Tex Avery: El rey de los dibujos animados.

Durante su carrera la cual se extendió por más de cincuenta años, Frederick Bean “Tex” Avery no solo creó y contribuyó al desarrollo de personajes icónicos como Daffy Duck, Elmer Fudd, Bugs Bunny, y Droopy, sino que además acuñó un estilo distintivo de animación caracterizado por la presencia de expresiones faciales exageradas, escenas frenéticas, gags absurdos, y humor slapstick en abundancia. Avery también tenía una marcada inclinación por la anarquía, la comedia auto-referencial, el quebrantamiento de la cuarta pared, la lujuria y el erotismo, lo que en conjunto permitió que su trabajo llamara la atención de un público más adulto. Gracias a esto, muchos animadores fueron capaces de entender que el potencial de la industria de la animación era ilimitado, viéndose influenciados por su trabajo, lo que se extendió incluso al mundo del cómic. Tex Avery nació el 26 de Febrero de 1908 en Taylor, Texas. Él crecería en una región donde era común escuchar alocadas leyendas urbanas, lo que eventualmente influenciaría su amor por la comedia absurda. Mientras estudiaba en la Escuela Secundaria North Dallas, Avery creó algunas historietas que serían publicadas en el anuario y en algunos periódicos estudiantiles del establecimiento. Al poco tiempo de graduarse del colegio, él tomaría un curso de verano en el Instituto de Arte de Chicago con el objetivo de convertirse en un caricaturista. Irónicamente, pese a que durante gran parte de su vida intentó ingresar al mundo del cómic, Avery fue constantemente rechazado, lo que finalmente lo llevó a probar suerte en la industria de la animación. Tras mudarse a Los Angeles en 1928, pasó varios meses ejerciendo diversos trabajos con el fin de poder sobrevivir, hasta que finalmente fue contratado como entintador en el Estudio liderado por Walter Lantz, lo que le otorgó la oportunidad de participar en series como “Oswald the Lucky Rabbit” (1927-1938). Ya para 1930, Avery había sido ascendido a director, gracias a que sus empleadores supieron distinguir su enorme potencial. Cuando todo parecía ir sobre ruedas, en 1933 Avery sufrió un trágico accidente. Cierto día que sus colegas estaban bromeando en la oficina, uno de ellos, Charles Hastings, le lanzó un clip, el cual terminó golpeando su ojo izquierdo, lo que provocó que perdiera la vista de ese ojo de manera irreversible. Aunque esto podría haber terminado con su carrera, él decidió continuar en la industria. Lo curioso de esta situación es que provocó que algunos historiadores teorizaran que su falta de percepción de la profundidad, puedo haberle otorgado otra visión de la realidad, incrementando su amor por lo surreal.

Después de un par de años trabajando junto a Lantz, Avery se sintió poco apreciado por su jefe. Su sueldo era bajo y muchas de sus ideas eran rechazadas. A raíz de esto, dejó de esforzarse en su trabajo con el objetivo que eventualmente fuese despedido. Su plan resultó y en 1935 se unió al Estudio de animación Leon Schlesinger Productions, el cual funcionaba como el departamento de animación de los Estudios Warner Brothers. Cuando Avery fue entrevistado por Schlesinger, este le aseguró que era un “director experimentado”, razón por la cual el productor terminó cediéndole su propia unidad de animación. Esta eventualmente seria traslada a un bungalow de madera de cinco habitaciones, el cual sería bautizado como “Termite Terrace” debido a que estaba plagado de termitas. Con el paso del tiempo, la totalidad de los trabajadores de Schlesinger serían identificados como parte de “Termite Terrace”, ya que fue Avery y su unidad quienes definieron el estilo de los dibujos animados de los Estudios Warner. Si bien durante este periodo Avery tuvo la oportunidad de trabajar con animadores de la talla de Bob Clampett, Bugs Hardaway, Chuck Jones, Bob McKimson, Virgil Ross y Bob Cannon, entre otros, de todas formas se encargaría de supervisar personalmente cada uno de los detalles de los cortometrajes que dirigía, desde los diseños hasta los efectos de sonido, lo que eventualmente le permitió adquirir un completo control creativo de sus trabajos. Su primer trabajo a cargo de la unidad sería el corto “Gold Diggers of ´49” (1935), el cual sería el tercero de la serie “Looney Tunes” en ser protagonizado por un gato llamado Beans. En dicho corto también aparecía otro personaje llamado Porky Pig, cuyo creador había sido Friz Freleng, el cual llamó la atención de Avery quien lo seguiría utilizando en otros de sus trabajos en un rol más protagónico. Previo a esto, Avery consideró que era necesario rediseñar por completo al personaje. Originalmente Porky era un personaje exageradamente gordo que tenía ojos pequeños, un hocico grande, y una papada prominente. A partir del cortometraje “Porky the Rainmaker” (1936), Avery utilizaría una versión bastante más atractiva del personaje, la cual se caracterizaría por tener ojos más grandes, un hocico más pequeño, unas mejillas generosas, y un cuerpo más redondeado. 

