En
1983, el autor japonés Hideyuki Kikuchi publicó la primera de las 31 novelas que
existen hasta la fecha de la serie “Vampire Hunter D”, la cual se ambienta en
un futuro distante, específicamente en el año 2090. En el mundo descrito por
Kikuchi, la civilización ha sido reducida a su más mínima expresión por el
estallido de una guerra nuclear, obligando a los sobrevivientes a organizarse en
una sociedad de estilo feudal, controlada por aristócratas que además son
vampiros. Diez mil años más tarde, de manera inexplicable los vampiros
comienzan a sucumbir, permitiendo que los humanos retomen el control de las
grandes ciudades. Los pocos vampiros sobrevivientes deciden replegarse a zonas
rurales, donde proceden a crear diversas especies de monstruos con el objetivo
de protegerse. Debido al deseo de los humanos de librarse de manera definitiva
de la amenaza de los vampiros, surgen una serie de cazadores de recompensas, de
entre los cuales el más temido es uno conocido únicamente como D, quien
pertenece a una raza llamada dunpeal, lo que significa que es un híbrido entre
un humano y un vampiro. Quince años después del estreno de la adaptación
animada de la primera novela de Kikuchi titulada “Vampire Hunter D” (1985), la
cual dicho sea de paso fue uno de los primeros largometrajes animados japoneses
en ser distribuido de manera internacional, el director Yoshiaki Kawajiri se
lanzó a la tarea de adaptar la tercera novela de la serie titulada “Demon
Deathchase”. Curiosamente, los planes para realizar una nueva cinta animada
basada en el universo de “Vampire Hunter D” nacieron en 1997, cuando el productor
Mataichiro Yamamoto se asoció con el estudio de animación Madhouse Inc., el
cual había sido fundando por Kawajiri en compañía de Masao Maruyama, Osamu
Dezaki, y Rintaro. Tan pronto como Yamamoto se enteró que Kawajiri estaba
trabajando en un proyecto relacionado con la obra de Kikuchi, no solo se
ofreció a participar como productor, sino que además se comprometió a
distribuirlo en los Estados Unidos apenas estuviese terminado.
En
“Vampire Hunter D: Bloodlust” (2000), una joven llamada Charlotte Elbourne (Emi
Shinohara) es secuestrada por el Barón Meier Link (Kōichi Yamadera), un vampiro que es conocido por no
dañar a los humanos de forma innecesaria. A raíz de esto, el padre de Charlotte
contrata a D (Hideyuki Tanaka) para que intente rescatarla sana y salva, o para
que la asesine en caso que Meier la haya convertido en vampiro. De forma
paralela, el hermano mayor de Charlotte contrata a un grupo de cazadores de
vampiros para que cumplan el mismo objetivo que se le ha encomendado a D, los
famosos Hermanos Marcus, quienes están conformados por su lider Borgoff (Yūsaku Yara), un fortachón
llamado Nolt (Ryūzaburō Ōtomo),
un experto en el uso de cuchillos llamado Kyle (Houchu Ohtsuka), un hombre gravemente
enfermo que es poseedor de poderes psíquicos llamado Grove (Seki Toshihiko), y
Leila (Megumi Hayashibara), quien a diferencia de sus hermanos caza vampiros
motivada por su odio y no precisamente por su deseo de ganar dinero. Para
complicar aun más la mortal carrera contra el tiempo que emprenden tanto D como
los Hermanos Marcus, Meier decide contratar a un grupo de letales mercenarios
mutantes, entre los que se encuentra Caroline (Yōko Sōmi), quien es capaz de cambiar de forma,
Benge (Keiji Fujiwara), cuyo poder es consiste en manipular las sombras, y un
hombre lobo llamado Machira (Rintarou Nishi), todo con tal que protejan su
huida junto a Charlotte hasta el Castillo Chaythe, donde pretende llevar a cabo
el misterioso objetivo que se ha propuesto cumplir.
