Luego del estreno
de su primer largometraje, el drama policial “Il Camorrista” (1986), gracias al
cual recibiĆ³ el premio al Director RevelaciĆ³n otorgado por el Sindicato
Italiano de CrĆticos de Cine, Giuseppe Tornatore comenzĆ³ a trabajar en un
proyecto que llevaba aƱos queriendo plasmar, especĆficamente desde 1977 cuando
ayudĆ³ a desmantelar el cine Vittoria ubicado en Bagheria, su pueblo natal. Dicho
proyecto eventualmente se convertirĆa en su pelĆcula mĆ”s recordada, “Nuovo Cinema Paradiso” (1988).
Apasionado por el cine desde pequeƱo, Tornatore habĆa escuchado de Carmelo
Gagliano, el proyeccionista de la sala parroquial de la Iglesia del Santo
Sepulcro en Bagheria, que el director de la sala, el padre Buttitta, habĆa
visto todas las pelĆculas en privado con el fin de editar los momentos mĆ”s
controversiales segĆŗn su criterio, en especial las escenas de besos, los cuales
seƱalaba tocando la misma campana que utilizaba en las misas que presidia. Gagliano
tambiĆ©n le contĆ³ sobre la existencia de Vincenzo, un monaguillo que
eventualmente se convirtiĆ³ en carnicero, cuya aficiĆ³n por el cine provocĆ³ que
el proyeccionista le cediera todas las escenas purgadas por el padre Buttitta.
Gracias a estas historias y a sus propias vivencias, Tornatore fue capaz de
escribir un guion que en su nĆŗcleo funciona como un reconocimiento al cine como
vehĆculo de emociones.
En “Nuovo Cinema Paradiso”, una noche tras
llegar a su palaciego departamento ubicado en Roma, el exitoso director de cine
Salvatore “Toto” Di Vita (Jacques Perrin) recibe un llamado de su madre avisĆ”ndole
que Alfredo (Philippe Noiret) ha fallecido. La noticia provoca que Salvatore
recuerde su infancia y su adolescencia en el pueblo siciliano de Giancaldo, su plaza polvorienta, la
fuente, la iglesia, y por sobre todo el Paradiso, una sala de cine en la que
Alfredo era el proyeccionista y el padre Adelfio (Leopoldo Trieste) el vigilante. Dicho lugar reunĆa de manera periĆ³dica
a toda una comunidad ansiosa por sumergirse en las imƔgenes proyectadas por el irascible
Alfredo, quien pese a su resistencia inicial, eventualmente forja una estrecha
relaciĆ³n con el pequeƱo Toto, que no puede evitar sentirse cautivado por el
cine y por el oficio de su mentor y amigo.
La versiĆ³n de la pelĆcula que fue estrenada en
las salas de cine alrededor del mundo, estĆ” claramente dividida en tres actos,
los cuales exploran el viaje de la infancia a la adultez de Salvatore y su
estrecha relaciĆ³n con Alfredo. Mientras que la primera mitad del film bĆ”sicamente
se centra en la infancia de Toto (Salvatore Cascio) y como este entabla una
relaciĆ³n de amistad con Alfredo, quien junto con enseƱarle el oficio de
proyeccionista le inculca un amor inquebrantable por el sƩptimo arte, el
segundo acto relata los aƱos como adolescente del protagonista (Marco Leonardi),
como este se convierte en el proyeccionista del Paradiso, y la relaciĆ³n amorosa
que entabla con una atractiva muchacha llamada Elena (Agnese Nano), quien se
convierte en su gran amor de juventud. Finalmente, el tercer acto de la cinta
se enfoca en un Salvatore ya adulto y realizado profesionalmente, quien luego
de procesar el trƔgico fallecimiento de Alfredo, decide volver al pueblo que
dejĆ³ treinta aƱos atrĆ”s, para reencontrarse con los recuerdos que habĆa
escogido olvidar. En la versiĆ³n del director, que contiene otros 50 minutos de
metraje, el tercer acto tambiƩn estƔ conformado por el reencuentro de Salvatore
con Elena (Brigitte Fossey), el cual tiene un tono bastante agridulce que hace
que cobre validez una de las frases que Alfredo le dice al protagonista: “La
vida, Toto, no es como en las pelĆculas, es mĆ”s dura, mĆ”s difĆcil.”
El nĆŗcleo de la historia es claramente la
relaciĆ³n que se establece entre Toto y Alfredo, y como su pasiĆ³n por el cine
terminĆ³ influenciando sus vidas. Alfredo es una verdadera fuente de sabidurĆa, fruto
de sus propias vivencias y de las incontables pelĆculas que ha visto con el
correr de los aƱos. Ćl, quien ha trabajado como proyeccionista desde la salida de las cintas
mudas hasta fines de los aƱos cuarenta, ha visto todo un millĆ³n de veces. “Si
JesĆŗs no hubiese muerto el Viernes Santo”, comenta en una oportunidad, “trabajarĆa
todos los dĆas del aƱo.” Alfredo frecuentemente cita frases de pelĆculas para
expresar su pensamiento sobre lo particular que resulta ser Giancaldo y sus
habitantes, mientras que Toto no puede evitar preguntarse si James Stewart,
Henry Fonda, o Gary Cooper son los dueƱos de los dichos de su amigo. Al
comienzo de su relaciĆ³n, Alfredo y Toto mantienen una dinĆ”mica cĆ³mplice, donde
el primero evita que la madre del pequeƱo lo reprenda por gastarse el dinero de
la leche en una entrada para el cine, y el segundo intenta ayudar a su amigo a
pasar un examen que debe rendir en su escuela para asĆ obtener el certificado
educacional que necesita. Con el paso de los aƱos, Alfredo se transforma en el
mentor del pequeƱo, a quien le enseƱa todo lo que sabe sobre el oficio de proyeccionista,
y posteriormente pasa a ser una figura paterna para Toto, mĆ”s aĆŗn cuando este
se entera que su padre ha muerto en la guerra a travĆ©s de un boletĆn de
noticias que debĆan proyectar en el cine.