Gold Diggers of ´49 (1935)

Porky`s Duck Hunt (1937)

Daffy Duck & Egghead (1938)

Aun cuando el tartamudeo de Porky siguió siendo utilizado por Avery como un generador de comedia en sus cortometrajes, el director también pensó que sería buena idea presentarlo como un hombre común y corriente que de pronto se ve atrapado en situaciones absurdas. Fue tal el éxito de esta nueva versión de Porky, que el porcino terminó siendo el encargado de pronunciar la famosa frase que cierra todos los cortometrajes animados producidos en aquella época por los Estudios Warner: “¡Eso es todo, amigos!” En “Porky`s Duck Hunt” (1937), Avery introduciría a otro personaje que rápidamente se convertiría en una estrella: Daffy Duck/Pato Lucas. El frenético pato negro presentaba un nivel de locura sin precedentes en la animación de aquel entonces, y se caracterizaría por engañar constantemente a sus oponentes, incluso manipulando la realidad. Al igual que Porky, Daffy también tiene un trastorno del habla. Su ceceo icónico estaba inspirado en Leon Schlesinger, quien curiosamente nunca se dio cuenta de aquello. Muy por el contrario, él se mostró bastante entusiasmado con su éxito ya que consideraba que era la respuesta por parte de los Estudios Warner al personaje de Donald Duck. A raíz de esto, Daffy obtendría su propia serie, de la cual Avery solo dirigiría dos cortos: “Daffy Duck & Egghead” (1938) y “Daffy Duck in Hollywood” (1938). Eventualmente Avery se involucraría en la creación de un personaje de características similares a las de Daffy, el cual estaría llamado a convertirse en la gran estrella de los dibujos animados producidos por la Warner: un conejo llamado Bugs Bunny.

