La idea que le daría vida al film “Lifeboat” (1944) nació cuando la Comisión Marítima de los Estados Unidos le pidió al presidente de los Estudios 20th Century-Fox, Darryl F. Zanuck, que realizara una película acerca de la amenaza que significaban los submarinos alemanes ubicados en el Océano Atlántico. De manera paralela, Zanuck recientemente había firmado un contrato con el productor independiente David O. Selznick, con el objetivo que Alfred Hitchcock dirigiera dos producciones para el Estudio en un periodo de cuarenta semanas. El director llevaba un buen tiempo considerando realizar una película que se desarrollara en una sola locación de espacio reducido, por lo que la idea de ambientar una historia a bordo de un pequeño bote salvavidas le resultó de inmediato atractiva. La creación del guion de “Lifeboat” no sería una tarea fácil para Hitchcock, quien luego de hablar con A. J. Cronin, James Hilton y Ernest Hemingway sin mayores resultados, contactó al escritor John Steinbeck quien desarrolló una historia que no dejó satisfecho al cineasta británico. Fue entonces cuando contrató a Harry Sylvester para que trabajara junto a Steinbeck en la formación de un relato, que eventualmente sería publicado por la revista Collier´s en 1943. Para ese entonces, Steinbeck se encontraba en Europa trabajando como corresponsal de guerra, mientras que Hitchcock seguía frustrado por la falta de dramatismo que poseía la historia. Por este motivo, primero contrató a MacKinlay Kantor y dos semanas más tarde a Jo Swerling, para que trabajaran en el mentado guion. Cuando finalmente se dio cuenta que no obtendría lo que deseaba, Hitchcock se encargó de reescribir todo el dialogo y contrató a Ben Hecht, con quien ya había trabajado en “Foreign Correspondent” (1940), para que revisara el guion final. Si bien en los archivos de los Estudios Fox se menciona la participación de la esposa del director, Alma Reville, de la actriz Patricia Collinge, Albert Mannheimer y Marian Spitzer en la confección del guion, el único escritor acreditado por su autoría sería Swerling, mientras que a Steinbeck se le acreditó la creación de la historia original.

En medio de la Segunda Guerra Mundial y luego que un submarino alemán torpedea a un trasatlántico aliado, ocho sobrevivientes logran refugiarse a bordo de un pequeño bote salvavidas. Además de la reportera de modas Constance Porter (Tallulah Bankhead), el improvisado grupo incluye a un ingeniero llamado Kovac (John Hodiak), al operador de radio Stanley Garrett (Hume Cronyn), al adinerado empresario Charles J. Rittenhouse (Henry Hull), a la enfermera Alice MacKenzie (Mary Anderson), a un marino herido llamado Gus Smith (William Bendix), al camarero negro Joe Spencer (Canada Lee), y a la Sra. Higley (Heather Angel), una mujer inglesa completamente traumatizada que lleva en sus brazos el cadáver de su hijo. La situación se torna más compleja con la llegada al bote de Willi (Walter Slezak), uno de los marinos alemanes que provocaron el naufragio, lo que enciende un serio conflicto entre los tripulantes de la diminuta embarcación.

“Lifeboat” básicamente examina el comportamiento de un diverso grupo de personas que se ve súbitamente enfrentado a una situación extrema, que de una forma u otra los arrastra a demostrar el lado más oscuro y elemental de los seres humanos. En este ambiente hostil todos terminan perdiendo algo, desde la vida de un hijo hasta una pierna gangrenada, lo que los incapacita tanto física como psicológicamente, aumentando la sensación de impotencia de los sobrevivientes que están a bordo de lo que prueba ser una verdadera cárcel flotante. Al mismo tiempo, los protagonistas de esta historia no pueden evitar que sus respectivas personalidades se desintegren a medida que su propia ansiedad aumenta, y que los conflictos entre ellos comienzan a escalar. Por ejemplo, en un inicio Constance Porter se muestra como una mujer fría y materialista que pone su desarrollo profesional por sobre todas las cosas. A medida que avanza la trama, ella va perdiendo de manera literal y metafórica todo aquello que pareciera darle sentido a su vida, desde su cámara de fotos hasta sus joyas más preciadas, por lo que una vez terminada la travesía en la que se ve involucrada, renace como una mujer completamente distinta a la que alguna vez se embarcó en el trasatlántico hundido por las fuerzas nazis.


