A principios de la dĆ©cada del cincuenta, el productor Irvine H. Millgate conociĆ³ a Jack H. Harris, un distribuidor que deseaba producir sus propias pelĆ­culas. Cuando ambos se encontraban promocionando un film relacionado con los Boy Scouts de AmĆ©rica por el paĆ­s, en una de las tantas conversaciones que Harris tuvo con Millgate, el distribuidor aprovechĆ³ de comentarle como serĆ­a la pelĆ­cula que realizarĆ­a algĆŗn dĆ­a; “Va a ser una pelĆ­cula de monstruos. SerĆ” en color y no en blanco y negro. No puede ser entretenciĆ³n sin contenido. Debe presentar personajes creĆ­bles, y lo mĆ”s importante, debe incluir un monstruo Ćŗnico en su clase, algo nunca antes visto. Y el mĆ©todo para eliminarlo debe ser algo que podrĆ­a haber sido cocinado por mi abuela en su horno.” Casi un aƱo despuĆ©s de su viaje promocional por el paĆ­s, Harris llamĆ³ a Millgate para decirle, “¡Lo tengo, lo tengo, oh Dios, lo tengo! `The Molten Meteor`, una forma mineral que consume carne humana al contacto. No puedes quemarla, no puedes disolverla con Ć”cido, no puedes dispararle. La Ćŗnica cosa que puedes hacer es congelarla.” Con todo esto en mente, Millgate desarrollarĆ­a una historia que posteriormente Harris presentarĆ­a en Valley Forge Films, una pequeƱa productora encabezada por Irvin S. Yeaworth, la cual habĆ­a realizado cientos de programas de bajo presupuesto para la televisiĆ³n. Aunque inicialmente Yeaworth no se mostrĆ³ demasiado entusiasmado con el proyecto, eventualmente reconociĆ³ que el gĆ©nero de la ciencia ficciĆ³n tenĆ­a el potencial suficiente para lanzar su carrera como director. Tras asignarle un presupuesto de $120.000 dĆ³lares a la producciĆ³n, la historia de Millgate sufriĆ³ una serie de modificaciones a manos de numerosos guionistas, entre los que se encontraba la esposa de Yeaworth, hasta que finalmente Theodore Simonson y Kay Linaker confeccionaron el guion definitivo, el cual serĆ­a rechazado por varios Estudios antes que la Paramount se interesara en el proyecto y decidiera financiar la producciĆ³n.

La historia de “The Blob” (1956) se desarrolla en un pequeƱo pueblo rural de Pensilvania, donde cierta noche una pareja de adolescentes conformada por Steve Andrews (Steve McQueen) y Jane Martin (Aneta Corsaut), ve caer un meteorito en el bosque cercano al lugar donde se encuentran. Poco antes que Steve llegue al sitio del suceso, un anciano (Olin Howland) encuentra el meteorito y tras golpearlo con un palo, de su interior emana una especie de gelatina que termina adhiriĆ©ndose a su mano. Tras huir despavorido del lugar, el anciano termina siendo impactado por el vehĆ­culo de Steve, quien de inmediato lo lleva a la consulta del Doctor Hallen (Stephen Chase) en busca de ayuda. Luego de enviar a Steve y Jane a reunir mĆ”s informaciĆ³n al sitio del impacto, y poco antes de intentar amputar el brazo del anciano, el cual estĆ” siendo consumido por la extraƱa sustancia que estĆ” adherida a su extremidad, el Dr. Hallen ve con horror como la masa devora por completo a su paciente, para luego atacar a su enfermera y finalmente atacarlo a Ć©l. En su calidad de testigos presenciales, Steve y Jane acuden a la policĆ­a para relatar lo sucedido. Sin embargo, ante la inexistencia de pruebas que validen su increĆ­ble historia, el Sargento Bert (John Benson) toma todo el asunto como una simple broma adolescente. Convencidos que la masa extraterrestre, la cual aumenta de tamaƱo cada vez que se alimenta, puede acabar con la vida de todos los habitantes del pueblo, Steve y sus amigos harĆ”n todo lo posible por alertar a sus conocidos del peligro que supone esta peculiar amenaza, la cual ademĆ”s parece ser completamente indestructible. 

A medida que el drama se va desarrollando, comienza a evidenciarse que los adolescentes del pueblo no pueden evitar proyectar su angustia en la masa, al punto que el monstruo termina convirtiĆ©ndose en un medio para alcanzar su redenciĆ³n ante una sociedad que no los toma en serio y que los criminaliza sin razĆ³n aparente. De hecho, durante el transcurso del film se sugiere que para algunos adultos, los Ćŗnicos que amenazan la aparente tranquilidad del pueblo son los adolescentes encabezados por Andrews. Esto provoca que en un principio Steve no solo falle a la hora de convencer a la policĆ­a acerca de lo sucedido en la consulta del Dr. Hallen, sino que ademĆ”s su propio padre (Hugh Graham) ponga en duda su historia. Es dentro de esta dinĆ”mica que las identidades de los adolescentes y la masa se entrelazan, forjĆ”ndose una conexiĆ³n que los une inexorablemente. Con esto en mente, no resulta extraƱo que a medida que la masa aumenta de tamaƱo, tambiĆ©n aumenta la habilidad de persuasiĆ³n de Andrews. Para cuando la historia estĆ” en su tramo final, Ć©l ha captado exitosamente la atenciĆ³n de todos los habitantes del pueblo, quienes se muestran dispuestos a seguirlo en su cruzada contra el monstruo. Lo que es aun mĆ”s significativo y que obviamente no es una coincidencia, es que el instrumento que asomarĆ” como parte de la soluciĆ³n definitiva para destruir al monstruo, los extintores de fuego, son encontrados al interior de la escuela local. “QuizĆ”s los jĆ³venes son capaces de incubar buenas ideas” pareciera decir Irvin S. Yeaworth a lo largo de la cinta, mensaje que cobra mayor relevancia a medida que la masa se convierte en una amenaza mĆ”s tangible.

