El subgénero cinematográfico de las Road Movies es por
esencia norteamericano. Aun cuando este tipo de películas son herederas de la
tradición literaria del viaje iniciático que se remonta a la odisea homérica,
su surgimiento está ligado a dos fenómenos que marcaron profundamente a la
sociedad norteamericana. Por un lado, las road movies nacen como una suerte de
metáfora del desarrollo cultural, económico y social experimentado por Norteamérica
una vez que finalizó la Segunda Guerra Mundial. Al mismo tiempo, gran parte de estas
películas pretendían situar al automóvil como un símbolo del poder industrial que
ostentaba el país del norte. Esta tendencia comenzó a adquirir fuerza a partir
de la década del cincuenta, época durante la cual empezaron a proliferar los
autocines cuyo público mayoritario solían ser adolescentes. Para este nuevo
tipo de espectador, el automóvil se convirtió en una metáfora de independencia
y libertad, ya que no solo era un objeto que le otorgaba un cierto grado de
privacidad a su dueño, sino que además le permitía ir donde quisiera. Importante
es señalar que para los protagonistas de las road movies no solo se trata de viajar
desde el punto A al punto B, sino que dicho proceso se convierte en una
experiencia transformadora marcada por el autodescubrimiento. Encuentros
fortuitos, experiencias vividas, desafíos superados, y descubrimientos
realizados son parte de esta clase de historias, las cuales por lo general presentan
una estructura episódica. Tomando todos estos paradigmas e impulsado por el
éxito del film “Easy Rider” (1969) de Dennis Hopper, el guionista Guillermo
Cabrera Infante escribió una historia bajo el seudónimo de Guillermo Cain, la
cual se basó en dos hechos reales: la desgraciada carrera profesional de un
policía de San Diego y el fallecimiento de un hombre que tras participar en una
persecución automovilística a alta velocidad, terminó estrellándose contra una
barricada policial. Dicha historia se convertiría en la cinta “Vanishing Point”
(1971), la cual al igual que la película de Hopper, se preocuparía por retratar
gran parte de la contracultura reinante en aquella época, como por ejemplo el
sentimiento de rebelión juvenil, el uso de drogas, la libertad sexual, y el
rock and roll.
“Vanishing Point” comienza con la imagen de dos
gigantescos tractores posicionados en medio de un camino que atraviesa un
polvoriento pueblo de California, con el objetivo de conformar una barricada.
Como es posible ver a través de flashbacks, dicha barricada espera a Kowalski (Barry
Newman), un piloto solitario que se dedica a recoger y entregar automóviles, el
cual le ha apostado a un amigo que es capaz de viajar desde Denver a San
Francisco en tan solo 15 horas a bordo de un Dodge Challenger de 1970. A medida
que Kowalski conduce implacablemente por la carretera que une ambas ciudades, huyendo
de la policía y de una serie de personajes que va encontrando en su camino, se
insertan otros flashbacks que se centran en su vida pasada y que ayudan a
comprender mejor su actitud desafiante y autodestructiva. Tras haber oficiado
como policía, piloto de bólidos, y soldado en la Guerra de Vietnam, y tras perder
a su novia en un extraño accidente de surf, Kowalski está inmerso en una racha
fatalista de la que espera escapar mediante la realización de un acto
temerario, que sirva también para mostrar su profundo desprecio por la sociedad
que lo rodea. En su particular cruzada también participa un disc-jockey ciego conocido
como DJ Super Soul (Cleavon Little), quien una vez que se entera de la misión
autoimpuesta de Kowalski, decide ayudarlo desde su estación de radio
otorgándole información acerca de la posición de los oficiales de policía que
amenazan con terminar abruptamente su viaje. Y es que para Super Soul, Kowalski
es “el último héroe americano, el centauro eléctrico, un semidiós, el súper
piloto del oeste dorado, la última alma libre del planeta.”
