A principios de los ochenta, el
director David Cronenberg
no era más que una promesa dentro del mundo del cine fantástico, debido a su
capacidad para realizar películas serie B de terror y ciencia ficción
poseedoras de un toque bastante personal. Si bien había logrado llamar la
atención del público y la crítica con varias de sus primeras incursiones en el
género, no fue hasta el estreno de "Videodrome"
(1983) que comenzó a ser visto como un
autor capaz de invitar a la reflexión al espectador, a través de una serie de potentes
imágenes. Y es que durante el transcurso del film el director no solo despliega
un complejo, brillante, y ambiguo discurso sobre la estructura de la sociedad
moderna, sino que además se atreve a reestructurar el núcleo dramático presente
en sus producciones anteriores. De esta forma, el centro de atención deja de
ser una mujer sexualmente transgresora, como sucede en “Rabid” (1977), o los
horrores de las enfermedades mentales, tema presente en “Scanners” (1981), para
dar paso a la exploración del yo interno, y a los efectos que los apetitos y
las ansiedades tienen en el ser humano, tanto física como mentalmente, y que
eventualmente pueden llegar a convertirlo en un verdadero monstruo.
En “Videodrome”,
Max Renn (James
Woods) es el co-director de un pequeño canal de televisión de dudosa reputación llamado Channel
83, el cual en su gran mayoría transmite programas con un alto contenido de
violencia y de carácter erótico. Poco después de iniciar una relación amorosa
con una conocida locutora de radio llamada Nicki Brand (Deborah Harry), Max
se topa con un retorcido programa clandestino llamado Videodrome, el cual
exhibe mutilaciones, torturas, y asesinatos aparentemente reales. Lo que él
desconoce, es que el show tiene la capacidad de introducirse en la mente de sus
televidentes, provocándoles extrañas visiones que los arrastran a los límites
de la locura. Su obsesión por el programa, y los efectos que este tiene sobre
su persona, lo llevan a iniciar una investigación para averiguar la identidad
de los responsables de su emisión, sin imaginarse que terminará convirtiéndose
en el instrumento de una lucha cuya importancia sobrepasa su comprensión.
Son
varios los temas presentes en el film los cuales durante el transcurso de los
años, han sido objeto de discusión y estudio por parte de entendidos y
aficionados por igual. Una de las preguntas más comunes es: ¿Qué tan ligada
está “Videodrome” a la pornografía? Si se toma en cuenta la definición de
pornografía del sociólogo y filósofo francés Jean Baudrillard, quien asegura
que el término no solo hace alusión a la descripción gráfica de actos sexuales,
sino que también a la tendencia moderna de mantener una relación absolutamente
transparente entre el espectador y el observado, entonces la cinta de
Cronenberg básicamente habla de la pornografía presente a diario en los medios
de comunicación, quienes son responsables en gran medida de la construcción de
la realidad existente en la sociedad. Baudrillard también afirma que la
pornografía buscar reemplazar la realidad por una hiperrealidad, convirtiendo
aquello que describe como un falso modelo, deformando de esta forma la
estructura mental de quien la consume. Con esto en mente, las mutaciones de
distinta índole que sufre al protagonista al verse expuesto a la imágenes
presentes en Videodrome, cobran un nuevo significado, otorgándole un simbolismo claro a determinadas escenas cuya visceralidad es indiscutible.
Muy
ligado a lo anterior se encuentra lo expuesto por el también filósofo Marshall
McLuhan, quien en algunas de sus publicaciones explora las profundas
modificaciones físicas y psicológicas a las que es sometida la humanidad por
los medios de comunicación. Para entender mejor el catalizador de las horrendas
mutaciones que sufre Max, es necesario identificar una de las ideas centrales
que Cronenberg expone en su
film: “el medio es el mensaje”. Los medios, en especial la televisión,
constantemente están marcando pautas morales y conductuales, y manejando un
determinado flujo de pensamientos y creencias, lo que inevitablemente termina
influenciando a quienes los consumen. De forma paralela, el director postula
que la tecnología no es más que una extensión de nuestro cuerpo. Mediante una
serie de potentes y escalofriantes secuencias, en las que por ejemplo el
protagonista introduce en su deformado cuerpo una serie de objetos, entre los
que se destacan las ya desaparecidas cintas de video, Cronenberg se encarga de
retratar el poder transformador de la tecnología y de los mensajes que se
entregan a través de ella, los cuales no siempre tienen el efecto deseado por
parte de quienes los emiten.
Otro
concepto interesante presente en el film es aquel que habla de la “nueva y
vieja carne”. Básicamente, la “vieja carne” se refiere al estado físico y
psicológico del protagonista antes de ser contaminado por las poderosas imágenes
presentes en Videodrome. Como se puede inferir, la “nueva carne” se trataría
del punto culmine de la degeneración del hombre a manos del mensaje de los
medios a los que es expuesto, independiente de cual sea su contenido. En ese
sentido, Cronenberg realiza una crítica directa contra aquellas personas que
han convertido a la televisión en su nuevo Dios, uno al que rinden culto día
tras día, y cuyos mandamientos siguen al pie de la letra. Eventualmente, todo
cobra sentido tanto para Max como para el espectador, cuando es revelado que el
macabro show televisivo fue creado por un grupo de extrema derecha, cuyo único
objetivo es limpiar la sociedad mediante la eliminación de los consumidores de
pornografía, transformando sus inclinaciones en un arma que causará su propia
destrucción.
Más
allá del intrincado mensaje presente en la película, esta cuenta con la sólida
actuación de James Woods, y con el correcto trabajo interpretativo de la
cantante del grupo Blondie, Deborah Harry. Igualmente destacable resulta ser el
trabajo de fotografía de Mark Irwin, la envolvente banda sonora compuesta por Howard Shore,
y los impactantes efectos especiales diseñados por Rick Baker. “Videodrome” es
una obra de tintes experimentales y lectura compleja, en cuya superficie es posible encontrar una serie de escenas provocadoras
cargadas al gore y al erotismo. También es por lejos la obra más discutida de
David Cronenberg, y la verdad es que no es muy difícil entender los motivos de
aquello. El gran mérito del director, es haber configurado un retorcido
rompecabezas que invita al espectador a encontrar ciertas respuestas, sin
descuidar el ritmo narrativo ni la capacidad de impacto de un film que es tan
repulsivo como atrayente.
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