Tras el inesperado éxito en ciertos circuitos independientes de la grotesca cinta de horror y ciencia ficción “Bad Taste” (1987), el técnico en efectos especiales convertido en director Peter Jackson vio como se le abrían las puertas de la industria cinematográfica neozelandesa. Mientras se encontraba desarrollando algunas de las ideas que varios años más tarde le darían vida al film “Braindead” (1992), el cual marcaría un récord relacionado a la cantidad de litros de sangre artificial que fueron utilizados durante su rodaje, Jackson se involucró en la realización de un cortometraje que supuestamente sería exhibido en el marco de una serie de televisión. Sin embargo, cuando una compañía japonesa mostró interés en el proyecto, el director junto a los guionistas Danny Mulheron, Stephen Sinclair y Fran Walsh hicieron todo lo posible por convertir la historia que originalmente duraba alrededor de 24 minutos, en un largometraje de aproximadamente 90 minutos titulado “Meet the Feebles” (1989), lo que se tradujo en numerosas reescrituras del guion, muchas de las cuales se llevaron a cabo mientras iban rodando la cinta. Pese al entusiasmo de los profesionales involucrados, el aporte económico otorgado por la New Zeland Film Commission (quienes tras ver el film terminado pidieron expresamente que su nombre no apareciera en los créditos) era insuficiente para llevar a cabo la producción. Debido a que el dinero con el que contaban se les acabó a mitad de camino, se vieron obligados a rodar algunas escenas por separado, extendiendo el proceso de filmación durante casi un año (por ejemplo, toda la secuencia que supuestamente ocurre en Vietnam tuvo que ser filmada al final bajo el título “The Frogs of War”). Según Peter Jackson, “Meet the Feebles” se le presentó como una oportunidad para realizar una sátira del comportamiento humano. De hecho, en una entrevista declararía, “Imagina un escenario donde los Muppets se encuentran luego de haber terminado su show de televisión. ¿Qué pasaría si ellos fueran tras bambalinas y se comportaran como personas comunes y corrientes, fumaran, bebieran y tuvieran sexo? Eso es precisamente a lo que estamos apuntando.”

En “Meet the Feebles”, la morsa Bletch (Peter Vere-Jones) es un ambicioso e inescrupuloso productor que busca abrirse paso en el mundo de la televisión mediante la realización de un show de variedades titulado “Meet the Fleebles Variety Hour”. Lamentablemente cuenta con un equipo poco profesional cuyas vidas personales harán de los preparativos del show un verdadero infierno. Mientras que el elefante Sid (Mark Wright) es un personaje maníaco-depresivo que intenta por todos los medios evadir la demanda de paternidad impuesta por su antigua novia, una gallina llamada Sandy (Stuart Devenie), Harry (Ross Jolly), una de las figuras más importantes del show, es un conejo adicto al sexo cuya salud últimamente ha empeorado de manera drástica, por lo que teme que pueda tener SIDA luego de practicar sexo sin protección durante muchos años. Por otro lado, la rana Wynyard (Brian Sergent), quien es famoso por su espectáculo de lanzamiento de cuchillos, está intentando abandonar su adicción a la heroína lo que lo sumerge en un doloroso síndrome de abstinencia, todo esto mientras trata de dejar atrás sus traumáticos recuerdos relacionados a su experiencia en la Guerra de Vietnam. Como si todo esto no fuese suficiente, Bletch mantiene una relación amorosa con la gran estrella del espectáculo, la hipopótama Heidi (Mark Hadlow), a quien le es infiel con una gata siamesa llamada Samantha (Donna Akersten). Dentro de todo este caos, un idealista y tímido puercoespín llamado Robert (Mark Hadlow), quien acaba de ser contratado para trabajar en la producción, intentará conquistar a una poodle llamada Lucille (Donna Akersten), de la cual se ha enamorado perdidamente. Lo que Robert y el resto del elenco desconocen, es que las tensiones tras bambalinas eventualmente se tornarán insoportables, desatando una tragedia que no dejará títere con cabeza. 



