Cuando
en 1971 se publicó “The Exorcist”, el relato no tardó en dominar el mundo
literario. La novela escrita por William Peter Blatty se convirtió en un
gigantesco bestseller, llamando la atención de la industria cinematográfica que
en 1972 dio inicio a la producción de una adaptación dirigida por William
Friedkin y escrita por el mismo Blatty, la cual sería estrenada al año
siguiente. Contrario a lo que se podría suponer, “The Exorcist” (1973) no fue
realizada o publicitada pensando en el público que habitualmente asistía a las
salas de cine a ver películas de terror. Los Estudios Warner Bros.,
responsables de la producción del film, optaron por comercializarlo como si se
tratara de un evento masivo, prometiendo la inclusión de las escenas más
aterradoras de la historia del cine. Esto provocaría que “The Exorcist” se
convirtiera en la cinta más exitosa en los Estados Unidos aquel año, y que
recaudara alrededor de $400 millones de dólares a nivel mundial. Este fenómeno
comercial tendría un fuerte impacto entre los productores y los directores de
cine ligados al género del horror, quienes de inmediato intentarían capitalizar
esta fiebre por el tema del exorcismo. Los momentos más recordados de la cinta
de Friedkin, como por ejemplo los estallidos verbales y físicos de la persona
poseída, y el escalofriante proceso de exorcismo que representa la eterna lucha
entre Dios y el Diablo, rápidamente se convirtieron en clichés del recientemente
creado subgénero concerniente a las películas de exorcismos.
Algunos
cineastas españoles ligados al género fantástico también quisieron sacar
provecho de esta tendencia con la esperanza, en algunos casos, que sus
películas fuesen estrenadas antes de la llegada de “The Exorcist” a España.
Mientras que Amando de Ossorio realizó “La Endemoniada” (1975) en tan solo
siete días, Jesús Franco filmaría “L'éventreur
de Notre-Dame / El Sádico de Notre Dame”
(1975), donde se encargaba de interpretar a un enloquecido ex sacerdote que
cree tener el don de visualizar los pecados ajenos y expulsar los demonios de
los posesos. Sin embargo, sería el actor y director Jacinto Molina, más
conocido como Paul Naschy, quien causaría un gran impacto con la película
“Exorcismo” (1975), la cual sería escrita y protagonizada por él. Naschy
siempre aseguró que él había escrito el guion tres años antes que Friedkin
estrenara “The Exorcist”, ofreciendo como prueba de aquello el registro del
guion que realizó en la Sociedad de Autores. “Yo escribí el guion mucho antes
que ´The Exorcist´ fuese realizada,” declaró Naschy en una ocasión a la revista
Videooze. “Lo gracioso de todo el asunto es que intenté venderlo y nadie me
prestó atención. Cuando ´The Exorcist´ se estrenó, me llamaron e hicimos la
película de inmediato.” Bajo el alero de la productora catalana Profilmes, el
guion original de Naschy se sometería a algunas modificaciones cuyo objetivo
era tomar ventaja de los elementos más llamativos de la cinta de Friedkin. El
director de “Exorcismo”, Juan Bosch, también participaría en parte de las
modificaciones que sufrió el guion una vez que se involucró en el proyecto, atribuyéndose
el crédito algunos años más tarde de una de las escenas más recordadas de la
película, la cual tiene relación con la mascota de la protagonista y el
personaje interpretado por Naschy.
En “Exorcismo”, poco
después de verse envuelta en un ritual efectuado por un grupo de adoradores de
Satán, y tras sufrir un accidente automovilístico, una joven aristócrata
inglesa llamada Leila (Grace Mills/Mercedes Molina) comienza a comportarse de
manera extraña sin motivo aparente. A la aparición de súbitos estallidos de
violencia verbal, se suma un odio inexplicable por su familia y por todos
quienes la rodean. Preocupado por el comportamiento de la muchacha, su
hermanastro John (Joan Llaneras) decide contactar al Padre Adrian Dunning (Paul
Naschy), quien es un viejo amigo de la familia, para que la visite y determine si
está sucediendo algo extraño con ella. Tras conversar brevemente con Leila y
con su madre (María Perschy), y concluir que su comportamiento está ligado a su
inmadurez, el Padre Dunning regresa tranquilo a su domicilio. Sin embargo, poco
tiempo después de su visita, John es brutalmente asesinado, lo que coincide con
el empeoramiento de la supuesta crisis nerviosa de la joven. Cuando otras
personas cercanas a la familia comienzan a ser asesinadas, y luego que el
médico de cabecera de Leila, el Dr. Lewton Buchanan (Jordi Torras), se declara
incapaz de explicar que es lo que está sucediendo con ella, el Padre Dunning comienza
a sospechar que quizás Leila es víctima de una posesión demoníaca. Haciendo uso
de sus conocimientos en el campo de lo sobrenatural y de su cercanía al tema de
los exorcismos, el Padre Dunning hará todo lo posible por ayudar a Leila y
descubrir cual es su nexo con los crímenes, aun cuando eso signifique poner en
riesgo su propia vida.
