Luego de su debut como director con el thriller psicológico “Play Misty For Me” (1971), Clint Eastwood decidió retornar al western con la intención de quebrantar y retorcer las convenciones habituales de un género que gozaba de gran popularidad en los Estados Unidos. Con esto en mente, Eastwood junto al escritor Ernest Tidyman, quien obtuvo un Oscar por el guion de “The French Connection” (1971), realizaron un tratamiento de nueve páginas que además de estar inspirado en el asesinato de Kitty Genovese ocurrido en Queens en 1964, donde se reportó que una serie de testigos pese a ver el crimen no hicieron ni el más mínimo intento por ayudar a la muchacha, planteaba algunas preguntas relacionadas con el desarrollo del film “High Noon” (1952) como por ejemplo, ¿Qué habría sucedido si el alguacil hubiese sido asesinado? y ¿Qué habría pasado después de dicho acontecimiento? En el borrador original escrito por Tidyman, tras el asesinato del sheriff de un pequeño pueblo, su hermano regresa para vengarlo ante la mirada contemplativa de los habitantes del lugar, replicando la actitud de los pueblerinos presentes en “High Noon” donde nadie hace nada por ayudar al personaje interpretado por Gary Cooper, quien se ve enfrentado a la llegada inminente de un grupo de peligrosos forajidos. Si bien la propuesta de Tidyman era interesante, Eastwood decidió darle un enfoque diferente a la historia. Según el actor/director, “Uno no puede saber si el hombre en cuestión es un ser diabólico o una suerte de arcángel. Es tarea de la audiencia sacar sus propias conclusiones.” El guion final de Tidyman, el cual eventualmente sería reescrito por Dean Riesner, no solo dota al protagonista del film de una naturaleza casi surrealista, sino que además está fuertemente influenciado por el humor negro y las alegorías presentes en los westerns del director Sergio Leone.

En “High Plains Drifter” (1973), tras atravesar el desierto un misterioso pistolero (Clint Eastwood) llega al pequeño pueblo minero de Lago, aparentemente de paso por el lugar. Debido a que es un hombre de pocas palabras y mirada desafiante, los residentes de Lago no tardan en mostrarse cautelosos, desconfiados, temerosos y abiertamente hostiles con el extraño, quien tras ser hostigado por tres pistoleros que desean que se retire de inmediato del lugar, termina asesinándolos sin mayores inconvenientes ante la mirada atónita de todos los habitantes del pueblo. Pese a esto, cuando los pueblerinos se enteran que los forajidos Stacey Bridges (Geoffrey Lewis), y los hermanos Dan (Dan Vadis) y Cole Carlin (Anthony James), quienes fueron condenados a prisión debido a una acusación realizada por la compañía minera que maneja el lugar, están prontos a ser liberados de la cárcel, le piden al forastero que se quede en Lago para protegerlos de su regreso inminente, a lo cual él accede bajo la condición que cumplan con todas sus exigencias sin excepción. Desde ese momento en adelante, el forastero no solo somete al pueblo a una transformación total marcada por la humillación y la culpa, sino que además abusa de su poder recientemente adquirido con el objetivo de saciar sus más oscuros deseos, mientras espera tranquilamente la llegada de los temidos criminales.

“High Plains Drifter” no es precisamente una historia de venganza, sino que es algo ligeramente diferente. Como todo western el film de Eastwood no está exento de la presencia de tipos rudos, tiroteos y escenarios peligrosos, entre otras cosas, pero también posee un componente sobrenatural que se intuye desde el inicio de la historia, cuando el protagonista emerge súbitamente desde un paraje desolado para luego ingresar al pueblo de Lago. Las explicaciones explicitas no son precisamente un componente clave del guion de Ernest Tidyman, ya que aun cuando se presentan una serie de flashbacks a lo largo de la cinta que pretenden dejar en claro cuál es el nexo que une a los habitantes de Lago con el Extraño, su figura queda rodeada bajo un halo de misterio que da pie a una serie de teorías en relación a su verdadera identidad/naturaleza. La dualidad patente que exhibe el protagonista que al igual que los pistoleros interpretados por Eastwood en los filmes de Sergio Leone, carece de nombre conocido, lo convierte en un personaje que es tanto héroe como villano. Y es que más allá de su papel de supuesto protector de los habitantes de Lago, durante su estadía en el pueblo el Extraño no solo se encarga de humillar sistemáticamente a los pueblerinos a quienes desprecia por su cobardía e hipocresía evidentes, sino que además se preocupa de cambiar por completo la apariencia de Lago, llegando incluso al punto de pintar todos los edificios de rojo con el objetivo de cimentar la idea que el pequeño pueblo minero es un verdadero infierno. 


