En Julio de 1947, un periódico local de Nuevo MĆ©xico, el Roswell Daily Record, publicó una noticia que darĆ­a la vuelta al mundo; la aviación de los Estados Unidos supuestamente habĆ­a descubierto los restos de un platillo volador en el desierto. Como era de esperarse, la aviación norteamericana rĆ”pidamente desmintió esta noticia, asegurando que los restos recuperados pertenecĆ­an a una sonda meteorológica. Pese a la explicación otorgada por las autoridades, de todas formas comenzaron a surgir una serie de testimonios de personas que aseguraban haber visto un objeto volador no identificado en las cercanĆ­as del supuesto hallazgo. Fue en gran medida debido a este fenómeno que muchos directores se lanzarĆ­an a la tarea de filmar historias de ciencia ficción protagonizadas por extraterrestres, las cuales en ocasiones escondĆ­an bajo su superficie un mensaje polĆ­tico que tenĆ­a estricta relación con la inminente amenaza comunista. Uno de esos directores fue Edgar G. Ulmer, quien adquirió notoriedad por su habilidad a la hora de rodar pelĆ­culas con escasos presupuestos. Mientras que la gran mayorĆ­a de sus colegas veĆ­an restringida su creatividad ante la falta de presupuesto, Ulmer siempre se mostró dispuesto a aceptar cualquier desafĆ­o que se le presentara, sin ceder un Ć”pice de su visión artĆ­stica. En el caso puntual de ā€œThe Man From Planet Xā€ (1951), Ulmer fue contactado por la dupla conformada por Aubrey Wisberg y Jack Pollexfen, quienes no solo estuvieron a cargo del guion de la cinta, sino que ademĆ”s fundaron la productora Mid-Century Films con el objetivo de llevar a cabo el proyecto. SerĆ­a tras arrendar un par de despachos y la sala de montaje de los Estudios Hal Roach, donde descubrieron y reciclaron los lujosos decorados góticos del film ā€œJoan of Arcā€ (1948), que la dupla de guionistas/productores decidió ambientar la historia en Escocia, especĆ­ficamente en los pĆ”ramos escoceses.

En una entrevista otorgada por el actor Robert Clark a la publicación Psychotronic Magazine, Ć©l comentarĆ­a como se llevó a cabo parte del proceso de rodaje del film: ā€œPlanet X fue la primera pelĆ­cula acerca de un invasor de otro planeta. Nosotros entramos en producción despuĆ©s de Ā“The ThingĀ“ de Howard Hawks que era una cinta con un cuantioso presupuesto. Pero ellos estaban esperando que comenzara a nevar. Ken Tobey me dijo que ellos esperaron durante dos o tres meses. Mientras tanto, Aubrey Wisberg y Jack Pollexfen comenzaron a realizar Planet X. La producción se estaba llevando a cabo en los Estudios Hal Roach en un solo set de filmación y solo un par de escenas se hicieron en exteriores. Edgar originalmente era escenógrafo. De hecho, Ć©l hizo las pinturas mate del castillo que aparece en el film. Edgar nunca dio menos del 150%. Hubo gente que me preguntaba, ā€œĀæCómo se sintió viajar a Escocia a filmar una pelĆ­cula?ā€ Creo que tenĆ­a relación con el hecho que el set estaba lleno de niebla falsa todo el dĆ­a. Los ojos del equipo de filmación estaban rojos y humedecidos, sus gargantas estaban irritadas. Nosotros, los actores, podĆ­amos salir de vez en cuando. Considerando que solo tuvimos seis dĆ­as para rodar el film, algunos movimientos de cĆ”mara le otorgaron un toque maravilloso a la producción. Edgar tambiĆ©n tuvo que editar bastante el guion ya que tenĆ­a mucho diĆ”logo. Cualquier otro director habrĆ­a hecho una pelĆ­cula serie B totalmente plana. Ɖl le otorgo un toque artĆ­stico a todo el asunto.ā€

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En ā€œThe Man From Planet Xā€, el Profesor Elliot (Raymond Bond) ha instalado un observatorio en los brumosos pĆ”ramos de una remota isla de Escocia, con el objetivo de estudiar el extraƱo acercamiento a la Tierra de un planeta desconocido al cual ha bautizado como X. Junto a Ć©l se encuentra su hermosa hija Enid (Margaret Field) y el Doctor Mears (William Schallert), un antiguo alumno suyo de pasado oscuro. Poco tiempo despuĆ©s de la llegada al observatorio del reportero norteamericano John Lawrence (Robert Clark), quien es un viejo amigo de Elliot que desea cubrir el curioso evento astronómico, algo que parece ser una nave proveniente del Planeta X aterriza cerca del lugar donde estĆ”n situados. Esa misma noche, mientras Enid se dirige de regreso a casa luego de dejar a John en la posada donde se encuentra alojado, sufre el pinchazo de uno de los neumĆ”ticos de su automóvil, lo que la obliga a explorar las cercanĆ­as en busca de ayuda. Es ahĆ­ cuando descubre en medio del bosque lo que parece ser una suerte de cohete. Cuando ella decide observar mĆ”s de cerca el objeto, encuentra en su interior a una criatura humanoide enfundada en un traje espacial, cuyo rostro estĆ” completamente inmóvil e inexpresivo. Aterrada por su descubrimiento, Enid rĆ”pidamente corre a contarle lo sucedido a su padre, quien junto a sus colaboradores tendrĆ” que descubrir cuĆ”les son los motivos que han traĆ­do a la Tierra al extraƱo visitante antes de que sea demasiado tarde.