A medida que se va
desarrollando la historia, se hace evidente que existen una serie de
diferencias entre “Exorcismo” y el film de William Friedkin. Para comenzar, en
la película de Bosch el mal que posee a la protagonista proviene del hombre, no
de Satán. Esto provoca que la explicación a lo que le está sucediendo a Leila no
tenga un trasfondo necesariamente religioso, ya que todo es producto de la
naturaleza siniestra del ser humano y de sus oscuras obsesiones. Según
declararía el propio Naschy en una entrevista, “´The Exorcist´ es acerca de un
demonio que posee a una jovencita, mientras que en ´Exorcismo´ es el espíritu
de un padre el que posee a su propia hija.” Aunque a primera vista esto puede
tener poca importancia, el tono de la trama se torna bastante más sórdido si se
considera el acto de posesión como una suerte de incesto sobrenatural. Es el
padre de Leila quien la visita en su propia cama, y es ella quien lo acepta,
gimiendo acerca del amor que siente por su amo. Por lo tanto, más allá de los
elementos que la atan al género del horror, “Exorcismo” es una película acerca
de una familia que ha sido condenada por los pecados del patriarca, quien
voluntariamente decidió descender a un infierno de inmoralidad y locura. Otra
diferencia importante que existe entre ambas producciones, es que el film
español posee una subtrama policial cuyo desarrollo se acerca bastante al
subgénero del giallo. La aparición de varios cadáveres cuyas cabezas se
encuentran completamente rotadas hacia atrás, provoca el desconcierto del Padre
Dunning, quien curiosamente se convierte en el principal sospechoso de la
policía. Por último, la primera diferencia que salta a la vista entre la cinta
de Friedkin y la de Bosch, es la disparidad entre sus presupuestos y sus
calendarios de filmación. Mientras que la producción norteamericana contó con
un presupuesto de 12 millones de dólares y se rodó en un lapso de seis meses, su
contraparte española contaba con un presupuesto insignificante y se filmó en un
poco menos de dos meses.
Curiosamente, los
problemas que presenta “Exorcismo” no nacen precisamente de su escaso
presupuesto. Por un lado, las actuaciones en general son bastante discretas,
con la sola excepción de Paul Naschy quien interpreta con aplomo a un sacerdote
lo suficientemente interesante y carismático, como para que el espectador
decida invertir tiempo en descubrir como va a resolver la encrucijada policial
y sobrenatural en la que se ve involucrado. La otra gran falencia de la
película es su trama y la forma como es narrada por Bosch. Además de presentar
serios problemas de ritmo que provocan que la cinta por momentos se torne
tediosa, “Exorcismo” exhibe un tono inconsistente durante prácticamente todo su
metraje, lo que tiene como consecuencia que la historia funcione de manera
intercalada como un thriller de misterio, un drama familiar, y un relato de
horror sobrenatural. Con respecto a esto último, llama la atención que pese a
tratarse de un producto inspirado en “The Exorcist”, la cinta de Bosch solo le
dedique los últimos diez minutos del film al tan anunciado exorcismo. Aun
cuando la transformación de Leila en un ser demoníaco ocurre de manera abrupta,
ya que previamente casi todos parecen creer que simplemente se comporta como
una niña malcriada, el clímax de la historia es probablemente el momento mejor
logrado de toda la película, en especial por el trabajo de maquillaje realizado
por Adolfo Ponte y Manolita G. de Ponte, quienes son los grandes responsables del
aspecto aterrador y repugnante de la protagonista una vez que ha sido
completamente poseída por el espíritu de su padre. Más allá de su tramo final y
la siempre interesante presencia de Naschy, “Exorcismo” tiene poco más que
ofrecer. Es sencillamente un producto curioso, que en su momento fue todo un
éxito en España, y que además de invitar al espectador a interpretar el final
abierto de la historia, lo reta a resolver el misterio del asesinato de una
criada llamada Sandra (Marta Avilés), el cual ocurre después de que atrapan al
responsable de los otros crímenes y cuya solución jamás es revelada por Juan
Bosch.
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