En 1946, con su carrera en Hollywood
prácticamente en la ruina, Orson Welles regresó a Nueva York donde junto a Mike
Todd produjo una versión musical del clásico de Julio Verne “Around the World
in Eighty Days”. Cuando Todd se retiró del proyecto debido al alto costo del
mismo, Welles se vio obligado a financiar la totalidad del musical. Una vez que
se quedó sin dinero, Welles logró convencer al presidente de los Estudios
Columbia Pictures, Harry Cohn, que le cedería el monto que necesitaba para
continuar con su adaptación teatral. La única condición de Cohn para ayudar a
Welles, fue que este aceptara escribir, dirigir, producir y protagonizar un
largometraje para los Estudios Columbia de forma gratuita. Eventualmente la versión
de Welles de “Around the World in Eighty Days” no solo terminó siendo un fracaso
comercial, sino que además lo dejó bastante endeudado con la oficina de
impuestos internos, razón por la cual algunos años más tarde el multifacético artista
no tuvo más opción que radicarse en Europa. Obligado a cumplir con su palabra,
Welles le sugirió a Cohn filmar una adaptación de la novela “If I Die Before I
Wake” del escritor Sherwood King, con la esperanza que su esposa, Rita
Hayworth, pudiera interpretar a la viva encarnación de la mujer fatal. Si bien
en un principio la idea de contar con Hayworth y Welles como protagonistas de
un film del Estudio le resultó fascinante a Cohn, el ejecutivo eventualmente
lamentaría haberse visto involucrado en la producción.
Para interpretar a la protagonista de “The Lady From Shanghai” (1947), Welles decidió cambiar la apariencia
característica de Hayworth, obligándola a cortarse el cabello y a teñírselo
rubio, lo que molestó de sobremanera a Cohn. Sin embargo, lo que más perturbó al
poderoso ejecutivo fue la trama del film y el subtexto que este escondía. Luego
que un marinero irlandés llamado Michael O´Hara (Orson Welles) salva a la
enigmática y atractiva Elsa Bannister (Rita Hayworth) del asedio de unos asaltantes
en Nueva York, esta convence a su marido, el reconocido abogado criminalista Arthur
Bannister (Everett Sloane), que lo contraté como capitán del lujoso yate en el
cual la pareja junto al socio de Bannister, George Grisby (Glenn Anders),
planean viajar hasta San Francisco a través del Canal de Panamá. Durante el
transcurso del viaje Michael no puede evitar enamorarse de Elsa, lo que le
impide percatarse del peligroso embrollo en el cual está a punto de
involucrarse. Es en este contexto que Welles presenta un cuadrado amoroso,
donde el trío de hombres que protagonizan el film no puede evitar luchar por la
atención de la seductora Elsa. Mientras que para Bannister ella es la típica
esposa trofeo, durante el transcurso de la película se sugiere que Grisby
intenta chantajear a Elsa por su afecto, ocupando el oscuro pasado de la mujer
en su contra. Michael en cambio, al menos inicialmente, se presenta ante Elsa
como una promesa de verdadero amor y como alguien que puede rescatarla de la
enfermiza relación que mantiene con su esposo y con su manipulador asociado.
La temática de “The Lady From Shanghai”
aparentemente terminó removiendo una serie de dolorosos recuerdos archivados en
la mente de Cohn, quien en parte había sido responsable del ascenso al
estrellato de Rita Hayworth. Luego que la actriz firmara un contrato con los
Estudios Columbia, fue él quien cambio su apariencia latina y creó la imagen de
mujer sexy por la que ella era conocida, además de cambiar su nombre de
Margarita Dolores Cancino a Rita Hayworth. Sin embargo, la imagen que el
ejecutivo había creado no reflejaba la verdadera personalidad de la actriz.
