“Dr. Terror´s House of Horrors” (1965) sería una película sumamente importante para la productora británica Amicus Productions, liderada por los empresarios norteamericanos Milton Subotsky y Max Rosenberg, ya que no solo abriría el exitoso ciclo de antologías de terror que formaría parte del sello de la Amicus, sino porque además ayudaría a la modesta productora a distinguirse de su competidor más directo, la mítica Hammer Film Productions. Más allá de su estructura episódica, el simple hecho que “Dr. Terror´s House of Horrors” se desarrollara en un escenario contemporáneo, de inmediato la distinguiría de las piezas de época que la Hammer solía producir con bastante éxito. La experiencia de haber trabajado en “Dr. Terror´s House of Horrors” resultó ser extremadamente satisfactoria para Peter Cushing, ya que disfrutó interpretar a un personaje que requiriera el uso de maquillaje y la entonación de un acento distintivo, por lo que de inmediato accedió a colaborar nuevamente con Subotsky cuando este le presentó un nuevo proyecto. La verdad es que tan pronto se conocieron, se forjó una amistad entre ambos hombres que perduraría en el tiempo, marcada por la admiración mutua y por una lealtad a toda prueba. El proyecto desarrollado por Subotsky a partir de una historia corta de Robert Bloch titulada “The Skull of the Marquis de Sade”, se convertiría en la película “The Skull” (1965), la cual además de contar con Cushing como protagonista, incluiría la presencia de Christopher Lee en calidad de “estrella invitada”, y del director Freddie Francis, quien había estado a cargo de la dirección de “Dr. Terror´s House of Horrors”. Sería el propio Francis quien se encargaría de reescribir gran parte del guion desarrollado por Subotsky, tras considerar que este no solo era demasiado breve como para convertirse en un largometraje, sino que además carecía por completo de interés.

En un momento indeterminado del siglo XIX, un frenólogo llamado Pierre (Maurice Good) decide profanar la tumba del Marqués de Sade con el objetivo de estudiar su cráneo, y así poder determinar de mejor manera ciertos rasgos de la personalidad del infame aristócrata. Mientras Pierre está preparando todo para hervir la cabeza del Marqués con el fin de removerle la piel, este termina falleciendo de manera brutal tras caer de manera inexplicable en el recipiente donde estaban contenidos los compuestos químicos que pretendía utilizar. Aproximadamente un siglo más tarde, la acción se traslada al Londres de la década del sesenta para enfocarse en el Dr. Christopher Maitland (Peter Cushing), cuya afición es coleccionar todo tipo de artefactos relacionados con el mundo de lo oculto y lo demoníaco. Tras venderle un libro acerca de la vida del Marqués de Sade cuya encuadernación está hecha de piel humana, un inescrupuloso comerciante de antigüedades y objetos curiosos llamado Marco (Patrick Wymark), le ofrece a Maitland el que supuestamente es el cráneo del Marqués. Debido al elevado precio del objeto y a la escasa probabilidad que aquello que Marco asegura sea cierto, Maitland se rehúsa a comprar el cráneo. Sin embargo, tras conversar con su amigo Sir Matthew Phillips (Christopher Lee), quien también colecciona objetos de similares características, Maitland se entera que efectivamente el cráneo pertenece al Marqués, y que este fue robado hace algún tiempo de la casa de Sir Matthew. Aun cuando este último le advierte a Maitland que el dichoso cráneo parece estar dominado por poderes demoníacos, su deseo de sumarlo a su colección es tan fuerte, que se mete de lleno en un espiral de violencia, locura y muerte.


Durante su primer tercio, “The Skull” intenta explorar como el interés académico del protagonista en la naturaleza del mal eventualmente puede convertirlo en aquello que tiene como objeto de estudio. Aun cuando en un determinado momento de la cinta Maitland explica el trasfondo de su oscura obsesión, asegurando que “personas de todas las épocas se han visto influenciadas y aterrorizadas por estos objetos que investigo, e intento descubrir los motivos de aquello… lo desconocido siempre es interesante,” cuando él se juramenta obtener el cráneo del Marqués, su interés parece ir más allá de la mera curiosidad de comprobar si aquello que dicen Marco y Sir Matthew es cierto. Lamentablemente a medida que avanza el film, lo que asomaba como un planteamiento interesante rápidamente comienza a diluirse debido a los problemas de ritmo narrativo que presenta el relato y lo extremadamente sencilla que resulta ser la trama. De hecho, no suceden demasiadas cosas a lo largo de la cinta, y por lo general entre cada acontecimiento relevante existe un margen de varios minutos donde se puede ver a Maitland disfrutando de los objetos que conforman su colección en el estudio que ha destinado para ella. A sabiendas que la trama central de “The Skull” no otorgaba mucho margen para profundizar su desarrollo, Freddie Francis se vio obligado a improvisar un par de secuencias adicionales con el objetivo que la cinta al menos lograra superar la marca de los 80 minutos de duración.

