Luego del éxito obtenido por el film “Enter the Dragon” (1973) protagonizado por Bruce Lee, la corporación japonesa Toei Company se lanzó a la tarea de buscar a un actor que calzara con el perfil de Lee, para que protagonizara una serie de películas de artes marciales que estaba preparando la productora. Fue así como los ejecutivos del estudio vieron en la figura de Sonny Chiba, un actor cuya carrera había despegado lentamente durante la década del sesenta bajo el amparo de la misma Toei, al candidato perfecto para llevar a cabo su ambicioso proyecto. Chiba, quien en la vida real es cinturón negro en variadas disciplinas marciales, en esta oportunidad le da vida a un personaje diametralmente opuesto al interpretado por Lee en “Enter the Dragon”. Takuma Tsurugi  (Sonny Chiba) es un hombre completamente amoral que no tiene problemas en venderse al mejor postor, sin siquiera cuestionar las misiones que se le encomiendan, y que en más de una oportunidad demuestra ser aún más ruin que los villanos presentes en el film. 

Al inicio de "The Street Fighter” (1974), Tsurugi es contratado por un grupo de criminales para secuestrar a una joven heredera con el objetivo de adueñarse de su dinero. De manera paralela, el mercenario además es contactado por una pareja de hermanos para que ayude a escapar de prisión a su hermano mayor, un peligroso asesino llamado Junjou Shikenbaru (Masishi Ishibachi). Tras cumplir con su misión y percatarse que la pareja hermanos no serán capaces de pagarle lo acordado por sus servicios, Tsurugi asesina al hombre (Jirô Yabuki) y vende a la muchacha (Etsuko Shiomi) a la mafia japonesa para así poder recuperar su dinero, lo que provoca que ahora Junjou busque vengarse del protagonista, lo que hará que sus caminos se crucen en el último tramo del film. Aunque eventualmente Tsurugi cambia de planes y se convierte en el autoproclamado guardaespaldas de Sarai Hammett (Yutaka Nakajima), no pasa mucho tiempo antes de que se revele su incapacidad para resistirse a su verdadera naturaleza, demostrando que es un hombre que no conoce ni ansía alcanzar la redención.


Dentro de los destellos de humanidad que presenta Tsurugi, se encuentra su relación de amistad con su fiel compañero Rakuda (Goichi Yamada), cuyo sentido de la lealtad está más desarrollado que el del protagonista, lo que lo lleva a arriesgar su vida sin pensarlo con tal de ayudar al despiadado mercenario. Además de humanizar en cierta medida a Tsurugi, Rakuda es el principal encargado de darle algunos toques de comedia a un film que adquirió una gran relevancia internacional debido a sus altas dosis de violencia, y una temática con marcados toques misóginos. Con respecto a esto último, el guion Kôji Takada y Motohiro Torii hace hincapié en la idea que en el mundo en el que se desenvuelve la historia, el destino de las mujeres es completamente controlado por los hombres que las rodean, siendo incapaces de subsistir por sí mismas. Lo que es aún peor, es que de las tres mujeres que aparecen a lo largo de la película, una termina siendo obligada a trabajar como prostituta (la ya mencionada hermana de Junjou Shikenbaru), mientras que Sarai Hammett sufre un intento de violación cuya ejecución es interrumpida por Tsurugi, quien como castigo no encuentra nada mejor que arrancarle los genitales con sus propias manos al violador.

Para el personaje de Chiba, los golpes son la única forma de comunicación que conoce. A través de un flashback se explica que durante su infancia, Tsurugi sufrió la pérdida de su padre quien fue asesinado por ser un espía, lo que provocó que el protagonista creciera marcado por la desconfianza, el resentimiento, y una soledad que lo forzó a convertirse en un tipo duro y sin escrúpulos. Por lo tanto, el uso de la fuerza física funciona como una válvula de escape emocional para el protagonista, quien canaliza su fragmentada espiritualidad a través de sus manos que son verdaderas armas mortales. Quizás por esto mismo su accionar es tan violento y desmedido. Durante el transcurso del film, Takuma Tsurugi destroza literalmente a cada uno de los rivales a los que se enfrenta, llegando incluso a arrancarle la nuez de Adán a uno de los desafortunados hombres que deciden hacerle frente, mientras que a otro le fractura el cráneo con un solo puñetazo (lo cual queda graficado mediante el uso de una radiografía que muestra la trayectoria de la fractura desde el momento en el que el criminal recibe el golpe).


El gran mérito de Sonny Chiba es lograr que un personaje violento, narcisista, codicioso y egoísta, se convierta en alguien carismático que el espectador termina apoyando aun cuando no comparta su filosofía de vida. La interpretación de Chiba es sumamente colorida, lo que se traduce en que Takuma Tsurugi sea un hombre propenso a realizar diversas gesticulaciones y ruidos guturales cuando entra en acción, el cual además disfruta realizando diversas proezas físicas que dan cuenta de sus habilidades como luchador. El resto de elenco hace una labor más bien correcta, considerando que la película se encuentra plagada de personajes que en su gran mayoría son completamente unidimensionales. En cuanto al aspecto técnico de la producción, si bien esta se ve enriquecida por el buen trabajo de fotografía de Tsukagoshi Kenji, y la divertida banda sonora del compositor Tsushima Toshiaki, lo que realmente resulta destacable es la forma en como el director Shigehiro Ozawa y el editor Horiike Kôzô configuran las escenas de acción. Pese al escaso presupuesto con el que contaba la película, la dupla se las arregla para crear una serie de escenas de gran atractivo visual, mediante la utilización de diversos recursos de edición que impiden que la acción se torne repetitiva. 

“The Street Fighter” no es necesariamente una buena película ya que varios puntos concernientes al desarrollo de la trama son altamente cuestionables, pero si es una entretenida experiencia cinematográfica que goza de una serie de imágenes y de un protagonista que resultan ser atractivos para el espectador. En Japón sería todo un éxito comercial, al punto que dio pie a dos secuelas, “Return Of The Street Fighter” (1974) y “The Street Fighter´s Last Revenge” (1974), y a una suerte de spin-off titulado “Sister Street Fighter” (1974). En Estados Unidos en cambio, cuando la cinta fue estrenada se convirtió en la primera película en recibir una calificación X exclusivamente por su extrema violencia, razón por la cual tuvo que ser fuertemente editada para ser exhibida ante una mayor cantidad de público. Varios años más tarde, el director Quentin Tarantino, fanático confeso del film, sería el responsable de distribuir por primera vez el metraje integro en Norteamérica, que hoy en día es considerado como una verdadera obra de culto.

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