En la biografía escrita
por Donald Spoto, “Stanley Kramer: Filmmaker”, relata que la idea tras “Guess Who´s Coming to Dinner?” (1967) surgió mientras el director
norteamericano Stanley Kramer caminaba con el guionista William Rose por las
calles de Beverly Hills. Según el propio director, “mientras caminábamos, él
(Rose) me contó una historia acerca de un hombre blanco sudafricano, un
liberal, cuya hija se había enamorado de un hombre de color. Inmediatamente yo
dije, ´Cielos, nosotros deberíamos contar esa historia aquí, en este país, en
este ambiente… que interesante resultaría ver a un hombre liberal enfrentarse
cara a cara con sus principios al interior de su propio hogar´. Al mismo tiempo
pensé, ´Es una situación perfecta para realizar una película con (Spencer)
Tracy´.” Pese a lo atractivo que parecía el proyecto, el clima social existente
en los Estados Unidos en aquella época no era el propicio para una cinta de
tales características. Durante la década del sesenta se vivieron tiempos
tumultuosos en Norteamérica, debido a la creciente lucha de los afroamericanos
en contra del racismo reinante en el país, por lo que la idea de filmar una
historia de amor interracial significaba un riesgo enorme para los
involucrados. Pese a las reservas de los ejecutivos de los Estudios Columbia,
su presidente, Mike Frankovich, aprobó el proyecto luego de comprender la importancia
del mensaje en contra del racismo que quería expresar Kramer a través del film.
Tras asegurar la participación de Katharine Hepburn
y Spencer Tracy en la producción, Kramer contactó al actor afroamericano Sidney
Poitier, quien aceptó participar en la película sin siquiera leer el guion. Lamentablemente
para Kramer, el temor que les provocaba la temática del proyecto a los
ejecutivos del estudio no sería el único problema que tendría que enfrentar. En
aquel entonces Tracy se encontraba sumamente enfermo, razón por la cual él y su
pareja de muchos años, Katharine Hepburn, se habían retirado de la actuación
hace ya bastante tiempo. Si bien decidieron participar en la que sería su
novena película juntos debido a lo potente de su mensaje central, la delicada
salud de Tracy impedía que este fuera asegurado por el Estudio, lo que puso en
jaque a toda la producción. Por este motivo, Kramer y Hepburn acordaron ofrecer
parte de sus sueldos para compensar el hecho que nadie aceptara asegurar al
actor, y así cubrir cualquier eventualidad que pudiese suceder en caso que su
salud empeorara aún más. Al mismo tiempo, el calendario de filmación fue
alterado para acomodarse al estado de salud de Tracy, quien filmó todas sus
escenas entre las 9:00 a.m. y el mediodía para así otorgarle el tiempo suficiente
para descansar.
En la década del sesenta, el matrimonio interracial
era muy mal visto por un inmenso número de norteamericanos, quienes
consideraban que las personas de raza negra eran ciudadanos de segunda clase. Llegaba
a tal punto la discriminación, que dicha unión era ilegal en 16 estados. Pero
el amor es ciego, y John Prentice (Sidney Poitier) con Joanna Drayton
(Katharine Houghton) lo saben muy bien. Tras un breve pero explosivo romance en
Hawái, el médico afroamericano viudo y la muchacha blanca de clase social alta,
regresan a San Francisco con la intención de contarles a sus padres su deseo de
contraer matrimonio. Los padres de Joanna, Matt Drayton (Spencer Tracy), quien
es editor de un periódico vanguardista, y su esposa Christina (Katharina
Hepburn), quien es dueña de una galería de arte, son una pareja de pensamiento
liberal que la han inculcado a su hija la idea de igualdad racial. Sin embargo,
cuando la joven pareja llega a casa de los Drayton con la esperanza de ambos le
den su consentimiento a su unión, surgirán una serie de discusiones, malos entendidos,
y opiniones acerca de su relación, todo durante el curso de un frenético día.