Que la premisa sea sencilla permite que la acción se haga
presente casi de inmediato en el film y que no se detenga hasta el sorpresivo
acto final. El director Richard C. Sarafian se preocupa de capturar en detalle
cada maniobra alocada de este adrenalínico viaje, desde los saltos vertiginosos
hasta los frenéticos cambios de velocidades realizados por el protagonista a
bordo del veloz Dogde Challenger. Debido a su estructura episódica, las
secuencias de acción están conectadas mediante la utilización de una galería de
canciones provistas por la estación de radio de Super Soul, lo que permite que
exista una gran variedad de temas musicales que aparecen en rápida sucesión. Rock,
góspel y jazz son parte de los géneros musicales que son utilizados para
acompañar las aventuras de Kowalski, los cuales complementan de manera perfecta
la energía presente en las imágenes caóticas y los personajes delirantes que
aparecen a lo largo del film. En “Vanishing Point” también hay espacio para el
simbolismo religioso, principalmente en aquellas escenas donde Kowalski se
aleja de la carretera Interestatal para perderse en el desierto. Es ahí donde
conoce a un viejo (Dean Jagger) que caza serpientes para una comunidad local de
sanadores de fe liderados por el Reverendo J. “Jessie” Hovah (Severn Darden). Durante
su recorrido, Kowalski también conoce a un motociclista hippie muy en el estilo
de los protagonistas de “Easy Rider”, cuya novia conduce una motocicleta completamente
desnuda por el desierto, al demencial conductor de un automóvil marca Jaguar
que lo reta a una carrera, a una violenta pareja de autoestopistas
homosexuales, y a gran parte de los integrantes de la policía de caminos de
Norteamérica.
Mucho se ha discutido acerca del funcionamiento de “Vanishing
Point” como una metáfora sobre la importancia de la libertad individual dentro
de una sociedad construida en base a la imposición de reglas comunes. Mientras
que algunos comparten la visión de Super Soul, y sitúan a Kowalski como un
héroe que ha decidido rebelarse contra un sistema que lo ha defraudado en
múltiples oportunidades, otros han señalado que el protagonista huye del
sentimiento de rebelión reinante durante la década del sesenta con el mismo
fervor que huye de las figuras de autoridad que tanto desprecia. Por lo tanto,
sería justo suponer que Kowalski no ha comenzado este viaje para encontrarse a
sí mismo, o para descubrir la verdadera Norteamérica, sino que lo ha hecho para
huir de la vida misma, teoría que se vería reforzada por el último acto que el
protagonista realiza a bordo del Dodge Challenger, y que tiene estrecha
relación con los dos tractores con los que comienza el film. Según lo declarado
por Barry Newman en una entrevista que le otorgó el 2006 a la revista Motor
Trend, “Para Kowalski, existía un agujero por el cual podía escapar. Aquello
simbolizaba que no importa que tanto te presionen o te persigan, nadie puede
arrebatarte la libertad y siempre va a existir una vía de escape.” Newman también
declaró en aquella ocasión que “Vanishing Point” era básicamente un ensayo
sobre el existencialismo. “Kowalski conduce por conducir, sin la necesidad de
otorgarle un propósito a lo que está haciendo. Es él quien decide que sentido
tiene su vida, y lo hace con completa libertad sobre sus acciones.” Richard C.
Sarafian por su parte, en alguna oportunidad explicó que su intención era relatar
la historia de Kowalski desde el prisma de la metafísica. Para el director, el
viaje emprendido por el protagonista es tan solo una parada temporal de alguien
que está a punto de cruzar de un mundo existencial a otro, idea que se ve
reforzada por la letra de la canción que acompaña los últimos momentos de la
película, la cual habla sobre el destino desconocido del alma humana una vez
que esta abandona su recipiente terrenal.
El aspecto del film que más afectado se ha visto por el
paso del tiempo, es la facilidad con la que Kowalski evade a las autoridades
durante el transcurso de la historia. En el mundo moderno, el protagonista difícilmente
hubiese podido librarse del acoso de las cámaras, las transmisiones en vivo, o
de la vigilancia satelital, más aun si su particular cruzada termina siendo de
conocimiento público gracias a la cobertura otorgada por Super Soul. De todas
formas, esto al final del día tiene poca importancia porque “Vanishing Point” es
básicamente el relato de un hombre y el misterio que encierra su vida, todo esto
enmarcado en una cinta dominada por la adrenalina y el rugir del motor del
Dodge Challenger. Y es que la película de Richard C. Sarafian deja bastante a
la imaginación, entregando solo pequeñas pistas que ayuden al espectador a unir
los puntos que le permitan sacar sus propias conclusiones. Afortunadamente para
el funcionamiento de la cinta, Barry Newman realiza un buen trabajo
interpretando a Kowalski y exteriorizando la disconformidad que él siente con
el mundo que lo rodea y con varios aspectos de su vida, todo esto pese a la
escasez de diálogos que tiene su personaje. “Vanishing Point” es una película
dinámica que mezcla altas dosis de acción con un análisis interesante de la
psicología de su protagonista, pero que en algunos aspectos no funciona de la
manera esperada, cosa que se ha hecho más evidente con el paso de los años, lo
que de todas formas no le resta atractivo a un producto tan singular que motivó
la realización de un remake pensado para la televisión en el año 1997, de la
mano del director Charles Robert Carner y protagonizado por Viggo Mortensen, el
cual lamentablemente carece completamente del encanto que ostenta el film
original.
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