Tras el sorpresivo y avasallador éxito del film “Jaws” (1975) del director Steven Spielberg, fueron muchos los directores que intentaron replicar la fórmula consistente en utilizar a un animal salvaje como generador de terror. Debido a que gran parte de estas copias/tributos, muchas de las cuales fueron producidas en Italia, contaban con presupuestos escasos que no eran capaces de ocultar las falencias de sus respectivos guiones, no lograron tener demasiado éxito salvo contadas excepciones. Una de estas honrosas excepciones sería la ópera prima del director Joe Dante, “Piranha” (1978), quien hasta ese entonces trabajaba como editor en la productora New World Pictures, propiedad del también director Roger Corman. Aun cuando a Corman “Piranha” la parecía un proyecto sumamente interesante, en especial por el guion de John Sayles, en variadas oportunidades amenazó con cancelar la producción debido a una serie de problemas presupuestarios. Y es que el llamado Rey Midas del cine de bajo presupuesto no estaba dispuesto a invertir aproximadamente $700.000 dólares en el proyecto, ya que las cintas producidas por la New World Pictures solían ser llevadas a cabo con presupuestos bastante más reducidos. No sería hasta que la productora United Artists se comprometió a distribuir la película de manera internacional, que Corman accedió a invertir $750.000 dólares, aunque no sin antes exigir que le cedieran parte del control creativo de la cinta para así poder asegurarse que iba a recuperar su dinero.

Maggie McKeown (Heather Menzies) es una investigadora privada que es enviada a una zona rural de Texas con el objetivo de encontrar a dos adolescentes que desaparecieron tras salir de excursión. Lo que ella desconoce, es que los adolescentes fallecieron cuando por error se sumergieron en un tanque con agua ubicado en una base militar secreta, el cual estaba repleto de hambrientas pirañas. En compañía de un leñador llamado Paul Grogan (Bradford Dillman), quien conoce bien el área donde supuestamente se perdieron los jóvenes, eventualmente Maggie descubre la existencia de la misteriosa base militar. Lamentablemente, la improvisada dupla de investigadores termina liberando por accidente a las pirañas que estaban contenidas en el tanque, las cuales rápidamente comienzan a dirigirse río abajo hacia una playa que habitualmente es bastante concurrida. Para empeorar aun más las cosas, la única persona que se encuentra al interior del complejo militar es el Doctor Robert Hoak (Kevin McCarthy), quien les informa que las pirañas que acaban de liberar fueron modificadas genéticamente con la intención de utilizarlas como un arma biológica en la Guerra de Vietnam. Con el tiempo en contra y completamente solos, ya que el ejército se niega a involucrarse en el asunto, Maggie y compañía harán todo lo posible por intentar detener a la hambrienta y destructiva camada de pirañas que está arrasando con todo a su paso, antes de que estas lleguen a las cercanías de un campamento infantil y un populoso complejo vacacional, y acaben con las vidas de cientos de personas inocentes. 


Es sabido que prácticamente la totalidad de las producciones enmarcadas dentro del subgénero conocido como “horror natural” que se realizaron durante las décadas del setenta y el ochenta, en gran medida reciclaban algunas de las ideas propuestas por las películas de monstruos gigantes que tanta popularidad alcanzaron durante la década del cincuenta, donde el cambio más importante entre ambas tendencias se expresaría en que el miedo a un estallido nuclear sería reemplazado por una mirada más bien ambientalista. “Piranha” evidentemente no es la excepción a lo antes señalado, más aun considerando que Dante creció viendo ese tipo de producciones, lo que no significa que el director siga al pie de la letra los paradigmas presentes en dichas películas. El Dr. Hoak por ejemplo, si bien viene a ocupar el rol del científico tan propio de aquellas producciones, lo hace desde una posición diametralmente diferente. Y es que en la mayoría de esas películas el científico de turno estaba llamado a ser el héroe, incluso si la amenaza en cuestión era resultado de un experimento fallido, lo que en cierta forma buscaba establecer que la ciencia tenía el deber y la capacidad de solucionar los problemas que surgían de su propio ejercicio. En “Piranha” no sucede eso, ya que lejos de asomarse como un héroe, Hoak es un hombre frustrado, cínico, y amoral al que no le importan las consecuencias de sus actos. De hecho, no solo no le molesta ser cómplice de crímenes de guerra, sino que además no teme admitir abiertamente que aceptó trabajar para el ejército debido a la gran cantidad de dinero que le ofrecieron. Al analizar el comportamiento de Hoak, resulta inevitable analizar también el rol del ejército de los Estados Unidos en el film. En una buena parte de las películas de monstruos de los cincuenta, el ejército norteamericano (o alguna otra entidad gubernamental del país del Norte) solía ser el encargado de salvar la situación. En “Piranha” en cambio, el ejército liderado por el Coronel Waxman (Bruce Gordon), no demuestra mayor interés por contener el desastre, ya que está demasiado ocupado sepultando un secreto que perfectamente podría hundir a todos los involucrados en su ejecución y desarrollo.

