Los productores Ernest B. Schoedsack y Merian C. Cooper conformaron una de las duplas mĆ”s peculiares de la historia de Hollywood. Mientras que Cooper oficiĆ³ como piloto durante la Primera Guerra Mundial, Schoedsack fue camarĆ³grafo de un noticiero donde pronto se destacarĆ­a por su valentĆ­a. Los caminos de ambos se cruzarĆ­an una vez finalizado el conflicto bĆ©lico, dando vida a una lucrativa sociedad que se mantuvo en pie durante varios aƱos. En cuanto a los orĆ­genes de “The Most Dangerous Game” (1932), estos estĆ”n entrelazados con los de “King Kong” (1933). Schoedsack y Cooper ya habĆ­an construido los sets de la jungla que iban a utilizar en el film del gigantesco simio, cuando tuvieron que dejarlos de lado a causa de la reescritura de ciertos segmentos del guion y de las filmaciones de los efectos especiales de la cinta. Fue entonces cuando decidieron reutilizar parte de los recursos empleados en “King Kong” para rodar otro film, incluyendo a parte del elenco y del equipo tĆ©cnico, entre los que se encontraban los actores Fray Wray y Robert Armstrong, el editor Archie Marshek, los artistas de efectos Ć³pticos Vernon Walker y Linwood Dunn, el encargado de los efectos de sonido Murray Spivak, el compositor Max Steiner, y el guionista James Ashmore Creelman. Fue asĆ­ como la pareja de productores seleccionĆ³ la historia corta “The Most Dangerous Game”, del escritor Richard Cornell, que situaba a un grupo de personas en una isla desolada donde se veĆ­an enfrentados a una situaciĆ³n de vida o muerte, como el material de su prĆ³ximo largometraje.

Si bien el guion escrito por James Ashmore Creelman mantiene un alto grado de fidelidad con la historia de Robert Cornell, se las arregla para agregar un par de detalles que sutilmente le suman una nueva capa de complejidad a la trama, sin que eso signifique que se resientan los elementos que provocaban que el relato original fuese tan cautivante. En la adaptaciĆ³n de Ashmore, despuĆ©s del naufragio de la embarcaciĆ³n en la cual viajaba, el avezado cazador Robert Rainsford (Joel McCrea) logra nadar hasta una isla cercana. Tras refugiarse en el castillo del misterioso Conde Zaroff (Leslie Banks), Rainsford conoce a Eve Trowbridge (Fay Wray) y a su hermano Martin (Robert Armstrong), dos sobrevivientes de un anterior naufragio. No pasa mucho tiempo antes de que Rainsford y compaƱƭa se vean involucrados en el demencial juego propuesto por su anfitriĆ³n, quien cansado de cazar animales, ha comenzado a utilizar presas humanas para su propia diversiĆ³n. Es en este marco temĆ”tico que es posible distinguir ciertos guiƱos a la sexualidad de algunos de los personajes, cuya inclusiĆ³n no hubiese sido posible tras la aplicaciĆ³n del CĆ³digo Hays en el aƱo 1934. Dicho cĆ³digo establecĆ­a la suspensiĆ³n de toda producciĆ³n que bajara el estĆ”ndar moral del espectador, y ademĆ”s censuraba cualquier tipo de descripciĆ³n de perversiones sexuales o conductas lascivas.


En el caso particular del Conde Zaroff, Ć©l actĆŗa como si estuviera constantemente excitado, lo que se refleja en la forma como juguetea con su cigarrillo y en su particular tono de voz. Entre sus lĆ­neas de diĆ”logo se pueden encontrar frases como “solo luego de matar, el hombre puede conocer el verdadero Ć©xtasis del amor”, lo que refuerza la idea que el personaje cree que la violencia estĆ” fuertemente ligada al sexo. Una carga sexual aun mayor puede ser encontrada en el personaje interpretado por Fay Wray, quien no estaba presente en la historia corta original. En el relato de Cornell, la confrontaciĆ³n entre Rainsford y Zaroff era bĆ”sicamente una batalla por la sobrevivencia. En el film, pese a que su personaje exhibe una actitud mĆ”s bien pasiva durante la cacerĆ­a, su presencia cambia el sentido del duelo entre los cazadores, ya que comienzan a actuar como dos animales que luchan por la posesiĆ³n de una pareja con quien aparearse. De hecho, poco antes de que Zaroff deje ir a sus invitados en direcciĆ³n a la selva para posteriormente ser cazados, seƱala que “la hembra no debe ser asesinada”, insinuando que luego de capturar y asesinar a Rainsford, Ć©l pretende abusar sexualmente de Eve.

