Durante la dĆ©cada del setenta en Australia, hubo un importante resurgimiento de la industria cinematogrĆ”fica local. Mientras que gran parte de los directores que participaron de la llamada “Nueva Ola Australiana” buscaban plasmar su visiĆ³n del mundo y de la cultura australiana, otros como Richard Franklin se propusieron embarcarse en proyectos que eventualmente les permitieran hacer carrera en los Estados Unidos. Con esto en mente, Franklin comenzĆ³ a desarrollar la que serĆ­a su tercera pelĆ­cula, el thriller de ciencia ficciĆ³n “Patrick” (1978), con la ayuda del guionista Everett De Roche. Con el fin de acercarse mĆ”s rĆ”pido a su sueƱo de internacionalizar su carrera, Franklin le entregĆ³ a De Roche una copia del guion de la pelĆ­cula de Alfred Hitchcock, “Rear Window” (1954), para que el guionista escribiera una historia que tuviese una estructura similar. Si bien “Patrick” poco y nada tiene que ver con la cinta de Hitchcock, fue tal la impresiĆ³n que le causĆ³ a De Roche el trabajo que John Michael Hayes realizĆ³ para el afamado director britĆ”nico, que no tardĆ³ en expresar su deseo de escribir una pelĆ­cula con una trama similar pero que se desarrollara al interior de un vehĆ­culo en movimiento. Gracias al moderado Ć©xito obtenido “Patrick” en varios mercados, Franklin asegurĆ³ un contrato de distribuciĆ³n en los Estados Unidos para su prĆ³ximo trabajo incluso antes de concebirlo. Fue asĆ­ como Franklin junto a De Roche trabajaron en la idea de este Ćŗltimo para dar vida a “Roadgames” (1981), cinta de horror psicolĆ³gico protagonizada por los actores norteamericanos Stacy Keach y Jamie Lee Curtis.

En “Roadgames”, Patrick Quid (Stacy Keach) es un norteamericano que desde hace un tiempo trabaja como camionero independiente en Australia, el cual es contratado para transportar varios kilos de carne en medio de una huelga a nivel nacional del rubro ganadero. La noche antes de viajar hasta Perth, Quid estaciona su camiĆ³n en frente de un motel barato con la intenciĆ³n de recuperar algo de sueƱo. Sin embargo, poco antes de bajarse de su vehĆ­culo en direcciĆ³n a la recepciĆ³n, Quid ve con decepciĆ³n como un hombre (Grant Page) que conduce una van verde y la mujer que lo acompaƱa, toman la Ćŗltima habitaciĆ³n disponible del lugar. A la maƱana siguiente y tras pasar la noche arriba de su camiĆ³n, Quid observa con extraƱeza como alguien desde una de las habitaciones del motel, observa fijamente a su dingo mientras este olfatea insistentemente unas bolsas de basura que se encuentran amontonadas en la calle. MĆ”s tarde ese mismo dĆ­a, Quid se entera que un psicĆ³pata ha estado asesinando y mutilando muchachas, lo que sumado a una serie de encuentros aparentemente fortuitos con el misterioso conductor de la van verde, lo hacen suponer que bien podrĆ­a tratarse del asesino que la policĆ­a ha estado buscando. Cuando eventualmente Quid recoge a una autoestopista llamada Pamela (Jamie Lee Curtis) a quien le comparte sus sospechas, ambos se ven arrastrados a un peligroso juego del gato y el ratĆ³n donde tendrĆ”n que probar si estĆ”n en lo cierto, o solo son vĆ­ctimas de la paranoia generada por su volĆ”til imaginaciĆ³n. 


