Cuando en Italia se estrenaron las dos primeras cintas de zombies del director George A. Romero, “Night of the Living Dead” (1968) y “Dawn of the Dead” (1978), ambas gozaron de un enorme éxito. Lo que muy poca gente sabía era que “Dawn of the Dead” había sido parcialmente financiada por algunos estudios italianos gracias a la participación de Dario Argento como productor del film. Debido a que la película fue distribuida en Italia bajo el título de “Zombie”, el productor Fabrizio De Angelis de inmediato intentó sacar provecho de su popularidad mediante la realización de una secuela no oficial de la cinta de Romero, aprovechando una peculiar ley italiana de derechos de autor que permitía promocionar cualquier film como si fuese la secuela de otro. Tras ofrecerle la dirección del proyecto a Enzo G. Castellari, quien no quiso participar por considerar que no era la persona adecuada para rodar una historia enmarcada dentro del género del horror, De Angelis decidió contratar a Lucio Fulci ya que en sus cintas “Non si sevicia un paperino/Don´t Torture a Duckling” (1972) y “Sette note in nero/The Psychic” (1977), había demostrado tener una gran habilidad a la hora de orquestar escenas violentas. El guionista Dardano Sacchetti por su parte, quien ya había trabajado con Fulci en la película “Sette note in nero”, sería el responsable de escribir el guion original el cual inicialmente llevaría por título “Nightmare Island”. Dicho guion no solo sería sometido a algunos cambios por Elisa Briganti, sino que además su título posteriormente sería cambiado a “Zombie 2” por De Angelis, determinación que no solo molestó a Fulci, quien aseguró no haber sido informado de esta decisión con la cual no estaba de acuerdo, sino que además generó una confusión importante entre los seguidores del trabajo de Romero en Europa.

Algo que sin duda compartían Fulci y Sacchetti cuando se embarcaron en el proyecto, era la idea del tipo de película que querían realizar. Mientras que el guionista aseguró en varias oportunidades que su guion original había estado fuertemente influenciado por novelas como “The Island of Doctor Moreau” y por cintas clásicas de zombies como “I Walked With a Zombie” (1943) y “Voodoo Island” (1957), entre otras, Fulci por su parte declararía en una oportunidad: “Yo quería recapturar la atmósfera de brujería y paganismo que debe haber prevalecido cuando los colonos europeos se asentaron en el Caribe en el año 1700. Fue entonces cuando el concepto de zombies, que no son otra cosa que esclavos humanos que regresan de la muerte, se popularizó en la civilización occidental.” En otra entrevista el director admitiría que una de las grandes ventajas de “Zombie 2” era que al mismo tiempo que respetaba ciertas convenciones del género, tanto clásicas como otras impuestas por Romero, también otorgaba un cierto margen para la experimentación, lo que iba directamente en beneficio de la conformación de un producto más atractivo, entretenido y original. Con respecto a esto último, Fulci declararía lo siguiente: “Siempre sentí admiración por los maravillosos clásicos del cine de terror realizados en Norteamérica. De hecho, cintas como ´I Walked With a Zombie´, ´Voodoo Island´ y ´The Walking Dead´ se me vinieron a la mente cuando estaba filmando ´Zombie 2´. Sin embargo, mi película también presentaba algunos elementos que hasta ese entonces no se habían visto en una producción de esas características.” 


Al inicio de “Zombie 2” (1979), un barco que aparentemente no cuenta con tripulación llega hasta la costa de Nueva York. Cuando las autoridades proceden a investigar la embarcación, un zombie aparece de forma repentina y asesina a uno de los patrulleros, cuyo cuerpo es llevado por sus compañeros a la morgue local sin imaginar las posibles consecuencias de su decisión. Después de este confuso incidente, Anne Bowles (Tisa Farrow) es interrogada por la policía ya que el barco está a nombre de su padre, de quien no sabe nada hace ya bastante tiempo. Según lo declarado por Anne, lo último que escuchó de él fue que estaba realizando una serie de investigaciones de naturaleza desconocida en una pequeña isla del Caribe llamada Matul. Cuando el destino de su padre se convierte en todo un misterio, Anne decide unir fuerzas con un periodista llamado Peter West (Ian McCulloch), quien ha demostrado un especial interés por cubrir la extraña historia del arribo del zombie a Manhattan. Es así como juntos arriendan una embarcación y contratan a dos guías, Brian Hull (Al Cliver) y su esposa Susan Barrett (Auretta Gay), con el objetivo de llegar lo antes posible a la isla y descubrir que es lo que está pasando en dicho lugar y como está involucrado el padre de Anne en todo lo sucedido. Mientras tanto en Matul, el Dr. David Menard (Richard Johnson) y su esposa Paola (Olga Karlatos) han estado investigando el fenómeno de la reanimación de los muertos que aparentemente practican algunos lugareños, el cual no ha podido ser explicado por la ciencia. Cuando eventualmente Anne y compañía llegan a la isla, descubrirán con horror los orígenes de una plaga zombie que no solo amenaza con quitarles la vida, sino que también las vidas de aquellos que los rodean, y si no logran detenerla a tiempo, las de todo el resto de los habitantes del mundo.

