Luego del éxito
internacional obtenido con el film de terror psicológico “Repulsion” (1965), el
director Roman Polanski se trasladó a Inglaterra donde se le ofreció la
oportunidad de contar con presupuestos más generosos para llevar a cabo sus
numerosos proyectos. Sería durante el proceso de rodaje de “Cul-de-sac” (1966),
específicamente tras un viaje del director a los Alpes, que Polanski comenzaría
a juguetear con la idea de filmar una película en un escenario cubierto de
nieve y de colaborar nuevamente con el actor Jack MacGrowran. Como Polanski se
encargó de asegurar en su autobiografía, “Tal como pasó con Mazury y Knife in
the Water, el escenario fue impuesto antes que la historia se cristalizara.”
Tras ver varias películas de horror en diversas salas de cine, el cineasta se
percató con sorpresa que los espectadores no las trataban con demasiada
seriedad. A raíz de esto, Polanski junto al guionista Gérard Brach pensaron que
sería una buena idea realizar un film de horror que fuera intencionalmente
gracioso. De manera paralela, fue tal la impresión que causó la cinta “Cul-de-sac”
en el productor norteamericano Martin Ransohoff, quien era uno de los
fundadores de la productora Filmways, que se ofreció a financiar el próximo
proyecto de Polanski que finalmente llevaría por título “The Fearless Vampire Killers” (1967). A cambio de aceptar que
Polanski interpretara al protagonista del film, Ransohoff le impuso al director
la inclusión de la actriz Sharon Tate quien estaba bajo contrato con su
productora. Pese a su reticencia inicial, Polanski supo identificar el
potencial de la atractiva intérprete con quien terminaría entablando una
relación amorosa.
En “The Fearless
Vampire Killers” el Profesor Abronsius (Jack MacGowran) se encuentra viajando
en medio de las gélidas tierras de Transilvania junto a su leal asistente
Alfred (Roman Polanski) con el fin de encontrar vampiros. El Profesor ha
arriesgado su reputación al asegurar que tales criaturas existen y mediante su
expedición no solo espera probar que está en lo cierto, sino que también pretende
exterminarlos de la faz de la Tierra. Una vez que ambos llegan a una remota
aldea de la región y encuentran hospedaje en la posada de Yoine Shagal (Alfie
Bass), no tardan en darse cuenta que los lugareños parecen temerle a una
entidad maligna de la que prefieren no hablar. Cuando el infame Conde von
Krolock (Ferdy Mayne) secuestra a Sarah (Sharon Tate), la hermosa hija de
Shagal, Abronsius y Alfred se aventuran hacia el retirado castillo del Conde con
el fin de desenmascararlo. Mientras tanto, Von Krolock, su afeminado hijo
Herbert (Iain Quarrier), y su séquito de vampiros están en medio de la preparación
de un elaborado baile que tiene por objetivo celebrar la sobrevivencia de su
rebaño y la inclusión de sus deliciosas nuevas víctimas; Sarah y la criada de
Shagal, Magda (Fiona Lewis). Es en este escenario que la torpe pareja de
cazadores de vampiros deberá intentar rescatar a las prisioneras del Conde y salir
con vida del lugar, antes de que Von Krolock y compañía decidan convertirlos en
parte de la cena de su magno evento.
Aun cuando no era
precisamente el objetivo de Polanski, podría argumentarse que “The Fearless
Vampire Killers” sirve como tributo a las producciones de horror gótico
realizadas en Inglaterra, en especial aquellas llevadas a cabo por los Estudios
Hammer Films, las cuales en aquel entonces gozaban de gran popularidad, en
especial cuando trataban el tema del vampirismo el cual no solo es satirizado
por el director, sino que además es parcialmente transmutado sin necesariamente
renunciar a determinados gestos, actitudes y símbolos por todos conocidos. Por
ejemplo, Polanski reemplaza al heroico y temerario cazador de vampiros presente
en gran parte de las cintas de la Hammer, por el torpe y despistado Profesor
Abronsius cuya apariencia se asemeja bastante a la de Albert Einstein, con
quien también comparte sus ansias de conocimiento y el deseo de validarse entre
sus colegas quienes por años se han burlado de sus peculiares teorías. El resto
de los personajes parecieran estar divididos en dos grupos, donde el primero
está conformado por aquellos que responden a los clichés más habituales del
género, mientras que los que componen el segundo grupo son aquellos que se
mueven de lleno en el terreno de la parodia. Es así como tanto el Conde Von
Krolock, cuyo nombre está inspirado en el noble chupasangre que en la cinta de
Friedrich Wilhelm Murnau, “Nosferatu” (1921), como Sarah se alzan como fieles
representantes de este tipo de relatos, mientras que Alfred, Shagal, Koukol
(Terry Downes), el sirviente jorobado del Conde, y Herbert Von Krolock quien no
puede ocultar la atracción que siente por el temeroso Alfred, son personajes
que claramente están al servicio del particular humor presente en la película.
