A
fines de la década del cuarenta, el productor de la Twentieth Century-Fox,
Julian Blaustein, consciente del ambiente creado por la Guerra Fría, el macartismo,
y el miedo a un estallido nuclear, comenzó a albergar el deseo de realizar una
película que hablara acerca de la paz, la cooperación entre países, y la buena
voluntad entre los hombres, pero que al mismo tiempo advirtiera acerca del
peligro que significaba temerle a lo desconocido, y lo perjudicial que era
reaccionar al miedo y al prejuicio con odio y violencia. A raíz de lo mismo,
Blaustein creía firmemente que las Naciones Unidas debían actuar como un ente
fiscalizador en el mundo entero. También estaba convencido que la única manera
de contar una historia que reuniera todas estas ideas y deseos, era mediante el
uso de metáforas. En aquel entonces, él se percató de las altas ventas que
estaban teniendo las revistas de ciencia ficción, y de inmediato pensó que
dicho género era el vehículo perfecto para abordar un tema tan controversial
sin encender las alarmas de los organismos de censura. Después de leer más de
200 historias y novelas, uno de sus asistentes le hizo llegar la historia corta
de Harry Bates, “Farewell to the Master”, que se centraba en la llegada a la Tierra
de un extraterrestre llamado Klaatu y un gigantesco robot de forma humanoide
llamado Gnut. Aun cuando no era un relato particularmente sobresaliente,
Blaustein no podía sacarse una imagen de la cabeza: la de Klaatu intentando comunicarse
con los terrícolas, para luego ser asesinado por uno de ellos porque
representaba algo que la gente no comprendía y por ende temía.
Una
vez que Blaustein encontró su historia, se lanzó a la tarea de intentar
convencer al presidente del Estudio, Darryl F. Zanuck, que autorizara la
producción de una película pacifista y liberal con ideas de izquierda, en medio
del estallido del conflicto con Corea y de la caza de brujas que estaban
realizando los entes censores ligados al macartismo. Luego de un par de
discusiones, Zanuck terminó diciendo, “¡Al diablo con esto! Sigamos adelante.
Es una buena obra de entretenimiento. Estoy convencido de eso.” Edmund H. North
sería el encargado de escribir el guion, e incluir todas las ideas de Blaustein
acerca de una policía intergaláctica, la paz mundial, y una serie de personajes
que no aparecían en la historia de Bates. De hecho, lo único que se mantuvo del
relato original fue la atmósfera de miedo y confusión que rodeaba al
extraterrestre, las intenciones pacifistas de los visitantes, Klaatu y Gnut
(que se convirtió en Gort), y la nave espacial. Por otro lado, el director
Robert Wise siempre fue la primera opción de Blaustein para hacerse cargo del
proyecto, ya que no solo lo habían impresionado sus trabajos previos, sino que
además sabía que Wise compartía gran parte de su ideología, aun cuando él nunca
habló abiertamente de aquello. Quizás el mayor problema para el Estudio y para
el propio Blaustein fue la elección del elenco. Mientras que los ejecutivos
querían que un actor conocido interpretara a Klaatu, Blaustein pensaba que era
mejor contratar a un actor desconocido para así sostener la ilusión que se
trataba de un visitante de otro planeta. Pese a que Zanuck le envió el guion
del proyecto a Spencer Tracy, y que este había aceptado participar en el mismo,
Blaustein finalmente logró sacar a Tracy de la producción. Fue así como
finalmente el productor aseguró la participación del actor británico Michael
Rennie, quien pese a ser conocido en Inglaterra por su trabajo en teatro, en
Norteamérica era un completo desconocido.
Al
inicio de “The Day the Earth Stood Still” (1951), tras el súbito aterrizaje de
un platillo volador en un estadio ubicado en Washington, la prensa y el
ejército rápidamente comienzan a especular si esto significa el fin del mundo o
es otro truco del bloque soviético. De su interior emerge un humanoide llamado
Klaatu (Michael Rennie) y su robot guardián Gort (Lock Martin). Aun cuando
Klaatu declara venir en son de paz, un soldado nervioso le dispara, lo que
provoca que Gort responda con un rayo que de inmediato desintegra todas las
armas del ejército norteamericano. Una vez que Klaatu detiene el ataque de
Gort, el alienígena es llevado a un hospital para intentar salvarle la vida. Cuando
eventualmente le es negada la posibilidad de hablar con todos los líderes
mundiales para entregarles un mensaje que puede salvar a la Tierra, Klaatu
escapa del hospital con el objetivo de averiguar más acerca del planeta al cual
ha arribado. Tras robarse la ropa y el maletín de un tal señor John Carpenter,
nombre que no tarda en adoptar, él se refugia en una pensión donde también vive
Helen Benson (Patricia Neal) y su hijo Bobby (Billy Gray), de quienes aprende
acerca de la humanidad y de sus grandes pensadores, encariñándose con ambos en
el proceso. Cuando Klaatu le pregunta a Bobby quien es el hombre más inteligente
del planeta, él le responde que es el Profesor Jacob Barnhardt (Sam Jaffe), a
quien Klaatu rastrea y le revela su verdadera identidad, con el objetivo que le
ayude a reunir a los científicos más prominentes de la Tierra para explicarles
el temor que despierta en su gente la amenaza que supone la agresividad de los
humanos y sus armas nucleares. ¿Será capaz la humanidad de escuchar la voz de
la razón, o Klaatu seguirá siendo tratado con un enemigo, probando su punto y
provocando posiblemente la eventual destrucción del planeta?