Algo
que resulta interesante con respecto a “Vampire Hunter D: Bloodlust”, es la
forma en como los tres puntos de vista que conforman la historia (D, los
hermanos Marcus, y Meier Link con Charlotte), confluyen, se relacionan, y
marcan la dinámica interpersonal de la cinta de Kawajiri. Especialmente
importante es la relación que se establece entre D y Leila, ya que no solo
contribuye en la profundización de sus respectivas personalidades, sino que
además su intercambio de ideas y preocupaciones tiene consecuencias directas en
el desarrollo de la trama. En ese sentido, cobra especial relevancia la escena
donde D le dice amargamente a Leila, “Tú tienes una vida que vivir,” ya que no
solo habla del drama personal del protagonista que está ligado a su condición
de inmortal y al hecho que es considerado como una paria tanto por los humanos
como por los vampiros, sino porque además esa simple frase sirve de
recordatorio para que la cazadora se percate que su vida no puede estar regida únicamente
por su sed de venganza, lo que más adelante en la historia dictamina algunas de
las decisiones que toma. La calidez que por momentos caracteriza la dinámica
entre D y Leila, es completamente inexistente cuando se analiza la interacción
entre Meier Link y Charlotte, lo cual no deja de ser curioso considerando que
eventualmente se revela que ambos mantienen un romance prohibido que están
dispuestos a proteger a toda costa. Pese a tratarse de dibujos animados, existe
una escasa química entre ambos personajes. Esta es una de las principales
debilidades del film, ya que Charlotte termina siendo un personaje plano que no
consigue despertar el interés del espectador. Muy por el contrario, Meier Link se
presenta como un personaje que está en guerra con el mundo y consigo mismo, ya
que una parte de él no desea arrastrar a su amada al yugo inherente al
vampirismo.
Algo
que también contribuye al atractivo de D como personaje, es el hecho que su
mano izquierda alberga como huésped a una entidad parásita que posee rasgos
humanoides. Esta entidad, que es un personaje en sí mismo, es sumamente cínica
y demuestra un completo desprecio hacia los vampiros y los humanos por igual. La
interacción entre D y su mano izquierda no solo está marcada por una serie de
diálogos ingeniosos, sino que además aporta algo de comedia a la trama. Más
allá de la dinámica que se establece entre los distintos personajes que interactúan
a lo largo de la historia, Yoshiaki Kawajiri pone el foco de atención en la
acción y la violencia que se genera a causa de los intentos por parte de D y
los hermanos Marcus de rescatar a Charlotte, y lo hace de la manera más
atractiva y creativa posible. Haciendo uso de la experiencia obtenida durante
la dirección del largometraje animado “Ninja Scroll” (1993), Kawajiri orquesta
una serie de secuencias brutales, fluidas, y extremadamente imaginativas, que
contribuyen a la materialización de un ritmo narrativo pulsante que va
incrementando su dinamismo a medida que se va acercando el clímax de la
historia. Visualmente hablando, “Vampire Hunter D: Bloodlust” ha soportado
bastante bien el paso del tiempo. En su momento, la cinta fue alabada por las
técnicas de animación empleadas por Kawajiri y el Estudio Madhouse, así como
también por el diseño de personajes llevado a cabo por Yoshitaka Amano. Aun
cuando es innegable que el estilo de arte utilizado es producto de la época en
la que fue realizada la película, razón por la cual este puede parecer algo
anticuado, en términos de composición, diseño de escenarios, y fluidez de la
animación, “Vampire Hunter D: Bloodlust” es sencillamente una obra impecable,
la cual además se ve beneficiada por la atmosférica banda sonora del compositor
Marco D´Ambrosio.
Aun
cuando durante su primera media hora la historia se complica un poco más de la
cuenta de manera innecesaria, en general es bastante sencilla y fácil de
seguir, y tiene la virtud de incluir en su tramo final algunos giros
argumentales que resultan ser realmente sorprendentes. Una de las grandes
diferencias que distingue a “Vampire Hunter D: Bloodlust” de su predecesora, es
que su narración es muchísimo más consistente, lo que se traduce en que el film
no salta de una escena a otra sin explicarle al espectador que es lo que está
sucediendo, como si sucedía en la primera adaptación de la obra de Hideyuki
Kikuchi. Afortunadamente, “Vampire Hunter D: Bloodlust” es una obra
independiente que no requiere estar familiarizado con la obra de Kikuchi o con
la película de 1985, lo que obviamente es un punto a favor de la producción. En
términos generales, “Vampire Hunter D: Bloodlust” es una cinta bastante
disfrutable más allá de sus posibles falencias, gracias a que mezcla horror
gótico, ciencia ficción, acción, y romance, todo en su justa medida, lo que
contribuye a que su atractivo sea apreciado por un número más amplio de
espectadores, y no solo por el consumidor habitual de este tipo de relatos o del
cine de animación proveniente del Oriente.
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