Tras
el fracaso comercial de “The Phantom of the Opera” (1962) que le costó su
alejamiento temporal de la productora Hammer Film Productions, el director
británico Terence Fisher pasó un par de años trabajando para diversas
productoras que manejaban presupuestos incluso más reducidos que los empleados
por la Casa del Martillo. Luego de realizar la comedia de horror “The Horror of
It All” (1963) para la productora Lippert Pictures, su propietario, el
empresario norteamericano Robert L. Lippert, nuevamente contactó a Fisher para
que se hiciera cargo de un proyecto enmarcado dentro del género de la ciencia
ficción, cuyo guion estaba siendo escrito por Harry Spalding. El proyecto que
eventualmente se convertiría en “The Earth Dies Screaming” (1964), sería la
primera de tres películas de ciencia ficción que Fisher dirigiría entre 1964 y
1967, y que conformarían una trilogía no formal centrada en diversas invasiones
alienígenas ambientadas en la época contemporánea, lo que se distanciaba
bastante de lo que el director venía haciendo al interior de la Hammer. Otro punto
en común que tendría “The Earth Dies Screaming” con “Island of Terror” (1966) y
“The Night of the Big Heat” (1967), las cuales fueron producidas por la modesta
Planet Film Productions, era que más allá de su aparente realismo, se
caracterizaban por proyectar una sensación de claustrofobia y aislamiento que
era parte fundamental de sus respectivas tramas. Lo que resulta más curioso con
respecto a este trío de incursiones en la ciencia ficción por parte de Terence
Fisher, es que el director en variadas oportunidades expresó abiertamente su
desprecio por el género.
“The
Earth Dies Screaming” comienza retratando el súbito fallecimiento de gran parte
de los habitantes de la Tierra, el cual es provocado por una fuerza de origen
desconocido. Tras estos fatídicos acontecimientos que diezman considerablemente
la población mundial, un pequeño grupo de sobrevivientes logra reunirse en una
modesta y desolada villa, desde donde intentarán comprender que es lo que está
sucediendo antes de que sea demasiado tarde. El variopinto grupo está
conformado por un piloto espacial norteamericano llamado Jeff Nolan (Willard
Parker), una atractiva mujer llamada Peggy Hatton (Virginia Field) quien
mantiene una relación amorosa con el despreciable Quinn Taggart (Dennis Price),
un borracho llamado Edgar Otis (Thorley Walters) y su histérica novia Violet
Courtland (Vanda Godsell), y un joven matrimonio compuesto por Mel (David
Spencer) y Lorna Bernard (Anna Palk), donde esta última está a punto de dar a
luz a su primogénito. Rodeados por la muerte y desprovistos de respuestas, el
grupo eventualmente entra en contacto con unos extraños seres robóticos que con
un simple toque, pueden evaporar por completo a una persona. Lo que es aun
peor, es que toda la gente que falleció recientemente ahora está deambulando
por la faz de la Tierra, actuando como los sirvientes de una misteriosa raza
alienígena cuyo único objetivo es destruir por completo a la humanidad.
Como
suele suceder en las historias donde un grupo de desconocidos se ve confinado a
un espacio reducido de manera voluntaria u obligatoria, una parte importante de
la trama tiene relación con los problemas interpersonales que se generan al
interior del grupo de sobrevivientes. Prácticamente desde que aparece en
pantalla, Quinn Taggart es presentando como todo un villano, quien además de
tener su propia agenda oculta abusa constantemente de Peggy, a quien intenta
aislar del resto del grupo con o sin su consentimiento, llegando al punto de apuntarla
con una pistola para obligarla a cumplir sus designios. La propia Peggy, quien
básicamente cumple el rol de la “damisela en peligro”, es quizás el personaje
más inocente y vulnerable del grupo. Pese a esto, ella igual demuestra ser
capaz de defenderse en un mundo dominado por los hombres, el cual súbitamente
pasó a estar controlado por alienígenas. En el caso puntual de Edgar Otis, su
actitud no resulta ser mucho mejor que la de Taggart. Tras la muerte de su
pareja, Otis decide ahogar sus penas en alcohol lo que pone en riesgo su propia
integridad y la del resto de sus compañeros. Por último, el joven matrimonio
compuesto por Mel y Lorna, están más preocupados del inminente nacimiento de su
hijo que de la sobrevivencia del grupo. Ante este escenario adverso, es Jeff
Nolan quien asume el rol de líder a falta de un mejor candidato. Cumpliendo a
cabalidad el estereotipo del héroe clásico, Nolan es el encargado de tomar
cada una de las decisiones que buscan asegurar la sobrevivencia de sus
compañeros en los momentos más álgidos del film, y es quien asume la
responsabilidad de intentar mantener al grupo unido pese a la tensión latente
que existe entre ellos.
