En “Enter the Dragon” (1973), film de acción del director Robert Clouse, Lee (Bruce Lee) es un monje Shaolin y un experto luchador de kung fu, que cierto día es visitado por un agente secreto británico con la intención de pedirle que participe en una operación encubierta; Lee deberá entrar a un torneo que se realiza cada tres años en una isla ubicada en el medio del mar de China, el cual es organizado por hombre llamado Han (Shin Kien), del cual se sospecha que está involucrado en el negocio de las drogas y la prostitución. Camino a la isla, Lee se encontrará con dos americanos que también asisten al torneo; un apostador empedernido llamado Roper (John Saxon), y un playboy afroamericano llamado Williams (Jim Kelly), quienes tienen su propia agenda.

La génesis de “Enter the Dragon” se produjo luego que el productor Fred Weintraub presenciara las tres primeras películas que Bruce Lee protagonizó en Hong Kong. Convencido que en Hollywood se podía producir una buena película de artes marciales, Weintraub se propuso conversar con los ejecutivos de los Estudios Warner Brothers, y con la productora que estaba a cargo de Lee, para ver si se interesaban en realizar un proyecto en conjunto. Esta no era la primera vez que el productor se asociaba con el actor en la gestación de un proyecto, ya que un par de años antes habían creado en conjunto el concepto de una serie de televisión cuyo título tentativo era “The Warrior”, el cual finalmente terminó siendo utilizado en la creación de la serie “Kung Fu” (1972-1975), cuyo protagonista sería David Carradine. Para Lee, este nuevo proyecto era la oportunidad que había estado esperando para dar el salto al mercado norteamericano, y así conseguir convertirse en una estrella a nivel mundial. Por este motivo, el actor no solo se limitó a protagonizar el film, sino que además estuvo involucrado en la creación de las coreografías de la totalidad de las escenas de acción, y en la revisión del guion escrito por Michael Allin, el cual modificó en varias oportunidades con el fin de asegurarse que todo saliera de acuerdo a lo planeado.  

Entre algunas de las ideas propuestas por Lee, está la escena ambientada en el templo Shaolin, la que contó con la participación de una de las futuras estrellas del cine de artes marciales, Sammo Hung. También es responsabilidad del actor la inclusión de algunos diálogos que hacían alusión a sus ideas personales, así como también a ciertos aspectos filosóficos propios del arte marcial que él había creado, el Jeet Kune Do. Esta conducta perfeccionista del actor ya había sido vista anteriormente, específicamente durante el rodaje de la cinta “The Way of the Dragon” (1972), donde luego de tener algunos desacuerdos creativos con el director Lo Wei, Lee terminó asumiendo la dirección del film, momento en el cual trasladó la acción de Hong Kong a Roma, para luego contratar a la futura “estrella” del cine de acción norteamericano, Chuck Norris. Debido a la importancia del proyecto, Lee comenzó a sentir una enorme presión que derivó en que el actor no se presentara durante las tres primeras semanas de rodaje, ya que no podía controlar su nerviosismo. Cuando finalmente apareció en el set, sus nervios terminaron manifestándose en un tic facial que obligó a repetir en numerosas ocasiones varias de las tomas realizadas ese día.

 

Básicamente, “Enter the Dragon” combina algunos elementos propios de un film de espionaje con otros que se suelen encontrar en algunas cintas de artes marciales hongkonesas, en las que el motor del protagonista suele ser la venganza. En el caso puntual del protagonista, este aceptar viajar a la isla porque la banda de criminales comandada por Han, tiene relación directa con la brutal muerte de su hermana. A su llegada al lugar, Lee se ampara en la oscuridad de la noche para reunir evidencia de las actividades ilegales de Han, lo que eventualmente provoca que se vea enfrentado al ejército de secuaces del criminal y al hombre responsable de la muerte de su hermana. Por otro lado, los motivos para inscribirse en el torneo organizado por Han de los otros dos “héroes” de la cinta, son mucho menos loables que los del protagonista, ya que ambos buscan hacer dinero rápido pero distintas razones; mientras que Roper está escapando de sus deudas con la mafia, Williams busca esconderse luego de golpear hasta el hartazgo a dos policías racistas. En la vereda contraria, como si se tratara de uno de los villanos de la saga de cintas de James Bond, Han es retratado como criminal megalómano que reside en una verdadera fortaleza ubicada en medio de una isla prácticamente inaccesible, la cual está plagada de múltiples corredores subterráneos, laboratorios y pasajes secretos. 