La historia que rodea el proceso creativo que dio como resultado el nacimiento de Bugs Bunny ha sido discutida en numerosas oportunidades. En “Porky´s Hare Hunt” (1938) del director Bugs Hardaway, este básicamente reutilizó la trama de “Porky`s Duck Hunt” y se limitó a reemplazar a Daffy por un conejo sin nombre. Dicho conejo sería identificado por el resto de los animadores como “el conejo de Bugs (Bugs`s bunny)”, dado que Hardaway fue quien lo diseñó, hasta que finalmente fue bautizado oficialmente como Bugs Bunny. Si bien Hardaway, Cal Dalton, y Chuck Jones reutilizaron al personaje en un par de cortos, no llegaron a definir su voz ni su personalidad, lo que le permitió a Avery hacer gala de su conocida creatividad. En “Egghead Rides Again” (1937), Avery presentaría a un cazador algo tonto llamado Egghead. Eventualmente, Egghead sería rediseñado y se convertiría en Elmer Fudd. Este personaje sería tomado por Chuck Jones, quien lo juntaría con Bugs en “Elmer´s Candid Camera” (1940), donde su interacción no sería del todo satisfactoria. Tras hacerle unos cambios al diseño de Bugs, Avery nuevamente los reunió en “A Wild Hare” (1940). Muchos historiadores y varios de los animadores que trabajaron en los Estudios Warner concuerdan que Avery fue el responsable de crear la personalidad de Bugs Bunny, lo que lo convierte en una suerte de padre espiritual del personaje. Al igual que Daffy, Bugs era una suerte de timador bastante alocado, el cual tenía una actitud sofisticada y petulante. Avery se inspiró tanto en el personaje interpretado por Clark Gable en el film “It Happened One Night” (1934), como en el tipo de humor y la actitud del comediante Groucho Marx, a la hora de definir la personalidad de Bugs. Avery también es responsable de la frase típica del conejo, “What`s up, Doc?”, la cual era bastante utilizada en la región de Texas donde él se crió. Aun cuando Bugs Bunny no tardó en convertirse en la nueva estrella de los “Looney Tunes”, Avery solo dirigió otros tres cortos con él como protagonista: “Tortoise Beats Hare” (1941), “The Heckling Hare” (1941), y “All This and Rabbit Stew” (1941). 

A Wild Hare (1940)

Tortoise Beats Hare (1941)

The Heckling Hare (1941)

 

Durante su estadía en los Estudios Warner, Avery también participó en la creación de otros personajes menores, como por ejemplo Willoughby, un sabueso con una inteligencia menor al promedio, y el calmado pero extremadamente confiado Cecil Turtle/Cecilio Tortuga. Avery también sería el primer animador en utilizar la narración como un generador de comedia. Él se inspiraría en las películas de viaje de aquel entonces, las cuales solían utilizar narradores bastante serios que iban explicando lo que iba apareciendo en la pantalla. Fiel a su estilo, en sus dibujos animados el narrador a menudo se veía enfrentado al más completo absurdo. En “The Isle of Pingo Pongo” (1938) por ejemplo, Egghead constantemente le pregunta al narrador, “¿Ahora, jefe?”, mientras lleva en su mano un estuche de guitarra, a lo que el narrador le responde que regrese más tarde. Al final del cortometraje cuando el narrador le dice que proceda, Egghead abre el estuche, saca un arma y le dispara al sol, el cual se hunde en el océano. Una vez que esto sucede, el narrador dice, “Y como el sol que se esconde lentamente en el Oeste, nosotros hemos terminado nuestro viaje.” Aun cuando Avery ayudó a definir el tono y el estilo de los dibujos animados producidos por los Estudios Warner, el solo trabajó ahí durante cinco años. El detonante de su salida estaría relacionado a una decisión que tomó Schlesinger durante la realización de su último corto en el estudio, “The Heckling Hare”. No contento con censurar una línea de diálogo por considerarla controversial, el productor suspendió a Avery por un mes sin goce de sueldo. Su relación profesional se deterioraría aun más cuando Avery le propuso filmar animales reales en la naturaleza o en el zoológico, para luego grabar diálogos sobre las imágenes, idea que fue inmediatamente rechazada por Schlesinger. Avery eventualmente le vendería la idea a los Estudios Paramount, quienes la plasmaron en la serie “Speaking of Animals” (1941-1948). Como ocurrió en muchas oportunidades, Avery solo participó en tres episodios de la serie antes de embarcarse en otros proyectos. Cuando Avery abandonó la Warner, cinco proyectos en los que había estado trabajando aun se encontraban en proceso de producción. Finalmente sería Bob Clampett quien los convertiría en los cortos “The Bug Parade” (1941), “The Cagey Canary” (1941), “Wabbit Twouble” (1941), “Aloha Hooey” (1942), y “Crazy Cruise” (1942).