Según los responsables de la biografía de Orson Welles, Hayworth era una joven
traumatizada que había sido víctima de abuso sexual a manos de su padre cuando
solo tenía 12 años. Seis años más tarde, ella contraería matrimonio con Edward
Judson, y ese mismo año firmó el contrato con la Columbia. Fue entonces cuando
su marido, ansioso por escalar posiciones dentro de la industria
cinematográfica, no encontró nada mejor que ofrecerle su esposa a Cohn a modo
de tributo, quien se dice que la trató como una verdadera esclava. Eventualmente
en la vida de Hayworth aparecería Orson Welles, quien en ese entonces era el
chico maravilla del cine norteamericano, el cual se presentaría ante ella como
alguien capaz de alejarla de tanto abuso y explotación. Debido a los paralelos
evidentes que existían entre la cinta y las vidas de los involucrados en el
proyecto, se comenta que Cohn enfurecido por la situación decidió sabotear el
film tomando el control absoluto de su montaje final.
De la misma forma que Elsa Bannister pretendía
ser una extensión de algunos aspectos de la compleja vida de Hayworth, Michael
O´Hara en gran medida era una extensión de Welles. Tanto él como el marinero
irlandés se ven obligados a trabajar con alguien con el que inicialmente no
ansiaban colaborar, lo que finalmente termina trayéndoles más problemas que
beneficios. Además de esto, el simple hecho que O´Hara sea definido como un
hombre de espíritu libre, no hacía otra cosa más que intentar plasmar la
contante disconformidad de Welles con la maquinaría hollywoodense que tantos
problemas le trajo a lo largo de su carrera. Por último, tal y como el
protagonista empeña su dignidad con tal de poder seguir frecuentando a Elsa,
Welles tuvo que aceptar las imposiciones de Cohn con tal de acceder a nuevas
oportunidades laborales que le permitirían plasmar su sensibilidad artística. Por
otro lado, resulta interesante la dependencia al dinero que experimentan todos
los personajes que participan en el film, lo que provoca que estos estén dispuestos
a obtenerlo sin importar el costo o el cariz de sus actos. Mientras que O´Hara
accede a ayudar a Grisby a fingir su propia muerte por la suma de 5000 dólares,
con la intención de ocupar ese dinero para poder escapar con Elsa, Grisby por
su parte necesita cobrar su seguro de vida para poder disfrutar de una
existencia libre de preocupaciones. Arthur Bannister por su parte, utiliza el
dinero para mantener a su atractiva esposa a su lado, y finalmente Elsa exige
vivir rodeada de lujos a modo de retribución por las experiencias poco
agradables que experimentó en su pasado. Aun cuando el retrato de Elsa raya en
la misoginia, sus intenciones y motivaciones son en parte justificadas por el
ambiente tóxico en el que se desenvuelve, y por los dolorosos recuerdos de su
pasado que a diario la atormentan.
Pese a que el guion del film fue terminado por
Welles en Septiembre de 1946 y que inicialmente se había planeado filmarlo en
dos meses, luego que el director rodara las secuencias que transcurren en San
Francisco y Acapulco, decidió cambiar una serie de elementos del largometraje
que lo obligaron a comenzar nuevamente de cero, elevando el costo final de la
película a dos millones de dólares. Si bien la fotografía principal finalizó en
Febrero de 1947, la producción estaba lejos de llegar a su final. Cuando Cohn
vio los primeros cortes de “The Lady From Shanghai”, además de molestarse con
las semejanzas biográficas previamente mencionadas, se mostró disconforme con
la forma como Welles había adaptado la novela de King, con la inclusión de
algunas dosis de ironía y humor negro en algunas escenas, y con la manera poco
convencional en la que Hayworth había sido fotografiada por el director, quien
había evitado por completo la utilización de primeros planos de la actriz. Con
el objetivo de simplificar una historia que se mostraba demasiado compleja,
Cohn le pidió a la editora Viola Lawrence que eliminara aproximadamente 60
minutos de metraje, destruyendo casi por completo la visión original de Welles.
Como era de esperarse, la mutilación del corte original y la peculiar estética
que el director utilizó al momento de rodar el film jugaron en contra del
resultado de la cinta, que sería estrenada varios meses después de finalizada
la producción solo para fracasar estrepitosamente en la taquilla
norteamericana.