En su intento por desafiar las convenciones de las películas de monstruos gigantes clásicas, “Piranha” no se conforma solo con deslizar una crítica al ejército, a las organizaciones gubernamentales corruptas, y al uso malicioso de la ciencia, sino que además presenta como protagonistas a una mujer independiente y a un padre divorciado y alcohólico, personajes que jamás hubiesen sido identificados como héroes en las producciones de los años cincuenta, debido al machismo y al excesivo moralismo que reinaba en el cine de aquella época. “Piranha” no solo se destaca por la manera en como maneja su conexión con las películas de monstruos clásicas, sino que además por su sentido del humor. Y es que en el fondo el film de Dante funciona como una parodia de “Jaws”, aunque superficialmente no lo parezca. El director es lo suficientemente hábil como para imprimirle un ritmo narrativo a la película que permite que los elementos cómicos que presenta el guion se vayan presentando de manera orgánica, sin opacar los elementos más cercanos al horror que fueron los que finalmente permitieron que la cinta obtuviera cierta notoriedad. Aun cuando Dante privilegia el desarrollo de la historia y la construcción de una atmósfera acorde a esta, “Piranha” de todas formas presenta algunas pequeñas dosis de violencia gráfica de gran factura, que no reflejan el modesto presupuesto de la producción. Esto es gracias al excelente trabajo de Rob Bottin, quien con el paso de los años se convertiría en uno de los artistas de efectos especiales más respetados de la industria. Con respecto a la labor de Bottin en el film, llama la atención la inclusión de una escena que presenta una serie de efectos creados mediante el proceso del stop-motion, la cual no tiene ninguna relación con el resto de la trama. Supuestamente dicha escena solo se incluyó con el fin de satisfacer un capricho artístico de Dante, quien a sabiendas que el presupuesto con el que contaba no le iba a permitir experimentar más con el proceso del stop-motion, creó una escena con el solo pretexto de emplearlo al menos en una ocasión.


Las actuaciones en general son bastante buenas, en especial las de Heather Menzies y Bradford Dillman, quienes interpretan sus respectivos personajes con una seriedad que contribuye a que toda la situación de las pirañas adquiera un mayor sentido de urgencia, sin que eso necesariamente signifique que tengan que restarse de la comedia presente en el film. “Piranha” también se ve favorecida por la participación de Kevin McCarthy, quien es mayormente conocido por haber protagonizado la cinta de ciencia ficción “Invasion of the Body Snatchers” (1956) del director Don Siegel, y Barbara Steele, una de las grandes divas del cine de terror italiano clásico, quienes engalanan la producción pese a que sus roles son más bien breves. Otro de los puntos altos de la cinta es la banda sonora del compositor Pino Donaggio, quien pese a trabajar a distancia con Dante, fue capaz de crear un puñado de piezas musicales que complementan de manera perfecta el tono del film y sus múltiples matices. Más allá de unas breves lagunas narrativas distinguibles en el tramo intermedio de la cinta, “Piranha” es una película entretenida que funciona de buena manera gracias a que Dante se las arregla para fusionar los distintos elementos e influencias que confluyen en la trama de manera coherente. Esto no solo contribuyó a que el film luciera mejor que la típica producción de bajo presupuesto de estas características, sino que además explica el porqué ha soportado de buena manera el paso del tiempo. Por último, la forma en como son caracterizadas las pirañas también es parte fundamental del encanto del film de Dante, cuyo éxito motivaría el rodaje de una secuela titulada “Piranha II: Flying Killers” (1981), la cual sería dirigida por un entonces novel James Cameron.

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