“Enter the Dragon” presenta una serie de escenas memorables, como por ejemplo la brutal lucha entre Lee y Oharra (Robert Wall), o la pelea entre el protagonista y Han en una sala llena de espejos, la cual se inspiró en la secuencia final del film “The Lady From Shanghai” (1947), del director Orson Welles. Muchas de estas escenas no están exentas de ciertas anécdotas, como aquella que involucra el corte que sufrió Bruce Lee a manos del actor Robert Wall, quien se encontraba manipulando una botella (en ese tiempo se utilizaba vidrio real). Según dicen, este hecho enfureció a Lee a tal punto, que el actor le propinó una fuerte patada a Wall que le provocó una fractura en un brazo a uno de los extras que debía recibirlo luego del golpe. Además se dice que varios extras intentaron sin éxito vencer a Lee en pequeños duelos, lo que se sumó a las múltiples escenas que debieron ser rodadas en cámara lenta porque era la única forma de captar algunos de los movimientos del virtuoso artista marcial. Por último, cabe mencionar la anécdota que involucró a un novato Jackie Chan, quien en esa época se desempeñaba como extra, el cual sufrió una fuerte contusión luego de que Lee lo golpeara accidentalmente con un bastón.


Bruce Lee realiza un buen trabajo interpretando a un héroe que en ningún momento se victimiza por el fallecimiento de su hermana, sino que muy por el contrario, demuestra ser un tipo en total control de sus emociones, calculador e implacable, que resulta ser tan violento como el villano que busca poner tras las rejas. Las escenas de acción que protagoniza son dinámicas y visualmente impactantes, y explican porque Lee pese a tener una corta carrera en el cine, terminó  convirtiéndose en un actor icónico del cine de acción. En cuanto al resto del reparto, mientras que John Saxon resulta poco convincente en su rol, Jim Kelly no interpreta a un personaje particularmente carismático. La verdad es que la inclusión de estos personajes carentes de interés, responde más a la necesidad de darle un carácter multirracial al film y americanizar una producción plagada de actores extranjeros. En relación al aspecto técnico de la cinta, se destaca la dirección de arte de Shen Chien, la cual pese a reflejar por momentos el escaso presupuesto de la producción, es atractiva y le otorga un grado de sordidez adicional a toda la operación de Han. Igual de destacable resulta ser la banda sonora del compositor Lalo Schifrin, quien mezcló elementos de la música oriental con otros de la música funk con estupendos resultados.

Al momento de su estreno, “Enter The Dragon” resultó ser todo un éxito de taquilla. Lamentablemente, Bruce Lee no alcanzaría a recolectar los frutos de su internacionalización, debido a que fallecería tres semanas antes del estreno de la cinta a causa de un edema cerebral. El film le abriría las puertas de los Estados Unidos al cine de artes marciales, y provocó que en los años venideros apareciera una serie de malos imitadores de Bruce Lee que buscaban colgarse de la leyenda del actor. Pese a ser poseedora de una trama en extremo simple, a exhibir diálogos poco memorables, y presentar una serie de personajes completamente unidimensionales, “Enter the Dragon” sigue siendo recordada como una obra visceral, violenta, colorida, pero por sobre todo entretenida, un verdadero clásico del género que funciona como testamento de lo que pudo haber sido la carrera internacional de Bruce Lee, y como la prueba gráfica más contundente de que el actor era realmente una fuerza de la naturaleza.  

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