Gracias al éxito
comercial obtenido por la cinta “I Tre Volti Della Paura/Black Sabbath” (1963),
el director italiano Mario Bava pudo gozar de total libertad creativa a la hora
de embarcarse en su próximo proyecto, la coproducción ítalo-alemana “Sei donne per
l`assassino” (1964). Si bien los productores que financiaban dicho proyecto
esperaban que Bava realizara un thriller de misterio muy en el estilo de las
adaptaciones de la obra del escritor Edgar Wallace que se estaban filmando en
Alemania, el director tenía otra cosa en mente. Tras establecer parte de los
cimientos del subgénero que posteriormente sería conocido como giallo con el
estreno de “La Ragazza Che Sapeva Troppo” (1963), un Bava aburrido de la
mecánica clásica de las historias de misterio, quiso restarle énfasis a los clichés
más comunes del género para otorgarle más importancia a las escenas del
violencia, al horror y al erotismo presente en esa clase de relatos. Como bien
establece el escritor Antonio Bruschini en su libro Profundo Tenebre, “los
giallos están repletos de intuición y toques geniales, de auténticas
invenciones estilísticas, de descuartizadores y psicópatas de todos los
géneros, de navajas, cuchillos, hachas y lanzas acechantes, de ciudades como
Roma, Venecia y Milán, transfiguradas por el mal y la violencia, y de
personajes que solo pueden tener un destino posible.” Fue así como en un
periodo de seis semanas, Bava rodó el film en Roma bajo el título de “L`atelier
della morte/The Fashion House of Death”, dando sin saberlo un nuevo paso en la
definición de las que serían las reglas implícitas del giallo.
“Sei donne per
l´assassino” se desarrolla en torno a una afamada casa de modas dirigida por la
recientemente viuda Condesa Cristina Como (Eva Bartok) y su amante, el inescrupuloso
Massimo Morlacchi (Cameron Mitchell). Cuando una de sus jóvenes modelos llamada
Isabella (Francesca Ungaro) es brutalmente asesinada por una misteriosa figura
enmascarada, el Inspector Silvestri (Thomas Reiner) es llamado a investigar el
caso. Lamentablemente para Silvestri, el crimen tiene varios sospechosos, los
cuales en su totalidad están relacionados con la casa de modas. Cuando se
descubre que el diario de vida de Isabella ha desaparecido tras su muerte, el
cual aparentemente contiene información capaz de dañar a muchos de sus antiguos
conocidos, el asesino no tiene más remedio que terminar con la vida de todos
aquellos que pudieron haber tenido acceso al temido diario para así tapar su
oscuro secreto para siempre.
Con “Sei donne per
l´assassino”, Mario Bava establece una tendencia que posteriormente sería
adoptada por gran parte de los directores que incursionaron en el giallo; el
trasfondo temático de las historias del llamado thriller a la italiana es
situado en un segundo plano, para favorecer la puesta en escena y el aspecto
estético de las mismas, otorgándole a la violencia un puesto de privilegio ya
que está directamente relacionada con el sórdido submundo del crimen en el que
suelen desenvolverse los personajes del giallo. Tan cierto es esto, que en el
mismo título de la película Bava se encarga de indicar el número de víctimas
que perecerán a manos del sádico e implacable asesino de turno. En una maniobra
que no solo glorifica la violencia, sino que además presenta a los asesinatos
como una retorcida forma de arte, Bava se preocupa que los crímenes sean lo más
estilizados y originales posibles. Por ejemplo, mientras que una de las modelos
muere tras ser brutalmente golpeada en repetidas ocasiones contra un árbol,
otra es asesinada con un guantelete medieval repleto de puntas metálicas, y
otra de las víctimas fallece luego que el asesino le quema el rostro con una
estufa. Es necesario mencionar que la fascinación de Bava por filmar escenas de
asesinatos impactantes, surgió luego del éxito obtenido por la cinta “Psycho”
(1960) del director Alfred Hitchcock, y de su recordada escena de la ducha.
