Cinco personas se inscriben en un paseo
turístico por unas catacumbas, sin saber lo que les espera. En un determinado
momento de la excursión, llegan a una cripta secreta la cual parece no tener
salida. En ese lugar aparecerá una extraña figura, la cual les revelará a cada
uno de los presentes los macabros eventos que pronto los llevarán a sus
merecidas e inevitables muertes.
“Tales From the Crypt” (1972) sería la cuarta de siete películas de antologías que la productora británica Amicus Productions realizó
entre los años 1964 y 1980. Su título sería extraído de la serie de cómics
del mismo nombre, creada por William Gaines y Al Feldstein, la cual fue publicada
por la compañía EC Comics durante la década del cincuenta no sin algunos
inconvenientes. En aquel entonces, la administración del Presidente Eisenhower
consideró que las historietas publicadas por la EC, contribuían al aumento de
la delincuencia en menores, por lo que fueron fuertemente censuradas. Y es que
las escabrosas fábulas morales que conformaban el ciclo de Tales From the
Crypt, solían funcionar de mejor manera cuando el protagonista era un sujeto
poseedor de una conducta reprobable, por lo que usualmente estas historias
solían estar pobladas de asesinos, ladrones, hombres infieles, codiciosos o en
extremo egoístas. Una vez que la verdadera naturaleza de los protagonistas de
las historias era revelada, el lector se convertía en testigo de un relato cuyo
desenlace consistía en la posible muerte del protagonista, o incluso en un
destino mucho peor que la muerte. Cuando nuevas generaciones de lectores
comenzaron a demostrar interés en los viejos cómics publicados por la EC, Milton
Subotsky rápidamente decidió que era momento de sumarse a la explotación del renovado
encanto por los relatos de la mítica editora.
En el primer segmento titulado “And all
Through the House”, una mujer llamada Joanne Clayton (Joan Collins) decide
asesinar a su marido en plena Nochebuena, mientras su pequeña hija espera la
llegada de Santa Claus en su habitación. Acompañada por el constante sonido de
los villancicos que resuenan en la radio, Joanne intenta borrar toda evidencia
de su escabroso crimen, sin imaginarse que pronto el horror vendrá a tocar su
puerta para otorgarle el castigo que merece. Y es que para su mala suerte, su
destino se cruzará con el de un peligroso maníaco que acaba de escaparse de un
hospital para homicidas dementes, convenientemente disfrazado de Santa Claus. Aun
pese a sus cortos doce minutos de duración, y la escases de diálogos, “And all
Through the House” se alza como uno de los mejores segmentos presentes en las
antologías de la Amicus, gracias a la efectiva interpretación de Joan Collins,
y a la habilidad como director de Francis, quien le imprime a este macabro
relato navideño un ritmo narrativo dinámico y una atmósfera dominada por el
suspenso.
El segundo segmento del film titulado
“Reflections of Death”, ejemplifica a la perfección la inconsistencia narrativa
que caracterizó a las antologías de horror producidas por la Amicus. En este
caso el protagonista es Carl Maitland (Ian Hendry), un hombre que decide
abandonar a su esposa y a sus hijos para irse con Susan (Angie Grant), su
amante. Sin embargo, mientras se dirige a su destino, Maitland sufre un grave
accidente automovilístico que lo obliga a regresar a su casa. Desde ese momento
en adelante, Francis retrata la acción desde el punto de vista del
protagonista, en lo que resulta ser una decisión que solo obedece al
funcionamiento de la historia. Cuando cada una de las personas que se encuentra
con Maitland empieza a huir despavorida, se hace evidente cual será el
desenlace del relato, el cual se convierte en una experiencia decepcionante que
le resta dinamismo a la película.
En la tercera historia titulada “Poetic
Justice”, el protagonista es el Señor Grymsdyke (Peter Cushing), un viudo que
trabaja como recolector de basura, el cual vive tranquilo en la soledad de su
hogar, y cuyas únicas alegrías son sus mascotas y los niños del barrio que lo
visitan a menudo. Sin embargo, no todos quieren al apacible anciano. Sus
vecinos Edward (David Markham) y James Elliot (Robin Phillips), motivados por
su propio clasismo, comienzan a atormentarlo para que acceda a vender su
propiedad, sin pensar en las consecuencias de sus actos. Este segmento se ve
enriquecido enormemente por la actuación de Cushing, quien evocando el dolor
provocado por el reciente fallecimiento de su amada esposa Helen, entrega una
de las mejores interpretaciones de su carrera. A medida que avanza la campaña
de crueldad comandada por James Elliot, quien no contento con deshacerse de las
mascotas del anciano, provoca que lo despidan de su trabajo, y le envía una
serie de tarjetas de San Valentín con mensajes ofensivos, es posible ver como
Grymsdyke, cuyo corazón ya está sumido en un intenso sufrimiento, comienza
lentamente a apagarse. Tan solo tras la emotiva muerte del protagonista, vendrá
la tan esperada retribución, que corona un segmento del todo memorable.
El cuarto relato titulado “Wish You Were
Here”, resulta ser considerablemente más inconsistente que su predecesor. Ante
el difícil momento financiero que está pasando su marido Ralph (Richard
Greene), Enid (Barbara Murray) le pide un deseo a una estatuilla oriental que
supuestamente tiene poderes mágicos, sin imaginar la serie de nefastas
consecuencias que tendrá su acto de fe. Este segmento, el cual intenta
satirizar sin éxito la historia “The Monkey´s Paw”, del escritor W. W. Jacobs, desafía
a la lógica del espectador sin grandes resultados. El quinto y último relato
titulado “Blind Alley”, se centra en la figura del Mayor William Rogers (Nigel
Patrick), quien comete una serie de abusos en contra de los residentes de un
asilo para no videntes que él se encarga de administrar. Esto provocará que
eventualmente los internos comandados por George Carter (Patrick Magee), se
amotinen en contra de su cruel regente para demostrarle que la ceguera no es
algo que debe ser tomado a la ligera. Esta no solo es una de las historias más
interesantes del film, sino que también es la más extensa. Y es que durante el
transcurso del relato se exploran tanto las consecuencias psicológicas de la
ceguera, como los alcances de la codicia, y la en ocasiones inhumana conducta
militar. El castigo que termina recibiendo el Mayor resulta ser increíblemente
cruel e ingenioso, y además dota a la historia de una atmósfera malsana pocas
veces vista en las antologías producidas por la Amicus.
Como suele suceder con este tipo de
producciones, “Tales From the Crypt” es una película entretenida pero sumamente
irregular, tanto a nivel narrativo como técnico. El correcto pero a ratos soso
trabajo de dirección de Freddie Francis, quien dicho sea de paso, llegó como
reemplazo de Peter Duffell, director responsable de la fantástica “The House
That Dripped Blood” (1971), cinta que también pertenece al ciclo de antologías
de la Amicus, es complementado por el buen trabajo de fotografía de Norman
Warwick, y la efectiva pero olvidable banda sonora del compositor Douglas
Gamley. Pese a contener dos segmentos bastante deficientes, “Tales From the
Crypt” resultó ser la producción más exitosa a nivel comercial de la Amicus, y
hoy en día es considerada como uno de los mejores ejemplos del canon utilizado
por la modesta productora británica.
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