Después de
participar en una seguidilla de fracasos de taquilla, entre los que se
encontraban cintas como “The Producers” (1967) y “Willy Wonka & the
Chocolate Factory” (1971), Gene Wilder finalmente pudo revertir su mala racha
gracias a su participación en el film “Everything You Always Wanted to Know
About Sex * But Were Afraid to Ask” (1972) del director Woody Allen. Durante
ese mismo periodo, Wilder comenzó a considerar la idea de retomar un antiguo proyecto,
que tenía relación con una historia original que él había escrito y que
presentaba como protagonista al nieto del Dr. Victor Frankenstein, quien no
solo heredaba la mansión de su abuelo sino que también su famosa investigación.
Mientras escribía la historia, su agente Mike Medavoy le sugirió encontrar un
proyecto en el cual pudiese participar junto a dos de sus nuevos clientes, el
actor Peter Boyle y el comediante Marty Feldman. Wilder de inmediato le
mencionó su idea concerniente a la figura de Frankenstein, y en un lapso de
unos pocos días le envío a Medavoy un borrador de cuatro páginas que describía
una de las posibles escenas de la película. Sería el mismo Medavoy quien le
sugeriría a Wilder que Mel Brooks era el hombre indicado para hacerse cargo de
la dirección del proyecto. Aun cuando Brooks inicialmente no se mostró
demasiado interesado en el concepto de Wilder, el actor volvió a la carga
cuando ambos se encontraban filmando la cinta “Blazing Saddles” (1974). Durante
una entrevista otorgada por Brooks el 2010 al periódico Los Angeles Times, el
director señalaría como se originó el proyecto: “Estaba en medio de las últimas
semanas de rodaje de Blazing Saddles, en algún lugar de la Reserva Antelope
Valley, y mientras tomaba una taza de café con Gene Wilder este me dijo, ´Tengo
una idea para un nuevo Frankenstein´. Yo le respondí, ´¡Otro más! Ya tenemos al
hijo de, al sobrino de, al cuñado. No necesitamos otro Frankenstein.´ Su idea
era muy simple: Imagina si el nieto del Dr. Frankenstein no quisiera saber nada
de su familia. Si estuviera avergonzado de esos dementes. Yo le respondí, `Eso
es gracioso.`”
El trabajo en
conjunto de Wilder y Brooks eventualmente se convertiría en el film “Young
Frankenstein” (1974), cuyo protagonista es el Dr. Frederick Frankenstein (Gene
Wilder), un neurocirujano que oficia como profesor de anatomía, quien ha pasado
gran parte de su vida intentando distanciarse de la figura de su legendario
abuelo, el Baron Victor Frankenstein, quien saltó a la fama por ser un científico
demente que en sus ratos libres profanaba tumbas e intentaba reanimar tejido
muerto. Cuando eventualmente Frederick se entera que ha heredado el castillo de
su familia, el cual está ubicado en Transilvania, el profesor viaja a Europa
donde es recibido por un sirviente jorobado llamado Igor (Marty Feldman) y una
atractiva asistente personal llamada Inga (Terri Garr). Poco tiempo después de
su llegada al castillo, Frederick comienza a familiarizarse con el trabajo de
su abuelo, lo que provoca que tras retomar sus infames experimentos termine
reanimado un cadáver (Peter Boyle), pero todo esto con un pequeño
inconveniente; su creación posee un cerebro subnormal el cual Igor depositó en
su cráneo por error, por lo que el monstruo con suerte es capaz de caminar y
balbucear algunas palabras. Mientras tanto, una vez que los aldeanos que viven
en las cercanías del castillo se enteran de la labor impía que está llevando a
cabo Frederick y compañía, comandados por el Inspector Kemp (Kenneth Mars) se
juramentan hacer todo lo posible para destruir a la criatura, a Frankenstein, y
al laboratorio secreto de una vez por todas.
