En el año 2257, una expedición liderada por el Comandante Adams (Leslie Nielsen) llega al planeta Altair-4 con el fin de averiguar qué fue lo que ocurrió con los tripulantes de una misión anterior. En el lugar se encuentran con los únicos dos sobrevivientes de dicha misión: el Dr. Morbius (Walter Pidgeon), que ha estado investigando por 20 años los avances científicos de una milenaria raza que habitó el planeta, y su hija Altaira (Anne Francis). Decidido a descubrir que sucedió con el resto de los integrantes de la expedición anterior, y desobedeciendo las advertencias del Dr. Morbius, Adams y sus hombres se quedan en el planeta sin imaginarse que pronto se encontrarán cara a cara con una amenaza que puede costarles la vida. 

La idea que le daría vida al film “Forbidden Planet” (1956), nacería de un guion escrito en 1952 por Irving Block y Allen Adler, cuyo título original era “Fatal Planet”. Tras presentarlo en varios estudios, la historia despertó el interés de uno de los ejecutivos más importantes del Estudio Metro-Goldwyn-Mayer, el productor Nicholas Nayfack, quien les ofreció un presupuesto de un millón de dólares (que eventualmente se expandiría a dos millones) para que realizaran la que sería la primera cinta de ciencia ficción del estudio. Convencido que el guion de Block y Adler podía mejorarse, Nayfack contrató al novelista Cyril Hume, quien era pariente del filósofo David Hume, responsable de los guiones de la popular serie de películas de Tarzán. Con el fin de otorgarle una mayor profundidad al relato escrito por Block y Aldler, Hume se inspiró en la obra de William Shakespeare, “La Tempestad”, la cual se centra en la figura de Próspero, el duque legítimo de Milán, que tras despojado de su poder por su hermano Antonio, desembarca en una isla desierta junto con su hija Miranda, lugar en el cual a través de la magia toma control de Calibán, una criatura monstruosa, abyecta e ingenua. Hume también sería responsable escoger el título “Forbidden Planet”, ya que consideraba que tenía un mayor atractivo comercial. 

Mientras que la gran mayoría de las películas de ciencia ficción de la época centraban su atención en invasiones alienígenas, la visita de algún bienintencionado extraterrestre a la Tierra, o en el accidentado viaje al espacio exterior de un determinado grupo de astronautas, “Forbidden Planet” fue una de las primeras producciones del género que intentaron describir a una raza alienígena espectacularmente avanzada pero extinta, sin mostrar a ninguno de sus integrantes. El espectador jamás se entera de la apariencia de los Krell ni como era su vida en Altair-4. El único indicador de su existencia, son los numerosas avances tecnológicos que dejaron atrás, entre los que se destaca una curiosa máquina capaz de materializar los pensamientos de quien la utilice, cuyo objetivo original era mejorar el funcionamiento de su sociedad. Por lo tanto, los únicos monstruos reconocibles en la historia son completamente humanos. En gran medida, el relato funciona como un peculiar ensayo sobre los peligros del exceso de poder y la mala utilización de la tecnología, y la influencia del subconsciente en el comportamiento de las personas.


Se pueden identificar algunos aspectos freudianos en la trama, específicamente en el comportamiento de Altaira frente a los hombres liderados por el Comandante Adams, y en la relación que la muchacha mantiene con su padre. Su presencia es en gran medida el principal generador de conflicto de la película, ya que mientras que Morbius no quiere que ella se relacione con extraños, Adams está preocupado con la forma en la que puede reaccionar su tripulación al estar en presencia de la atractiva joven. Las aprehensiones de ambos son justificadas, ya que pese a ser una mujer inteligente, Altaira es completamente ignorante con respecto a cómo se relacionan los seres humanos, lo que la lleva a besar a todos los recién llegados con la excepción de Adams, quien la reprende por utilizar atuendos provocativos en frente de hombres cuya libido ha ido en aumento desde que salieron de la Tierra. Naturalmente, Adams y Altaira terminan estableciendo una relación amorosa, lo que no solo provoca que el Comandante busque llevarla de vuelta a la Tierra con él, sino que además molesta de sobremanera a Morbius, cuyo afecto por su hija parece ser un poco más profundo de lo que aparenta.

“Forbidden Planet” tiene la curiosa distinción de ser el primer film que acredita la aparición de un robot entre sus protagonistas. Robby el robot, quien actúa como el amigo, mayordomo, y sirviente leal de Morbius, gracias a su colorida personalidad y su particular apariencia, se convirtió en un personaje sumamente popular, al punto que terminó protagonizando una producción titulada “The Invisible Boy” (1957). Robby, cuya construcción costó alrededor de 125.000 dólares, es parte de la magnífica dirección de arte de Cedric Gibons y Arthur Lonergan, quienes dejaron volar su imaginación a la hora de diseñar los sets que dan vida al inhóspito y misterioso planeta Altair-4, y el tecnológico piso subterráneo que se esconde bajo el hogar de Morbius y Altaira. Igualmente impresionantes son los efectos especiales diseñados por el veterano animador Joshua Meador, quien en ese entonces trabajaba en los Estudios Disney, los cuales serían ejecutados por A. Arnold Gillespie, Irving G. Ries y Wesley C. Miller, quienes serían nominados a un Oscar por su trabajo en la película. Lo destacable es que pese al paso del tiempo, el aspecto visual de “Forbidden Planet” sigue resultando atractivo, por lo que no se puede negar que es uno de los elementos distintivos de la producción.


En el campo de las actuaciones, el elenco con la excepción de Walter Pidgeon, quien realiza un estupendo trabajo a la hora de encarnar a Morbius, hace una labor irregular que afortunadamente no merma el impacto de la historia. En ese aspecto, resulta ser particularmente molesta la inclusión de un cocinero interpretado por Earl Holliman, cuyo único objetivo es funcionar como alivio cómico, tarea en la que falla miserablemente. Por su parte, la banda sonora compuesta por Louis y Bebe Barron, llama la atención por ser de corte experimental y estar conformada por diversos sonidos electrónicos, que se complementan de forma perfecta con el aspecto visual del film. Basándose en las ideas y los procedimientos expuestos en el libro “Cybernetics: Or Control and Communication in the Animal and the Machine”, escrito por el matemático e ingeniero eléctrico Norbert Wiener, Louis Barron construyó un circuito electrónico llamado “modulador de anillo”, que utilizó para generar pitidos, zumbidos, gimoteos, palpitaciones y chillidos, los cuales posteriormente sometió a la aplicación de diversos efectos de sonido, dando como resultado la particular banda sonora de la película.
Pese a sus fallas, el director Fred M. Wilcox es el principal responsable de lograr que con el tiempo “Forbidden Planet” se haya convertido en una de las películas de ciencia ficción más importantes de su época, ya que le imprime un ritmo narrativo dinámico al film sin jamás perder el foco en la historia y sus personajes. Lamentablemente esto no se vio reflejado en la taquilla, ya que la producción solo obtuvo ganancias cercanas a los 210.000 dólares, lo que para los ejecutivos de los Estudios MGM fue un completo fracaso. “Forbidden Planet” viaja a los confines más lejanos del espacio para descubrir que es lo que se esconde en los rincones más profundos del alma de cada hombre. Este verdadero clásico del cine de ciencia ficción, tiene la virtud de utilizar el espacio exterior y la tecnología avanzada como un lente amplificador que busca examinar de cerca la condición humana, obteniendo una serie de conclusiones que probablemente se mantendrán inalterables hasta que el hombre deje de existir.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

| Designed by Colorlib