Tras completar la cinta “Young and Innocent” (1937),
Alfred Hitchcock y su esposa Alma comenzaron a buscar un proyecto interesante
para dar término al contrato por dos películas que mantenían con el productor Edward
Black. Cuando Hitchcock fue incapaz de encontrar algo que le llamara la
atención, se vio en la obligación de presentarse en la oficina del productor
para preguntarle si estaba en posesión de algún proyecto no llevado a cabo
entre sus archivos. Esta solicitud sorprendió a Black, quien estaba
familiarizado con el proceso creativo utilizado por Hitchcock habitualmente.
Sin embargo, a sabiendas que un director poco motivado es peligroso para el
negocio, el productor no dudó en entregarle un proyecto que debido a algunos
problemas había sido abandonado el año anterior. En Mayo de 1936, el guionista
Frank Launder les había sugerido a los ejecutivos de los Estudios Gainsborough Pictures
que compraran los derechos de la novela “The Wheel Spins” de la escritora Ethel
Lina White. Una vez que Launder en compañía de Sidney Gilliat comenzaron a
elaborar el guion que llevaría por título “The Lost Lady”, se sumó al proyecto
el director irlandés Roy William Neill quien varios años más tarde adquiría
cierta notoriedad por su participación en la serie de adaptaciones cinematográficas
de las novelas de Sherlock Holmes protagonizadas por Basil Rathbone. Una vez
que el guion estuvo terminado, parte del equipo de filmación fue enviado a la
entonces Yugoslavia bajo las órdenes del asistente de dirección Fred Gunn, con
el objetivo de rodar algunas escenas de exteriores. Lamentablemente para los
involucrados, cuando Gunn sufrió un accidente que le provocó una fractura de
tobillo, la policía yugoslava descubrió por accidente que el guion no la
retrataba de forma amable, por lo que expulsaron a Gunn y compañía del país
provocando la eventual cancelación del proyecto.
Aun cuando a Hitchcock le pareció interesante
el guion de Launder y Gilliat, de todas formas le hizo algunas sugerencias a la
dupla de guionistas que tenían relación con el desarrollo de las escenas
iniciales y finales del film. Una vez agregadas las modificaciones sugeridas
por el director, este aseguró que podía rodar el proyecto que bautizó como “The Lady Vanishes” (1938) en el lapso de un mes. Según Frank Launder, “La
diferencia entre el nuevo comienzo que escribió (Hitchcock) y el presente en el
guion original, era que su ritmo resultaba ser mucho más rápido. El último
tramo por su parte quedó realmente más excitante, con más giros y sorpresas.” En
cuanto a la conformación del elenco, Hitchcock aseguró la participación de la
veterana actriz Dame May Whitty, quien recientemente había tenido éxito en
Hollywood gracias a su participación en el film “Night Must Fall” (1937). Con
el objetivo de lograr que May Whitty siguiera sus instrucciones, durante la
primera escena de la actriz Hitchcock la interrumpió gritando, “¡Alto! Eso es
terrible. ¿No está avergonzada de usted misma?”. Desde ese momento en adelante,
May Whitty seguiría cada una de las indicaciones del director, a quien
terminaría sorprendiendo con su actuación. Por otro lado, pese a que
originalmente consideró a Lili Palmer para el rol protagónico, Hitchcock
finalmente contrataría a la joven Margaret Lockwood, quien llevaba bastante
tiempo deseando interpretar a una de las heroínas presentes en las novelas de Ethel
Lina White. Finalmente el rol masculino protagónico recaería en Michael
Redgrave, un popular actor de teatro que no mostraba mayor interés por
involucrarse en el mundo del cine. Solo tras conversar con el director teatral
John Gielgud, con quien llevaba trabajando algún tiempo, Redgrave aceptó la
propuesta de Hitchcock bajo la presunción que la experiencia le serviría para
aprender sobre el proceso de rodaje de una película.
