Albert Lamorisse además de ser el inventor del famoso juego de mesa Risk, fue un fotógrafo francés que a fines de la década del cuarenta comenzó a producir y dirigir cortometrajes, documentales, y largometrajes. Lamentablemente su carrera como realizador se vería tempranamente truncada, debido a que en 1970 falleció en un accidente aéreo mientras se encontraba en Irán filmando parte un documental titulado “Le Vent des amoureux / The Lover´s Wind” (1978), el cual pretendía mostrar una serie de paisajes desde el punto de vista del viento. Si bien el documental eventualmente sería terminado por su viuda, quien utilizó una serie de notas dejadas por el director, lo que tuvo como resultado que Lamorisse recibiera un Oscar póstumo al mejor documental, la obra más recordada del cineasta sería un mediometraje de aproximadamente 34 minutos de duración titulado “Le Ballon Rouge” (1956). El guion escrito por el propio Lamorisse, cuenta las aventuras y las dificultades que experimenta un niño llamado Pascal (Pascal Lamorisse, el hijo de cinco años de edad del director) luego de capturar un gran globo rojo que estaba atado a un poste de luz, descubriendo en el proceso que el objeto parece tener vida propia. Y es que hay momentos en los que el globo lo sigue como si se tratara de una fiel mascota, mientras que en otras oportunidades se comporta como un burlesco amigo; es así como ambos forman un vínculo prácticamente inseparable, uno que solo un mundo cruel se atrevería a destruir.

A partir de esta sencilla premisa, Lamorisse desarrolla una obra emotiva y de tintes fantásticos, la cual pese a su aparente naturalismo requirió una serie de trucos cinematográficos para transmitir de manera efectiva el mensaje del director. Si bien es fácil imaginar las andanzas del protagonista con su fiel compañero ovalado, la tarea de plasmar en la pantalla la relación que se establece entre ambos se presentó como todo un reto para Lamorisse. Y es que en vez de simplemente utilizar su cámara para retratar un determinado escenario y los personajes que habitan en él, como lo solía hacer durante el rodaje de sus documentales, el cineasta tuvo que utilizar la fotografía, la edición, y el sonido (y algunos hilos realmente delgados), como herramientas para persuadir al espectador que la magia presente en “Le Ballon Rouge” es real, y que por lo tanto el personaje al que hace mención el título del film es un ser vivo, que reacciona y se emociona con aquello que sucede a su alrededor, cosa que logra transmitir sin la necesidad de poseer un rostro o una voz. Todo esto sucede prácticamente desde el momento en el que Pascal se las arregla para apoderarse del globo. Tras correr hasta su escuela con su nuevo amigo y dejárselo encargado al conserje del lugar, el niño regresa a casa feliz por la obtención de su pequeño tesoro. Si bien hasta ese momento no ha ocurrido nada particularmente especial, una vez que su madre arroja el globo por la ventana comienza lo verdaderamente mágico. Y es que en vez de flotar hacia rumbos desconocidos, el globo espera pacientemente a que el niño abra la ventana para así poder entrar al lugar que ahora reconoce como su nuevo hogar.               



Lamorise rodó la totalidad de la cinta en el barrio parisino de Ménilmontant, el cual pese a la belleza de su arquitectura, sus laberínticos callejones, y sus calles empinadas adornadas con adoquines, despierta un cierto grado de melancolía debido su tonalidad grisácea y al daño que exhiben algunos de sus edificios que reflejan las consecuencias de la Segunda Guerra Mundial. Aun cuando el globo rojo rompe la monocromía del escenario y la tristeza que ronda en el ambiente, no todo el mundo parece estar dispuesto a que el color contagie sus vidas. Los adultos por ejemplo, en su mayoría impiden que el globo ingrese a diferentes instituciones como el colegio, la familia, y la iglesia, por lo que a Pascal y a su nuevo amigo no les queda más opción que vagar por las calles parisinas, que parece ser el único lugar donde puedan dar rienda suelta a su amistad sin ningún tipo de ataduras o condiciones. Si bien ahí se ven expuestos a algunos peligros como la lluvia y un grupo de niños envidiosos, también se encuentran con un puñado de personas que están dispuestas a proteger el lazo que han establecido, como por ejemplo un hombre cojo que acompaña a Pascal y cobija al globo bajo su paraguas, o dos monjas que realizan un acto bastante similar. En más de un sentido, “Le Ballon Rouge” rememora otro mediometraje de Lamorisse titulado “Crin Blanc: Le Cheval Sauvage” (1953), el cual relata la relación que se establece entre un niño y un caballo blanco, y las dificultades que ambos deben superar para salvaguardar su amistad.