Más que presentar una trama central, “Meet the Feebles” está compuesta por múltiples subtramas que son presentadas a modo de viñetas, muchas de las cuales eventualmente confluyen en el caótico y delirante final. Como se puede inferir, gran parte de estas subtramas están protagonizadas por diversos estereotipos de personajes que suelen convivir en el mundo del espectáculo, cuyos dramas y dificultades son explorados por Jackson de forma transgresora e incluso grotesca. En el caso puntual de la hipopótama Heidi por ejemplo, es descrita como una estrella con aires divismo que tiene un evidente problema de sobrepeso y cuyos años de gloria ya pasaron, la cual desconoce por completo las  maquinaciones de su pareja Bletch, quien no contento con querer reemplazarla por su estilizada y joven amante, está involucrado en el negocio de la venta de drogas y la pornografía junto a su empleado de confianza, una rata llamada Trevor (Brian Sergent). Por otro lado, el director artístico del espectáculo, un zorro llamado Sebastian (Stuart Devenie), se presenta como un personaje homosexual, amargado, sarcástico e incapaz de lidiar con su frustración artística, cuyo gran deseo es llevar a cabo un estrambótico show musical en el que pueda expresar todo su amor por la sodomía, algo que obviamente no es del gusto de Bletch. Por último, Jackson también incluye a un personaje ligado a la prensa amarillista, la cual suele estar anexada al mundo del espectáculo. Dicho personaje es una mosca llamada F. W Fly (Brian Sergent), cuya ética periodística es inexistente por lo que no tiene problemas en chantajear a Harry cuando se entera que es portador de una enfermedad de transmisión sexual.

El humor empleado por Jackson en esta oportunidad es cualquier cosa menos sutil, y en gran parte de las ocasiones abandona por completo el mundo de la sátira para meterse de lleno en el ámbito de lo francamente grotesco. Desde un par de escenas de sexo explícito, entre las que se incluyen una sesión de sadomasoquismo protagonizada por una vaca y uno de los encuentros íntimos entre Bletch y su amante en la que esta última le practica sexo oral, hasta otras que retratan las peculiares prácticas del resto de los personajes, como por ejemplo el repulsivo gusto de F. W. Fly por las heces ajenas, forman parte del delirante mundo creado por Jackson. Consumo de drogas, intentos de violación, escenas escatológicas y muerte a raudales también forman parte del proceso que rodea la realización de “Meet the Fleebles Variety Hour”. Quizás lo que resulta más impresionante con respecto al trabajo del director en esta producción, es que logra que construir escenas que visualmente son tan potentes que en ocasiones cuesta mirarlas incluso pese a que están protagonizadas por marionetas. Otras en cambio, poseen un efecto casi hipnótico por lo increíblemente demenciales que son. Un buen ejemplo de esto es la presentación del controversial número musical de Sebastian, el cual se ve engalanado con una canción que más allá de su controversial letra resulta ser algo pegajosa, y por una particular puesta en escena que tiene como protagonistas a dos figuras que simulan ser un par de penes erectos. Otras escenas, como sucede por ejemplo con aquella que retrata las vivencias de la rana Wynyard en Vietnam, sorprenden por la manera en cómo están rodadas y porque logran transmitir en algún grado el drama sufrido por quienes las protagonizan. 


Si algo resulta destacable del trabajo de Peter Jackson en “Meet the Feebles”, es que se las arregla para resolver varias carencias ligadas a la escasez de presupuesto. No solo gran parte de las marionetas presentan una marcada expresividad facial, lo que facilita la tarea del director a la hora de otorgarle una personalidad distintiva a cada uno de los personajes, sino que además Jackson utiliza una serie de movimientos de cámara que ayudan a contrarrestar la rigidez que adolecen los muñecos. Lo otro destacable con respecto a la producción, es que pese a su particular estructura narrativa y a su carencia de una trama central bien definida, existe un nivel importante de cohesión entre cada “sketch” que permite el buen funcionamiento del relato. Es precisamente debido a su estructura que algunos críticos la han comparado con “The Meaning of Life” (1983), agregando que “Meet the Feebles” hace que el film de los Monty Python parezca cine comercial. Considerando el contenido de la película, a nadie puede resultarle extraño que su estreno haya sido recibido con críticas dispares que de todas formas no impidieron que con el tiempo se convirtiera en un film de culto. La particular fábula acerca de los peligros del mundo del espectáculo que desarrolla el director neozelandés, es una que se caracteriza por su humor ácido y sin concesiones, el cual debido a que en ocasiones cae en estereotipos racistas y en los terrenos de lo escatológico, claramente está destinado a herir sensibilidades. “Nuestra única filosofía consistió en ser lo más repulsivos que pudiésemos ser,” aseguraría Peter Jackson en una entrevista relacionada al eventual proceso de restauración de la cinta, tarea que sin lugar a dudas cumplió a cabalidad.

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