Dentro del guion de “The Blob” tambiĆ©n es posible identificar una crĆ­tica abierta a la sociedad norteamericana de la dĆ©cada del cincuenta, en especial a la creciente cultura del consumismo. Tras emerger del meteorito y atacar la consulta del Dr. Haller, la masa principalmente aparece en establecimientos orientados al consumo: una sala de cine, un restaurante, y una tienda de abarrotes. Lo que es aun mĆ”s interesante, es que el monstruo no solo intenta devorar a los clientes de estos lugares, sino que ademĆ”s hace todo lo posible por destruir dichos establecimientos. Otra de las crĆ­ticas que desliza la pelĆ­cula tiene relaciĆ³n con la actitud inquisidora exhibida por ciertos grupos de personas a principios de los cincuenta, la cual fue generada en gran medida por el surgimiento del macartismo y el miedo al comunismo. Y es que claramente existen paralelos entre la masa, que bĆ”sicamente es una criatura extraƱa de color rojo que se alimenta del miedo de los individuos a los cuales ataca, y el movimiento del macartismo el cual fue tomando fuerza gracias a que el infame Senado Joseph McCarthy explotĆ³ indiscriminadamente el temor casi irracional que provocaba el comunismo en aquel entonces. 

Aunque los temas que trata la cinta son interesantes, “The Blob” adquiriĆ³ relevancia gracias a sus precarios pero atractivos efectos especiales, a su pegadizo tema central escrito por Burt Bacharach y Hal David, pero acreditado por asuntos legales a Ralph Carmichael, y al carisma de su protagonista cuyo comportamiento dentro del set de filmaciĆ³n fue en extremo conflictivo, al punto que su relaciĆ³n con su co-estrella Aneta Corsaut se vio marcada por el odio mutuo. En relaciĆ³n al proceso de creaciĆ³n de la masa devoradora, Bart Sloane, quien fue acreditado como el encargado de los efectos especiales, el director de arte, y el animador de la secuencia de crĆ©ditos inicial del film, pensĆ³ que serĆ­a mĆ”s sencillo trabajar con silicona. Sin embargo, eso estarĆ­a lejos de ser cierto. Afortunadamente para Ć©l, la compaƱƭa 3M, que en aquel entonces era el principal proveedor de silicona de NorteamĆ©rica, mostrĆ³ cierto interĆ©s en el proyecto, por lo que decidiĆ³ enviar a un cientĆ­fico al set de filmaciĆ³n para que ayudara a solucionar los problemas que pudiesen presentarse al manejar la silicona. Uno de estos problemas tuvo relaciĆ³n con el proceso de colorizaciĆ³n de la masa. Aunque Sloane logrĆ³ pigmentar el material, dicha pigmentaciĆ³n se perdĆ­a a las pocas horas, por lo que se vio obligado a contratar a una persona que estuviese mezclando constantemente la silicona con los pigmentos necesarios para darle el tono tan particular que tenĆ­a el monstruo. La labor de Sloane tambiĆ©n serĆ­a asistida por el director de fotografĆ­a Thomas E. Spalding, quien ademĆ”s de fabricar algunas de las miniaturas que son devoradas por la masa, realizĆ³ un par de secuencias en stop motion con el fin de otorgarle movimiento al peculiar ente proveniente del espacio exterior.

En mĆ”s de un sentido “The Blob” es una autĆ©ntica pieza de museo; es una cinta sumamente entretenida pero que difĆ­cilmente podrĆ­a espantar a alguien en la actualidad, presenta un guion interesante pero plagado de agujeros, gran parte del elenco realiza una labor mĆ”s bien discreta, donde se destaca un Steve McQueen que a sus 27 aƱos de edad no se veĆ­a precisamente como un adolescente, y exhibe un apartado tĆ©cnico que si bien sobresale por su originalidad, no puede ocultar las falencias propias de una cinta de bajo presupuesto. Sin embargo, y para sorpresa del propio McQueen quien asumiendo que el film serĆ­a un fracaso, prefiriĆ³ aceptar un sueldo de $2.500 dĆ³lares en efectivo en vez del 10% de las ganancias de la producciĆ³n, “The Blob” terminarĆ­a siendo una de las pelĆ­culas mĆ”s exitosas de 1956, recaudando alrededor de cuatro millones de dĆ³lares, cifra que eventualmente se elevĆ³ a 40 millones segĆŗn el productor Jack H. Harris. AdemĆ”s de ser comercialmente exitosa, la por momentos surrealista cinta de Irvin S. Yeaworth terminĆ³ siendo objeto de un seguimiento de culto, en especial en el pueblo donde se filmĆ³ la producciĆ³n, donde todos los aƱos se lleva a cabo un festival en el que se proyecta la pelĆ­cula y se recrean algunas de las escenas mĆ”s icĆ³nicas de la misma, como por ejemplo aquella en la que la masa invade una sala de cine repleta de adolescentes que estĆ”n viendo atentamente una pelĆ­cula de terror. Es el encanto indiscutible que posee la cinta de Yeaworth lo que algunos aƱos despuĆ©s llevĆ³ al actor Larry Hagman a filmar una secuela bastante mediocre titulada “Beware! The Blob” (1972), a la cual la seguirĆ­a un remake dirigido por Chuck Russell en 1988, el cual es bastante mĆ”s espeluznante, violento y sangriento que el film original, lo que lo convierte en una producciĆ³n bastante destacable por mĆ©ritos propios.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

| Designed by Colorlib