Luego que Roger Corman y los ejecutivos de la productora American International Pictures se enfrascaran en una disputa por las ganancias obtenidas por el film “The Pit and the Pendulum” (1961), el cual estaba enmarcado dentro de la serie de adaptaciones de la obra de Edgar Allan Poe que el director realizó bajo su alero, Corman decidió llevar a cabo su próximo proyecto de la mano de la compañía Pathé Lab, la cual estaba a cargo de parte del trabajo de laboratorio de la AIP. Lamentablemente para el realizador, esta decisión vino acompañada de dos bajas importantes dentro de su equipo de colaboradores habituales; mientras que Vincent Price por contrato estaba imposibilitado de trabajar en cualquier adaptación de la obra de Poe que no fuese producida por la AIP, el escritor y guionista Richard Matheson no se encontraba disponible en aquel entonces. Esto no desanimaría al director, quien eventualmente contrataría a Ray Milland en reemplazo de Price, y a los guionistas Charles Beaumont y Ray Russell para que adaptasen la historia corta “The Premature Burial”, la cual se convertiría en la tercera entrada de su ciclo dedicado a la obra de Poe. El caso de Beaumont es particularmente interesante. El guionista era un hombre traumatizado por su madre, quien durante su infancia lo obligaba a vestirse como niña y que incluso llegó al extremo de asesinar a una de sus mascotas como castigo por no obedecerla. Esto lo llevaría a desarrollar una inclinación por lo macabro, que plasmó en varios episodios de la serie “The Twilight Zone” (1959-1964), lo que en conjunto lo convertía en el indicado para trabajar en una historia que se centra en el temor de un hombre a ser enterrado vivo. En una clara muestra de abuso corporativo, cuando los mandamases de la AIP, Samuel Arkoff y James Nicholson, se enteraron de los planes de Corman, amenazaron a los ejecutivos de Pathé de cortar todo tipo de lazo comercial si insistían en su idea de financiar al director. Cuando esto no funcionó, un día antes que Corman comenzara con la fotografía principal, la AIP compró el porcentaje que Pathé tenía en el proyecto lo que disgustó de sobremanera al director.

El protagonista de “The Premature Burial” (1962) es un estudiante de medicina británico llamado Guy Carrell (Ray Milland), quien está obsesionado con la posibilidad de ser enterrado vivo, principalmente porque su padre sufrió aquel cruel destino debido a que padecía catalepsia, una extraña condición que provoca pérdida de conocimiento y debilitamiento del pulso y la respiración al punto que la persona que lo padece aparenta estar muerta. Para evitar que la historia se repita, Guy construye una cripta plagada de múltiples dispositivos de seguridad, cuya única función es ayudarle a salir de su tumba sin mayores inconvenientes en caso de ser enterrado de forma prematura. El creciente espiral de locura generado por su particular obsesión inevitablemente preocupa a su hermosa prometida Emily Gault (Hazel Court), quien le pide al doctor Miles Archer (Richard Ney) que ayude a Guy a superar el temor incontrolable que lo domina. Cuando las cosas parecen ir mejorando para Guy, súbitamente comienza a ser asediado por una serie de tenebrosas pesadillas y por extraños ruidos que parecen provenir de la cripta familiar. Cuando eventualmente decide visitarla para averiguar que es lo que está sucediendo, al verse confrontado con el rostro de terror de su difunto padre, Guy colapsa y entra en un estado cataléptico que transforma su temor a ser enterrado vivo en algo horriblemente real. ¿Será que Guy en verdad se está volviendo loco, o hay algo más siniestro que se esconde en casa de los Carrell?