La
sensación de incertidumbre que experimentan los protagonistas, es manejada por
Fisher de manera bastante eficiente, ya que deliberadamente oculta algunas
piezas del rompecabezas que Nolan, sus compañeros, y el propio espectador
intentan ensamblar. Tras deliberar brevemente y examinar donde se encontraba
cada uno al momento del colapso masivo de la humanidad, los sobrevivientes
llegan a la conclusión que su misterioso enemigo ha utilizado una especie de
gas tóxico para llevar a cabo su cometido. Más allá de este pequeño detalle,
ninguno tiene alguna certeza de lo que está sucediendo. Todo se torna aun más
confuso para ellos tras la aparición de robots enfundados en trajes espaciales,
que son una suerte de enviados del verdadero enemigo, quienes tienen la
capacidad de levantar a los muertos y controlarlos a su antojo. Este pequeño
pero llamativo detalle, sitúa a “The Earth Dies Screaming” como un evidente
precursor de lo que sería la cinta “The Night of the Living Dead” (1968) del
director George Romero, en la cual también es posible encontrar a un grupo de diversos
personajes atrincherados en una casa con el fin de evitar ser devorados por las
hordas de muertos vivientes que amenazan su vida. En el caso particular de la
cinta de Fisher, la apariencia de los zombies termina siendo bastante más
aterradora que la de los emisarios de los extraterrestres, ya que sus ojos
blancos sin vida terminan siendo un fiel reflejo de la situación crítica en la
que se encuentra la humanidad, la cual de un momento a otro se ha visto
atrapada en una horrenda pesadilla que bien podría terminar con su total
extinción.
Otra
cosa que llama la atención con relación a “The Earth Dies Screaming”, es la manera
en como Fisher utiliza el silencio para crear una atmósfera inquietante, transmitiéndole
en el proceso al espectador la desesperanza que sienten los protagonistas al
verse recluidos y abandonados a su suerte en la pequeña villa. En ese sentido,
probablemente los cinco primeros minutos de la película son los que mejor
transmiten la sensación que el mundo como lo conocemos puede terminarse en un
abrir y cerrar de ojos. La seguidilla de imágenes que retratan el
descarrilamiento de trenes, aviones descendiendo en caída libre, un automóvil
estrellándose contra una pared, y numerosas personas cayendo como moscas, de
inmediato crean la ilusión que se trata de una situación apocalíptica, aun
cuando más adelante en la cinta el número de enemigos al que se ven enfrentados
los protagonistas es bastante reducido (lo que está condicionado por el escaso
presupuesto con el que contaba Fisher). En cuanto a las actuaciones, pese a
tratarse de una producción en exceso modesta, la totalidad del elenco realiza
un estupendo trabajo interpretando sus respectivos roles, en especial Willard
Parker, Virginia Field, y Dennis Price. Pese a no contar con una gran cantidad
de diálogos, cada personaje expone sus respectivos dramas y personalidades de
manera efectiva, despertando la simpatía del espectador en el caso de Jeff
Nolan y Peggy Hatton, o desatando su total desprecio como sucede en el caso de
Quinn Taggart. Otros de los puntos altos de la película son la banda sonora de
la compositora Elisabeth Lutyens y la dirección de fotografía de Arthur Lavis,
quien crea una serie de atractivas postales en un glorioso blanco y negro. Pese
a que algunas interrogantes que plantea la trama no son del todo contestadas
por Fisher, y que algunos aspectos de la cinta bien podrían haber sido
desarrollados de manera más profunda, “The Earth Dies Screaming” asoma como una
pintoresca y entretenida descripción de que sucedería si el mundo súbitamente
se convirtiera en un páramo estéril y sin vida, y como una interesante
excepción dentro de la filmografía de Terence Fisher, quien se las arregló para
tomar una historia de ciencia ficción y acercarla lo más posible a los terrenos
del horror en los cuales él se sentía como en casa.
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