Los Estudios Warner continuaron realizando dibujos animados protagonizados por Porky, Bugs Bunny y Daffy, pero bajo la influencia de Chuck Jones sus personalidades sufrieron un cambio. Mientras que Porky se convirtió en un personaje secundario de naturaleza cómica, Bugs se calmó un poco y se volvió más sofisticado, lo que provocó que solo atacara a otros como método de defensa personal. Fue Daffy quien sufrió el cambio más drástico, ya que pasó a ser un personaje vanidoso, codicioso, celoso y frustrado, que rara vez conseguía lo que quería. Pese a esto, el sello de Avery aun podía distinguirse en los cortos de los Looney Tunes, en especial en “Duck Amuck” (1953) y “Rabbit Rampage” (1955), los cuales fueron dirigidos por Jones con el objetivo de homenajear el trabajo de Avery. En 1941 el director se unió al departamento de animación de los Estudios MGM, donde estaría a cargo de su propia unidad, la que estaría conformada por animadores como Ray Abrams, Ed Benedict, Kennerth Muse, Grant Simmons, Gil Turner y Michael Lah, entre otros. El hecho que al interior de la MGM pudiera acceder a mayores presupuestos y contara con la ayuda de algunos animadores que habían trabajado en Disney, le permitió a Avery otorgarle a sus dibujos animados una imagen más cuidada y preciosista, lo cual también tuvo un efecto sobre sus gags. El ritmo narrativo de sus cortometrajes también experimentaría una mejoría. El único problema era que su productor, Fred Quimby, era un hombre sin sentido del humor que no entendía el estilo de comedia de Avery. Pese a esto, Avery realizó gran parte de sus mejores obras durante su época en la MGM, como por ejemplo “Blitz Wolf” (1942), “Red Hot Riding Hood” (1943), “Who Killed Who?” (1943), “What´s Buzzin´ Buzzard?” (1943), “Screwball Squirrel” (1944), “Slap Happy Lion” (1947), “King-Size Canary” (1947), “Half-Pint Pygmy” (1948), “Bad Luck Blackie” (1949), “Ventriloquist Cat” (1950), “Symphony In Slang” (1951), “Magical Maestro” (1952), y “Rock-A-Bye Bear” (1952).

Blitz Wolf (1942)

Red Hot Riding Hood (1943)

Magical Maestro (1952)

En la MGM, Avery también tuvo la oportunidad incluir insinuaciones sexuales mucho más audaces. Por ejemplo en “Red Hot Riding Hood”, él trasladaría el relato de “La Caperucita Roja” a los terrenos de la sexualidad. En dicho cortometraje, la niña del cuento original se convierte en una sexy cantante de un club nocturno, mientras que el lobo quien es parte de la audiencia, no puede evitar retorcerse por la excitación que ella le provoca. Es tal el nivel de provocación que Avery le imprime al corto, que hay un momento en el cual el lobo salta horizontalmente en el aire simulando una erección, lo que curiosamente no fue objetado por los organismos de censura de la época. Debido al éxito que tuvo “Red Hot Riding Hood”, en especial entre el público adulto, Avery haría otra serie de cortos protagonizados por el lobo y “Red”, entre los que se encuentran “Swing Shift Cinderella” (1945), “The Shooting of Dan McGoo” (1945), “Wild and Woolfy” (1945), “Uncle Tom´s Cabaña” (1947), y “Little Rural Riding Hood” (1949). Otro de los personajes creados por Avery durante este periodo sería Screwy Squirrel/Ardilla Loca. Esta demencial ardilla se caracterizaría por deleitarse atormentando a otros sin un motivo aparente. Aun cuando protagonizó cinco cortometrajes, comenzando con “Screwball Squirrel” (1944), jamás pudo despertar la simpatía de la audiencia. Esto llevó a Avery a asesinar a su propia creación en el corto “Lonesome Lenny” (1946). El artista también crearía a dos osos algo tontos llamados George y Junior, cuyas aventuras solo se extenderían por cuatro cortometrajes.

