Leigh
Michaels (Lauren Hutton) no solo acaba de comprarse un departamento en
la ciudad de Los Ángeles que goza de una hermosa vista, sino que además ha
conseguido ser contratada como directora en una estación de televisión.
Lamentablemente para ella, cuando todo parecía ir de acuerdo a sus planes,
recibe una aterradora llamada telefónica por parte de un desconocido. Cuando las llamadas
comienzan a aumentar y a su departamento empiezan a llegar una serie de
extraños regalos, Leigh se da cuenta que está siendo víctima de acoso. Lo que
ella desconoce, es que el misterioso acosador observa todos sus movimientos
desde un departamento que está en el edificio frente al suyo, y que en
cualquier momento puede llegar a su domicilio para llevar a cabo su macabro
plan.
Poco después
del estreno de su segundo largometraje, “Assault On Precint 13” (1977), los
ejecutivos de la Warner Bros contactaron a John Carpenter para que escribiera
el guion de un proyecto que eventualmente se convertiría en “Someone
is Watching Me!” (1978). Originalmente titulado “High Rise”, la historia estaba basada en
un hecho real ocurrido en Chicago. Lamentablemente para Carpenter, los
ejecutivos de la Warner Bros decidieron que el guion no era lo suficientemente
interesante como para ser estrenado en cines, por lo que lo derivaron a su
departamento de televisión antes de contratar a Carpenter como director.
Filmada en tan solo diez días, la cinta finalmente fue estrenada por la NBC en
Noviembre de 1978. Influenciado por el cine de Alfred Hitchcock, en especial
por sus cintas “Rear Window” (1954) y “Vertigo” (1958), Carpenter recopiló una
serie de ideas presentes en la filmografía del director británico, para
confeccionar lo que sería el guion del film protagonizado por Lauren Hutton. Es
por este motivo que temas como el voyerismo y la obsesión por las mujeres,
están presentes como elementos clave de una trama que no reinventa nada, pero
que utiliza de manera efectiva los espacios comunes de los cuales se alimenta.
Básicamente,
la trama de la cinta gira en torno a tres elementos; el punto de vista del psicópata, el protagonismo femenino, y los conflictos personales de la
protagonista. Tal y como sucede en el film “Rear Window”, existe alguien que observa y alguien que es observado,
solo que en esta ocasión la historia es relatada desde el punto de vista de
quien es objeto de voyerismo. Leigh Michaels se presenta como una mujer soltera
e independiente, que está pasando por un momento de éxito tanto a nivel
personal como profesional, y que de un momento a otro verá amenazada su sanidad
mental por la aparición de un misterioso psicópata en su vida. El empoderamiento
que exhibe la protagonista, convierte rápidamente a la película en un producto
con un mensaje claramente feminista, el cual queda aún más explicitado cuando
Carpenter utiliza a los hombres presentes en el relato, como meros desencadenantes
de ciertos eventos que permiten que avance la trama. Por ejemplo, la inclusión
de Paul (David Birney), con quien Leigh entabla una relación amorosa, parece no
tener otro propósito más que el de obligar a la protagonista a salir de su departamento,
para permitirle al acosador que tenga la oportunidad de entrar al lugar y
seguir atormentándola.
Lo que sin
duda resulta ser una decisión inteligente por parte del director, es dotar al
villano de turno de un halo de omnipresencia, convirtiéndolo en una amenaza
mucho más aterradora. Ya sea mediante llamadas telefónicas, notas o regalos, el
psicópata logra arrastrar a Leigh a un estado de angustia e impotencia
permanente, convirtiendo su vida en una verdadera pesadilla. El acosador en un
verdadero monstruo, cuyo afán por empujar a sus víctimas al suicido, es revelado
eventualmente en la película. Es aquí donde nuevamente el tema feminista, y el
movimiento contra el abuso que en la actualidad está tomando más fuerza que
nunca, toma especial importancia. Tal y como asegura Sophie (Adrienne Barbeau),
la colega y amiga de Leigh, con quien esta mantiene una relación platónica ya
que es abiertamente lesbiana; “Violar es cuando un hombre conscientemente
atemoriza a una mujer”, dando a entender que el abuso entre un hombre y una mujer no solo se reduce a lo físico. El cariz del acoso por parte del psicópata cambia drásticamente durante la segunda mitad de la película, ya que el abuso
pasa de ser exclusivamente psicológico a ser abiertamente físico, convirtiendo
el tormento de la protagonista en un mortal juego del gato y el ratón en un
espacio extremadamente reducido.
El particular trabajo de cámaras que utiliza John Carpenter, y que en cierta forma le sirvieron de ensayo para lo que posteriormente llevaría a cabo con muchos mejores resultados en “Halloween” (1978), no solo logra imprimirle una tensión palpable a la historia, sino que además convierte al espectador en un participante activo de la misma. Ya sea mediante la inclusión de secuencias rodadas en primera persona, y otras que siguen con cierta distancia los movimientos de la protagonista, el director convierte a la cámara, y de paso al propio espectador, en otro voyeur más. Por ejemplo, durante una escena que transcurre en el corredor de una lavandería, la cámara sigue a Leigh desde atrás mientras persigue a quien ella cree que es su acosador, cuando de forma súbita gira hacia la cámara como si el espectador fuese quien la está observando desde cerca. Complementando la inquietante atmósfera lograda por Carpenter, está la banda sonora compuesta por Harry Sukman, que escapa a la música realizada con sintetizadores tan comunes en la filmografía del director.
El particular trabajo de cámaras que utiliza John Carpenter, y que en cierta forma le sirvieron de ensayo para lo que posteriormente llevaría a cabo con muchos mejores resultados en “Halloween” (1978), no solo logra imprimirle una tensión palpable a la historia, sino que además convierte al espectador en un participante activo de la misma. Ya sea mediante la inclusión de secuencias rodadas en primera persona, y otras que siguen con cierta distancia los movimientos de la protagonista, el director convierte a la cámara, y de paso al propio espectador, en otro voyeur más. Por ejemplo, durante una escena que transcurre en el corredor de una lavandería, la cámara sigue a Leigh desde atrás mientras persigue a quien ella cree que es su acosador, cuando de forma súbita gira hacia la cámara como si el espectador fuese quien la está observando desde cerca. Complementando la inquietante atmósfera lograda por Carpenter, está la banda sonora compuesta por Harry Sukman, que escapa a la música realizada con sintetizadores tan comunes en la filmografía del director.
En el ámbito
de las actuaciones, Lauren Hutton
realiza un estupendo trabajo interpretando a una mujer que ha triunfado en un
mundo dominado por los hombres, pero que es capaz de reconocer sus virtudes y
sus errores, revelando de esta forma su fuerza interior y los conflictos que la
aquejan. También retrata de gran manera la evolución emocional del personaje,
que comienza como una mujer liberal y algo inocente, para luego convertirse en
una persona sumida en una creciente paranoia y un temor incontrolable. “Someone is Watching Me!” difícilmente puede ser
incluida dentro de las mejores obras de John Carpenter, pero sin lugar a dudas
es un producto interesante. El hecho de que muchos de sus elementos resulten
familiares, disminuye el impacto del film, y probablemente es responsable de
que resulte difícil destacarla por méritos propios. Lo que sí es seguro, es que
el director explota al máximo el potencial de una historia poseedora de un
espectro limitado, tomándose el tiempo suficiente para desarrollar el conflicto
central y desenmarañar el misterio que esconde un psicópata obsesionado con el
sufrimiento ajeno.
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