En “The Lady Vanishes” una avalancha obliga a
un grupo de viajeros a pasar la noche en un hotel de los Balcanes, lo que les
da la oportunidad de conocerse. Regresando a casa para contraer matrimonio con
su prometido se encuentra una acaudalada joven inglesa llamada Iris Henderson
(Margaret Lockwood), quien durante el transcurso de la noche conoce a Gilbert
(Michael Redgrave), un musicólogo que está investigando canciones folclóricas
de los Balcanes, y a la señorita Froy (Dame May Whitty), una encantadora
profesora de música e institutriz con quien de inmediato establece un vínculo
de amistad. A la mañana siguiente, poco tiempo antes de abordar el tren con
destino a Londres, Iris es golpeada en la cabeza por una maceta empujada por
alguien desde el alfeizar de una ventana, la cual aparentemente estaba dirigida
a la señorita Froy. Luego de perder el conocimiento, Iris despierta en un
compartimiento junto a la señorita Froy y una pareja de extraños. Tras
compartir una taza de té con su nueva amiga, Iris regresa al compartimiento
para dormir una pequeña siesta. Una vez que ella despierta, se sorprende al
percatarse que su improvisada compañera de viaje ha desaparecido. Lo que es aún
peor, es que todo el resto de los pasajeros del tren entre los que se
encuentran una pareja de amigos entusiastas por el cricket llamados Charters
(Basil Radford) y Caldicott (Naunton Wayne), un abogado llamado Todhunter
(Cecil Parker) y su amante (Linden Travers), una baronesa (Mary Clare), y una
monja (Catherine Lacey), entre otros, niegan haber visto a la señorita Froy
abordar el tren. Pese a que el Dr. Hartz (Paul Lukas) está convencido que el
golpe en la cabeza que recibió la joven provocó que alucinará con la existencia
de la amable anciana, Iris está segura que su amiga está a bordo del tren por
lo que con la ayuda de Gilbert emprenderá una búsqueda que sin saberlo pondrá
en peligro sus vidas.
En manos menos experimentadas, la lentitud con la que se desarrolla el primer acto del film podría haber perjudicado seriamente el interés del espectador en la historia. La verdad es que durante los primeros 25 minutos de metraje, Hitchcock se dedica mayoritariamente a retratar el caos que se provoca en el pequeño hotel ubicado en un país ficticio de Europa de Este, cuando decenas de viajeros se ven obligados a pasar la noche en el lugar compartiendo sus cuartos con personas desconocidas y soportando el ruido generado por sus numerosos vecinos. Recién pasada la marca de los treinta minutos, la historia da un giro siniestro y se mete de lleno en el suspenso propiamente hitchcockiano. En muchos sentidos “The Lady Vanishes” se asemeja a “The 39 Steps” (1935), la segunda película más recordada de la etapa británica de Alfred Hitchcock. Por ejemplo, en ambas cintas la dupla protagónica inicialmente entabla una relación complicada marcada por el aparente desprecio que la protagonista femenina siente hacia su improvisado compañero de aventuras. “Eres la persona más detestable que he conocido en mi vida”, le dice Iris a Gilbert durante su primer intercambio de palabras al interior del hotel, lo que no impide que más tarde el musicólogo sea la única persona dispuesta a ayudarla a encontrar a la señorita Froy, aun cuando en un principio tampoco cree mucho en su historia. Además de esto, en ambas producciones se repasa el tema de la confusión de identidades, existe un ejercicio fílmico interesante en espacios reducidos, y el protagonista masculino presenta un sentido del humor bastante seco. “¿Encontró algo?” le pregunta Gilbert al Doctor Hartz cuando este le comenta que recientemente ha sometido a cirugía cerebral a un ministro del gabinete británico. Cuando el doctor le responde que encontró una pequeña contusión cerebral, Gilbert se apresura a decir “Es mejor que nada.”
