Poco antes de que comience el clásico desfile navideño anual, organizado por
las tiendas Macy´s en Nueva York, Kris Kringle (Edmund Gwenn), un anciano barbudo y bonachón, acepta reemplazar
al actor ebrio que debía hacer de Santa Claus. Doris Walker (Maureen O´Hara), una alta ejecutiva
de Macy complacida por su trabajo, le ofrece el puesto de Santa Claus en el local
de la calle 34. En su nuevo trabajo, Kringle no tarda en contagiar a todos con
su espíritu navideño, con la excepción de Doris, a quien han educado con la
idea de que solo debe creer en aquello que es tangible. Sin embargo, cuando
Kringle es declarado demente y luego enviado a juicio para encerrarlo en una
institución psiquiátrica, la fe de todos es puesta a prueba, enfrentando tanto
a grandes como a chicos a la pregunta: ¿Crees en Santa Claus?
En 1946, el escritor Valentine Davis motivado por la
decepción que le provocaba la comercialización de la Navidad, escribió una
historia titulada “Miracle on 34th Street”, la cual intentaba relatar que pasaría
si Santa Claus trabajara en una de las grandes tiendas comerciales durante la
época navideña. Tras enseñarle la historia a su esposa Liz, Davis le envió el escrito al director George Seaton, a quien había conocido durante su estadía en la
Universidad de Michigan. Seaton,
entusiasmado por el relato de su amigo, escribió una adaptación que tituló “The
Big Heart”, y rápidamente se la enseñó a los ejecutivos de los Estudios 20th
Century Fox, quienes entusiasmados por el proyecto, comenzaron a arreglar los
detalles para entrar lo antes posible al proceso de producción. Para la cabeza
de los Estudios Fox, Darryl F. Zanuck, era primordial que en la cinta
participara la actriz Maureen O´Hara, quien en ese entonces gozaba de una gran
popularidad. El problema era que la actriz recientemente había viajado a
Irlanda para visitar a su familia, a quienes no había visto desde antes de que
comenzara la Segunda Guerra Mundial. Cuando O´Hara recibió la llamada del
estudio a unos pocos días de haber llegado a su país natal, pese a estar furiosa
y no tener deseos de volver, no tuvo más remedio que regresar a los Estados
Unidos para cumplir con su contrato. Una vez que O´Hara estuvo a bordo de la
producción, el elenco fue completado con John Payne, Edmund Gwenn,
y Natalie Wood, quien en ese
entonces tenía solo 8 años.
“Miracle on 34th Street” (1947) es básicamente una historia
contada en tono de fábula, que habla acerca de la importancia de los sueños y
la fe, al mismo tiempo que desliza una crítica sutil al consumismo reinante en
la época navideña. La protagonista, Doris Walker, es una mujer divorciada que
vive junto a su hija Susan (Natalie Wood), que debido a su trabajo conoce a
Kris Kringle, un anciano bonachón que encarna al verdadero espíritu de la
Navidad, y que cambiará por completo su manera de ver la vida. Y es que pese a
gozar de un gran éxito profesional, Doris esconde varias heridas emocionales
ligadas a su fracaso matrimonial, lo que la ha hecho perder la fe en el amor (y
por ende en todo aquello que es intangible). Con el objetivo de proteger a su
hija de los golpes de la vida y de las dificultades de sobrevivir en un mundo
dominado por los hombres, Doris escoge inculcarle a la pequeña un apego solo
por aquello que es real, alejándola de esta forma del mundo de las fantasías y
las creencias en el cual los niños suelen residir. Para entender mejor la
actitud de la protagonista, es necesario contextualizar que la realidad de las madres
solteras en la década de los cuarenta era bastante más precaria que en la
actualidad. En aquel entonces, era extraño ver a una madre divorciada
perteneciente a la clase media norteamericana, más aun en una sociedad que era
absolutamente machista. Más raro aun, era ver a una mujer ocupando un cargo
importante en su trabajo, y si eso llegaba a suceder, tenían un sinfín de
dificultades para mantenerlo. De esta forma, la visión que Doris tiene de la
vida es más bien práctica; si no dependes de nadie más que de ti mismo, nada ni
nadie te puede defraudar.