Como consecuencia directa de la escasa complejidad de la trama, los personajes son descritos de manera bastante superficial. Pese a la gran cantidad de minutos que aparece Maitland en pantalla, es muy poca la información que se le entrega al espectador con respecto a su vida más allá de su campo de estudio y su particular obsesión. Aun cuando se sugiere que mantiene una buena relación con su esposa (Jill Bennett), su matrimonio parece haber sido incluido con el único pretexto de utilizar el mecanismo de “la damisela en peligro” durante el tramo final de la película. Otros personajes, como por ejemplo Sir Matthew, tienen muy pocos diálogos realmente relevantes para el desarrollo de la trama, aun cuando es un agrado ver interactuar a Cushing y Lee en el par de escenas que tienen juntos. Con respecto a Lee, llama la atención que en esta oportunidad encarne a un personaje temeroso, específicamente de los supuestos poderes demoníacos que parece poseer el cráneo del Marqués, al punto que en ningún momento se muestra interesado en recuperar el peculiar objeto que alguna vez le perteneció. Fiel al profesionalismo a toda prueba del actor, este modificó el comportamiento y los diálogos de su personaje en una escena donde Maitland irrumpe en su casa con el objetivo de robar la estatua de un demonio que Sir Matthew adquiere al principio del film. En vez de actuar sorprendido al percatarse que su amigo es quien ha ingresado ilegalmente a su domicilio como lo especificaba el guion, Lee prefirió que su personaje actuara acorde a la última conversación que este había tenido con Maitland, donde se sugería que este último podía estar siendo víctima del poderoso influjo ejercido por el cráneo del Marqués, el cual parece obligar a las personas a cometer actos en contra de su voluntad. Quizás el único personaje que posee cierta profundidad es Marco, quien pese a ser retratado como un tipo desagradable y poco confiable, durante sus conversaciones con Maitland se puede apreciar que exhibe un real aprecio por la historia tras los objetos que vende. 


Pese a los problemas de su guion, “The Skull” es probablemente uno de los mejores trabajos de Francis como director. No solo se las arregla para mover la cámara de manera ingeniosa otorgándole una marcada fluidez a determinadas escenas, sino que además crea una serie de momentos que son sumamente atractivos a nivel visual. De hecho, Francis incluye dos secuencias donde las imágenes lo son todo ya que carecen casi por completo de diálogo. La primera de ellas, que se extiende durante aproximadamente seis minutos, describe una pesadilla que tiene Maitland tras contemplar durante un buen rato el libro sobre la vida del Marqués. En el sueño, de manera inesperada dos policías aparecen en su casa con el objetivo de arrestarlo. Acto seguido, Maitland es llevado ante un juez quien es vez de explicarle los motivos de su arresto, le entrega un revolver y lo obliga a jugar a la ruleta rusa. Con cada nuevo intento, la cara del juez refleja un creciente regocijo, mientras que los ojos de Maitland expresan el profundo terror que está experimentando. Para empeorar la situación, Maitland eventualmente es encerrado en un cuarto de torturas, cuyas paredes comienzan a colapsar al mismo tiempo que el cráneo del Marqués mira amenazante a quien está por convertirse en su víctima. La otra secuencia corresponde al clímax del film, la cual es bastante más extensa que la anterior. En dicha secuencia Francis no solo incluye imágenes que pretenden retratar el punto de vista del cráneo de Marqués, sino que además utiliza un interesante juego de luces y tonalidades que reflejan el espiral de locura en el que ha caído Maitland, y que le otorgan una atmósfera onírica al enfrentamiento final entre el protagonista y los demonios que él mismo ha dejado entrar a su vida. “The Skull” es una película que cuenta con una serie de virtudes, como por ejemplo el estupendo trabajo de la totalidad de los profesionales involucrados tanto delante como tras las cámaras, especialmente de Freddie Francis, pero que lamentablemente se ve afectada por una historia que quizás hubiese funcionado mejor enmarcada dentro de una de las antologías de la Amicus.

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