Cuando tu padre ha
jugado un rol fundamental en el desarrollo del cine de terror europeo,
lamentablemente si decides seguir sus pasos no tendrás más remedio que
demostrar que estás a la altura de las expectativas que el medio ha depositado
en ti. Eso fue precisamente lo que le sucedió al director Lamberto Bava, hijo
del afamado cineasta italiano Mario Bava, quien antes de aventurarse como
director trabajó varios años al interior de la industria cinematográfica
italiana como asistente personal, guionista y asistente del director, junto a
profesionales de la talla de Dario Argento, Ruggero Deodato y su propio padre.
Su gran oportunidad vendría de la mano del director Pupi Avati, quien a fines
de la década del setenta estaba trabajando en un proyecto potencialmente
controversial. Cierto día, Avati contactó a Lamberto para preguntarle si le
interesaba dirigir dicho proyecto. Fue así como la dupla junto a Roberto Gandus
y Antonio Avati comenzaron a escribir un guion supuestamente inspirado en un curioso
hecho policial que había sucedido en Nueva Orleans en los años setenta. Tan
pronto como finalizaron el guion, el cual llevaría por título “Macabro”, Bava
se lo presentó a los ejecutivos de la productora A. M. A. Film quienes
finalmente accederían a financiar la producción. Cabe mencionar que Mario Bava
prefirió no involucrarse demasiado en el proyecto de su hijo para que este
pudiese desarrollar su propia identidad artística, por lo que tan solo accedió
a darle una lectura superficial al guion definitivo, el cual según Lamberto “le
gustó bastante”.
“Macabro” (1980) sigue
los pasos de Jane Baker (Bernice Stegers), una dueña de casa que reside en la
ciudad de Nueva Orleans la cual está atrapada en un matrimonio infeliz. Esto la
ha llevado a vivir una doble vida; una más tradicional con su esposo (Fernando
Pannullo) y sus dos hijos, y otra en un apartamento rentado donde ella
frecuentemente se encuentra con su amante, un hombre llamado Fred Kellerman
(Roberto Posse), con quien pasa tardes enteras dando rienda suelta a su pasión
irrefrenable. Lo que Jane desconoce es que su hija adolescente, Lucy (Veronica
Zinny), sospecha que ella le está siendo infiel a su padre. Los celos y la
rabia que le provoca dicha situación, llevan a Lucy a asesinar a su pequeño hermano
Michael ahogándolo en la bañera, todo esto mientras Jane está teniendo sexo con
su amado Fred fuera de casa. Cuando Jane recibe la noticia de la supuesta
muerte accidental de su hijo menor, Fred se ofrece a llevarla hasta su casa,
sin jamás imaginar que en el camino sufrirán un grave accidente automovilístico
en el que Fred perderá la vida de manera brutal. Un año más tarde y luego de
permanecer internada durante un tiempo considerable en una institución
psiquiátrica, Jane decide retomar su vida en el lugar donde transcurrieron sus
días más felices junto a Fred, el cual está habitado por un hombre ciego
llamado Robert Duval (Stanko Molnar), quien está secretamente enamorado de
ella. Pese a sus intentos por reencontrar la felicidad, Jane pronto comprobará
que volver a la cotidianidad no será una tarea sencilla, ya que la intrusión en
su vida de su casero ciego, su vengativa hija y de un siniestro secreto que
está escondido al interior de un refrigerador, inevitablemente removerán
ciertos fantasmas de su pasado que amenazarán con destruir por completo su
supuesta sanidad mental.
Junto a Jane, el
otro gran protagonista del relato es Robert, un hombre no vidente que al
principio de la película se encuentra bajo los cuidados de su abnegada y
sobreprotectora madre. A diferencia de Jane, Robert jamás ha entablado una
relación sentimental o ha experimentado la dicha de sentirse amado. Una vez que
la protagonista regresa de su larga estadía en una institución psiquiátrica, descubre
que la soledad ha hecho estragos en la vida de Robert, quien tras el
fallecimiento de su madre quedó en un estado de total indefensión que lo ha
llevado a convertirse en la sombra del hombre que alguna vez fue. La súbita
llegada de Jane a su hogar iluminará la vida de Robert, quien hará todo lo
posible por seducir a la mujer de la que siempre estuvo enamorado, a sabiendas
que ahora supuestamente tiene el camino libre. Contrario a lo que se podría
suponer inicialmente, el espectador pasa más tiempo observando el peculiar y
algo cuestionable accionar de Robert que el de la propia Jane, por lo que
irónicamente es a través de su punto de vista que la audiencia debe reunir las
piezas que le permitan dilucidar el macabro misterio que se esconde al interior
de la residencia que ambos comparten. En gran medida, pese a sus intentos Robert
es incapaz de escapar de su rol de víctima a lo largo de la historia, ya que no
solo se ve limitado por su ceguera, sino que además debe lidiar con el hecho
que Jane constantemente se aprovecha de los sentimientos que él siente por
ella, mientras lleva a cabo sus oscuras y perversas fantasías encerrada en su
habitación.