El que sin lugar a dudas sería el personaje más exitoso de Avery durante su estadía en la MGM sería Droopy, quien debutaría en el corto “Dumb-Hounded” (1943). Dicho personaje, que en cierta medida estaba inspirado en Cecil Turtle, es un basset hound depresivo que siempre se mantiene calmo e inexpresivo, razón por la cual habitualmente cree que es necesario comentarle a la audiencia, “¿Saben qué? ¡Estoy feliz!” En muchas de sus aventuras, Droopy se vería confrontado al mismo lobo que protagonizaba los cortometrajes de “Red”, y desde 1949 en adelante a un bulldog llamado Spike (que más tarde pasaría a llamarse Butch). Ambos personajes intentarían vencerlo, pero Droopy con su actitud imperturbable siempre lograría tomar control de la situación. Al mismo tiempo, su personalidad otorgaba un interesante contraste con el caos que se desarrollaba a su alrededor. De todos los personajes que creó, Droopy fue el que Avery más utilizó. De hecho, él se encargó personalmente de dirigir 18 de sus cortos. Tras su salida de la MGM en 1954, Michael Lah dirigiría otros seis cortos de Droopy antes que el Estudio cerrara su departamento de animación en 1958. Al interior de la MGM el estilo de comedia utilizado por Avery se volvería bastante más escandaloso. Las emociones de sus personajes eran expresadas mediante el brusco salto de sus ojos fuera de sus cuencas, la caída de sus mandíbulas al piso, o mediante la extensión de sus lenguas a través de distancias inimaginables. Para recalcar lo absurdo de todo esto, Avery solía agregar efectos de sonido como bocinas de vehículos o disparos de armas de fuego. Él también sería responsable de otorgarle a las escenas de persecución una posición de privilegio dentro de la acción de sus cortometrajes. Cada vez que un personaje intentaba capturar o derrotar a otro, era frecuente ver como objetos pesados (yunques, pianos…) y armas mortales (bombas, dinamita, cañones…) entraban en escena. En otras oportunidades, algunos personajes corrían directamente hacia precipicios, dando algunos pasos en el aire antes de percatarse que no hay nada bajo sus pies, tras lo cual caen de inmediato hacia el vacío. Por muy violentas que fuesen las situaciones, todas las lesiones que sufrían los personajes eran solo temporales. Avery también fue responsable del gag donde diversos personajes entran y salen de varias puertas dispuestas en una determinada habitación, el cual posteriormente sería utilizado en numerosos dibujos animados por un sinnúmero de artistas. Dicho gag consistía en una toma estática que presentaba un pasillo repleto de puertas, las cuales eran utilizadas por los personajes quienes entraban y salían de ellas sin respetar ninguna lógica, mientras que en otras oportunidades era común que súbitamente aparecieran personajes que no tenían nada que ver con la trama central del corto.

Dumb-Hounded (1943)

Screwball Squirrel (1944)

Northwest Hounded Police (1946)

