Aun cuando el nombre de Harry Alan Towers puede que no resulte familiar ni siquiera para los aficionados al cine mĆ”s experimentados, Ć©l tuvo una larga e interesante carrera como productor y en algunas ocasiones como guionista (utilizando una serie de seudĆ³nimos) de una variada gama de pelĆ­culas. Probablemente el dato mĆ”s curioso con respecto a su filmografĆ­a sea que produjo tres adaptaciones diferentes de la novela de Agatha Christie “The Little Indians”, entre las que se incluye la versiĆ³n de 1965 que se desarrolla en los Alpes austriacos, la de 1989 que trasladaba la acciĆ³n a un safari africano, y la de 1974 que es el objeto de esta reseƱa. Esta versiĆ³n en particular de “Ten Little Indians” bebe bastante del Ć©xito obtenido por el film “Murder on the Orient Express” (1974) de Sidney Lumet, al menos en lo que a estrategias de marketing se refiere, ya que ambas adaptaciones de la obra de Christie explotaban la particularidad de contar con un elenco plagado de actores reconocidos. Aprovechando su experiencia previa en co-producciones multinacionales, Towers asegurĆ³ la participaciĆ³n de un elenco internacional que incluĆ­a a figuras como Oliver Reed, Elke Sommer, Richard Attenborough, Herbert Lom, Gert Frƶbe, Adolfo Celi, Alberto de Mendoza, y Charles Aznavour, entre otros. Tomando prestado casi palabra por palabra el guion que habĆ­a escrito para la versiĆ³n de 1965, Towers (bajo el seudĆ³nimo de Peter Welbeck) le realizĆ³ algunos pequeƱos cambios a la historia, siendo el mĆ”s importante el cambio de escenario donde se desarrolla la trama, con el Ćŗnico fin que los personajes fueran acordes a los actores llamados a interpretarlos.

En esta versiĆ³n de “Ten Little Indians” (1974), un grupo de diez personas, todas extraƱas entre sĆ­, son invitadas a un hotel abandonado ubicado en medio del desierto de IrĆ”n bajo diferentes pretextos. Entre los invitados se encuentra el Dr. Edward Armstrong (Herbert Lom), el detective privado Wilhelm Blore (Gert Frƶbe), el empresario Hugh Lombard (Oliver Reed), la estrella cinematogrĆ”fica internacional Ilona Morgan (StĆ©phane Audran), el juez Arthur Cannon (Richard Attenborough), el artista de cabaret Michel Raven (Charles Aznavour), el General AndrĆ© SalvĆ© (Adolfo Celi), la secretaria Vera Clyde (Elke Sommer), y una pareja de sirvientes compuesta por Otto Martino (Alberto de Mendoza) y su esposa Elsa (Maria Rohm). Una vez que todos asisten a la cena durante su primera noche en el lugar, se percatan que su misterioso anfitriĆ³n, un hombre que asegura llamarse U. N. Owen (cuya voz pertenece a Orson Welles), parece no encontrarse en las inmediaciones. TambiĆ©n reparan en el hecho que en todas las habitaciones estĆ” colgada una peculiar y macabra rima infantil, que hace alusiĆ³n a la figura de diez indiecitos que gradualmente pierden la vida de diversas maneras. La confusiĆ³n de los invitados rĆ”pidamente se convierte en terror cuando una siniestra voz emerge de un lugar indeterminado del hotel, acusĆ”ndolos de una serie de crĆ­menes que hasta ahora no han sido detectados por las autoridades, y por lo tanto no han recibido el castigo que se merecen. Pese a que todos niegan ser responsables de los crĆ­menes que se les imputan, uno por uno los invitados comienzan a ser asesinados, lo que obliga a los sobrevivientes, quienes estĆ”n imposibilitados de escapar del lugar o comunicarse con el resto del mundo, a descubrir la verdadera identidad de su anfitriĆ³n antes de que sea demasiado tarde.


AdemĆ”s de estar fuertemente influenciada por “Murder on the Orient Express”, cosa que Towers explotĆ³ desvergonzadamente en los boletines de prensa, “Ten Little Indians” presenta algunos paralelos con el entonces popular subgĆ©nero del giallo. El nexo entre la obra de Christie y el giallo no resulta tan descabellado, mĆ”s aun si se tiene en cuenta que uno de los pioneros del llamado thriller a la italiana, Mario Bava, no solo admitiĆ³ que una de sus pelĆ­culas, “Ecologia del delitto / A Bay of Blood” (1971), estĆ” directamente inspirada en el manoseado relato de la escritora britĆ”nica, sino que ademĆ”s otra de sus obras, “5 bambole per la luna d´agosto / Five Dolls for an August Moon” (1970), es bĆ”sicamente una copia aun mĆ”s fiel de la misma novela. Es el tono sĆ³rdido que posee “Ten Little Indians”, el cual no es apreciable en otras versiones de la historia, y la presencia de un asesino enguantado que no solo utiliza diversos mĆ©todos para despachar a sus vĆ­ctimas, sino que ademĆ”s su identidad reciĆ©n es revelada al final de la pelĆ­cula, lo que acerca al film del britĆ”nico Peter Collinson a los terrenos del giallo. Si ademĆ”s se considera el hecho que la historia carece de un representante de la ley que lidere la investigaciĆ³n de los asesinatos, y la misantropĆ­a que caracteriza a gran parte de los personajes que interactĆŗan en la trama, y que en gran medida es responsable de la situaciĆ³n en la que se encuentran, “Ten Little Indians” perfectamente podrĆ­a ser considerada como una producciĆ³n que comparte mĆ”s elementos con el thriller a la italiana que con el resto de las adaptaciones de la obra de Agatha Christie que se realizaron durante los aƱos setenta y ochenta. Por Ćŗltimo, la participaciĆ³n del director de fotografĆ­a Fernando Arribas y del compositor Bruno Nicolai, quienes previamente habĆ­an participado en algunos giallos, tambiĆ©n son parte fundamental de la estĆ©tica y el tono que distingue a “Ten Little Indians” de obras como “Murder on the Orient Express” o “Death on the Nile” (1978).