Kris Kringle por su parte, es el principal
encargado de esparcir el espíritu navideño durante el transcurso del film, primero
convirtiéndose en una figura increíblemente popular en la tienda donde es
contratado, debido a su honestidad con los clientes y al trato afable que
mantiene con todos los que lo rodean, y luego irrumpiendo en las vidas de Doris
y Susan, a quienes desea devolverles la fe y la esperanza que voluntariamente
han decidido abandonar. Eventualmente, será su propia actitud desprendida y su
insistencia en asegurar que él de verdad es Santa Claus, lo que provocará que
tras un incidente con el cruel e incompetente psicólogo de Macy´s, Granville
Sawyer (Porter Hall), Kringle sea enviado a juicio para comprobar que se trata
de un hombre desequilibrado mentalmente, el cual debe ser encerrado en una
institución psiquiátrica. Ya durante el juicio la cinta adquiere algunos tintes
fantásticos, necesarios para que la historia provoque el efecto deseado. Aunque
no existen pruebas concluyentes de que Kringle sea en verdad Santa Claus,
tampoco existen pruebas que indiquen lo contrario, por lo que sus afirmaciones
por fantásticas que sean no pueden ser refutadas.
En gran medida, la figura de Kris Kringle/Santa
Claus representa lo relacionado al mundo de la fantasía y a los sueños, todo aquello
que es intangible, pero que sin embargo representa parte importante de nuestras
vidas. Para Doris, la experiencia vivida junto a Kringle se encargará de
demostrarle el valor de la imaginación, los sueños, y la esperanza, en especial
para su hija quien pese a la educación que ha recibido, no tarda demasiado en
creer en el discurso y las promesas del personaje interpretado por Edmund
Gwenn. Si bien el guion de Seaton toca diversos temas como la férrea y a veces
desleal competición existente en el mercado de consumo (a través de la batalla
que se da entre Macy´s y su rival Gimbel`s), el consumismo reinante durante la
época navideña, y el interés de la sociedad de aquel entonces por el mundo de
la psiquiatría, el verdadero foco del film es la supuesta habilidad que tiene
el ser humano de cambiar su perspectiva, y abandonar la actitud egoísta que en
ocasiones lo domina. “Fe significa creer en algo cuando tu sentido común te
dice que no lo hagas”, asegura Doris en un determinado momento del relato.
Aunque a algunos personajes les cuesta más que a otros, finalmente casi todos
adoptan ese mantra, el cual retrata a cuerpo completo el espíritu de la cinta.
Maureen O´Hara hace un estupendo trabajo interpretando
a la esforzada pero cínica Doris Walker, y su química con John Payne, quien
interpreta al interés romántico de la protagonista, el abogado que defiende a
Kringle en el juicio, es innegable y traspasa la pantalla. Natalie Wood por su
parte, pese a su corta edad logra destacarse como la escéptica, franca, pero
adorable Susan. Sin embargo, es Edmund
Gwenn quien se roba la película. Ganador de un merecido Oscar al mejor actor de
reparto por su participación en esta cinta, Gwenn es posiblemente quien mejor
ha encarnado a Santa Claus en la historia del cine. Ya sea cuando le da
consejos a Susan, cuando canta un villancico con un joven refugiado holandés, o
cuando se queja amargamente del consumismo reinante en Navidad, Kringle evoca
la esencia del espíritu navideño. En cuanto al aspecto técnico de la
producción, esta se ve enriquecida por el buen trabajo de fotografía de Lloyd
Ahem y Charles Clarke, y la correcta banda sonora compuesta por Cyril J.
Mockridge.
Pese a su temática
navideña, Darryl F. Zanuck
insistió en estrenar el film durante el mes de Mayo, convencido de que más
gente iría a verlo durante la época de verano. Su corazonada tendría resultado,
ya que la cinta fue un éxito de taquilla y además consiguió tres premios Oscar
(mejor guion, mejor historia original, y mejor actor de reparto). Resulta
necesario mencionar que entre los méritos del film de Seaton, se encuentra su discurso
de aristas feministas, absolutamente adelantado a su época, que en su momento le
produjo algunos problemas con los organismos de censura. Aun cuando resulta difícil
para un espectador adulto aceptar que la fe ciega siempre debe triunfar sobre
la razón, no se puede negar que “Miracle
on 34th Street” encarna el espíritu navideño a tal nivel, que a más de 70 años
de su estreno sigue siendo considerada como uno de los grandes clásicos del
género. Y es que la naturaleza atemporal del relato, ha provocado que durante
el transcurso de los años se hayan filmado varios remakes del film, siendo el
más conocido aquel que rodó el director Les Mayfield en el año 1994.
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