Una
de las características que diferencia a “The Day the Earth Stood Still” de gran
parte de las cintas de ciencia ficción que se realizaron a principios de la
década del cincuenta, es que no pierde el tiempo introduciendo a personajes secundarios
irrelevantes ni desviando la atención hacia subtramas que poco aportan a la
historia. Para lograr aquello, el director Robert Wise se preocupó que gran
parte de las escenas del film y sus respectivos diálogos, se centraran en
reforzar la trama principal. De hecho, la historia encierra muy pocos
misterios. Acorde con el mensaje que deseaba entregar Blaustein, Klaatu es un
emisario afable y razonable que busca advertirle a la humanidad acerca de los
peligros que encierra su propia agresividad. Irónicamente, desde el momento en
que emerge de su nave espacial se ve enfrentado a la agresividad de casi todos
los que entran en contacto con él, reforzando la idea que la gente sustituye la
razón por el miedo. Una y otra vez sus intentos de dialogar con los hombres y
sus respectivos líderes son confrontados a la violencia o a diversas excusas
que tratan de explicar porqué no se puede producir el diálogo. Lo más
importante es que el mensaje antibélico que posee el film jamás es oscurecido,
aun cuando existe la posibilidad que el poder de Gort sea utilizado para
destruir a la humanidad. Por ejemplo, en una determinada escena cuando Klaatu
le informa a Bobby que en su mundo no existen las guerras, Bobby de inmediato
le responde, “¡Cielos, esa es una buena idea!” Para cuando termina la película,
al espectador solo le resta preguntarse acerca del real impacto de la visita de
Klaatu y sopesar el mensaje de fondo de la historia y sus numerosos guiños
religiosos.
A
diferencia de lo que sucede en “Farewell to the Master”, donde luego que Klaatu
es asesinado se revela que Gnut posee una máquina para hacer innumerables clones
de su compañero, el guion escrito por North contemplaba la resurrección de
Klaatu. Cuando los organismos de censura se enteraron de esto, lo tildaron como
una blasfemia ya que según ellos solo Dios tenía el poder de resucitar a las
personas. Por este motivo, North no solo se vio obligado a cambiar ese detalle
de la trama, lo que desembocó en que Klaatu solo vuelva a la vida de manera
temporal, sino que además tuvo que agregar una línea de diálogo donde el
alienígena especifica que el poder de la resurrección “solo está reservado para
el Espíritu Todopoderoso.” Pese a estos cambios, la alegoría cristiana está
bien documentada. Klaatu desciende de los cielos con poderes sobrenaturales,
guiado por sus buenas intenciones y su sabiduría, se sacrifica por la
humanidad, y finalmente vuelve a la vida para entregar una última enseñanza antes
de ascender a los cielos. North incluso le otorga el seudónimo de John
Carpenter al visitante interplanetario, quien no solo comparte las iniciales
con Jesucristo, sino que además su apellido en español significa carpintero. North
nunca habló acerca de la inclusión de estos guiños con Blaustein o Wise, con la
esperanza que fuera lo suficientemente sutil como para que ellos no se dieran
cuenta de su existencia. Según el propio Wise, él no se percató de este
subtexto durante el rodaje de la película, aun cuando es tan evidente como el
mensaje antibélico que posee la historia.
Michael
Rennie hace un estupendo trabajo como Klaatu, un alienígena cuyos poderes solo
se igualan con su calma. Su personaje es inteligente, encantador, y
educadamente insistente en su deseo por comunicar su mensaje, lo que no impide
que sus amenazas de destruir la Tierra si comprueba que la humanidad es un
peligro para el resto de los habitantes del universo resulten absolutamente
verosímiles. El resto del elenco también realiza una espléndida labor, desde
Patricia Neal hasta Billy Gray. Por otro
lado, “The Day the Earth Stood Still” también cuenta con una serie de sencillos
pero cumplidores efectos especiales cortesía de Fred Sersen, que no solo le
otorgan credibilidad a la historia sino que además sirven para alivianar el
tono de un film que es bastante serio y dramático. Por último pero no por eso
menos importante, se encuentra la banda sonora compuesta por Bernard Herrmann,
la cual entre otras cosas gracias a la inclusión de un instrumento eléctrico llamado
theremin, resulta ser melódica, hipnotizante, y escalofriante por partes
iguales. En gran medida, “The Day the Earth Stood Still” es una armoniosa
amalgama de todo lo bueno que puede ofrecer el género de la ciencia ficción, lo
que la convierte en una película entretenida que además invita a pensar al
espectador, razón por la cual usualmente es considerada junto a “The Thing From
Another World” (1951) como las dos producciones que se encargaron subirle la vara
a las cintas de ciencia ficción que estaban por venir, de las cuales muy pocas
llegaron a los niveles de excelencia exhibidos por el film de Robert Wise.
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