Tras ser herido en el desierto de Túnez en Marzo de 1943, el oficial canadiense Paul Brickhill fue tomado prisionero por las tropas del Mariscal de campo alemán Erwin Rommel. Brickhill eventualmente fue trasladado a Stalag Luft III, un campo de prisioneros de guerra ubicado al Sureste de Berlín, el cual presentaba una serie de medidas cuyo objetivo era impedir cualquier intento de escape que pudiesen llevar a cabo quienes estaban confinados en ese lugar. Pese a eso, Brickhill junto a otros 700 prisioneros pusieron en marcha un elaborado plan de escape dirigido por el líder de escuadrón Roger Bushell, quien pretendía liberar al menos a 250 personas. El trabajo de Brickhill consistía en la falsificación de los documentos necesarios para poder cruzar las fronteras sin mayores complicaciones. Sin embargo, a último minuto el canadiense fue excluido del escape debido a la incontrolable claustrofobia que padecía. Luego del término de la Segunda Guerra Mundial, Brickhill dedicó cuatro años de su vida a la elaboración de una novela que relataba su experiencia al interior del campo de prisioneros, la cual en 1950 lanzó bajo el título de “The Great Escape” con un enorme éxito. Dicha novela llegaría a las manos de un joven director llamado John Sturges, quien quedaría maravillado con una historia que en gran medida reflejaba el trabajo en equipo que llevó a los Aliados a la victoria. Según el propio Sturges, “Por un lado está la maquinaria alemana, con sus uniformes brillantes y su obediencia ciega a las órdenes. Al otro lado de la reja, había hombres de distintos países, con distintos pasados, personalidades e idiomas, haciendo lo que ellos deseaban. Sin reglas arbitrarias, ellos formularon una organización que eventualmente golpeó a la maquinaria alemana.” Convencido que la historia debía llevarse a la gran pantalla, el director intentó persuadir al presidente de los Estudios Metro Goldwyn Mayer, Louis B. Mayer, quien desestimó la idea de Sturges luego de considerar que la novela tenía un final muy poco hollywoodense, y que era un proyecto demasiado costoso como para arriesgarse a producirlo.

Pasarían varios años antes que Sturges retomara el fallido proyecto. Tras filmar una serie de cintas exitosas al interior de la MGM, el director abandonó el Estudio y se asoció con los productores Walter, Marvin y Harold Mirish, con la intención de rodar el western “The Magnificent Seven” (1960). Gracias al éxito obtenido por aquella cinta, la cual además puso en evidencia la capacidad de Sturges para ensamblar una historia con un gran número de personajes de manera eficiente, él pudo juntar el dinero necesario para comprar los derechos de la novela de Brickhill y para contratar a un guionista que pudiese adaptarla. Pese a que el escritor se negó por años a negociar los derechos de su novela, eventualmente accedió a la propuesta de Sturges bajo la condición que se respetara lo más posible la historia original, y que él pudiese participar en el proceso de confección del guion de la producción. William Roberts, quien ya había trabajado con Sturges en “The Magnificent Seven”, sería el encargado de adaptar la obra de Brickhill. Repitiendo la misma fórmula utilizada en el famoso western protagonizado por Yul Brynner, Roberts establecería una clara figura de autoridad dentro de la historia, la cual estaría a cargo de dominar la acción y de presentar al resto de los protagonistas a medida que los va reclutando para llevar a cabo el complejo plan de escape. Cuando eventualmente Roberts tuvo que abandonar el proyecto para trabajar en otra cinta de Sturges titulada “By Love Possessed” (1961), el guion cayó en manos de Walter Newman, quien tras un breve periodo le cedió su puesto a W. R. Burnett y James Clavell, a quienes finalmente se les acreditó la confección del guion definitivo del film. 


“The Great Escape” (1963) inicialmente se centra en la figura del Capitán Ramsey (James Donald), quien tras ser capturado por el ejército alemán es escoltado hasta la oficina del Coronel Von Luger (Hannes Messemer), quien es el Comandante de un enorme campamento de prisioneros de guerra el cual ha sido recientemente construido. En dicho lugar, se encuentran recluidos una gran cantidad de soldados aliados, muchos de los cuales habían intentado escapar de otros complejos similares en múltiples ocasiones. Luger se reúne con Ramsey con la esperanza que este último lo ayude a controlar al resto de los prisioneros, para que así todos puedan esperar el término de la guerra de la forma más cómoda posible. Sin embargo, Ramsey pretende hacer todo lo contrario; y es que el deber de todos los oficiales es intentar escapar. Si no pueden escapar, entonces su deber es obligar al enemigo a utilizar a un gran número de soldados para vigilarlos, así como también es su deber hostigar al enemigo tanto como les sea posible. Junto a Ramsey, en el campo de prisioneros también se encuentra el líder de escuadrón Roger Bartlett (Richard Attenborough), quien gracias a su habilidad como planificador se convierte en el encargado de elaborar un complejo plan de escape que involucra a gran parte de los reclusos. Para lograr el anhelado escape, Bartlett y compañía tendrán que cavar tres túneles de manera simultánea, buscar la manera de deshacerse de la tierra que van excavando, fabricar herramientas y conseguir materiales para asegurar los túneles, falsificar una serie de documentos, y obtener información acerca de los puestos de vigilancia existentes entre el campamento y los distintos puntos fronterizos, para así poder asegurar la liberación de aproximadamente 250 hombres del yugo del ejército alemán.