Con el paso de los años, diversos críticos y estudiosos han interpretado los posibles simbolismos y metáforas presentes en “Le Ballon Rouge”. Si hay algo en lo que casi todos concuerdan, es que uno de los temas principales de la película es la inocencia infantil. A través de los ojos de Pascal, un mundo dominado por el cinismo se transforma en uno que roza lo mágico, donde la imaginación es un requisito básico para subsistir. En ese sentido, llama la atención la secuencia en la que la dupla protagónica va de visita a un mercado. Mientras el globo parece admirarse a sí mismo frente a un espejo, Pascal observa atentamente la pintura de una pequeña niña. Algunos segundos más tarde, ambos se encuentran con una pequeña (Sabine Lamorisse) que viste un vestido blanco y que coincidentemente lleva un globo azul en sus manos. La interacción que se produce entre ambos globos y la pareja de niños, no solo reafirma que el mundo retratado en “Le Ballon Rouge” está dominado por la imaginación infantil, sino que la combinación de colores que se produce (rojo, blanco y azul) es una suerte de llamado por parte de Lamorisse a construir una nueva Francia marcada por el optimismo, la integración, la libertad, y la modernidad. Dentro de este contexto, el globo rojo bien podría representar los sueños propios de la niñez, los cuales pueden ser cultivados y protegidos, o ridiculizados y destruidos por el mundo que los rodea. Igualmente válida es la idea que postula que el globo rojo simboliza la amistad, la espiritualidad, el amor, la infancia, la transcendencia, el triunfo del bien sobre el mal, y la promesa de un mundo mejor, entre otras cosas. Por último, incluso se ha señalado que el final de “Le Ballon Rouge” podría ser interpretado como una metáfora religiosa. Cuando el globo rojo confronta su trágico destino, al igual que Jesucristo su espíritu resucita en cientos de otros globos, quienes aparecen al rescate de Pascal procurando preservar la inocencia del pequeño. 



Además de destacarse por su mensaje y su hermosa fotografía, “Le Ballon Rouge” cuenta con la delicada banda sonora del compositor Maurice Le Roux, la cual suple a los diálogos que son prácticamente inexistentes. Como prueba de las habilidades como contador de historias de Lamorisse, el film ganó el Oscar al mejor guion original, superando a largometrajes como “La Strada” (1954) de Federico Fellini y “The Ladykillers” (1955) de Alexander Mackendrick. Sería tal el éxito de “Le Ballon Rouge”, que algunos años más tarde Lamorisse realizó un largometraje que funcionaba como una suerte de secuela titulado “Le Voyage en Ballon / Stowaway in the Sky” (1960), cuyo protagonista nuevamente era Pascal, quien en esta oportunidad debido a la fascinación que le provoca el globo aerostático de su abuelo (André Gille), decide esconderse dentro para acompañarlo en su travesía por los cielos de Francia. Sería tal la influencia de la obra de Lamorisse, que en el año 2007 el director Hsiao-Hsien Hou filmó “Le voyage du ballon rouge”, película que homenajea a la cinta original. El impacto provocado por “Le Ballon Rouge” no solo se entiende porque el mediometraje se alza como una producción que celebra la niñez y la inagotable imaginación infantil, sino porque además desde el momento en que Lamorisse transforma un simple objeto en un algo mágico, eleva a la historia al nivel de los mitos y las fábulas, otorgándole una trascendencia a la misma que permite que su mensaje sea completamente atemporal.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

| Designed by Colorlib