Lo que apoya aún
más la idea que el film de Polanski estuvo fuertemente influenciado por la
factoría hammeriana, son las numerosas similitudes que “The Fearless Vampire
Killers” presenta con la cinta “Kiss of the Vampire” (1963) del director Don
Sharp. Para comenzar, en ambas producciones el villano de turno invita a los
protagonistas a su castillo con la intención de emboscarlos, así como también
en ambas películas se lleva a cabo un baile que sirve como rito iniciático para
la joven virgen que es tomada prisionera por el líder de los vampiros. Sin
embargo, el mayor parecido entre ambas cintas está dado por la forma en como abarcan
el mito del vampirismo. Tanto Polanski como Sharp le imprimen un cariz
religioso a la práctica del vampirismo, al introducir sectas en sus historias
cuyos objetivos principales son alabar a su profana deidad y buscar nuevos
miembros para engrosar sus filas y así propagar su condición por todos los
rincones del mundo. Polanski evidentemente marca distancia con la obra de Sharp
al introducir una serie de elementos que caen en el más completo absurdo, como
la pareja de ineptos cazadores de vampiros que son completamente incapaces de
reconocer a un chupasangre aun si lo tienen frente a ellos, la exuberante
damisela en desgracia que está tan ensimismada por el lujo existente al
interior del castillo del Conde Von Krolock que jamás se percata que se
encuentra en peligro, e incluso hay espacio para incluir a un vampiro judío que
se estremece cada vez que alguien le muestra un crucifijo.
En una determinada
escena, cuando Alfred intenta identificar los motivos que lo han llevado a
introducirse al castillo del vampiro, Abronsius súbitamente comienza a discutir
el fenómeno que provoca que los murciélagos vuelen en invierno cuando se supone
que debiesen estar hibernando, “Creo que todo esto se debe a una necesidad
puramente mecánica de combatir el letargo de la hibernación, de restaurar la
circulación mediante movimientos primarios, de causar que los miembros vitales
trabajen de manera automática.” La parálisis,
el congelamiento de la empatía humana, la soledad, el aburrimiento y el letargo
son los temas principales de “The Fearless Vampire Killers”, cuya historia se
desarrolla en un mundo en el que la represión y la conformidad hipócrita dominan
a gran parte de los personajes. Esto queda explicitado en el accionar de
Shagal, quien encierra a su hija todas las noches en su habitación para
protegerla de los hombres, mientras él pasa sus noches molestando a la criada
en su habitación. Sarah por su parte, hastiada de ser constantemente controlada
por su padre, termina viendo con buenos ojos la abducción de la que es víctima
por la gama de posibilidades que eso implica. Por contraste, tanto el
espectador como los protagonistas asumen que el mundo de los vampiros debiese
estar dominado por la transgresión y por la promesa implícita de aventuras
sexuales y libre albedrío. Sin embargo, durante la escena del baile queda en
evidencia que el reino de los vampiros es aún más estático y mecanizado que el
mundo habitado por Alfred, Sarah y el Profesor Abronsius, lo que obviamente
resulta increíblemente decepcionante para el trío protagónico.
El mayor mérito de
Jack MacGrowan y Roman Polanski a la hora de interpretar sus respectivos
personajes, es que los dotan de un carisma que permite que el espectador se
identifique con ellos o que al menos se interese por su destino. Ferdy Mayne
por su parte, logra con éxito que el Conde Von Krolock resulte lo
suficientemente amenazador como para que las escenas que son más cercanas al
género del horror resulten efectivas. El resto del elenco también realiza un
buen trabajo y en conjunto permiten que tanto los elementos propios de una
cinta de terror como aquellos que pertenecen a los terrenos de la parodia,
mantengan un equilibrio tal que ambos puedan convivir en perfecta armonía. En
cuanto al aspecto técnico de la producción, se destaca la maravillosa dirección
de fotografía de Douglas Slocombe, el sumamente atractivo diseño de producción
de Wilfred Shingleton, y la inquietante banda sonora del compositor Krzysztof
Komeda. También resulta destacable el hecho que Polanski y su equipo técnico
sean capaces de trasladar la atmósfera claustrofóbica y de peligro constante
que reina en algunas de las escenas que transcurren al interior del castillo de
Von Krolock, a las escenas filmadas en exteriores donde la inmensidad de los
paisajes completamente cubiertos por la nieve representan en sí mismos una
gélida prisión que dificulta que los protagonistas huyan del embrollo en el que
se han involucrado de forma voluntaria.
Cuando Martin
Ransohoff vio la cinta terminada, se mostró molesto y sorprendido al darse
cuenta que “The Fearless Vampire Killers” no se parecía en nada a los trabajos previos
de Polanski. El director por su parte, no estaba dispuesto a renunciar a su
visión por lo que ambas partes se vieron obligadas a llegar a un acuerdo. Mientras
que la versión del director fue estrenada de forma íntegra en Europa, la
versión que se exhibió en los Estados Unidos presentaba 16 minutos menos de
metraje, los diálogos de algunos actores fueron doblados, incluía una secuencia
de créditos animada en la que el famoso león de los Estudios MGM aparecía
rugiendo y enseñando sus ahora largos colmillos de vampiro, y su título fue
cambiado por el “Dance of the Vampires”. Aun cuando el humor presente en “The
Fearless Vampire Killers” no ha envejecido de la mejor manera y por lo general
la película es recordada injustamente como un traspié en la carrera del
director, es indudable que se trata de una cinta ingeniosa y entretenida con un
deslumbrante apartado técnico, que presenta una dualidad genérica tan bien ensamblada
que aun quitando la parodia de la ecuación, funciona perfectamente como un film
de horror gótico
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