A medida que los protagonistas van ejecutando cada paso del plan, se hace evidente la habilidad de Sturges para retratar la compleja logística de todo el asunto de manera atractiva y con un nivel de detalle sorprendente. La razón principal por la cual las secuencias que se centran en la planificación y la ejecución del escape funcionan, es debido a que no solo se preocupan de la mecánica de todo el asunto, sino que también examinan las relaciones que se establecen entre un grupo de hombres que trabajan para logran un objetivo en común. Un buen ejemplo de esto es la coordinación que se establece entre la pareja principal de excavadores, el Teniente Danny Velinski (Charles Bronson), un polaco que escapó hacia Inglaterra, y Willie Dickes (John Leyton), la cual es esencial para llevar a cabo su labor sin morir aplastados en el intento. Sin embargo, el nexo afectivo más llamativo de la cinta se establece entre el Teniente Robert Hendley (James Garner), un norteamericano perteneciente a las filas de la RAF, y un intérprete de fotografías aéreas llamado Colin Blythe (Donald Pleasance), quienes fueron derribados durante un vuelo de rutina. Entre Hendley, quien es conocido al interior del campamento como “El Proveedor”, y Blythe, quien está a cargo del equipo de falsificación de documentos, se forja una gran amistad que perdura incluso en los momentos más álgidos del intento de escape, como por ejemplo cuando Hendley decide arriesgar su vida para asistir a un físicamente limitado Blythe. Hendley no es el único norteamericano que está encerrado en el campo de prisioneros (en la vida real, todos los norteamericanos fueron trasladados fuera de Stalag Luft III varios meses antes del escape). A tan solo minutos de llegar al recinto, un piloto llamado Virgil Hilts (Steve McQueen) es enviado a confinamiento en solitario tras ser sorprendido buscando un punto ciego dentro del perímetro demarcado por el alambre de púas. Esta será la primera de muchas oportunidades en las cuales Hilts, quien encarna el espíritu de rebeldía de los prisioneros, será enviado al “congelador” provisto de una pelota y un guante de béisbol con los cuales intenta pasar el rato.


Aun cuando Steve McQueen pasa bastante tiempo fuera de la pantalla (algo que no le gustó demasiado a la insegura estrella), la actitud desafiante de su personaje es tan efectiva que reverbera durante todo el transcurso de la película, en especial en aquellas ocasiones que Hilts emerge del “congelador” con renovadas intenciones de escapar. Aunque inicialmente mira con desconfianza los esfuerzos de Bartlett por llevar a cabo una fuga masiva, Hilts eventualmente accede a jugar un rol fundamental en el plan de escape a costa de su propia libertad. Cuando la fuga finalmente se lleva a cabo, es Hilts quien protagoniza una espectacular escena de persecución a bordo de una motocicleta, lo que ayudó a realzar el atractivo de su personaje. Durante el acto final de “The Great Escape”, John Sturges termina realizando un verdadero espectáculo de malabarismo narrativo cuando retrata como los ahora fugitivos se dispersan en muchas direcciones, huyendo de sus perseguidores a bordo de camiones, trenes, botes, bicicletas o incluso a pie. Si bien Ferris Webster recibiría una nominación al Oscar por su trabajo de edición en esta cinta, gran parte del crédito también le pertenece a Sturges, quien comenzó su carrera en Hollywood como editor. Básicamente el director entendió a la perfección como debía rodar estas secuencias para conservar la sensación que estos hombres estaban persiguiendo un objetivo en común, aun cuando estaban separados por distancias considerables. Sturges también se las arregló para establecer un delicado balance entre el mensaje esperanzador que intenta entregar la cinta, y las verdaderas consecuencias que este intento de escape tuvo para algunos hombres. Y es que el llamado “Gran Escape” le costó la vida a muchos hombres, a quienes Sturges les dedicó la realización de este film.

El trabajo de la totalidad del elenco es sencillamente espléndido, ya que no solo interpretan sus respectivos roles de manera convincente, sino que además todos contribuyen con humor, tensión, drama, determinación, camaradería y respeto, a una historia que también examina las diferencias culturales de los protagonistas, la desesperación de aquellos soldados que tuvieron que esperar el término de la guerra encerrados en campos de prisioneros, y la noción que algunos de ellos eran simplemente hombres que se vieron obligados a participar en un conflicto bélico en contra de su voluntad. Por otro lado, además del magnífico trabajo de edición del ya mencionado Ferris Webster, “The Great Escape” se ve engalanada por la estupenda dirección de fotografía de Daniel L. Fapp, y por la memorable banda sonora de Elmer Bernstein, cuya pieza musical central no solo es una de las más recordadas de la historia del cine, sino que además cumple con marcar el tono juguetón, aventurero e ingenioso que por momentos domina a un film que pese a desarrollarse en un contexto trágico, intenta entregar un mensaje esperanzador. “The Great Escape” es una película que ha sido estudiada, analizada y reseñada en múltiples ocasiones durante más de cincuenta años, debido a que aun mantiene intacta su capacidad para capturar la atención del espectador, gracias a su particular mezcla de drama, comedia, suspenso y acción, que terminó convirtiendo a la cinta de John Sturges en un recuento épico de un monumental evento acontecido en tiempos de guerra.

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