El actor, guionista,
productor y director greco-americano Elia Kazan, quien en 1947 fundaría el
legendario Actors Studio junto a su colega Lee Strasberg, tras su debut como
cineasta con la película “A Tree Grows in Brooklyn” (1945) se embarcó en una
serie de proyectos que lo alzarían como un realizador de ideas progresistas y
bienintencionadas, tendencia que se reafirmaría con la que es considerada como
una de sus grandes obras, el thriller “Panic in the Streets” (1950). Durante la
producción de dicha cinta, Kazan pasaría varias semanas quejándose con respecto
al título de la misma. Y es que él previamente había considerado una serie de
opciones, solo para terminar rechazándolas porque sonaban como los títulos de
todos los “cuasi documentales” que estaban siendo producidos por un puñado de “compañías
baratas”. De hecho, en una nota que le envió al productor de los estudios 20th
Century Fox, Darryl F. Zanuck, Kazan escribió, “Si existe algo más rancio en
este momento que los documentales, no sé qué puede ser.” El motivo de su
preocupación por el título respondía al deseo del director de escapar de los
límites impuestos por un género que se había convertido en la especialidad de la
20th Century Fox: el semidocumental. Tres años antes, Kazan había dirigido una
de las mejores entradas de dicho género, “Boomerang!” (1947), cinta la cual
marcaría su intención de expandir las fronteras del formato mediante la exploración
de la noción que las urbes son entidades dinámicas e interconectadas, concepto
que perfeccionaría en “Panic in the Streets”.
La confección del
guion definitivo de la cinta sería tan problemático como la elección del título
de la misma, ya que tuvo que ser sometido a una serie de cambios con el
objetivo de acatar las observaciones realizadas por los encargados del Código
de Producción Cinematográfico (Código Hays). El guion original cuyo título
inicialmente era “Port of Entry”, fue enviado el 11 de Noviembre de 1949 a las
oficinas de Joseph Breen, el censor que estaba a cargo de impartir el código de
producción en aquel entonces. Desde ese momento en adelante, Breen intercambió
una serie de cartas con el Coronel Jason S. Joy, quien era el Director de
Relaciones Públicas de los estudios 20th Century Fox, en las que especificaba
los cambios que requería el guion. La verdad es que gran parte de las
sugerencias realizadas por Breen tenían relación con los niveles de violencia y
el incómodo realismo que presentaban ciertos pasajes de la historia. Aun cuando
Breen desde un inicio fue bastante específico en cuanto a las escenas que
debían ser modificadas, estas recién fueron alteradas luego de tres meses en
los que se mantuvo un constante intercambio de ideas entre el censor y el
ejecutivo del estudio, lo que finalmente tuvo como resultado la aprobación del guion
el 8 de Marzo de 1950. “Panic in the Streets” se ambienta en la ciudad de Nueva
Orleans y tiene como protagonista a un criminal llamado Blackie (Jack Palance),
quien cierta noche junto a un par de sus camaradas asesinan a un inmigrante
cuyo único pecado fue ganar demasiado dinero en una partida de póker. A la
mañana siguiente, el Dr. Clint Reed (Richard Widmark) quien trabaja en el
Servicio de Salud Pública, confirma que el hombre asesinado era portador de la
peste neumónica, la cual es una enfermedad respiratoria altamente contagiosa
cuya tasa de mortalidad es alarmantemente elevada. Para evitar que se origine
una epidemia de consecuencias catastróficas, Reed se lanza a la tarea de
encontrar y aislar a Blackie y sus secuaces con la ayuda del Capitán de policía
Tom Warren (Paul Douglas). En total secreto por miedo a que el pánico se
apodere de los habitantes de la ciudad de Nueva Orleans, Reed y Warren tendrán
un plazo de 48 horas para intentar detener la potencial epidemia antes que esta
se propague sin control causando la muerte de miles de personas.
