En “Knife in the Water” (1962), Andrzej (Leon Niemczyk) y su esposa Krystyna (Jolanta Umeck), se dirigen en su auto hacia un puerto en donde se encuentra un barco de vela del cual son dueños, y en el que pretenden salir a navegar durante el fin de semana. Camino a su destino, se encuentran con un chico de 19 años (Zygmunt Malanowicz) que está haciendo autostop parado en la mitad de la vía, razón por lo cual Andrzej se ve forzado a frenar bruscamente. Después de pensarlo brevemente, la pareja no solo decide darle un aventón, sino que además lo invitan a pasar el fin de semana junto a ellos. Lamentablemente para los involucrados, durante el transcurso del viaje la relación entre el joven y Andrzej se irá volviendo cada vez más tensa, lo que provocará un trágico desenlace.

Durante su época como estudiante en la escuela de cine, Roman Polanski se enamoró de una hermosa región polaca rodeada lagos llamada Masuria. Desde aquel momento en adelante, comenzó a albergar el deseo de realizar una película que aprovechara la belleza de dichos parajes, y que pudiera ser realizada sin la necesidad de un gran presupuesto. Con eso en mente, Polanski y su compañero Jerzy Skolimowski, se lanzaron a la confección de un guion en el que solo interactuaban tres personajes, confinados al interior de un pequeño yate privado. Una vez terminada la historia, Polanski y compañía comenzaron con el proceso de la selección del elenco. De los intérpretes participantes, solo Leon Niemczyk era actor profesional, mientras que Jolanta Umecka y Zygmunt Malanowicz no tenían ningún tipo de experiencia actoral. A raíz de esto, el propio Polanski se vio en la obligación de doblar los diálogos del joven Malanowicz, con el fin de otorgarle una mayor credibilidad a su personaje. Este no sería el único problema al que se vería enfrentado el director durante el rodaje del film. Si bien el yate donde se desarrolla el relato era lo suficientemente grande para albergar al trío protagónico, no era lo suficientemente espacioso para dar cabida a todo el equipo de filmación, por lo que en repetidas oportunidades se vieron obligados a sujetarse con la ayuda de arneses para poder rodar determinadas escenas.

La ópera prima del director polaco se centra básicamente en la lucha entre los dos hombres por la atención de una mujer. Ambos se verán envueltos en una serie de juegos pueriles, cuyo único fin es demostrar su hombría para así impresionar a Krystyna. Es dentro de esta dinámica que Andrzej hace gala de sus habilidades como marinero, y aprovecha cada oportunidad que tiene para burlarse de la poca experticia del joven, quien no encuentra nada mejor que defenderse de las mofas de su adversario utilizando un cuchillo, que se asoma claramente como un símbolo fálico dentro de la contienda. Tras verse superado por la habilidad que el estudiante exhibe a la hora de manipular el arma blanca, Andrzej primero lo esconde, y posteriormente lo tira por la borda, en lo que puede interpretarse como un simbólico acto de castración. Krystyna por su parte, aburrida de estas demostraciones propias del exceso de testosterona, primero participa como testigo, luego como el premio por el cual ellos compiten, y finalmente se integra de forma activa al curioso juego que se está llevando a cabo.


Desde un inicio, el film exuda ambigüedad. Lo poco que se sabe de Andrzej y Krystyna, es que son integrantes de la clase media alta en un país todavía controlado por la ideología comunista, y que aparentemente están atravesando por una crisis en su matrimonio. Del joven se conoce aún menos información, al punto que el espectador jamás escucha su nombre; se supone que es un estudiante, sin un destino claro, pero que muestra cierto interés por poseer lo que tiene Andrzej; dinero, poder, y una atractiva y sensual mujer. Por momentos, Andrzej ve su pasado ser reflejado en la actitud de su invitado, pero desde la vereda de alguien que hace ya bastantes años decidió ser parte del sistema con el fin de conseguir lo que tiene en la actualidad. Lo que sí es seguro, es que al igual que el claustrofóbico yate en el que pasan la mayor parte del film, los tres protagonistas están a la deriva. Aun cuando Polanski se preocupa de retratarlos en constante movimiento, ya sea al interior de su automóvil, en el yate o nadando, sus vidas no parecen conducir a ningún lado. El orgullo, la falta de comunicación, la inmadurez, la soberbia, el deseo, y las diferencias sociales, terminan condicionando la relación que se establece entre el trío protagónico, encegueciéndoles a tal punto que son incapaces de controlar sus acciones, provocando la desdicha de todos.

