A fines de la década del noventa, el
director polaco Roman Polanski recibió un guion escrito por Enrique Urbizu, el
cual era básicamente una adaptación de la novela “El Club Dumas” del escritor
español Arturo Pérez-Reverte. Fue tanto lo que le gustó a Polanski el guion de
Urbizu, que terminó leyendo la novela en la cual estaba basado, la que hasta
ese entonces desconocía por completo. Polanski de inmediato reconoció el
potencial cinematográfico de la historia, ya que según él contenía buenas dosis
de suspenso, era divertida, y contaba con un gran número de personajes
secundarios bastante interesantes. El único problema que poseía el texto era
que mezclaba diversas subtramas a lo largo del relato, lo que complicaba su
adaptación. En “El Club Dumas” el protagonista es un mercenario de la
bibliofilia llamado Lucas Corso, quien recibe un doble encargo de sus clientes:
autentificar un manuscrito de Los Tres Mosqueteros de Alexandre Dumas, y
descifrar el enigma de un extraño libro titulado “Las Nueve Puertas del Reino
de las Sombras”, cuyas copias supuestamente fueron quemadas en 1667 junto al
hombre que lo imprimió. Con el objetivo de simplificar la historia, Polanski
llamó a su colaborador habitual, el guionista John Brownjohn, junto a quien
decidió dejar por completo de lado todo lo relacionado con la figura de Dumas,
para concentrarse únicamente en los intentos por parte del protagonista de
resolver el misterio que encierran “Las Nueve Puertas del Reino de las
Sombras”. Una vez que Johnny Depp escuchó acerca de este nuevo proyecto de
Polanski en el Festival de Cannes de 1997, donde el actor estaba promocionando
su debut como director titulado “The Brave” (1997), de inmediato se mostró
interesado en participar en la producción. Tan pronto como Depp se sumó al
proyecto, el resto del elenco sería completado por Frank Langella, Lena Olin y
Emmanuelle Seigner.
En “The Ninth Gate” (1999), Dean Corso
(Johnny Depp) es un comerciante de libros raros que se dedica a estafar a
personas para que le vendan libros antiguos valiosos a un bajo precio, para
luego vendérselos a coleccionistas privados por mucho más dinero. A sabiendas
de su falta de escrúpulos, Boris Balkan (Frank Langella), un acaudalado
coleccionista que tiene un especial interés por el ocultismo y la figura del
Diablo, decide contratar a Corso para que compare su copia de “Las Nueve
Puertas del Reino de las Sombras”, un controversial texto escrito en el siglo
XVII por Aristide Torchia, quien fue acusado de adorar al demonio por lo que
fue sentenciado a morir en la hoguera, con las otras dos copias existentes en
el mundo, las cuales Balkan cree que son falsificaciones. Lo que en un
principio parece ser un trabajo sencillo, rápidamente se complica cuando entra
en escena Liana Telfer (Lena Olin), la viuda del antiguo dueño de la copia que
ahora posee Balkan, quien desea a toda costa recuperar el misterioso libro. Lo
que es aún peor, es que un amigo de Corso llamado Bernie Rothstein (James
Russo), quien posee una tienda de libros antiguos, aparece brutalmente
asesinado. Consciente que está siendo seguido de cerca, Corso viaja a Europa en
búsqueda de las otras dos copias de “Las Nueve Puertas del Reino de las
Sombras” sin imaginar que la muerte lo seguirá acechando, así como también una
enigmática mujer rubia (Emmanuelle Seigner) que aparece súbitamente en todos
los lugares que él visita. Acompañado por ella, Corso se verá cada vez más
atraído hacia un peligroso juego plagado de tentaciones, violencia, muerte y la
promesa de poder ilimitado, uno cuyo costo bien podría ser el alma de todos los
involucrados en él.
Mientras que el tráiler promocional
que se lanzó en su momento describía a “The Ninth Gate” como un thriller de
carácter casi apocalíptico, muy en el estilo de producciones contemporáneas de
temática similar como por ejemplo “End of Days” (1999) del director Peter
Hyams, la verdad es que la cinta de Polanski está dirigida a un público
paciente, uno dispuesto a esperar la calculada progresión de acontecimientos
que tiene como resultado la revelación del destino del protagonista. De hecho,
la estructura narrativa y el cariz de la historia de “The Ninth Gate” bien
podrían ser enmarcados dentro del género negro. Por ejemplo, resulta inevitable
trazar ciertos paralelos entre la aventura de Dean Corso, quien es básicamente
un cínico investigador privado que es apoyado por un siniestro benefactor en la
búsqueda de un misterioso artefacto que se convierte en el objeto de deseo de
un grupo de coloridos y peligrosos personajes, y películas como “The Maltese
Falcon” (1941) del director John Huston, que poseen una trama bastante similar.