De acuerdo al libro ā€œThe Films of Edgar G. Ulmerā€ del escritor Bernd Herzogenrath, ā€œThe Man From Planet Xā€ posee una serie de simbolismos y guiƱos que la conectan con la cinta de horror clĆ”sico ā€œNosferatuā€ (1922) de F. W. Murnau, con la cual Ulmer estaba bastante familiarizado ya que habĆ­a tenido la oportunidad de trabajar con Murnau en Alemania. Si se observa con detenimiento, resulta evidente que la estĆ©tica presente en el film de Ulmer intenta rememorar los escenarios oscuros, brumosos y expresionistas presentes en la obra de Murnau. Por otro lado, al igual que el Conde Orlock se ve obligado a dormir en su ataĆŗd con tal de subsistir, el extraterrestre no puede escapar de su traje espacial durante su visita a la Tierra. Herzogenrath no se detiene solo en estos detalles, sino que ademĆ”s nombra una serie de otras conexiones simbólicas, como por ejemplo la similitud entre el rayo hipnótico del alienĆ­gena y la capacidad de Orlock para controlar la mente de sus vĆ­ctimas, poder que el director tambiĆ©n le otorgó al personaje interpretado por Boris Karloff en la pelĆ­cula ā€œThe Black Catā€ (1934), en la cual Ulmer nuevamente incluye una serie de paralelismos con ā€œNosferatuā€. Es precisamente debido a la fuente de inspiración que el director utilizó a la hora de rodar la cinta, que ā€œThe Man From Planet Xā€ se acerca mĆ”s al cine de terror de monstruos clĆ”sicos producido por los Estudios Universal, que al ciclo de largometrajes de ciencia ficción que serĆ­an estrenados con posterioridad durante la dĆ©cada del cincuenta, los cuales en su mayorĆ­a escondĆ­an un marcado mensaje propagandĆ­stico. Y es que al igual que la criatura creada por el doctor Frankenstein, el visitante de otro planeta se ve inmerso en un mundo que le resulta completamente extraƱo, y que cuyos habitantes prefieren tratarlo con hostilidad en vez de tomarse el tiempo para comprender cuĆ”l es su naturaleza y sus motivaciones.

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Si bien por momentos el guion se torna innecesariamente enrevesado y los diÔlogos a veces son demasiados expositivos para su propio beneficio, la verdad es que resulta ser mucho mÔs inteligente que muchos de los cuales aparecieron posteriormente y le dieron vida a otras producciones enmarcadas dentro del cine serie B de ciencia ficción norteamericano. AdemÔs de establecer que el alienígena probablemente no podría respirar en la atmósfera terrestre sin su traje y teorizar con la idea que la geometría podría ser utilizada como una forma de lenguaje universal, el guion de Wisberg y Pollexfen retrata al visitante como una figura ambigua, lo que le otorga un grado mayor de interés a la historia. Su apariencia física permite que tanto el espectador como los protagonistas lo identifiquen como una criatura que es amenazante y escalofriante, pero que al mismo tiempo se ve algo desamparada y frÔgil, sensación que es reforzada por su baja estatura y por su dependencia a un gas inhalable que lleva consigo. Aun cuando inicialmente se muestra amigable, en especial cuando el Dr. Elliot y Lawrence lo ayudan a restablecer el suministro del gas que respira, la verdad es que sus intenciones originales jamÔs son reveladas. Pese a que el guion juega con la idea que el súbito cambio de actitud del extraterrestre puede estar conectado a la forma en como el Dr. Mears se relaciona con él, tampoco se cierra a la posibilidad que las motivaciones del visitante hayan sido oscuras desde un principio, lo que provoca que el espectador tenga sentimientos encontrados en torno a su figura.

John Lawrence representa al tĆ­pico hĆ©roe presente en las pelĆ­culas de Ulmer; es un hombre inteligente, amable y educado, que por lo general no demuestra mayor interĆ©s sexual en su contraparte femenina. Robert Clarke, al igual que el resto de los actores que participa en la cinta, hace un buen trabajo claramente motivado por el entusiasmo y el profesionalismo de Ulmer. El personaje de Enid por su parte, surge como una bocanada de aire fresco considerando la forma en como solĆ­an ser retratadas las mujeres en los filmes de ciencia ficción de la dĆ©cada del cincuenta. Ella es presentada como una mujer inteligente, valiente, graciosa y testaruda, la cual una vez que se recupera del impacto inicial que le provoca la presencia del extraterrestre, se niega a ser empujada hacia un costado cuando los hombres deciden ponerle freno a la amenaza que supone el habitante del Planeta X. Por Ćŗltimo, aun cuando William Schallert interpreta de manera perfecta al ambicioso y traicionero Dr. Mears, la verdad es que su personaje hubiese funcionado de mejor manera si su verdadera naturaleza no hubiese sido revelada en los primeros minutos del film, ya que al hacerlo se convierte en alguien bastante predecible. Por otro lado, como consecuencia de su modesto presupuesto, la mayor parte de las falencias de la cinta giran en torno a la construcción de algunos sets y a la confección de los efectos especiales, los cuales pese a su precariedad tienen cierto encanto. Finalmente, la dirección de fotografĆ­a de John L. Russell a ratos es lo suficientemente inspirada, como para construir una atmósfera inquietante que se complementa con los extraƱos sonidos concebidos por William Randall y la banda sonora de Charles Koff. Fue tal el Ć©xito que obtuvo ā€œThe Man From Planet Xā€ al momento de su estreno, que Wisberg y Pollexfen decidieron invertir en otras cintas de ciencia ficción que lamentablemente no lograron repetir lo hecho por Ulmer, quien cuando se embarcó en este proyecto jamĆ”s se imaginó que muchos aƱos mĆ”s tarde, la pelĆ­cula servirĆ­a de influencia para decenas de directores entre los que se encuentra el mismĆ­simo Steven Spielberg.

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