Desde su Ć©poca como estudiante, Richard Franklin demostrĆ³ ser un Ć”vido fanĆ”tico del trabajo de Alfred Hitchcock. Entre otras cosas, esto lo llevĆ³ a gestionar una visita del cineasta britĆ”nico a la Universidad Del Sur de California, para que este le diera una charla a Ć©l y a sus entonces compaƱeros de carrera, y posteriormente a conseguir la bendiciĆ³n de la hija del maestro del suspenso, Patricia Hitchcock, a la hora de asumir la direcciĆ³n del film “Psycho II” (1983). Con esto en mente, no resulta extraƱo que “Roadgames” exhiba una serie de diversas referencias a la figura y la obra de Hitchcock, que no se limitan solo a la principal fuente de inspiraciĆ³n del film que es “Rear Window”. Mientras que algunas son meramente genĆ©ricas, como por ejemplo el hecho que Quid prefiera llamar a Pamela utilizando el seudĆ³nimo “Hitch” (de hitchhiker/autoestopista), o que entre los intereses literarios del protagonista se encuentre la revista “Alfred Hitchcock´s Mystery Magazine”, otras hacen directa alusiĆ³n a la cinta “Psycho” (1960). AdemĆ”s de contar con la hija de Janet Leigh (quien interpretaba a Marion Crane en el film de Hitchcock) como una de sus protagonistas, lo que dicho sea de paso generĆ³ todo un problema con el sindicato de actores australianos, ya que la organizaciĆ³n consideraba que la contrataciĆ³n de Jamie Lee Curtis lo Ćŗnico que hizo fue quitarle el puesto de trabajo a una actriz local, Franklin establece ciertos paralelos entre el viaje que el personaje de Leigh realiza desde Arizona a California, y el viaje que la dupla protagĆ³nica lleva a cabo desde la Llanura de Nullarbor hasta Perth. El que quizĆ”s es el paralelo mĆ”s interesante entre “Roadgames” y “Psycho”, tiene directa relaciĆ³n con una de las escenas iniciales que tiene por objetivo presentar al asesino. En dicha escena, tanto el manĆ­aco  como su vĆ­ctima estĆ”n dentro de una habitaciĆ³n de motel. Mientras que la vĆ­ctima estĆ” sentada en la cama completamente desnuda sosteniendo una guitarra, el asesino estĆ” en el baƱo preparĆ”ndose para llevar a cabo su plan. En lo que resulta ser un guiƱo a la escena mĆ”s famosa de “Psycho”, el cual en esta oportunidad es ejecutado de manera inversa, el psicĆ³pata sale sigilosamente del baƱo y armado con un alambre se abalanza sobre la desprevenida muchacha acabando con su vida.

Como es de esperarse, las similitudes entre la cinta de Franklin y “Rear Window” son mucho mĆ”s numerosas. Para comenzar, ambas estĆ”n protagonizadas por un hĆ©roe voyerista que sufre de un aislamiento forzoso (mientras que el personaje interpretado por James Stewart estĆ” confinado a su departamento debido a la fractura que ha sufrido en una de sus piernas, Patrick Quid estĆ” en cierta forma atado a su vehĆ­culo debido a sus apremiantes obligaciones laborales), el cual es asistido por una atractiva y comprensiva mujer que alimenta su paranoia (la escena en la que Pamela/Hitch examina el vehĆ­culo del supuesto asesino, se asemeja bastante a aquella en la que el personaje de Grace Kelly va a husmear al departamento del personaje de Raymond Burr). Por otro lado, al igual que su contraparte hitchcockiana, Quid emite una serie de juicios reduccionistas basados en aquello que es capaz de observar desde la cabina de su vehĆ­culo, de cada uno de los personajes con los que se cruza en su travesĆ­a a Perth, entre los que se encuentran un matrimonio en crisis que viaja junto a sus dos molestos hijos, un vendedor de balones, un motociclista cuyos estornudos no son compatibles con el uso de un casco, un hombre que transporta una costosa embarcaciĆ³n, y una fogosa pareja de reciĆ©n casados. De los agudos comentarios de Quid y de los prejuicios que Ć©l debe tolerar a diario, se desprende que uno de los grandes temas de “Roadgames” es el valor que las personas le otorgan a las primeras apariencias, y lo difĆ­cil que en ocasiones resulta probarles que estĆ”n equivocados. En el caso puntual de Quid, se trata de un hombre autodidacta con una marcada inclinaciĆ³n por la poesĆ­a y la mĆŗsica clĆ”sica, que busca ser identificado como alguien culto sin demasiado Ć©xito. Pese a que su frase mĆ”s recurrente es, “puede que maneje un camiĆ³n, pero eso no me convierte en camionero”, no puede evitar que la gente asuma que es alguien simplĆ³n, maleducado, o que incluso consume drogas mientras realiza su trabajo. 