Peter Collinson por su parte, quien es recordado principalmente por haber sido el director de “The Italian Job” (1969), no era ajeno a las historias ligadas al thriller psicolĆ³gico, ya que previamente habĆ­a dirigido dos modestos pero interesantes representantes del gĆ©nero titulados “Fright” (1971) y “Straight on Till Morning” (1972). Es a raĆ­z de esto que Collinson logra sacarle el mĆ”ximo provecho posible al escenario claustrofĆ³bico donde se desarrolla el film. Mediante el uso de Ć”ngulos de cĆ”mara interesantes o a travĆ©s de la inclusiĆ³n de escenas donde distintos muebles se interponen entre la cĆ”mara y la acciĆ³n, el director impide que la pelĆ­cula se torne excesivamente teatral. Lo que es aun mĆ”s interesante es que frecuentemente filma a los personajes desde una cierta distancia, lo que genera la ilusiĆ³n que estĆ”n siendo observados por una figura omnipresente. Si bien el director sale airoso a la hora de intentar otorgarle un tono distintivo a una historia bastante conocida, otros aspectos de la pelĆ­cula no funcionan de la manera esperada. No solo la subtrama romĆ”ntica entre los personajes de Oliver Reed y Elke Sommer termina careciendo completamente de interĆ©s, bĆ”sicamente por la escasa quĆ­mica que existe entre ambos actores, sino que ademĆ”s la revelaciĆ³n final no tiene las dosis de suspenso que se supone deberĆ­a tener. Por Ćŗltimo, en un curioso intento por otorgarle un toque de originalidad al film, en la versiĆ³n internacional de “The Little Indians” se incluyĆ³ una subtrama concerniente a dos espĆ­as (Teresa Gimpera y Rick Battaglia) que intentan rastrear el origen de las figuras de los diez indiecitos que adornan la mesa del comedor del hotel, y que son utilizadas por el asesino para marcar cada una de las muertes. Esta subtrama es tan irrelevante y anticlimĆ”tica, que su omisiĆ³n no altera en lo mĆ”s mĆ­nimo el desarrollo de la historia. 


Las actuaciones en general son algo irregulares, lo que no resulta demasiado extraƱo considerando que varios miembros del elenco no hablaban inglĆ©s y por lo tanto su voz tuvo que ser doblada. Dentro de los actores que se destacan estĆ”n Herbert Lom y Richard Attenborough, quienes logran interpretar de manera convincente sus respectivos roles, aun cuando Attenborough mĆ”s tarde reconocerĆ­a que solo trabajĆ³ en “Ten Little Indians” porque estaba intentando juntar el dinero suficiente para llevar a cabo un proyecto personal que eventualmente se convertirĆ­a en el film “Gandhi” (1982). Oliver Reed por su parte, quien tambiĆ©n expresĆ³ no sentirse demasiado orgulloso con el resultado de la cinta, interpreta con cierto desgano a su personaje durante todo el transcurso de la historia, pese a la importancia que tiene Hugh Lombard en la resoluciĆ³n del misterio. Por Ćŗltimo, la participaciĆ³n de Charles Aznavour resulta a lo menos curiosa, ya que lo mĆ”s importante que hace antes de convertirse en la primera vĆ­ctima del asesino, es interpretar su entonces famosa canciĆ³n “The Old Fashioned Way”. Debido a todos los problemas que presenta “Ten Little Indians”, entre los que se encuentra una banda sonora que ha envejecido de muy mala manera, la pelĆ­cula fue duramente denostada por la crĆ­tica de la Ć©poca, en especial cuando la compararon con “Murder on the Orient Express”. Pese a contar con un buen elenco y a sus interesantes paralelos con el subgĆ©nero del giallo, “Ten Little Indians” es un producto que difĆ­cilmente va a llamar la atenciĆ³n de alguien que no sea un entusiasta de los relatos de misterio o de la obra de Agatha Christie, lo que en su momento no impidiĆ³ que Towers intentara comprobar si era cierto aquello que dicen con respecto a que la tercera es la vencida.  

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