Y es que “The Ninth Gate” es un thriller de misterio que toma una buena
cantidad de elementos de las historias pulp de detectives, para luego imbuirlos
con un toque sobrenatural que le otorga un tono distintivo a este ejercicio
cinematográfico. En relación a esto último, dentro de la construcción de la
particular atmósfera que presenta el film, Polanski se encarga de otorgarle una
especial importancia al silencio y la sugestión, reforzando la idea que el
protagonista está lidiando con fuerzas que es incapaz de comprender y que no
son apreciables a simple vista. Es por esto que gran parte de los actos
violentos que presenta la película no son retratados de forma explícita. A lo
largo de su investigación, Corso descubre cuerpos ahogados en fuentes
insalubres, y víctimas brutalmente asesinadas moviéndose sin control a bordo de
sus sillas de ruedas al interior de habitaciones completamente en llamas, dando
a entender que si Satán deambulara sobre la Tierra, este atacaría a sus
víctimas de forma rápida y silenciosa, mientras se oculta entre las sombras y
manipula a los hombres cuya alma desea poseer.
Por otro lado, “Las Nueve Puertas del
Reino de las Sombras” cobran una especial importancia a lo largo de la
película, no solo porque el misterio que encierran sus páginas es en gran
medida el motor de la trama, sino porque además muchas de sus ilustraciones,
algunas de las cuales supuestamente fueron diseñadas por el propio Lucifer,
cobran vida durante el transcurso de la historia, ya sea de forma literal o
mediante metáforas. Dentro de los terrenos de la interpretación también se
encuentra el papel de la rubia misteriosa que ayuda al protagonista en su
investigación. A través de los años se han explorado diversas teorías acerca de
su verdadera naturaleza y su rol en el relato. Una de ellas expone que es una
enviada del mismísimo Diablo cuyo objetivo es proteger y guiar al protagonista,
quien por razones desconocidas ha sido seleccionado por el Señor Oscuro para desfilar
entre sus filas. La otra teoría que resulta aún más interesante, es que la
chica es un demonio cuya verdadera misión es despertar a Lucifer de su largo
letargo terrenal. En otras palabras, Corso sería en realidad la encarnación del
Diablo quien se ha quedado atrapado en la Tierra luego de vivir cientos de años
entre los humanos, lo que le ha llevado a olvidar su verdadera identidad. La
luz enceguecedora con la que cierra el film perfectamente podría reforzar esta
última teoría, ya que puede interpretarse como la transformación de Corso en un
ser divino tras encontrar la última pieza del mortal rompecabezas el cual se ha
obsesionado con descifrar. Es precisamente su final abierto y sus mensajes
entre líneas lo que impide que un film que no rehúye a los clichés propios de
las historias relacionadas con el ocultismo y el Diablo, se torne completamente
predecible lo que ciertamente se agradece.
El elenco en general realiza un buen
trabajo a la hora de sumergirse en una historia que por momentos colinda con el
surrealismo, en especial Frank Langella quien está en perfecta sintonía con el
tono que Polanski quiso darle al film. Sin embargo, es Johnny Depp quien más se
destaca a lo largo de la cinta gracias a su interpretación contenida, que da como resultado que Dean Corso se
presente como un personaje poseedor de un cinismo propio de los detectives que
habitan las páginas de escritores como Dashiell Hammett o James M. Cain.
Curiosamente, después del estreno de la película, Polanski comentó en un par de
oportunidades que estaba disconforme con la “actuación más bien plana” de Depp,
quien no había sido capaz de darle vida al tipo de protagonista que él había
visualizado originalmente. La actitud moderada de Corso es precisamente lo que
le otorga más peso y legitimidad a sus palabras, mientras que su expresividad
natural es mucho más convincente que el exceso de histrionismo en el que caen
algunos de sus compañeros de elenco. Por otro lado, “The Ninth Gate” se ve
favorecida por la efectiva banda sonora del compositor Wojciech Kilar y la
correctísima dirección de fotografía de Darius Khondji, quien le saca el máximo
provecho posible a las locaciones europeas en las cuales se desarrolla la
historia. “The Ninth Gate” no sería precisamente bien recibida por el público o
la crítica al momento de su estreno, especialmente porque al compararla con
otras películas de Polanski, esta se alza como una obra menor del director. Pese
a esto, la producción no solo puede ser identificada como un interesante
estudio de personaje, sino que además es una cinta entretenida que sabe
sobreponerse a sus propias falencias mientras la audiencia acompaña a Corso en
su peculiar aventura demoníaca.
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