A principios de la década del cincuenta, el estudio de animación United Productions of America (UPA) comenzó a utilizar un diseño artístico mucho más sencillo que el utilizado por el resto de los estudios. Esto no solo llamó la atención de la crítica debido a lo innovador que resultaba, sino que además los estudios comenzaron a implementarlo porque disminuía considerablemente los costos de producción de los dibujos animados. Aunque Avery eventualmente también implementó dicho estilo, este terminó influyendo negativamente en su capacidad para generar comedia. En dicho periodo, el veterano animador también comenzó a experimentar un marcado agotamiento, razón por la cual en 1950 decidió tomarse un año sabático. En 1954, Avery abandonaría la MGM y regresó al estudio donde comenzó su carrera: Walter Lantz Productions. Ahí dirigiría cuatro cortos protagonizados por Chilly Willy, uno de los personajes más recordados de Lantz. Aun cuando Lantz estaba feliz de tener a Avery entre sus filas e hizo todo lo posible por tenerlo a gusto, este de todas formas abandonó el estudio tras expresar cierta disconformidad con su sueldo. Ya para ese entonces estaba tan desilusionado de la industria de la animación, que decidió abandonarla por completo. Entre 1955 y 1979, Avery trabajó principalmente en el rubro de la publicidad televisiva. Ahí creó comerciales y personajes para productos como el insecticida Raid y las papas fritas Frito-Lay. Él también participaría en la realización de comerciales televisivos protagonizados por Bugs Bunny y sus amigos. De los numerosos cortometrajes animados dirigidos por Avery, cinco serían nominados a un Premio de la Academía: “Detouring America” (1939), “A Wild Hare” (1940), “Blitz Wolf” (1942), “Little Johnny Jet” (1953), y “The Legend of Rockabye Point” (1955). En 1985, Bugs Bunny sería el segundo personaje animado tras Mickey Mouse, en recibir una estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood. Pero el que terminaría siendo el reconocimiento más importante para Avery, sería la inclusión en 1993 del cortometraje “Magical Maestro” en el Registro Nacional de Cine Norteamericano, el cual tiene la función de preservar por toda la eternidad aquellas obras que tienen una importancia histórica, cultural o estética.

Durante el transcurso de su vida Avery jamás obtuvo el reconocimiento que merecía. En una determinada oportunidad, él escribió un guion para un comercial protagonizado por Bugs Bunny. Cuando se lo presentó a los productores, uno de ellos quien no tenía idea quien era Avery, no solo se mostró escéptico ante la efectividad del guion, sino que además puso en duda que el artista fuese capaz de dibujar a Bugs. Parte del problema tenía relación con el hecho que Avery no solía aparecer mucho en los medios. Él rara vez otorgaba entrevistas y se avergonzaba cuando otras personas alababan su trabajo. Por otro lado, dado que Bugs Bunny y Daffy Duck habían sido el resultado del trabajo colectivo de varios artistas, él no podía atribuirse su creación. Con Droopy el tema era mucho más sencillo, pero lamentablemente jamás llegó a ser tan famoso o popular como los personajes que aparecían en los cortos de Looney Tunes. Irónicamente, aunque muchas de las obras de Avery serían transmitidas en innumerables oportunidades por diversas cadenas de televisión alrededor del mundo, muy pocas personas sabían que él había sido el responsable de dirigirlas. Tampoco ayudó demasiado a aumentar su reconocimiento que muchos de sus trabajos se desarrollaran alrededor de un concepto y no de sus personajes, los cuales no solían tener nombre. Para empeorar la situación, la vida personal del artista era un desastre. Sumado al hecho que él nunca pudo superar el no haberse convertido en un caricaturista, solo veía sus obras en televisión con el fin de encontrar sus supuestos defectos y no sus numerosas virtudes. El veterano animador además sufría de alcoholismo, mientras que en 1975 su hijo Tim murió por una sobredosis de heroína. Su vida conyugal tampoco fue demasiado feliz, ya que su esposa eventualmente le pidió el divorcio argumentando que casi nunca estaba en la casa. Aun cuando sus antiguos colegas de los Estudios Warner intentaron convencerlo de volver a trabajar con ellos, él jamás quiso escucharlos. Un año antes de su fallecimiento, Avery regresó sorpresivamente a la industria de la animación de la mano de los Estudios Hanna-Barbera. Ahí trabajó en una serie llamada “Kwicky Koala” (1981-1982), experiencia que se vio empañada por la relación que el artista mantuvo con un ejecutivo algo entrometido. En 1980, los años de alcoholismo eventualmente le pasarían la cuenta a Avery cuando le diagnosticaron cáncer hepático y pulmonar, lo que lo llevó a fallecer algunos meses después a los 72 años de edad, dejando atrás un legado que marcaría y cambiaría para siempre a la industria de la animación, y a cientos de espectadores alrededor del mundo que tuvieron la suerte de crecer viendo el fruto de su inigualable creatividad.

john mcclane