Luego de terminar el rodaje de “To Catch a
Thief” (1955), el director Alfred Hitchcock tenía claro cuál sería su próximo
proyecto. Poco tiempo antes el británico había leído la novela corta
cómico-grotesca “The Trouble With Harry” del escritor Jack Trevor Story, la
cual le llamó tanto la atención que le pidió al guionista John Michael Hayes
que la adaptara. Una vez que el guion estaba casi terminado, Hitchcock le
encargó a Herman Citron, uno de sus agentes en la compañía Music Corporation of
America (MCA), que negociara la compra de los derechos cinematográficos de la
obra sin que el escritor supiera quien era el interesado. Pese a que un asesor
de los Estudios Paramount había realizado un informe sobre la novela cuatro
años atrás, en el que aseguraba que era una historia interesante carente de
inhibiciones pero que cuyo humor era demasiado frágil y extravagante, y su
trama era demasiado fantástica como para llevarla a la pantalla grande, los
ejecutivos del Estudio apoyándose en el éxito obtenido por la cinta “The Rear
Window” (1954), decidieron darle luz verde al proyecto de Hitchcock,
asignándole un millón de dólares de presupuesto para su película. Tras esto,
Hitchcock envió a su representante Herbert Coleman a Nueva York para encontrar
a una actriz entre los nuevos rostros de la escena teatral norteamericana. Tras
asistir al musical “The Pajama Game” debido a la insistencia de su hija Judy,
Coleman quedó impresionado con la joven protagonista de la obra cuyo nombre era
Shirley MacLaine, a quien tras una prueba de cámara se convirtió en la
protagonista del nuevo film de Hitchcock. El resto del elenco sería conformado
por Mildred Dunnock, John Forsythe, Mildred Natwick, y Edmund Gwenn, quien con
esta película anotaba su cuarta colaboración con el cineasta británico.
En “The
Trouble With Harry” (1955),
en medio de un tranquilo y hermoso día en el pueblo de Highwater, Vermont,
sucede algo desafortunado. Tras el estruendoso sonido de tres disparos que
parecen provenir del bosque aledaño al pueblo, un pequeño niño encuentra el cuerpo
de un hombre llamado Harry Worp (Philip Truex) tumbado en el suelo. Poco
después que el niño sale huyendo del lugar, el Capitán Albert Wiles (Edmund
Gwenn) quien se encontraba cazando en las cercanías, se aproxima al cadáver mientras
intenta dilucidar si ha logrado dispararle a algo. Tras asumir que él ha sido
el responsable de la muerte de Harry, decide esconder el cuerpo antes de que
alguien más lo vea, tarea que probará ser bastante difícil ya que casi la mitad
de los residentes del pueblo terminan siendo atraídos al lugar de los hechos. Quienes
también piensan que son responsables por el fallecimiento temprano de Harry son
su distanciada esposa Jennifer Rogers (Shirley MacLaine), quien tras la visita
inesperada de su marido lo golpea fuertemente con una botella de leche, y su
vecina la señorita Ivy Gravely (Mildred Natwick), quien asustada por la
súbita aparición de Harry desde unos arbustos termina golpeándolo con sus
pesadas botas en la cabeza. En medio de todo esto está Sam Marlowe (John Forsythe), un
artista local de mente abierta que está dispuesto a ayudar a sus amigos y
vecinos en cualquier forma que le sea posible, demostrando que nadie parece
demasiado consternado con la muerte de Harry.
Lo que convierte a “The Trouble With Harry” en
una película especial, es aquello que comparten los protagonistas y que tiene
relación con la inexpresiva reacción con la que manejan la curiosa situación en
la que se ven involucrados. El tono anti naturalmente ligero que Hitchcock le
imprime a una trama que se centra en el ocultamiento de un supuesto asesinato
cuya autoría no está clara, no solo iba en contra de estilo empleado previamente
por el director británico en innumerables ocasiones, sino que además se
presentaba como algo novedoso y alarmante para el público de aquel entonces,
que no supo bien cómo reaccionar a una cinta de estas características. Para
Hitchcock “The Trouble With Harry” se presentó como una oportunidad de trabajar
con una serie de contrastes, luchar contra la tradición y los clichés tan
propios de las historias de misterios policiales. Como explicaría el propio
director en una oportunidad, “en The Trouble With Harry saco el melodrama de la
noche oscura para llevarlo a la luz del día. Es como si presentara un asesinato
a orillas de un riachuelo cantarín y soltara una gota de sangre en su agua
límpida. De estos contrastes surge un contrapunto, y quizás, incluso, una
súbita elevación de las cosas corrientes de la vida.”
