Charlie Koler (Charles Aznavour) es un pianista que trabaja en un bar de mala muerte. Cierto día, su hermano, Chico (Albert Rémy), acude a pedirle ayuda. Este está siendo perseguido por dos hombres, y termina escapando sin darle una explicación clara acerca de lo que le ha ocurrido. Para su mala suerte, ahora estos dos hombres comienzan a seguirlo a él y a Lena (Marie Dubois), una camarera que trabaja en el mismo bar que Charlie, y que siente una fuerte atracción por el pianista. Será a raíz de esta curiosa situación, que Charlie termina revelando su verdadera identidad; él es en realidad Edouard Saroyan, un virtuoso pianista de fama internacional, que comenzó su carrera como profesor de piano mientras que su mujer Teresa (Nicole Berger) trabajaba como camarera. Lamentablemente para él, tras haber alcanzado el pináculo de su carrera, se entera que su entonces esposa, se sacrificó para que un empresario lo ayudara a alcanzar el tan esquivo éxito, lo que lo sumió en una profunda depresión que lo confinó al agujero en el cual se encuentra actualmente.

“Tirez sur le Pianiste” (1960) está basada en la novela “Down There”, del escritor David Goodis. Dicha historia se centra en la vida de un pianista, quien utiliza su trabajo como vía de escape para intentar olvidar las heridas de su pasado. Tras leer la novela, François Truffaut decidió adaptar la historia, con el objetivo de realizar un film que funcionara como tributo al Cine Negro norteamericano que tanto lo apasionaba. Junto con esto, el director aprovechó de agregar algunos elementos de la novela policíaca, que en ese entonces era conocida en Francia bajo el nombre de Serie Noire. En relación a esto, Truffaut declaró en variadas entrevistas que el tratamiento que le dio a las figuras gansteriles presentes en la cinta, responde a su desprecio por el mundo criminal, algo que descubrió mientras se encontraba rodando esta película. Curiosamente, el relato está plagado de personajes algo atípicos para los parámetros del Cine Negro que el director quería homenajear, siendo el mejor ejemplo el propio protagonista, quien se presenta como un tipo tímido y cobarde, el cual prefiere huir de los problemas en vez de enfrentarlos, actitud que lo ha sentenciado a una existencia miserable.

cuanto al resto de los personajes, gran parte de ellos presentan curiosas dualidades, como por ejemplo Clarisse (Michèle Mercier), la vecina prostituta de Charlie, quien además de presentar un instinto maternal bastante desarrollado, por momentos da la impresión de ser una mujer pura e inocente a pesar de la profesión que ejerce. Por otro lado está la pareja de criminales que comienza a perseguir a Charlie, los cuales se caracterizan por ser bastante torpes y extrañamente cordiales. El simple hecho que estos personajes escapen a los estereotipos presentes en el Cine Negro, y no estén definidos solo por el rol que juegan en la historia, facilita que el espectador logre identificarse en algún grado con ellos. Al mismo tiempo, al tratarse de personajes fragmentados y contradictorios, estos se desenvuelven de mejor manera en el mundo repleto de personas solitarias y miserables que dibuja Truffaut, en el cual las relaciones interpersonales cobran una importancia especial. Es en esta realidad deprimente y sombría, que Lena se alza como una luz de esperanza para Charlie, quien por fin parece haber encontrado a alguien con quien puede mostrarse tal cual es, sin la necesidad de utilizar caretas que oculten sus heridas y sus miedos.


Como en muchos de los filmes de Truffaut, en “Tirez sur le Pianiste” las mujeres son retratadas como seres de gran fortaleza emocional, mientras que los hombres parecen enfrentar con una evidente fragilidad los problemas que se van presentando en su vida. De hecho, Charlie se muestra incapaz de salir adelante por cuenta propia, siendo Lena la encargada de persuadirlo y motivarlo para que renuncie a su actual empleo, y retome la prometedora carrera que abandonó hace un tiempo por su incontrolable cobardía. El que los hombres fueran retratados como seres débiles y absolutamente dependientes de las mujeres presentes en su vida, respondía a la visión que Truffaut tenía con respecto al género masculino. Según el director, quien puede ser considerado como un verdadero feminista, los hombres son seres cobardes y débiles por naturaleza, lo que provoca que sean incapaces de subsistir por sí mismos, lo que en cierta forma está generado por una carencia de amor materno. Si bien esto le valió una serie de críticas por parte de sus colegas en aquel entonces, quienes no comprendían ni compartían la línea de pensamiento del director, la verdad es que la particular visión de Truffaut estaba marcada por su propia experiencia personal. Su relación con el amor y las mujeres tiene que ver con la tormentosa relación que tuvo con su madre, quien primero no quiso tenerlo, luego lo dejó con su abuela, y cuando finalmente se lo llevó a vivir con ella, lo tenía durmiendo en la entrada de la casa que compartía con su novio. La actitud de su madre y el hecho de no conocer a su padre biológico, lo convirtió en un muchacho solitario, sumergido en la eterna búsqueda de una figura paterna y del amor de las mujeres, lo cual terminó plasmando en gran parte de los personajes masculinos presentes en su filmografía.