Aun pese a compartir una serie de elementos narrativos con “Rear Window”, Franklin incluye un detalle fundamental en “Roadgames” que establece una clara diferencia entre ambas producciones. A diferencia del film de Hitchcock, en esta oportunidad el espectador es testigo directo del asesinato que desencadena la serie de peculiares y peligrosas situaciones en las que se ve envuelto Patrick Quid y quienes lo rodean. Por lo tanto, mientras que Hitchcock solo sugiere que el personaje de Burr asesinĆ³ a su esposa, lo que obliga en cierta forma al espectador a aceptar las obsesivas especulaciones de un paranoico protagonista que no tiene pruebas concretas que apoyen sus dichos, en “Roadgames” el espectador posee informaciĆ³n vital que Quid desconoce, lo que lo sitĆŗa en una posiciĆ³n de privilegio con respecto al protagonista quien constantemente cuestiona sus propias conclusiones. La certeza que un despiadado criminal anda suelto, no solo es clave dentro del buen funcionamiento del horror psicolĆ³gico presente en el film, sino que ademĆ”s le da especial significancia a determinadas imĆ”genes y situaciones, como por ejemplo la imagen de los cerdos faenados que acompaƱa los crĆ©ditos iniciales, los cuales mĆ”s adelante cobran especial importancia cuando se sugiere que el asesino pudo haber plantado el cuerpo desmembrado de una de sus vĆ­ctimas en el camiĆ³n del protagonista, como si se tratase de una mĆ”s de las piezas de carne que estĆ” transportando hasta Perth. Lo que es aĆŗn mĆ”s interesante, es que sin la necesidad de incluir violencia explĆ­cita o gore, Franklin logra que elementos propios del cine de Hitchcock y otros provenientes del subgĆ©nero del giallo, convivan de manera armoniosa y siempre en funciĆ³n del suspenso presente en el film.

El trabajo de Stacy Keach en esta oportunidad es simplemente memorable, ya que construye con Ć©xito un personaje que es dueƱo de un exquisito humor negro, una agudeza intelectual y un encanto innegable, el cual ademĆ”s no duda en demostrar que puede ser un hombre de acciĆ³n cuando la situaciĆ³n lo requiere. Otro de los puntos altos de la cinta es la banda sonora compuesta por Brian May, cuya diversidad y riqueza eleva por si sola la categorĆ­a de la producciĆ³n, la cual ademĆ”s se ve engalanada por el estupendo trabajo de fotografĆ­a de Vincent Morton, quien le saca el mĆ”ximo provecho posible tanto a los espacios confinados como a la inmensidad del desierto australiano. Pese a todas sus virtudes, “Roadgames” no estĆ” exenta de traspiĆ©s siendo el mĆ”s notorio la subutilizaciĆ³n de Jamie Lee Curtis, cuyo personaje reciĆ©n aparece pasada la media hora de metraje. La actriz no solo realiza un buen trabajo en la modesta cantidad de escenas en las cuales participa, sino que ademĆ”s exhibe una gran quĆ­mica con Stacy Keach, lo que permite que la subtrama romĆ”ntica que se desarrolla entre ambos funcione de buena manera pese a su diferencia de edad. Por otro lado, tampoco es del todo satisfactorio lo abrupto y anti-climĆ”tico que resulta ser el final de la historia, al punto que el propio Franklin mencionĆ³ en mĆ”s de una oportunidad que no lo habĆ­a dejado satisfecho, aludiendo que su plan original se vio afectado por problemas presupuestarios. MĆ”s allĆ” de estos detalles, “Roadgames” es un excelente film que funciona bien tanto de manera independiente, como enmarcado dentro de las numerosas pelĆ­culas que han intentado rendir un merecido homenaje a la obra del gran Alfred Hitchcock.  

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