Por otro lado, el
escenario escogido por Mario Bava a la hora de relatar esta historia de
crímenes, perversión y secretos, resulta tan interesante como su particular uso
de la violencia. En una clara muestra de ironía, el director utiliza una casa de
modas, fiel reflejo de los estándares de belleza impuestos por la sociedad,
para exhibir la cara más horrible del ser humano. Al mismo tiempo, su elección también
refleja su constante preocupación por el aspecto estético de sus obras. Mediante
el uso de colores vívidos y ciertos toques expresionistas, Bava y el director
de fotografía Ubaldo Terzano no solo desafiaron el concepto que hasta ese
entonces sugería que el blanco y negro era la mejor elección a la hora de
retratar escenarios sórdidos y perversos, sino que además lograron con éxito
transformar escenarios cotidianos en lugares salidos de una pesadilla, y lo
familiar en algo grotesco y amenazante. Por ejemplo, dentro de la paleta de
colores utilizada por Bava y Terzano, en esta oportunidad se preocuparon de
asociar colores como el rojo, el azul y el verde a situaciones de peligro y a
la muerte inminente de algunos personajes. Además de esto, Bava le otorga
cierta significancia a algunos de los objetos presentes en determinadas
escenas, como por ejemplo un grupo de maniquíes que actúan como impávidos
espectadores de uno de los brutales crímenes efectuados por el fantasmal
asesino enmascarado.
En lo que al aspecto
temático se refiere, Bava y el guionista Marcello Fondato hacen todo lo posible
por evadir ciertos clichés propios del thriller y de las historias de misterio,
aunque no siempre obtienen los resultados esperados. Entre otras cosas, no
incluyen demasiados elementos para atraer a la audiencia emocionalmente, lo que
se traduce en que ninguno de los personajes permanece mucho tiempo en el film
como para que el espectador se identifique con ellos, ni tampoco existe una
heroína o un brillante detective llamado a resolver los crímenes. Esto
lamentablemente provoca que ningún personaje sea desarrollado de manera
adecuada, lo que limita enormemente el interés que el espectador puede llegar a
tener por sus destinos. El que quizás es el cambio más interesante y que afortunadamente
funciona de mejor manera, es que en vez de seguir los pasos de un proceso
investigativo cuyo resultado final sea la identidad del asesino, Bava prefiere
revelar la identidad del asesino cuando han pasado tres cuartos de la cinta. Aunque
esta revelación es realizada de forma muy poco ceremoniosa, provoca un
interesante giro dramático que el director explota durante los últimos veinte
minutos de la película. Una vez que el espectador conoce la identidad del villano
y sus motivos, es capaz de comprender de mejor manera el drama que esconden los
crímenes, y termina siendo testigo de un último asesinato que le permite ver el
macabro asunto desde un prisma psicológico diferente.
“Sei donne per
l´assassino” no tuvo demasiado éxito cuando se estrenó en Italia en Marzo de
1964. Los críticos menospreciaron el film básicamente porque consideraron que
era impactantemente brutal. Algo similar sucedió en Norteamérica, donde si bien
también criticaron la calidad de las actuaciones, al menos reconocieron el preciosismo
estético de la cinta. Como suele suceder con algunos artistas y sus obras, el
paso de los años le otorgaría a Mario Bava el reconocimiento que merecía por “Sei
donne per l´assassino”. Según el historiador Troy Howarth, esta cinta podría
ser considerada como “el primer slasher, aunque esa clasificación minimice el
logro de Bava.” Y es que el riesgo tomado por el director italiano con esta
película, con el paso de los años le valió la admiración de otros realizadores
como John Carpenter, Dario Argento, Joe Dante, Quentin Tarantino y Martin Scorsese.
Como bien lo resume el propio Scorsese en la introducción que escribió para el
libro del autor Tim Lucas sobre el director italiano, “Bava sitúa a sus
espectadores y a sus personajes en un estado extrañamente inquietante donde se ven
obligados a seguir adelante… incluso si ellos no saben muy bien por qué, o
hacia donde se dirigen. La atmósfera se convierte en el personaje principal, en
un organismo viviente con una mente y voluntad propia. Bava era un artesano
magistral, y él sabía cómo crear un ambiente, donde cada sonido, cada
movimiento de cámara, y cada objeto era cargado con misterio y suspenso.”
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