Tras rodar las cintas de ciencia ficción “The Earth Dies Screaming” (1964) y “Island of Terror” (1966), el director Terence Fisher incursionaría una vez en un género por el cual no sentía demasiado aprecio, pero que al menos le estaba permitiendo embarcarse en nuevos proyectos. “Night of the Big Heat” (1967) sería producida por la modesta compañía Planet Film Productions, y consistiría en una adaptación de la novela del mismo nombre del escritor John Newton Chance, quien usualmente trabajaba bajo el seudónimo de John Lymington. A sabiendas que esta novela ya había sido adaptada en 1960 por el director Peter Graham Scott en el contexto de la serie de televisión “Tv Play of the Week”, los productores Tom Blakeley y Ronald Liles originalmente pretendían tomar el guion utilizado en aquella oportunidad y realizarle algunos pequeños cambios. Sin embargo, con el correr de los días se dieron cuenta que el guion necesitaba ser reescrito casi en su totalidad, por lo que eventualmente contrataron a Pip y Jane Baker para realizar dicha tarea. “Night of the Big Heat” junto a las otras dos películas de Fisher que conformarían su trilogía no formal de historias de ciencia ficción que involucraban invasiones alienígenas, guardarían una serie de similitudes pese a ser proyectos independientes entre sí. Por ejemplo, los tres filmes se desarrollan en pequeñas localidades rurales aisladas del resto del mundo, las cuales de un momento a otro se ven amenazadas por entidades de naturaleza desconocida. La similitud más curiosa que comparten estas tres producciones es el abierto rechazo de su propio autor, quien en una entrevista declaró, “Estas películas no están entre mis favoritas. ¡Intervenciones extraterrestres en nuestra vida diaria, con un montón de humo, luces raras, y poco más en la mayoría de las ocasiones! ¡No hay nada fantástico en eso! No me interesa el futuro. Al contrario, prefiero volver la vista hacia aquellos tiempos en que la superstición era… más fuerte que nunca, cuando la vida diaria era fantástica.”

Pese a estar en el mes de Noviembre, en la isla de Fara, la cual está ubicada en la costa británica, la temperatura está alcanzando máximos cercanos a los 32º Celsius, lo que es absolutamente irregular. Debido al elevado calor, las líneas telefónicas han estado fallando, los aparatos electrónicos han comenzado a estallar, y la conducta de los lugareños se ha visto afectada. En una pequeña taberna local llamada The Swan, la cual es propiedad Jeff Callum (Patrick Allen), un novelista que últimamente ha tenido problemas para encontrar la inspiración necesaria para escribir, y su esposa Frankie (Sarah Lawson), las cosas no están mucho mejor. Para sorpresa de Jeff, la persona que responde al anuncio que publicó solicitando a una secretaria para ayudarlo en su trabajo, es una mujer llamada Angela Roberts (Jane Merrow), con la cual tuvo un amorío algún tiempo atrás y que ahora ha llegado a la isla con la intención de alejar al escritor de su esposa. En este peculiar escenario, la única persona que se muestra preocupada con esta extraña ola de calor y sus efectos, es un científico llamado Godfrey Hanson (Christopher Lee), quien al poco tiempo de su llegada a la isla comienza a realizar una serie de misteriosos experimentos para identificar la causa del fenómeno térmico, lo que despierta las sospechas de los locales. Cuando eventualmente empiezan a suceder una serie de eventos violentos que amenazan la vida de los habitantes de la isla, Hanson une fuerzas con Jeff y el Dr. Vernon Stone (Peter Cushing), para intentar detener lo que parece ser obra de una raza alienígena que busca invadir la Tierra. 


A menudo criticada por lo precario de sus efectos especiales, “Night of the Big Heat” se caracteriza por situar al centro de la acción a los habitantes de la isla de Fara y sus conflictos, dejando un poco de lado a las criaturas del espacio exterior que amenazan con quitarles la vida. De hecho, el título de la cinta puede ser interpretado tanto de forma literal como metafórica, ya que la historia funciona en dos niveles. Además de enfrentar los extraños acontecimientos generados por el inexplicable aumento de la temperatura en la isla, Jeff Callum debe lidiar con las tormentosas y lujuriosas insinuaciones de Angela, quien está decidida a involucrarse en su matrimonio sin siquiera detenerse a pensar en las consecuencias de sus actos. Una vez que el calor comienza a afectar el comportamiento de todos en el lugar, Jeff no puede evitar caer en la tentación que representa su antigua amante, lo que le permite a Fisher explorar el tenso triángulo amoroso que se produce entre los protagonistas. Como consecuencia directa del poco interés que le provocaba el género de la ciencia ficción al director, el conflicto latente de los protagonistas es explorado de manera más eficiente e interesante que los aspectos más fantásticos del relato. Esta misma situación genera que la inclinación por parte de Fisher de castigar la promiscuidad sexual se haga presente, lo que se traduce en el intento de violación del cual es víctima Angela en un determinado momento de la película, el cual resulta ser tan traumático para la joven que esta se convierte en el eslabón más débil de los sobrevivientes cuando estos deciden enfrentarse a los invasores alienígenas.