Prácticamente desde
su inicio, “Young Frankenstein” exhibe que está fuertemente influenciada por la
seguidilla de películas de monstruos que realizaron los Estudios Universal
durante los años treinta y cuarenta, ya que se pueden apreciar una serie de
elementos visuales, narrativos, y estilísticos presentes en cintas como “Frankenstein”
(1931), “Bride of Frankenstein” (1935), “Son of Frankenstein” (1939), y “Ghost
of Frankenstein” (1942). Desde la famosa escena cuando Frederick grita “¡Está
vivo!”, que de inmediato recuerda aquella en la que Henry Frankenstein (Colin
Clive) ve por primera vez como su creación cobra vida en el “Frankenstein” de
James Whale, hasta el peinado que adopta la prometida del protagonista,
Elizabeth (Madeline Kahn), cuando esta transfiere sus afectos al monstruo, el
cual busca replicar la exagerada cabellera que Elsa Lanchester lucía en “Bride
of Frankenstein”, gran parte de los elementos utilizados por Brooks a lo largo
del film funcionan tanto a modo de tributo como de parodia. Con este doble objetivo
en mente, el director optó por rodar la película en blanco negro pese a la
oposición de algunos de los ejecutivos del Estudio, y por utilizar una serie de
mecanismos de transición entre escenas que eran propios de la época en la cual
se realizaron las cintas en las que se inspiró. Contrario a lo que se podría
suponer, “Young Frankenstein” no es una simple comedia slapstick. De hecho evita
caer de manera grosera en el humor basado en la exageración, y existen muy
pocos momentos que puedan ser considerados como meramente cómicos. El humor de
la película se desprende de su propia seriedad, de sus personajes aparentemente
normales, y de los tenebrosos escenarios donde se desarrolla la historia, al
punto que con algunos pequeños cambios “Young Frankenstein” podría haber pasado
como una película de horror. Como toda buena parodia, Brooks tomó muy en serio
el material original y le agregó algunos toques de genialidad que permiten
transformar una escena seria en algo hilarante, que es precisamente donde
reside gran parte del encanto del film.
Otro de los motivos
por los cuales “Young Frankenstein” funciona de tan buena manera, es por el
magnífico trabajo de la totalidad de su elenco. El genio cómico de Wilder
abunda a lo largo de la cinta, especialmente cuando este pierde la paciencia
cuando otros pronuncian mal su apellido, o en la manera como sucumbe fácilmente
al encanto que poseen los experimentos llevados a cabo por su abuelo. Hay algo
particularmente atractivo y divertido en el proceso que implica el
desmoronamiento de la hipocresía, particularmente cuando este sucede de manera
involuntaria y casi sin ninguna explicación. Es incluso más divertido cuando el
hipócrita ha pasado una buena cantidad de tiempo denostando públicamente aquello
que finalmente termina realizando, que es precisamente lo que le ocurre a
Frederick. El simple hecho de ser plenamente consciente de lo contradictorio de
sus actos, y el excesivo dramatismo con el que maneja toda la situación,
provocan que Frederick se convierta en la víctima perfecta del sarcasmo de quienes
lo rodean, alzándose como el blanco de gran parte de las situaciones
humorísticas del film. Marty Feldman por su parte, se destaca en cada una de
las escenas en las cuales participa interpretando al torpe y libidinoso Igor,
quien utiliza su joroba y su llamativo estrabismo en favor de la comedia. Junto
a ellos, tanto Terri Garr como Madeline Kahn se encargan de interpretar a dos
mujeres que eventualmente despliegan toda la sensualidad y la sexualidad que
estaban reprimiendo, todo esto de manera bastante cómica. Incluso Gene Hackman,
quien interpreta a un hombre ciego que se hace amigo del Monstruo, tiene una
participación memorable. Sin embargo, es Peter Boyle quien interpreta uno de
los roles más complejos del film, tarea que ejecuta con éxito. Él no solo logra
que la criatura sea vista como una amenaza, sino que además lo dota de una
personalidad y un humor que facilita que el espectador empatice con el
personaje, cosa que es sumamente difícil cuando se trabaja con un arquetipo.
Por otro lado, su constante
jugueteo con diversas insinuaciones sexuales, provoca que “Young Frankenstein” también
funcione como una metáfora de la revolución sexual que se inició en la década
del sesenta y que permeó la cultura norteamericana durante los setenta. Utilizando
un escenario victoriano como telón de fondo, gran parte de los personajes
exudan una clara energía sexual. El punto cúlmine de la comedia ligada a la
sexualidad es alcanzado al final de la película, donde se realizan diversas
alusiones al falo exagerado de Frederick, el cual es resultado de un
procedimiento médico que no salió exactamente como lo había planeado. Si bien
en su momento el film recibió dos nominaciones a los Premios de la Academia,
una al mejor guión adaptado y otra al mejor sonido, no logró quedarse con ninguno
de los galardones. Esto es completamente comprensible considerando que tuvo que
competir con pesos pesados como “Chinatown” (1974), “The Conversation” (1974),
y “The Godfather Part II” (1974). De todas formas, el simple hecho que una
parodia del cine de terror haya sido nominada a un Oscar es un logro
impresionante incluso para los estándares actuales. “Young Frankenstein” hoy es
considerada como un clásico de monstruosas proporciones, el cual sigue jugando
con las expectativas del espectador mediante el relato de una historia donde
nada sale según lo planeado. Y ese es precisamente el punto. Al burlarse de las
convenciones del género, Brooks y compañía le rindieron un sentido homenaje a
la figura de Frankenstein, a los personajes que lo rodean, y a los directores
que plasmaron su particular cruzada personal en una determinada época del cine
norteamericano, dándole vida a una obra que parece no verse afectada por el
paso del tiempo.
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