Uno de los puntos más controversiales de “High Plains Drifter” tiene estricta relación con la forma en como son tratadas las mujeres en el film. Si bien en cierto que en general los westerns no suelen ser conocidos por el respeto que le otorgan a los personajes femeninos, el hecho que el Extraño sea presentado como alguien capaz de abusar sexualmente de las mujeres que lo rodean, le valió a la película una serie de críticas provenientes de diversas agrupaciones feministas de la época. Lo que es aún peor, es que tras arrastrar a un establo a la atractiva Callie Travers (Marianna Hill) y violarla ante la oculta mirada de un enano llamado Mordecai (Billy Curtis), la muchacha parece disfrutar haber sido penetrada a la fuerza por el enigmático forastero. Pese a que son varios los momentos en los que resulta evidente que el Extraño no es precisamente un hombre dominado por el deseo de ayudar a quienes lo rodean, resulta perturbador que este particular rasgo de su personalidad no sea cuestionado y que incluso se normalice. Eastwood bien podría haber utilizado esta escena y aquella en la que obliga a Sarah Belding (Verna Bloom) a dormir en su misma habitación de hotel, para reforzar la idea que el Extraño es una figura tan amenazante como los criminales que busca detener. Sin embargo, el director decide presentar el abuso sexual como una actividad recreacional para el protagonista, sin siquiera detenerse a examinar la razón que lo lleva a poseer mujeres en contra de su voluntad.

Pese a que casi desde el inicio el espectador es consciente del inminente enfrentamiento entre el Extraño y los forajidos liderados por Stacey Bridges, a medida que avanza el film resulta evidente que los verdaderos antagonistas de la historia son prácticamente la totalidad de los habitantes de Lago. En vez de venerar a los residentes del pequeño pueblo norteamericano o presentarlos como víctimas, el protagonista aprovecha cada oportunidad que se le presenta para atacar el racismo, la codicia, la cobardía, y la hipocresía religiosa que los caracteriza, materializando la deconstrucción que realiza Eastwood de la iconografía norteamericana presente en el western clásico. Por ejemplo, una vez que el Extraño asume la protección del pueblo convierte a Mordecai, a quien todos discriminan por su baja estatura, en el sheriff y alcalde de Lago con el solo fin de irritar a los locales, y le entrega a un indio el cuidado de la única tienda de víveres del lugar pese a la indignación de su dueño. En “High Plains Drifter” el cinismo y las contradicciones inundan la pantalla, exponiendo que en el microcosmos escogido por Eastwood para desarrollar el relato, la línea que separa a los criminales del resto de las personas es increíblemente delgada, y que incluso aquellos personajes que se jactan de ser buenos y decentes no merecen ser salvados de la corrupción a la que ellos voluntariamente han decidido entregarse. 


En el ámbito de las actuaciones, Eastwood realiza un gran trabajo interpretando a un hombre que es tan cruel como carismático, lo que obviamente facilita que el espectador desee invertir su tiempo en descubrir cuál es su verdadero objetivo y si va a poder llevarlo a cabo según sus planes. El resto del elenco por su parte, en especial Billy Curtis, Verna Bloom, y Mitchell Ryan, quien interpreta a uno de los dueños de la compañía minera que opera en el lugar, también realiza un buen desempeño interpretativo permitiendo que cada uno de los habitantes de Lago posea una personalidad distintiva. Tan importante como los personajes que aparecen en el film resulta ser el escenario donde este se desarrolla, el cual fue construido especialmente para el rodaje de esta producción a orillas del lago Mono en California, con la intención de retratar a Lago como un oasis ubicado en medio del desierto, poseedor de un distintivo cariz onírico que realza el aspecto sobrenatural de la cinta. Por otro lado, resulta destacable la efectiva banda sonora del compositor Dee Barton, la cual perfectamente podría ser utilizada en un film de horror, y la correctísima dirección de fotografía de Bruce Surtees que se complementa con el estilo direccional de Eastwood, quien en esta oportunidad se preocupa de crear una sensación de tensión constante al mismo tiempo que busca estilizar la violencia presente en la película, dejando en evidencia que “High Plains Drifter” está fuertemente influenciada por los trabajos de directores como Sergio Leone, Don Siegel e incluso Federico Fellini.

Poco después del estreno del film, Clint Eastwood le escribió a John Wayne para sugerirle que filmaran un western juntos. Sin embargo, Wayne estaba furioso por el cinismo y la violencia presente en “High Plains Drifter”, por lo que le envío a Eastwood una carta que decía, “De eso no se trataba el Oeste. Esos no eran los americanos que colonizaron este país,” echando por la borda cualquier opción de que ambos actores colaboraran. La verdad es que la cinta de Eastwood más que criticar el viejo Oeste retratado en las películas de Wayne, es un ejercicio de exploración de como el Oeste y Norteamérica en general explotan y destruyen a individuos bastante parecidos a los que Wayne solía interpretar. “High Plains Drifter” tiene el mérito de refrescar un género desgastado por la continua repetición de clichés, al retratar el caos de la ley de la calle y la hipocresía contenida en la religión, y al centrarse en un grupo de pueblerinos que buscan consolarse bajo el amparo de la Iglesia al mismo tiempo que participan en actos inhumanos con el fin de proteger su futuro, todo esto en el marco de una historia de venganza sobrenatural. “High Plains Drifter” continua siendo uno de los mejores western filmados por Eastwood, ya que no solo demuestra que en aquel entonces el director estaba dispuesto a experimentar y a tomar riesgos, sino que además es innegable que sirvió para cimentar el agudo instinto cinematográfico que tantos frutos le traería en los años venideros.

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