Lo que básicamente separa a “The Lady Vanishes”
de “The 39 Steps”, es que la primera funciona como una peculiar sátira de la
ceguera británica ante la creciente amenaza alemana, por lo que hoy es considerada
como una de las declaraciones más inteligentes de Hitchcock acerca del
conflicto bélico que estaba por venir. Un encubrimiento es llevado a cabo a
bordo de un tren por una red de nobles alemanes, magos italianos, y espías
checos, y sin embargo ninguno de los numerosos pasajeros británicos con la
excepción de Iris y Gilbert son capaces de sospechar que algo raro está
sucediendo. Junto con esto, Hitchcock en conjunto con los guionistas Sidney
Gilliat y Frank Launder, insertan una serie de símbolos que buscan hacer
referencia al sentido elitista de insularidad británica, los cuales en su
mayoría se encarnan en la figura de los personajes interpretados por Naunton
Wayne y Basil Radford, quienes se caracterizan por ser dos oxfordianos
estirados que desprecian todo aquello que no es propiamente británico, y que
están tan ansiados por llegar a tiempo a un partido de cricket que se rehúsan a
preocuparse por el caso de la anciana desaparecida. Incluso cuando están en
medio del tiroteo que se lleva a cabo en el último tramo del film, la dupla de
británicos cree que está participando de un realista juego bélico. Tras
asegurar que una vez ganó una caja de cigarrillos gracias a su buena puntería,
Caldicott se apresura a decir, “Estoy medianamente inclinado a creer que existe
una explicación racional para todo esto.”
Michael Redgrave realiza un estupendo trabajo
en este film, aun cuando años más tarde reconoció que nunca se tomó su papel
demasiado en serio. “Para ser honesto,” declararía Redgrave, “Supongo que era
una suerte de snob intelectual en aquella época, y la actuación en cine no era
muy bien vista en Inglaterra. Ninguna actriz o actor serio se concentraba en el
trabajo en el cine o aparecía muy a menudo frente a las cámaras. Creo que Hitch…
intentó darme una lección. El primer día de rodaje se me acercó y me dijo, ´Lo
sabes, cierto, que Robert Donat estaba ansioso por interpretar este rol.´
Supongo que quería hacerme sentir incómodo, pero no me sentí así. De todas
formas no me estaba esforzando demasiado.” Irónicamente, fue la actitud indiferente
de Redgrave lo que dotó a su personaje de una locuacidad natural que se complementa
de forma perfecta con la inocencia del personaje de Margaret Lockwood, quien
realiza un buen trabajo como la angustiada joven en apuros que no está dispuesta
a transar en sus convicciones. Lo que es aún más relevante, es que Lockwood y
Redgrave exhiben una química innegable mientras coquetean entre discusiones,
engaños y malos entendidos. Dame May Whitty por su parte, resulta memorable
como la señorita Froy al igual que Naunton Wayne y Basil Radford en sus
respectivos papeles. Cabe mencionar que fue tal la popularidad que adquirieron
los personajes de Charters y Caldicott que aparecieron en otras tres
producciones, siendo la primera “Night Train to Munich” (1940) del director
Carol Reed, a la que luego le seguiría “Crook´s Tour” (1941) y “Millions Like
Us” (1943).
En cuanto al aspecto técnico de la producción,
la dirección de fotografía de Jack E. Cox es simplemente correcta mientras que
la banda sonora del compositor Louis Levy es prácticamente inexistente. Cuando “The
Lady Vanishes” fue estrenada se convirtió en un éxito inmediato tanto en
Inglaterra como en los Estados Unidos, siendo además muy bien recibida por la
crítica. En aquel entonces, el crítico Frank S. Nugent escribiría, “Si no fuera
un melodrama tan brillante, deberíamos clasificarla como una comedia brillante.
Es posible ver que impone una doble, una bendita doble tensión: cuando tu
costado no está adolorido por la risa tu cerebro está palpitando en un intento
por superar al director.” La razón principal por la cual la cinta funciona bien
incluso en la actualidad, es debido a que presenta una mezcla perfectamente
balanceada de misterio, suspenso, comedia y romance, lo que está coronado por
un puñado de personajes carismáticos que no tardan en captar la atención del
espectador. La penúltima película que Alfred Hitchcock filmó en Inglaterra
antes de continuar su carrera en Norteamérica, no solo está considerada por el
Instituto de Cine Británico como una de las mejores cuarenta películas
británicas del siglo veinte, sino que además fue re-imaginada en dos ocasiones,
primero por el director Anthony Paige en 1979 y luego en una adaptación
televisiva producida por la BBC el 2013.
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