A lo largo de la serie de adaptaciones que realizó de la obra de Edgar Allan Poe, Corman dejó de lado las representaciones físicas de monstruos para centrarse en los demonios de la mente que tanto le interesaban al escritor norteamericano. De hecho, aun cuando en “The Premature Burial” el escenario y ciertos momentos del film deambulan por los terrenos del horror gótico, estos elementos terminan siendo utilizados para enmarcar el sombrío drama personal del protagonista. Al exponer a Carrell a un intenso escrutinio, Corman permite que la cinta se torne mucho más realista y escalofriante. En este sentido, ayuda bastante que tanto Guy como Emily sean personajes complejos que escapan a las convenciones habituales del género. Durante el transcurso de la película, las personalidades de ambos van mutando en sincronía con los giros dramáticos que presenta la trama. En el caso particular de Guy, su obsesión inicial se ve mitigada con la llegada de Emily, ya que ella representa un motivo para desarrollar su fuerza interior. Posteriormente cuando contraen matrimonio, él parece encontrar la confianza suficiente para finalmente intentar ser feliz. Tan pronto como se sugiere que existe la posibilidad que Guy gane la batalla contra sus demonios, se ve enfrentado a un cruel giro en los acontecimientos que destruye por completo la frágil sensación de normalidad que tanto trabajo le había costado crear. Emily por otro lado, ve como su serenidad inicial se desmorona una vez que se da cuenta del precario estado mental de su futuro marido. Al igual que Guy, una vez que contraen matrimonio parece volver a creer en la posibilidad que pueden ser felices. Sin embargo, cuando su marido eventualmente se ve enfrentado a su peor pesadilla, Emily por fin abandona todas sus caretas para revelar su verdadera personalidad. 

A diferencia del relato original de Edgar Allan Poe donde el protagonista a raíz de su experiencia cercana a la muerte lleva a cabo un proceso de introspección vital, el cual le permite comprender que ya no es prisionero de un ataúd que se encuentra enterrado seis pies bajo tierra, ni tampoco de sus temores e inseguridades, y mucho menos del mundo que lo rodea, en “The Premature Burial” una vez que el protagonista logra escapar de su tumba prematura, se apodera de él un incontrolable deseo de venganza en contra de aquellos que considera responsables de obligarlo a experimentar aquello que Poe describe como “La insoportable opresión de los pulmones, las emanaciones sofocantes de la tierra húmeda, la mortaja que se adhiere, el rígido abrazo de la estrecha morada, la oscuridad de la noche absoluta, el silencio como un mar que abruma, la invisible pero palpable presencia del gusano vencedor.” A partir de su simbólica resurrección, Carrell adquiere un cariz casi sobrenatural que lo convierte en un personaje imparable que no descansará hasta cumplir su brutal objetivo. Una vez alcanzado el punto de ruptura, el protagonista se convierte tanto en víctima como victimario, en alguien inocente pero inmensamente culpable de actos tan cuestionables como aquellos que finalmente le han hecho perder la razón. Y es que si bien es cierto que es empujado a los confines de la locura, él es responsable de permitir que aquello sucediera, ya que toda su vida se dejó dominar por un miedo irracional y un marcado pesimismo que terminaron volviéndose en su contra, contagiando a todos quienes lo rodean.


La estupenda interpretación de Ray Milland de un hombre que está al borde del colapso mental es una de las piezas fundamentales del buen funcionamiento de la película. Igual de destacable es el trabajo de Hazel Court, quien se luce como la misteriosa y por momentos siniestra esposa del protagonista. En cuanto al aspecto técnico de la producción, el director de arte Daniel Haller le saca el máximo provecho posible a parte de los sets utilizados en “Fall of the House of Usher” (1960) y “The Pit and the Pendulum” a la hora de construir la atmósfera gótica tan característica de este ciclo de adaptaciones, la cual es complementada no solo por el trabajo del director de fotografía Floyd Crosby, quien utiliza iluminación tenue, extraños ángulos de cámara y filtros de color para reforzar la sensación de constante paranoia y el descenso a la locura que experimenta el protagonista, sino que además por la correcta banda sonora de los compositores Ronald Stein y Les Baxter. Más de cien años después que Edgar Allan Poe comprendiera que la posibilidad de ser enterrado vivo era un tema aterrador, Roger Corman hizo gala de su pragmatismo habitual y utilizó la historia del autor como punto de partida de una obra que goza de un humor negro sutil y que explora el problema desde un prisma absolutamente demencial. Si bien “The Premature Burial” suele ser señalada como una de las entradas más débiles del ciclo Poe/Corman, esto no significa que sea una mala película. En términos generales es una cinta bastante entretenida, que posee un pulido apartado visual y buenas actuaciones, la cual cumple con explorar el lado más oscuro y frágil del ser humano, asegurando en el proceso que el miedo es un pésimo consejero.  

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