Tan pronto como todos los sobrevivientes se encuentran a bordo del bote, se entabla un encendido debate que tiene relación con la dirección que deben seguir si es que desean llegar a Bermuda. Mientras que Willi insiste que él sabe que curso deben tomar para llegar a destino, Kovac declara que ellos tomaran el camino opuesto al propuesto por el marino alemán. Mientras que Constance y Rittenhouse inicialmente apoyan a Willi bajo la presunción que él está tan interesado como el resto en salir con vida de la situación en la que se encuentran, Stanley y Gus apoyan a Kovac, quien está convencido que el alemán está tratando de arrastrarlos hacia una trampa. Lo que es particularmente interesante acerca de este conflicto, es que pese a que se traza una clara línea divisoria entre Kovac y Willi, no se desarrolla una batalla por el liderazgo del grupo entre ambos. Willi básicamente se reclina y espera que la situación le pase la factura al resto de los sobrevivientes, y eventualmente termina ganando el control de la embarcación no porque los convence que pueden confiar en él, sino porque ellos se dan cuenta que Kovac y compañía no saben realmente que están haciendo. Pese a estar en inferioridad numérica, Willi convierte a sus improvisados compañeros en sus prisioneros, incluyendo a un exhausto Kovac que se ha dado por vencido.

A más de setenta años del estreno del film, llama la atención que la representación del sobreviviente alemán haya recibido una serie de reacciones negativas por quienes consideraban que era mucho más inteligente y fuerte que los personajes aliados, razón por la cual se llegó a mencionar “Lifeboat” contenía un mensaje propagandístico pro-nazi. El mismo Hitchcock mencionó que su idea era crear un microcosmos de la guerra, en el cual los aliados eran, al menos inicialmente, bienintencionados pero sumamente desorganizados. Los alemanes por otro lado, parecían compartir un objetivo común que en un inicio facilitó que expandieran su dominio. Si se analiza fríamente, la única cualidad positiva que presenta Willi es el hecho que no está dispuesto a rendirse aun cuando tiene todas las de perder. Es más, él repetidamente engaña a las personas que le han salvado la vida, primero ocultándoles una brújula que facilitaría que llegasen a tierra firme, para luego ocultar una ración de agua dulce, pese a que el resto de la tripulación está literalmente muriendo de sed. Eventualmente cuando otro sobreviviente alemán termina a bordo del bote, prueba ser igualmente traicionero con quienes lo rescatan. El film no duda en establecer que los alemanes son un enemigo en el cual no se puede confiar, y que está esperando cualquier señal de debilidad para acabar con aquellos que se oponen a su poderío.


Durante algunos pasajes del film, Gus y su pierna gangrenosa se convierten en el foco de atención de la historia. Hitchcock no solo se preocupa de enfatizar la desagradable condescendencia con la que el resto de los sobrevivientes trata al malherido marino, sino que además lo convierte en un personaje lo suficientemente desagradable como para justificar que Willi eventualmente lo empuje por la borda con el supuesto objetivo de “hacerle un favor al pobre lisiado”. Esta es la primera vez que el director sugiere que los protagonistas son una manada de perros rabiosos, idea que termina reafirmando cuando el grupo encabezado por la hasta entonces gentil Alice MacKenzie, sella de manera brutal el destino del sobreviviente alemán. La ideología de la “sobrevivencia del más apto” profesada por Willi termina siendo adoptada por todos los personajes, con la sola excepción de Joe Spencer, quien sorprendido por la violencia desmedida del resto, escoge someterse a los designios de Dios. Existen una serie de paralelos entre el trabajo de Hitchcock y el catolicismo, y el guion de “Lifeboat” no es la excepción. Para el director, el catolicismo estaba estrictamente ligado a lo carnal, por lo que escoge al personaje de Bankhead como el emblema de dicho subtexto. No solo su personaje despierta la simpatía del espectador a medida que avanza la trama, básicamente porque logra empatizar con la mayoría de sus compañeros, sino que además es protagonista de una serie de momentos poseedores de una sutil carga sexual, en especial cuando Constance interactúa con Kovac.

En el ámbito de las actuaciones, con la excepción de William Bendix, el elenco realiza un estupendo trabajo, especialmente Tallulah Bankhead y Walter Slezak. En cuanto al aspecto técnico de la producción, además de la maravillosa dirección de fotografía de Glen MacWilliams, quien fue nominado al Oscar por su trabajo en este film, llama la atención lo realistas que debieron parecer los efectos especiales de la película en su momento. Esto sumado al hecho que el director optó por utilizar únicamente el sonido del mar como banda sonora de la cinta, provocó que “Lifeboat” se convirtiera en una experiencia tan incómoda y real, que parte del elenco terminó experimentando mareos, algunos contrajeron neumonía, e incluso Hume Cronyn sufrió una fractura costal. En “Lifeboat” los personajes desafían a la naturaleza, realizan amputaciones, se enamoran, y se dejan dominar por su lado más oscuro, todo esto mientras ven como su optimismo inicial gradualmente se convierte en la certeza que su sobrevivencia depende de solo ellos mismos. La película funciona en gran medida gracias a que Hitchcock utiliza los conflictos internos de los protagonistas para ir introduciendo nuevas situaciones, que permiten que la trama se mantenga en constante movimiento. Aun cuando “Lifeboat” no tiene la misma capacidad de impacto que poseen las mejores películas del director británico, es un buen ejemplo de la habilidad de Hitchcock a la hora de contar una historia, aun cuando la misma está contenida dentro de una serie de estrictos límites formales. 

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