El típico
semidocumental era básicamente una película de ficción que estaba basada en una
historia real y que era filmada en locaciones, usualmente las mismas locaciones
en donde había ocurrido el hecho. Mientras que la trama de estas producciones
solía mostrarle a la audiencia como una determinada institución, como por
ejemplo la policía, solucionaba un problema en particular, al igual que los
documentales muchas contaban con un narrador encargado de explicarle al
espectador el escenario y las ramificaciones del hecho en cuestión. Dado que
las tramas a menudo contenían un elemento ligado al mundo del crimen, una buena
parte de los semidocumentales realizados durante los años cuarenta y cincuenta
son clasificados como film noirs, aun cuando carecen del pesimismo que
caracterizó a dicho subgénero. En el caso particular de “Panic in the Streets”,
la cinta inicialmente se centra en un evento aparentemente inocuo, para luego
desviar el foco de atención hacia el efecto dominó que este desencadena y que
afecta directamente a la ciudad y sus habitantes. Es así como mientras por un
lado la narrativa de la película parece estar guiada por el cumplimiento de un objetivo
determinado, en este caso los intentos por parte del protagonista por identificar
el hecho desencadenante y controlar sus efectos, por otro lado el film explora
distintas aristas que están estrechamente ligadas con el problema en cuestión,
deteniéndose incluso en ciertos aspectos de la vida personal del Dr. Clint
Reed, como por ejemplo los problemas domésticos que este tiene con su esposa
Nancy (Barbara Bel Geddes) y su pequeño hijo Tommy (Tommy Rettig), o la
compleja relación profesional que entabla con el escéptico pero experimentado Capitán
Warren.
“Panic in the
Streets” también utiliza la búsqueda de los posibles contagiados con la peste neumónica
como un pretexto para explorar una serie de problemas latentes en la sociedad
norteamericana de la época que poco tienen que ver con el control de
enfermedades. Por ejemplo, al mismo tiempo que el film toca tangencialmente el
tema de la xenofobia (el paciente cero es de origen eslavo), también plantea lo
difícil que resulta controlar ciertos aspectos negativos de la sociedad, encarnados
por Blackie y sus secuaces, cuya influencia se extiende con la misma facilidad
que la enfermedad que Reed y Warren desean contener. En ese sentido, la plaga
ha sido interpretada por algunos estudiosos como un simbolismo de las fuerzas
que usualmente corrompen a los integrantes de una determinada sociedad
dispuestos a aceptar una salida fácil a sus problemas, mientras que para otros
la enfermedad representaba a la temida ideología comunista, la cual debía ser
erradicada a toda costa junto con todos aquellos que se atrevían a compartirla.
Sin embargo, donde Kazan pone un mayor énfasis es en el tema de la libertad de
prensa, en la importancia de la democracia y en ciertos conflictos políticos
que determinan el accionar de Reed a lo largo de la historia. Es a raíz de esto
que en vez de retratar a un héroe empoderado y autoritario que se hace cargo de
la situación que tiene entre manos, dirigiendo los esfuerzos de la ciudad por
detener a la plaga, la cinta presenta una serie de luchas de poder y alianzas dinámicas
que dificultan todo el proceso. Kazan evidentemente desea que el espectador
simpatice con Reed (pese a su controversial plan para acallar a la prensa),
pero al mismo tiempo es sumamente cuidadoso de no satanizar al resto de las
instituciones que interactúan con él. Por lo tanto, aun cuando ciertos
integrantes de la policía, la alcaldía y la prensa objetan algunas de las ideas
de Reed, todos lo hacen por razones perfectamente justificadas y no solo con el
fin de actuar como antagonistas del facultativo.
Más allá del aspecto
temático del film, uno de los puntos altos de “Panic in the Streets” son las
actuaciones de la totalidad de su elenco. Mientras que Richard Widmark
construye a un personaje rudo y un poco arrogante a ratos, quien logra mantener
la calma pese a que el mundo parece estar cayéndose a pedazos a su alrededor,
Paul Douglas interpreta de forma sólida a un policía que pese a profesar cierto
resentimiento hacia la medicina, es capaz de dejar de lado sus prejuicios si
con eso logra restablecer el orden social. En el que sería su debut
cinematográfico, Jack Palance le da vida a un villano amenazador que
constantemente parece estar al borde de perder el control. Por otro lado, la
estupenda dirección de fotografía de Joseph MacDonald contribuye enormemente a
establecer una visión distintiva del espacio urbano, un espacio donde todo está
conectado pero que es virtualmente incontrolable, por lo que es inevitable que
se produzcan pequeños eventos que desencadenan efectos en cadena que se
distribuyen por todo el mapa. Pese a que “Panic in the Streets” sería bien
recibida por la crítica y obtendría el Premio Oscar a la Mejor Historia, resultaría
ser un fracaso de taquilla que no logró recuperar el dinero invertido en el
rodaje en locaciones. Con el paso de los años, Kazan llegaría a admitir que “Panic
in the Streets” era la película más importante de su carrera, lo que no resulta
extraño considerando que mezcla de manera eficiente elementos del film noir, el
thriller policial, el cine de catástrofe, el expresionismo alemán y el
neorrealismo italiano, dando vida a una historia que setenta años más tarde
adquiriría una relevancia impensada, tanto por su discurso social como por el
complejo manejo de una crisis sanitaria que amenaza con convertirse en una epidemia.
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