Consciente del
posible rechazó que podía provocar la temática de “Guess Who´s Coming to Dinner?”, el guionista William Rose escribió la historia en
tono de comedia para así alivianar el conflicto central. Es dentro de este
contexto que en la discusión participan personajes como el conciliador Monseñor
Ryan (Cecil Kellaway); la ama de llaves afroamericana de los Drayton, Tillie
(Isabel Sandford), que está convencida que la gente de raza negra tiene un
determinado puesto en la sociedad norteamericana, por lo que cree que John
Prentice está aspirando a algo que está fuera de su alcance; y los padres de
John (Beah Richards y Roy E. Glenn), quienes están tan preocupados como sus
consuegros con la relación de sus hijos. La gran diferencia entre los padres de
Joanna y los padres de John, es que mientras los primeros están preocupados por
el juicio social que tendrá que enfrentar la pareja por su diferente color de
piel y su diferencia de edad, el matrimonio Prentice, específicamente el padre
del protagonista, no puede evitar ver esta unión sentimental como una traición
a su gente, ya que fue criado bajo el estigma de la segregación racial. El
choque generacional, educacional y racial que se produce durante la cena a la
cual hace alusión el título del film, examina ambos lados de la moneda racial,
demostrando que tanto la gente de color como los blancos desconfían entre sí
por igual, y que el racismo, en distintos grados, impregna a todas las razas.
Pese a lo
bienintencionado del mensaje central del film, la película recibió muchas
críticas en su momento por lo artificial de varios elementos de la trama. La
crítica más común tiene relación con lo perfecto que resulta ser el personaje
de Poitier, quien no solo es un hombre noble, inteligente y atractivo, sino que
además es un reconocido médico que trabaja en un comité de las Naciones Unidas.
A raíz de esto, John Prentice fue identificado como un miembro poco
representativo de la sociedad afroamericana de los sesenta, básicamente porque
la caracterización del personaje sugiere que la adquisición de riqueza y
estatus era la única forma en la que un hombre afroamericano podía ser aceptado
por los miembros blancos de la sociedad. En cuanto al resto de los personajes
afroamericanos que aparecen en la cinta, son básicamente estereotipos cuya
personalidad no tiene mayor desarrollo durante el transcurso de la misma. Lo
que es aún peor, es que John parece estar situado en la vereda contraria al
Orgullo Negro, lo que está reflejado por el marcado respeto que siente por el juicio
de Matt Drayton, mientras que desestima por completo la opinión de su padre con
respecto a su inminente matrimonio. De hecho, John es capaz de decirle a su
padre “tú no eres mi dueño”, al mismo tiempo que voluntariamente deja en manos
de su suegro el futuro de su relación con Joanna. En muchos sentidos, John
Prentice podría ser descrito como un “hombre blanco perfecto con piel negra.”
Si bien Katharine
Hepburn ganó un merecido Oscar por su participación en este film, especialmente
si se toma en cuenta su emotivo monólogo final, perfectamente se podría
argumentar que la producción le pertenece a Spencer Tracy. El actor, quien
realizó un gran esfuerzo para interpretar este rol, le imprime su habitual
naturaleza taciturna a su personaje así como también un crisol de emociones
maravillosamente matizadas, que le otorgan una mayor profundidad a este hombre que
se ve enfrentado a sus propios principios. Poitier por su parte, interpreta de
gran manera a un personaje mesurado y encantador, mientras que Katharine Houghton personifica de manera
correcta a un personaje que no resulta ser demasiado interesante. El elenco
secundario en su totalidad realiza un gran trabajo, en especial Cecil Kellaway y Beah Richards
quienes obtuvieron nominaciones al Oscar por sus respectivos roles. Por
otro lado, el aspecto técnico del film demuestra una cuidada pulcritud, desde
la banda sonora del compositor Frank De Vol, pasando por el trabajo de
fotografía de Sam Leavitt, hasta la dirección de arte de Robert Clatworthy y
Frank Tuttle.
“Guess Who´s Coming to Dinner?” obtuvo un gran recibimiento por parte
del público y la crítica, desafiando incluso los pronósticos más entusiastas. Lamentablemente
Spencer Tracy no alcanzaría a ver la película terminada, ya que fallecería dos
semanas antes que esta fuese terminada. Desde un punto de vista estructural, la
historia presenta algunos problemas que pueden ser atribuidos al paso de los
años, como por ejemplo el tono en exceso teatral que tiene por momentos, lo que
le resta espontaneidad al relato. Sin embargo, esto es compensado por la emoción
sincera que emana de cada uno de los personajes, lo que provoca que el
espectador olvide las falencias que posee el film. Si no se toma demasiado en
serio o de manera literal, “Guess Who´s Coming to Dinner?” resulta ser una
película entretenida y entrañable que celebra la humanidad que une a todas las
personas. Como Kramer mencionaría en una oportunidad, esta es una historia
donde “el amor lo conquista todo”, y si bien John y Joanna no consiguen
conquistar al prejuicio y la discriminación, al menos intentan combatirlo. Y
ese es un mensaje cuya validez es absolutamente atemporal.
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