La complicada situación matrimonial entre
Welles y Hayworth fue otro desafío que los involucrados en la producción
tuvieron que superar durante el rodaje del film. Aun cuando “The Lady From
Shanghai” está dominada por un tono surrealista, la tensión existente entre la
pareja le otorga niveles de realismo sumamente efectivos a la película. El que
ambos se divorciaran en Noviembre de 1947, indica que la intrincada dinámica
que mantienen sus personajes en la pantalla era bastante real. Esto no
significa necesariamente que la relación entre ambos fuese pésima. Hayworth y
Welles se tenían respeto mutuo, y según varios testigos su relación tanto tras
las cámaras como luego de su ruptura fue más bien cordial. Desde el punto de
vista de sus actuaciones, si bien Welles realiza un buen trabajo personificando
a un hombre que se ve hasta el cuello de problemas por culpa de una mujer y de su
propia ingenuidad, su excesivamente marcado acento irlandés resulta ser una
distracción cada vez mayor a medida que avanza la cinta. Hayworth por su parte,
realiza un buen trabajo interpretando a un personaje seductor y manipulador que
por momentos es descrita por Welles como una verdadera sirena, quien al estar
consciente de sus encantos sabe que puede controlar por completo a los hombres
que la rodean. Sin embargo, quien más se destaca por su interpretación es
Everett Sloane, quien logra que Arthur Bannister termine siendo un bufón y un
villano interesante por partes iguales. Si bien la relación que se establece
entre los cuatro personajes centrales es a lo menos compleja, todo se complica aún
más cuando Broome (Ted de Corsia), quien inicialmente es identificado como un
empleado de los Bannisters, se involucra en la trama con un objetivo claro, detonando
una serie de acontecimientos que no estaban en los planes de nadie.
Como muchas entradas enmarcadas dentro del
llamado Cine Negro norteamericano, “The Lady From Shanghai” reúne elementos
tales como la utilización de una voz en off encargada de informar al espectador
de los acontecimientos que conforman el peligroso juego de engaños y traiciones
en el que se ve envuelto O´Hara, la inclusión de un puñado de interesantes
vueltas de tuerca, y un grupo de personajes que viven al filo más allá de su
situación económica. Por lo tanto, fue el enfoque que el director utiliza en
determinados pasajes de la historia lo que permitió que la producción adquiera
una personalidad distintiva, que opaca los lugares comunes que visita el film
situándolo como una entrada importante dentro del género más allá de sus
falencias. Quizás el ejemplo más evidente del particular enfoque de Welles es
la secuencia del juicio presente en el último tramo de la película, la cual
parece haber sido extraída directamente de una de las comedia surrealistas de
Luis Buñuel. Poco tiempo después de dicha secuencia, el director inserta una de
las escenas más recordadas de la cinta y de la filmografía del director, la
cual consiste en un viaje alucinatorio al interior de una casa de diversiones
abandonada, donde un pasillo lleno de espejos juega un papel importante en el
desenlace de la historia. Dicha escena, la cual ha sido imitada hasta el cansancio
con el correr de los años, parece haber estado inspirada por la secuencia onírica
que Salvador Dalí diseñó para la película “Spellbound” (1945) del director
Alfred Hitchcock, quien a su vez utilizó “The Lady From Shanghai” como fuente
de inspiración para algunas de las cintas que realizó durante la década del
cincuenta. Es sabido que el fracaso de “The Lady From Shanghai” fue un duro golpe
para la carrera de Welles en Hollywood, quien no tuvo más remedio que emigrar a
Europa para poder seguir filmando largometrajes. Once años más tarde el cineasta
regresaría al sistema de los grandes Estudios para rodar “Touch of Evil”
(1958), cinta que sufriría el mismo destino que “The Lady From Shanghai” ya
que también sería sometida a una serie de cambios en contra de la voluntad del
director.
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