Dada la dinámica existente entre los protagonistas, la cinta inevitablemente juguetea con el deseo sexual de los participantes. Durante gran parte del relato, Krystyna está vestida solo con su bikini. En un determinado momento del film, el joven es testigo desde una vista lateral, de cómo la mujer se desprende de la parte de arriba de su bikini, para más tarde participar en un juego que busca la desnudez de los participantes, durante el cual el coqueteo entre ambos persiste. Eventualmente, cuando Andrzej cree que es responsable de que el joven se ahogara, este aprovecha para volver al yate donde se encuentra con Krystyna desnuda, con quien da rienda suelta a su cada vez más evidente deseo sexual. Sin embargo, no tarda en darse cuenta que su victoria será más bien fugaz. Obligado a abandonar el yate para no ser visto jamás, su destino consiste en terminar tal y como comenzó esta accidentada travesía; completamente a la deriva. Andrzej y Krystyna no terminan mucho mejor que el joven tampoco. Su vertiginosa experiencia reciente los lleva de vuelta al punto de partida; ambos sentados al interior de su automóvil, solo que esta vez inmóviles, sin certeza de cuál será su próximo paso ni cuál será el camino que escogerán para continuar con sus vidas.


Como se menciona previamente, debido a la inexperiencia actoral de la mayoría de los participantes, solo es Leon Niemczyk quien se destaca, mientras que sus compañeros de reparto realizan una labor más bien mediocre. Afortunadamente para el funcionamiento del film, cuyo foco es el estudio de personajes, los diálogos y las situaciones están tan bien diseñados, que logran compensar las falencias interpretativas de Jolanta Umecka y Zygmunt Malanowicz. En relación al aspecto técnico de la producción, esta cuenta con el estupendo trabajo de fotografía de Jerzy Lipman, quien logra con éxito resaltar el sentimiento de soledad y la desdicha experimentada por el trío protagónico, mediante el contraste de los solitarios parajes donde se desarrolla la historia, con el fluctuante estado de ánimo de Andrzej y compañía. Finalmente cabe destacar la jazzística banda sonora del compositor Krzysztof Komeda, que participa de manera activa en la conformación de la atmósfera opresiva y por momentos paranoica que domina al relato.

El gran mérito de Roman Polanski en esta cinta, consiste en la confección de una historia protagonizada por personajes comunes y corrientes, antagónicos en más de un sentido, los cuales al verse confinados en un espacio reducido del cual no pueden escapar, se ven obligados a confrontar sus frustraciones, sus prejuicios, y sus deseos antes de que sus vidas se vean desintegradas en un estado de profunda desesperanza. Pese a que el Gobierno Polaco en su momento criticó duramente el film de Polanski, por considerar que era frívolo y que escondía una crítica directa al régimen político dominante, “Knife in the Water” fue bien recibida en el extranjero, siendo nominada al Oscar a la mejor cinta extranjera, y al León de Oro en el Festival de Venecia, lanzado de esta forma la carrera del director a nivel internacional, cuyo obra terminaría sirviendo de inspiración varios años más tarde a directores como Phillip Noyce y Adrian Lyne, al momento de rodar “Dead Calm” (1989) y “Unfaithful” (2002) respectivamente.

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