Algo que sin lugar a
dudas resulta interesante con respecto al guion de “Macabro”, es que durante el
transcurso de su retorcida historia intenta analizar a los protagonistas desde
el prisma de la psicología. Por ejemplo, perfectamente se podría argumentar que
la película intenta explorar el tema de la represión sexual y el miedo que
provoca el sexo cuando este es visto como un acto condenable por la sociedad. En
el caso particular de Robert, la constante represión de su deseo sexual termina
manifestándose mediante un estallido de violencia que tendrá consecuencias
insospechadas para él y para quienes lo rodean. Y es que acostumbrado a una
vida de sometimiento debido a la actitud en extremo conservadora y dominante de
su difunta madre, a Robert no le ha quedado más remedio que refugiarse en la
fantasía, la cual se ve estimulada por los gemidos de placer provenientes de la
habitación de Jane que escucha cada noche de manera involuntaria, y que
inevitablemente han provocado en su interior un conflicto entre su sentimiento
de culpa y sus ansias por experimentar una sexualidad plena. Jane por su parte,
ve el sexo como una válvula de escape de su aburrida vida y de la cruel
realidad, lo que la ha llevado a obsesionarse con la relación que mantenía con
Fred. A raíz de esto, no puede evitar intentar recrearla incluso después de la
muerte de su amante de la única manera que ella considera posible, destruyendo
en el proceso su propia vida y la de sus seres queridos. Por último, aun cuando
Lucy no parece tener algún conflicto ligado a su sexualidad, claramente la
relación que mantiene con su madre dista de ser normal, por lo que asoma como
un personaje realmente perturbado que viene a reforzar lo increíblemente
sórdido de todo el asunto.
Aun cuando las
actuaciones no son nada del otro mundo, al menos resultan verosímiles
considerando el contexto y el tono de la historia. Mientras que Stanko Molnar
retrata de buena manera a un hombre reprimido que lentamente se convierte en
una víctima de las circunstancias, Bernice Stegers interpreta de manera eficiente
a una mujer claramente trastornada que es dominada por los fantasmas de su
pasado. Por otro lado, la cinta se ve favorecida por la atmosférica banda
sonora del compositor Ubaldo Continiello, la cual en conjunto con la dirección
de fotografía de Franco Delli Colli contribuyen a reforzar el tono retorcido y
tenso que domina al relato. Resulta necesario otorgarle una mención especial al
diseño de producción de Katia Dottori, quien se preocupó de imprimirle un
particular estilo gótico a varios de los rincones de la casa donde transcurre
el film. “Macabro” es una película que lentamente va aumentando sus dosis de
dramatismo y tensión, al mismo tiempo que intenta explorar la compleja dinámica
que se establece entre Jane y Robert. Es debido a esto que carece de grandes
dosis de violencia gráfica, las cuales están reservadas para el último tramo de
la historia. Lamentablemente el clímax de la cinta, el cual dicho sea de paso
es inesperado y bastante granguiñolesco, ha sido ampliamente criticado durante
el transcurso de los años y con justa razón, ya que es tan burdo que echa por
la borda gran parte de la seriedad que Bava intentó imprimirle a la producción,
la cual por momentos se acerca al film “What Ever Happened to Baby Jane?” (1962)
del director Robert Aldrich. Aun cuando presenta unas lagunas narrativas
evidentes y el trasfondo del relato no es precisamente apto para todo público,
“Macabro” es una obra que gracias a su curiosa fusión de elementos y su
esquizofrénico final terminó obteniendo un seguimiento de culto, al mismo
tiempo que ayudó a definir ciertos trazos de la identidad de un director que
pese a exhibir un comienzo prometedor, jamás lograría estar a la altura de las
expectativas depositadas sobre sus hombros.
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