En Nápoles a diario decenas de criminales
aterrorizan a los ciudadanos a un punto que parece que la situación se ha
escapado de control. En medio de todo está el intrépido y testarudo comisario
Belli (Leonard Mann), quien constantemente ha demostrado estar un paso adelante
de los delincuentes que busca aprehender. En su constante cruzada a favor de la
justicia, Belli se ha propuesto poner tras las rejas a un peligroso mafioso llamado
Santoro (Henry Silva), quien durante un asalto al Expreso de Roma que cometió junto
a un grupo de sus hombres, obtuvo un botín de medio millón de liras en efectivo
y asesinó a cinco personas en el proceso. Lamentablemente para Belli, capturar
a Santoro resultará ser una tarea en extremo difícil ya que es el protegido del
anciano jefe de la Camorra, el poderoso Don Alfredo (Tino Bianchi), quien lo
quiere como si fuera su propio hijo. Mientras Belli hace lo posible por conseguir
pruebas que logren convencer a sus superiores que la captura de Santoro es
posible, e intenta llevar por el buen camino al pequeño Gennarino (Massimo
Deda), un delincuente juvenil que corrompe a otros niños como él para que lo
ayuden a cometer sus crímenes, Santoro continúa sembrando el caos en Nápoles lo
que provoca que otros miembros de la mafia se decidan a acabar con su vida antes
que su arrogancia les arruine a todos el lucrativo negocio en el que se ha convertido su imperio criminal.
“Napoli Spara!”
(1977) sería la tercera incursión del director Mario Caiano en
el subgénero del poliziottesco tras rodar “…a tutte le auto della polizia…” (1975),
cuya trama se acercaba bastante a los terrenos del popular subgénero del
giallo, y la sombría “Milano Violenta” (1976) donde un criminal busca vengarse
de sus colegas quienes lo han abandonado luego de cometer un atraco que ha
salido mal. El proyecto inicialmente nacería como una secuela no autorizada del
exitoso film de Umberto Lenzi “Napoli Violenta” (1976), el cual estaba
protagonizado por el actor Maurizio Merli quien durante la década del setenta
se volvió bastante popular por su participación en este tipo de producciones,
donde habitualmente personificaba a rudos policías sedientos de justicia. Tal y
como sucede en la película de Lenzi, la secuela dirigida por Caiano cuyo guion
estuvo a cargo de Gianfranco Clerici y Vincenzo Mannino, aun cuando se centra
en la violenta batalla que adquiere ribetes personales entre el comisario Belli
(cabe mencionar que el policía interpretado previamente por Merli se apellidaba
Betti) y el sanguinario delincuente Santoro, también se detiene en la
exploración de otros eventos criminales de distinta índole y como estos son
contrarrestados tanto por la policía, como por la intervención de civiles
cansados de la creciente delincuencia que está inundando las calles de la gran
mayoría de las ciudades de Italia.
Además del escenario donde se desarrolla
la historia y el tono de la misma, lo único que se mantiene de “Napoli Violenta”
es la presencia de Gennarino, un pequeño delincuente del que no se tiene mucha información,
el cual al final del film de Lenzi resulta gravemente herido por lo que en esta
oportunidad presenta una cojera como resultado de su traumática experiencia. Durante
el transcurso de la película, es posible ver como Gennarino en solitario o
junto a otros niños que parecen vivir en la calle al igual que él, comenten una
serie de actos ilegales que tienen como principal objetivo obtener el dinero
suficiente para ayudarles a sobrevivir a su cruda realidad. Es así como el
pequeño le vende periódicos a varias parejas para que cubran las ventanas de
sus automóviles mientras están intentando tener relaciones sexuales en la vía
pública, ayuda a algunos automovilistas a estacionar sus vehículos para luego
robarles los neumáticos, le vende agua mineral falsa a varios pasajeros del
tren napolitano, e incluso se roba un auto deportivo solo por el gusto de
conducirlo por la ciudad. En la gran mayoría de la ocasiones Gennarino es
reprendido por el comisario Belli, quien lo amenaza con enviarlo a un
reformatorio si es que no abandona su vida delictual y regresa al colegio. En
general sus apariciones poco y nada tienen que ver con la historia central con
la excepción de dos momentos puntuales; en una primera instancia ayuda a Belli a
escapar junto a Santoro a quien tiene bajo custodia, del acecho de una serie de
matones enviados por otros miembros de la Camorra con el fin de asesinar a su socio
criminal; y eventualmente se ve involucrado en el enfrentamiento final entre
Belli y Santoro, el cual tiene trágicas consecuencias para todos los
involucrados.
