” (1930) que reflejaba su fascinación por lo grotesco; una escena inspirada en lo hecho en “Sabotage” (1936) donde un puñado de asistentes a una sala de cine se centran en un asesinato que está siendo proyectado en la gran pantalla, lo que enmascara un asesinato real; otra escena donde un revolver aparece amenazante desde detrás de una cortina tal y como sucedía en “The Man Who Knew Too Much” (1934); y finalmente otra escena que recuerda a la ya mencionada “39 Steps”, donde un elegante villano protesta: “Soy un ciudadano respetable, soy un muy conocido…”



En términos generales “Saboteur” es una película ambiciosa que presenta un ritmo narrativo frenético y una serie de secuencias espectaculares, tales como el ya mencionado clímax ambientado en la Estatua de la Libertad, lo que en conjunto respondía a la idea de Hitchcock que si la acción se movía lo suficientemente rápido y además se le entregaba algo interesante a la audiencia que pudiese desviar su atención de la premisa central, se podían enmascarar algunos de los problemas que presentaba un guion con demasiados cabos sueltos, que es precisamente lo que sucede en esta oportunidad. Teniendo esto en consideración, la crítica realizada para el New York Times por Bosley Crowther es la que quizás mejor define a la cinta. De acuerdo a Crowther, “El Señor Hitchcock y sus guionistas realmente se han dejado llevar. La acción melodramática es su fuerte, y en esta oportunidad rebasan todos los límites de velocidad. El viejo maestro ha sacado a relucir toda su experiencia a la hora de realizar thrillers. Como consecuencia de esto – y acorde a lo acostumbrado por Hitchcock – Saboteur es una cinta ágil y tensa que avanza tan rápidamente que prácticamente no otorga la oportunidad de mirar hacia atrás. Y así evade todos los agujeros y los problemas que la aquejan con una velocidad que hace todo lo posible por cubrir sus falencias.” Si bien la primera película de Hitchcock al interior de los Estudios Universal no estuvo exenta de problemas, desilusiones y disconformidad de parte del propio director (lo cual expresó en su serie de entrevistas con François Truffaut), es innegable que ayudó a pavimentar el camino de las que suelen ser consideradas como sus obras maestras. En una oportunidad cuando el guionista y colaborador habitual de Hitchcock, Ben Hecht, tuvo la oportunidad de analizar el icónico y glorioso final del film donde un pedazo de tela define el destino del infame saboteador, se limitó a mencionar que “él debería haber conseguido un mejor sastre”, en una clara alusión a la cinta y al equipo de guionistas con los que contó el director Pese al ácido comentario de Hecht, la verdad es que “Saboteur” si contó con un sastre sumamente competente llamado Alfred Hitchcock, quien supo resolver de manera eficiente las falencias de la producción, al punto que incluso esta obra que es considerada como menor dentro de su filmografía actualmente ostenta una gran importancia en su encomiable carrera.

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