El que la película se desarrolle en un escenario caribeño, cuna del mito de los muertos vivientes, le otorga de inmediato un tono distintivo a un film en el que Fulci busca por todos los medios generar un horror brutal e implacable, tanto a nivel gráfico como psicológico. Y es que al trasladar la acción a una tierra dominada por el vudú y el esoterismo, Fulci da inicio a un apocalipsis de características casi bíblicas que también ataca directamente a la razón. Al despojar al origen de la amenaza zombie de todo tipo de explicación lógica, a diferencia de lo que sucede en otras películas del género donde los muertos regresan a la vida debido a la propagación de un virus o por su exposición a altas dosis de radiación, la única respuesta posible para entender el fenómeno recae en los terrenos de lo sobrenatural y lo francamente incomprensible, lo que resulta bastante más aterrador. La subversión de la realidad tangible rápidamente se convierte en una experiencia escalofriante tanto para los protagonistas como para el propio espectador, quienes no tienen más remedio que ser testigos de cómo el mundo que creían conocer súbitamente se convierte en un lugar inhóspito, extraño e irracional. Esta desconexión con el mundo real que experimentan los protagonistas, es transmitida por Fulci desde el inicio de la película mediante la inclusión de algunas escenas desorientadoras, que pavimentan el camino para que luego el director enfatice de la forma más cruda y visceral posible el horror encarnado por los zombies que habitan la isla de Matul, los cuales planean esparcir el germen de la destrucción a cada uno de los rincones del planeta. 


Más allá de los intentos por parte de Lucio Fulci de establecer una atmósfera apropiada para el tipo de relato que tenía entre manos, es evidente que la trama es una simple excusa para que el director haga gala de su habilidad para crear imágenes perturbadoras. Para comenzar, la apariencia de los zombies de Fulci es muy diferente a la exhibida por los muertos vivientes de Romero, ya que los del italiano son repulsivos hasta el punto de la náusea. Y es que la gran mayoría se caracteriza por presentar sus cuerpos en evidente estado de descomposición, y por estar cubiertos de decenas de gusanos que se alimentan de los restos de su carne, lo que obliga al espectador a confrontar cuál será su inexorable destino una vez que haya llegado su hora. La violencia física por otro lado, es tan visceral como la apariencia de los muertos vivientes. Al mismo tiempo que Fulci se preocupa de incluir algunas escenas de canibalismo, las cuales son parte de los requisitos básicos del subgénero, hace todo lo posible por llevar el gore al siguiente nivel. El mejor ejemplo de aquello está encarnado por la que probablemente es la escena más recordada de la película. En dicha escena, tras refugiarse del ataque de un grupo zombies en una cabaña, la esposa del Dr. Menard es asesinada brutalmente por uno de ellos luego que este revienta uno de sus ojos con la ayuda de una puntiaguda astilla de madera. Mientras que otros directores simplemente se limitarían a sugerir dicha acción, Fulci se regocija retratando con el mayor realismo y detalle posible el grotesco momento. El director también se da el tiempo de incluir algunas escenas bastante sombrías, en las que un doctor tras cubrir a una serie de víctimas recientemente fallecidas con algunas cobijas, de inmediato procede a dispararles en la cabeza para evitar que se conviertan en zombies. Por último, en lo que podría describirse como un destello de originalidad y extravagancia, la cinta incluye una peculiar escena en la que un zombie se enfrenta a un tiburón.

Las actuaciones en general son bastante cuestionables, siendo Richard Johnson quien más se destaca del elenco. Y es que si bien los actores logran transmitir una sensación palpable de terror, la función de la mayoría de los personajes dentro del relato se limita a correr, defenderse y ser devorados por los zombies. En cuanto al aspecto técnico de la producción, al maravilloso trabajo de maquillaje y diseño de efectos especiales de Gianutto De Rossi, responsable de las altas dosis de realismo que tienen las escenas de violencia, se suma la inquietante banda sonora de los compositores Fabio Frizzi y Giorgio Cascio, que complementa a la perfección la sensación de desesperación, podredumbre y desesperanza construida por Fulci a lo largo de toda la cinta, provocando en el espectador una sensación de incomodidad que lo acerca al terror retratado en la pantalla. “Zombie 2” es una producción difícil de analizar, ya que tanto los argumentos en contra como aquellos a favor del film son absolutamente válidos, lo que ha provocado un intenso debate entre quienes consideran que la obra de Fulci es un bodrio de mal gusto, y quienes aprecian el manejo de la violencia y la atmósfera exhibida por el director. La verdad es que “Zombie 2” queda ubicada a medio camino entre ambas corrientes, ya que indudablemente se trata de una producción que goza de una gran ejecución técnica y un buen ojo por parte de Fulci a la hora de recrear secuencias brutales, que empujaron los límites del subgénero un paso más allá,  lo que es contrastado por una trama en extremo sencilla y carente de sustancia y por interpretaciones mediocres. Más allá de toda controversia, “Zombie 2” fue todo un éxito comercial al momento de su estreno, uno completamente definido por la violencia, lo que marcaría el inicio de la fructífera pero compleja relación artística y laboral entre Lucio Fulci y Fabrizio De Angelis.

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