Trabajando como el asistente secreto de
Alfredo, Salvatore empieza a demostrar una habilidad para el cine que estĆ”
estrechamente ligada a su especial sensibilidad. A diferencia de Alfredo, quien
en cierta medida ha definido su vida a travĆ©s de las pelĆculas que ha visto
durante aƱos, Salvatore, pese a que comienza a trabajar desde los diez aƱos de
edad como proyeccionista del Nuevo Cinema Paradiso, luego del accidente en el
que se ve involucrado Alfredo y que le cuesta la vista, logra mantener cierta
distancia entre la realidad y el mundo fantƔstico que proyecta a diario. Al
perseguir a Elena durante su adolescencia, la chica soƱada cuyo acaudalado
padre estĆ” en contra de la idea que su hija se enamore de un muchacho sin mayor
futuro, Salvatore se mantiene anclado a la cruda realidad. “No mires atrĆ”s. No
escribas. No cedas a la nostalgia”, le dice Alfredo a su joven amigo cuando
finalmente se le presenta la oportunidad de asumir una posiciĆ³n asociada a la industria
cinematogrĆ”fica en Roma. Atormentado por los vĆvidos recuerdos de su colorida
infancia, Toto deja Giancarlo con gran remordimiento, siguiendo los consejos de
su venerado mentor. Cuando eventualmente regresa a su pueblo natal para el
funeral de Alfredo, Salvatore se muestra presumido y exento por completo del
idealismo juvenil presente en muchas de las pelĆculas con las que creciĆ³, lo
que no lo libra de enfrentar a los fantasmas de su pasado, quienes buscan
retornarlo a su centro.
De manera similar a lo que hace el director
Federico Fellini en el film “Amarcord” (1973), Tornatore se asegura de otorgarle
una personalidad particular al pueblo de Giancaldo, en especial al mĆtico Cinema
Paradiso, y convierte las vivencias de los personas que asisten al lugar en un
personaje mƔs de la trama. Durante los cientos de proyecciones que llevan a
cabo Alfredo y Salvatore, es posible ver a hombres masturbƔndose con las
imĆ”genes de diosas fĆlmicas; un burguĆ©s que constantemente denigra a quienes
asisten al cine escupiĆ©ndoles desde la comodidad de un balcĆ³n; una prostituta
que se encarga de desflorar a todos los adolescentes del pueblo; un mendigo que
vive en la plaza cercana y que la reclama como suya; un hombre que al parecer
ha visto todas las proyecciones del melodrama “Catene” (1949), gracias a la
cual es capaz de recitar cada una de sus lĆneas de diĆ”logo mientras llora
desconsoladamente; y al mismĆsimo padre Adelfio, quien se encarga de censurar las pelĆculas, en
especial aquellas que presentan escenas de besos. Todos estos personajes
interactĆŗan con aquellos que ven en la pantalla grande, los cuales los sorprenden,
encantan, y emocionan. Tornatore incluye varios clips de pelĆculas de
directores como Renoir, Visconti, Chaplin, Keaton, Ford y Von Stroheim, no solo
con el objetivo de establecer el periodo de tiempo en el cual prosperĆ³ la sala
de cine y lo internacional de su programaciĆ³n, sino que ademĆ”s como un ejercicio
que puede ser interpretado como una verdadera oda al sƩptimo arte.
Las actuaciones de
Philippe
Noiret y Salvatore Cascio son sencillamente espectaculares, al igual que la
direcciĆ³n de fotografĆa de Blasco Giurato, el diseƱo de producciĆ³n de Andrea
Crisanti, y la emotiva banda sonora de Ennio Morricone. Curiosamente, cuando
se estrenĆ³ la versiĆ³n del director en 1988 en Italia, resultĆ³ ser todo un
fiasco. SerĆa el productor Franco Cristaldi el responsable de la versiĆ³n que
finalmente se estrenĆ³ a nivel mundial, y que fue merecedora de un sinnĆŗmero de
galardones entre los que se encuentran el Oscar a la mejor pelĆcula extranjera
y el Premio del Jurado del Festival de Cannes, entre otros. La verdad es que la
versiĆ³n del director al otorgarle demasiada importancia a la relaciĆ³n de Salvatore
con Elena, tiende a diluir la esencia del mensaje que inicialmente querĆa
transmitir Giuseppe Tornatore; “Nuovo Cinema Paradiso” pretendĆa rememorar aquellos
tiempos en los que ir al cine era un acontecimiento, dĆas que con la llegada de
la tecnologĆa fueron desapareciendo hasta extinguirse. El film es una carta de
amor al cine y a su magia, a su capacidad para transportar al espectador a
mundos y realidades distintas a la propia, despertando de esta forma en Ʃl sueƱos,
fantasĆas, recuerdos y emociones.
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