Es tan poco lo que les preocupa a los
protagonistas el hecho que Harry esté muerto, que incluso se dan el tiempo para
tomar el té o discutir acerca de sus vidas amorosas cerca del cadáver. Sam
mueve el cuerpo de un lugar a otro como si estuviera trasladando un objeto en medio
de un proceso de mudanza, mientras que Jennifer incluso demuestra una cierta
cuota de dicha cuando se da cuenta que el hombre fallecido no es otro que su
esposo. Esto no significa que Sam, Jennifer y compañía sean monstruos o sufran
de psicosis colectiva, sino que más bien Hitchcock relata la historia bajo la
lógica de un mal sueño, en la cual todos los personajes hablan y se mueven como
si fueran sonámbulos con un cierto grado de lucidez. En un giro aún más
surrealista, la peculiar situación incluso provoca que se generen relaciones
amorosas entre los involucrados. Mientras que Sam siente una atracción
inmediata hacia Jennifer, al punto de proponerle matrimonio al poco tiempo de
conocerla, la señorita Gravely no duda en coquetearle al viejo Capitán durante
una cita que tienen literalmente sobre el cadáver de Harry. Entre ambas parejas
existe una marcada tensión sexual que por momentos resulta más importante que
el problema que tienen entre manos, el cual es visto por el cuarteto de
improvisados cómplices como una mera distracción temporal. Hitchcock no solo prescinde por completo de un villano,
sino que además se inclina por remover casi en su totalidad el suspenso que
podría presentar el film, reservándolo solo para breves momentos en los que los
protagonistas interactúan con el distraído Doctor Greenbow (Dwight Marfield) y
con el Ayudante del Sheriff Calvin Wiggs (Royal Dano).
El tipo de comedia que Hitchcock maneja en
este film no radica en la sátira o el humor físico, sino que está relacionado
con la observación de personajes, los que afortunadamente se van volviendo más
interesantes a medida que avanza la historia. A diferencia de lo que sucede en
gran parte de su filmografía, en “The Trouble With Harry” es posible evidenciar
una cierta cuota de afecto por parte de Hitchcock a la hora de retratar a los
protagonistas. Con su barriga prominente, su carácter bonachón y su temor a la
policía, el Capitán Wiles bien podría considerarse como una suerte de alter ego
del director. Sam Marlowe perfectamente podría haber sido presentado como el estereotipo
del artista que se toma demasiado en serio, pero el film termina burlándose de
la incapacidad del resto de los habitantes de Highwater para entender sus
pinturas abstractas y lo retrata como un hombre extremadamente generoso con un
interesante discurso filosófico sobre el destino y la muerte. Ivy Gravely por
su parte, es una mujer mayor vibrante y traviesa que en cualquier otra película
fácilmente podría haber sido retratada como una solterona entrometida, y finalmente
Jennifer Rogers inicialmente da la impresión de ser una femme fatale, pero
gradualmente se revela que su personalidad presenta una distintiva mezcla entre
inocencia infantil e ingenio inexpresivo.
“The Trouble With Harry” es una de las pocas
películas de Alfred Hitchcock que pone el foco en un grupo de protagonistas en
vez de centrarse en un personaje principal o en una pareja. Afortunadamente, el
elenco en su totalidad realiza un buen trabajo permitiendo que sus acciones
resulten creíbles pese a lo absurdo de la situación. Mientras que Shirley
MacLaine brilla en su debut cinematográfico mostrándose encantadora y
divertida, John Forsythe interpreta de forma impecable al enamoradizo pintor
poseedor de un retorcido sentido del humor. La química entre ambos es
innegables, así también como la química que exhiben Mildred Natwick y Edmund
Gwenn, quienes realizan un gran trabajo interpretando a un par de personajes
que son por sobre todo carismáticos. Por otra parte, uno de los elementos más
destacables de la cinta es la atractiva dirección de fotografía de Robert
Burks, quien convierte al follaje otoñal en el quinto protagonista de la
película. Como dato curioso, originalmente Hitchcock y su equipo de filmación
viajaron a Vermont para capturar los colores del paisaje otoñal en toda su
gloria. La caída de las hojas según el mismo director, era la razón principal
para trabajar en locaciones al aire libre, aun cuando el film perfectamente
podía haber sido rodado al interior de un set de filmación. Sin embargo, tras
una serie de tormentas que estropearon el rodaje en exteriores, Hitchcock y su
elenco tuvieron que trasladarse a un plató construido al interior de un
gimnasio, integrando al film solo un puñado de escenas que lograron rodar los
días que hubo buen clima.
En cuanto a la banda sonora, la cual presenta
una serie de piezas musicales que cubren tanto el aspecto cómico de la historia
como los elementos más macabros de la misma, en esta oportunidad Hitchcock pudo
contar con la colaboración del compositor Bernard Herrmann, a quien había
intentado contactar previamente en numerosas ocasiones sin grandes resultados.
La sociedad entre ambos creativos se extendería durante nueve años, y su éxito
en conjunto se cree que respondía al hecho que compartían una visión oscura y
trágica de la vida y una compulsión por el mundo de la fantasía romántica, lo
que los llevó a complementarse superando incluso sus complejas personalidades. Si
bien “The Trouble With Harry” fue un fracaso de taquilla en los Estados Unidos
y fue recibida de manera dispar por la crítica, en países como Inglaterra,
Italia y Francia, estuvo en cartelera durante al menos un año. El particular
tono que posee esta historia de corte macabro y el hecho que el humor negro que
presenta el film no siempre funciona como debería, provocaron que “The Trouble
With Harry” terminara siendo reconocida como una pieza interesante pero fallida
dentro de la filmografía del cineasta británico, lo que la ha llevado a ser
injustamente subvalorada aun cuando es una obra mucho más inteligente y
atractiva que muchas otras películas que han intentado explorar terrenos
similares sin demasiado éxito.
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