Mientras que la primera mitad del film bien podrĆ­a encasillarse dentro del gĆ©nero del horror gĆ³tico, tanto por su estĆ©tica como por los diversos paralelismos que Zaroff presenta con personajes como DrĆ”cula, como por ejemplo el hecho que ambos sean aristĆ³cratas que residen en lĆŗgubres castillos, y que el primero se describa a sĆ­ mismo como un hombre que “duerme de dĆ­a y caza de noche”, la segunda mitad es un thriller de sobrevivencia cuyo escenario es el primitivo mundo de la jungla. Rainsford no es una vĆ­ctima pasiva y pese a la promesa que serĆ” liberado si puede eludir a su captor, Ć©l estĆ” decidido a luchar por su vida, exponiendo la hipocresĆ­a de Zaroff quien no estĆ” dispuesto a jugar limpio. Esto marca otra lĆ­nea temĆ”tica dentro del relato que resulta interesante analizar. Si la emociĆ³n de la persecuciĆ³n es lo Ćŗnico que motiva al villano, entonces serĆ­a justo asumir que el aburrimiento que le provoca la caza tradicional es lo que lo ha empujado a la locura. Por lo tanto, el sĆ”dico Conde estĆ” experimentando una suerte de crisis existencial. El tema de la existencia y su significado siempre ha sido una parte vital del gĆ©nero del horror. Por ejemplo, mientras que DrĆ”cula explora el horror de vivir para siempre, el monstruo de Frankenstein enfrenta el horror de haber nacido sin pedirlo. En “The Most Dangerous Game”, Zaroff enfrenta una gran paradoja; si nuestras metas y ambiciones son lo Ćŗnico que le da significado a nuestra vida, ¿quĆ© sucede cuando las alcanzamos? ¿Debemos establecer otras metas y ambiciones? ¿Pero quĆ© sucede si tambiĆ©n alcanzamos esas nuevas metas? Y si no logramos nuestros objetivos, ¿eso nos convierte en fracasados? La cinta no ofrece respuestas sencillas, pero si logra que el espectador al menos se cuestione algunas de estas interrogantes que buscan explicar el psicopĆ”tico comportamiento de Zaroff.


Las actuaciones en general son buenas. Lo que convierte al hĆ©roe interpretado por McCrea en un personaje interesante, es el hecho que comparte el gusto por la caza de Zaroff, al igual que la creencia que sus eventuales presas disfrutan ser empujadas a su muerte. Esto provoca que pese a su cortesĆ­a y buenos modales, no se cuestione demasiado a la hora de utilizar la fuerza fĆ­sica para defender su vida, dando cuenta de sus despiadados instintos. Leslie Banks por su parte, logra convertir a Zaroff en un personaje particularmente escalofriante, quien constantemente estĆ” tocĆ”ndose la cicatriz que recorre su frente y que simboliza su fragmentada personalidad. En la vida real, Banks sufriĆ³ una lesiĆ³n despuĆ©s de participar en la Primera Guerra Mundial, que provocĆ³ que gran parte del lado izquierdo de su rostro quedara paralizado. Esta limitaciĆ³n fue aprovechada por los directores, quienes enfocaban su perfil derecho cada vez que querĆ­an que Zaroff se mostrara como un hombre civilizado, encantador, e incluso algo compasivo. Muy por el contrario, cuando el rostro del villano es enfocado en su totalidad, deja en evidencia su naturaleza despiadada y megalĆ³mana.

En cuanto al aspecto tĆ©cnico del film, ademĆ”s del maravilloso trabajo de fotografĆ­a de Henry W. Gerrard, el cual es complementado por la inquietante banda sonora de Max Steiner, se suma el cuidadoso diseƱo de producciĆ³n de Carroll Clark. Como cinta de horror, “The Most Dangerous Game” es prĆ”cticamente una expresiĆ³n de sadismo fĆ­lmico. Zaroff mantiene una cĆ”mara de tortura para aquellos oponentes que se niegan a jugar su macabro juego, y un cuarto secreto el cual estĆ” decorado con las cabezas de sus vĆ­ctimas. Como se ha demostrado en una infinidad de oportunidades en el cine, los monstruos mĆ”s escalofriantes son aquellos que el espectador puede visualizar viviendo en la casa contigua a la suya, que es precisamente el caso de Zaroff. Honrando su naturaleza de thriller de aventuras, la dupla de directores conformada por Irving Pichel y Ernest B. Schoedsack se preocupĆ³ de imprirle un ritmo trepidante al relato, convirtiĆ©ndolo en una experiencia sumamente entretenida. Pese a que el film funcionĆ³ bien comercialmente hablando, terminarĆ­a siendo opacado primero por el estreno de “King Kong”, y posteriormente por otras producciones llevadas a cabo por Ernest B. Schoedsack y Merian C. Cooper. SerĆ­a con el estreno de la pelĆ­cula “Zodiac” (2007), del director David Fincher, en la cual se menciona que “The Most Dangerous Game” era la cinta preferida del infame asesino del zodiaco, que la obra de Pichel y Schoedsack volverĆ­a a tener notoriedad, volviendo al sitial que siempre mereciĆ³ tener.

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