Pese a que Santoro es un líder de la
mafia que pasa sus noches perdiendo grandes sumas de dinero en el casino que es
manejado por la misma organización a la que pertenece, no teme ensuciarse las
manos con sangre lo que lo lleva a participar directamente en todos los golpes
que organiza. Además del violento asalto al Expreso de Roma, Santoro participa
en el robo a una fábrica que también termina en una masacre. Las consecuencias
de ambos actos criminales en gran medida terminan definiendo la compleja relación
que se establece entre Belli y Santoro. Cuando sus asociados se dan cuenta que
Santoro está llamando la atención al despilfarrar gran parte del dinero
obtenido durante el robo al Expreso, deciden planear un golpe en su contra el
cual es frustrado inconscientemente por Belli, quien reacciona instintivamente
cuando se ve en medio de un intento de asesinato en el cual un grupo de
criminales le disparan profusamente a un hombre cuya identidad desconoce, el
cual está parapetado al interior de su automóvil. Posteriormente durante el
robo a la fábrica, cuando la patrulla policial en la que se traslada Belli se
estrella debido a una maniobra ejecutada por Santoro, este último le perdona la
vida al protagonista para saldar su cuenta con él. Debido a que la decisión del
criminal resulta incomprensible para los superiores de Belli, estos no dudan en
sugerir que existe la posibilidad que él sea un policía corrupto, lo que obliga
al comisario a tomar medidas extremas para limpiar su nombre y poner tras las
rejas a quien se ha convertido en su némesis.
Fuertemente influenciadas por los
thrillers policiales que se filmaron en Norteamérica durante la década del
setenta, las producciones enmarcadas en el subgénero del poliziottesco se
caracterizaron por su marcada crudeza y su estructura narrativa episódica, y en
ese sentido “Napoli Spara!” no es la excepción. Dentro de las pequeñas cápsulas
narrativas que presenta el film, se incluye un robo a un banco durante el cual
uno de los criminales detiene a una mujer embarazada que está intentando huir
del lugar con una patada en el estómago; el asalto a una familia que se
encuentra con sus hijos jugando en el parque, en el cual el ladrón amenaza con
degollar a uno de los niños si sus padres se rehúsan a entregarle sus
pertenencias de valor; el secuestro de un camión de combustible cuyo chófer con
tal de evadir a la policía, termina envistiendo de manera intencional a un
pequeño coche donde viaja una inocente familia, la cual tras rodar ladera abajo
fallece cuando el automóvil se incendia por completo; y la que quizás es la
secuencia más sórdida y brutal de todas, la cual sucede tras la detención ciudadana
de un pedófilo (Adolfo Lastretti) que intentó abusar de una menor en las
cercanías de un parque, quien una vez que es enviado a prisión sufre la
mutilación de sus genitales a manos del resto de los prisioneros quienes se
encargan de hacerle sentir el repudio que les provoca la naturaleza de su horrendo
crimen.
Aun cuando realiza un buen trabajo interpretando
al rudo comisario Belli, con quien el espectador logra empatizar pese a no
conocer absolutamente nada de su vida fuera de las fuerzas policiales, la
participación de Leonard Mann palidece cuando es comparada con la labor de Maurizio
Merli en “Napoli Violenta”. A sabiendas que la inclusión de Merli en este tipo
de producciones era sinónimo de éxito seguro, Caiano contrató a Jeff Blynn
quien se parecía físicamente al actor, para que interpretara a un policía
llamado Giudi el cual junto a un grupo de colegas trabaja encubierto como
taxista en las calles de Nápoles. Son precisamente ellos en conjunto con Belli,
quienes organizan un asalto al casino de la Camorra con el fin de reunir
evidencia contra Santoro; en represalia, uno de los policías encubiertos
termina siendo decapitado mientras viaja en motocicleta mediante la colocación estratégica
de un cable de acero en su camino. Por otro lado, mientras que Henry Silva encarna
de buena manera a un villano cuyo sadismo solo es igualado por su ambición sin límites,
el personaje de Massimo Deda pese a que es incluido con el fin matizar con algo
de humor una historia bastante sombría, en la gran mayoría de sus
intervenciones resulta ser algo antipático despertando la empatía del
espectador solo durante los últimos momentos del film.
En relación al aspecto técnico de la
producción, la irregular dirección de fotografía de Pier Luigi Santi es
compensada por el dinamismo de las escenas de acción y la efectiva banda sonora
de toques jazzísticos del compositor Francesco De Masi. Durante su carrera, Mario
Caiano probó suerte en varios géneros cinematográficos sin demasiada suerte, ya
que gran parte de su filmografía podría resumirse como una serie de intentos
fallidos por replicar lo realizado por otros cineastas que marcaron ciertas pautas
temáticas y estilísticas dentro de la industria cinematográfica italiana durante
las décadas del sesenta y setenta como Mario Bava, Sergio Martino, Dario
Argento, Sergio Leone y Umberto Lenzi, entre otros. Este es precisamente el
caso de “Napoli Spara!”, la cual pese a ser una película entretenida ve
seriamente afectado su desarrollo por lo episódico de su estructura narrativa y
lo forzado de algunos giros dramáticos, como por ejemplo la breve participación
de un personaje interpretado por Ida Galli, cuya inclusión solo pretende
justificar el regreso de un fugitivo Santoro a Nápoles para enfrascarse en un
último enfrentamiento con Belli. Debido a esto, determinados momentos de la
cinta terminan adquiriendo mayor importancia que la trama central, lo que permite
aseverar que si bien “Napoli Spara!” no es una mala película, existen otras
producciones bastante más memorables dentro del ciclo del interesante subgénero
del poliziottesco italiano.
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