Tal y como ya lo había hecho con el sabueso supuestamente endemoniado de la cinta “The Hound of the Baskervilles” (1959), Fisher solo revela la apariencia de los alienígenas durante el clímax de la película. Para evitar que los espectadores perdieran interés en la historia a raíz de esto, el director se preocupa de ir construyendo una atmósfera cargada de ansiedad que traspasa la pantalla. Y es que las víctimas de las criaturas expresan un miedo incontrolable e impensado poco antes de morir, lo que tiene un efecto directo en el grado de curiosidad del espectador quien no puede evitar cuestionarse que ha generado una reacción de esas características. Al mismo tiempo, Fisher es lo suficientemente inteligente como para otorgarle un cierto grado de variedad a las muertes, lo que impide que lo perturbador de estas se diluya en una incesante repetición del mismo método. Cuando finalmente llega el momento de revelar a las criaturas, Fisher evita que su exposición sea demasiado prolongada. Básicamente, los invasores del espacio exterior pueden ser descritos como monstruos anaranjados y bulbosos, que se adhieren al piso y emiten un brillo de gran intensidad ya que están compuestos de pura energía. Lamentablemente cuando estos son retratados con mayor detenimiento, no resultan ser demasiado amenazadores, al punto que Christopher Lee en algún momento llegó a mencionar que parecían huevos fritos. El propio Lee también declararía, “Creo que era una buena película hasta el momento que aparecían los alienígenas; no representaban una gran amenaza cuando finalmente eran exhibidos. Es posible que una cinta de bajo presupuesto presente efectos especiales convincentes, pero este no era el caso, y esa es la verdad. La historia era buena y el elenco hizo un buen trabajo, pero la cinta no funcionó debido a los extraterrestres. Hubiese sido mejor no haberlos mostrado.”  


Las actuaciones de la totalidad del elenco son bastante buenas, más aun considerando que son capaces de sobreponerse a una serie de diálogos cuestionables y a un par de situaciones algo forzadas. Mientras que Patrick Allen le da vida a un héroe atípico con un discurso a ratos misógino, Christopher Lee interpreta a un científico que se caracteriza por ser un hombre frío y apegado a la lógica, el cual a menudo es descortés, lo que no impide que sus acciones estén guiadas por una nobleza a toda prueba. Peter Cushing por su parte, si bien tiene un rol menor, construye a un personaje encantador que tiene un par de interesantes intercambios verbales con el Dr. Hanson, y que además tiene tiempo para beber una pinta de cerveza. Otro de los puntos altos de la película es la banda sonora de Malcolm Lockyer, la cual es utilizada tanto para reforzar la paranoia y la ansiedad experimentada por los protagonistas, como para subrayar el tono del conflicto amoroso en el que se encuentra inmerso Jeff Callum. “Night of the Big Heat” es claramente una cinta menor dentro de la filmografía de Terence Fisher, la cual más allá de lo modesto de sus efectos especiales y lo demencial de la trama, termina siendo bastante entretenida. Como dato curioso, los encargados de distribuir la película en Francia en su momento decidieron aprovechar el título de la producción para rodar una serie de escenas pornográficas, las cuales serían intercaladas con el metraje original. Al parecer esta era una práctica bastante habitual en aquellos años. Esto daría pie a una simpática anécdota que tuvo como protagonistas a Christopher Lee y al director Jesús Franco. Según Franco que en aquel entonces vivía en París, luego de ver la versión alternativa del film de Fisher, llamó por teléfono a Lee para comentarle en tono jocoso, “Chris, ya he visto esa cosa porno que has rodado.” Lo irónico de todo esto, es que sería Franco y no Lee quien algunos años después desarrollaría su carrera dentro del cine para adultos.

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