Más allá del aspecto temático del film, este se caracteriza por presentar un estilo narrativo algo caótico, debido a que el director prefirió no seguir la línea narrativa habitual del género policíaco. Junto con esto, Truffaut incluye una serie de escenas que poco y nada tienen que ver con la trama central, lo que evidentemente complejiza la comprensión de la misma. Esta inconsistencia narrativa resulta evidente ya en los primero minutos de la cinta, en especial durante la secuencia en la que los dos criminales llegan al bar donde trabaja Charlie en busca de su hermano. Este último, tras darse cuenta de lo peligrosa de la situación, sale rápidamente corriendo, dando pie a una persecución cuyo desenlace no es incluido en el montaje final. Y es que Truffaut no solo le niega al espectador la posibilidad de conocer el destino del hermano del protagonista, sino que además reemplaza dicha posibilidad con una escena que muestra a los integrantes de una banda interpretando una canción, cuya letra aparece en la pantalla como si se tratara de un karaoke. Pese a que el director toma varias decisiones similares a lo largo de la película, sale airoso al momento de imprimirle un ritmo narrativo dinámico a la historia, lo que permite que el espectador no se distraiga por la zigzagueante sucesión de imágenes presente en el film.


que sin duda llama la atención, es que la situación que desencadena gran parte de los acontecimientos en los que se centra la cinta, eventualmente pasa a ser algo que no tiene demasiada importancia en la trama. La verdad es que la historia se centra en el sufrimiento del protagonista, y en su imposibilidad para salir adelante. Su falta de carácter, su pesimismo, y sus pésimas decisiones, lo han convertido en un hombre temeroso, inseguro, e incapaz de lidiar con las distintas situaciones que se presentan en su diario vivir. En gran medida, Charlie se ha acostumbrado a una existencia miserable, la cual se ve quebrantada por la aparición de Lena y su marcado optimismo, que impulsa al protagonista a reunir los fragmentos de su pasado, para así poder vivir con tranquilidad su presente, y posteriormente edificar su futuro. Esto cobra aún más sentido, cuando el espectador identifica el pasado de Charlie como un elemento de suma importancia para la trama. Con el fin de establecer el dilema del protagonista, Truffaut conecta una serie de escenas del pasado de Charlie/Edouard, con otras de su presente, con el simple objetivo de sugerir lo ya mencionado anteriormente; que su obsesión con sus errores previos, lo han inhabilitado para vivir en el presente, y lo han empujado a mirar con un miedo incontrolable su incierto futuro.

En términos generales, el elenco realiza un buen trabajo, más aun considerando que gran parte de los diálogos fue improvisado, destacándose la labor de Charles Aznavour, quien fue llamado por Truffaut luego de que este viera su actuación en el film, “La tête contre les murs” (1959), del director George Franju. En cuanto al aspecto técnico del film, mientras que el inspirado trabajo de fotografía de Raoul Coutard a menudo participa de manera activa en la acción, la banda sonora compuesta por George Delerue complementa de manera perfecta la atmósfera melancólica transmitida por las imágenes. Con “Tirez sur le Pianiste”, Truffaut se atrevió a realizar un peculiar collage de varios géneros cinematográficos, el cual en su tiempo tuvo una mala recepción por parte del público y la crítica, básicamente porque rompía con los esquemas narrativos clásicos, cosa que incomodó a los espectadores de la época. En definitiva, “Tirez sur le Pianiste” se termina presentando como un afiebrado sueño, donde cualquier cosa puede pasar, y no existen reglas del todo claras. Es un trabajo interesante, críptico, y por sobre todo inclasificable. Un verdadero homenaje improvisado, cuyo único sello reconocible resulta ser la inconfundible mano de su director.

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