Luego del extraño fallecimiento de la famosa cantante de ópera Alice Alquist, su sobrina Paula (Ingrid Bergman) es enviada a Italia a terminar sus estudios. En dicho país, se enamora de un encantador hombre llamado Gregory Anton (Charles Boyer), con quien eventualmente contrae matrimonio. Cuando la pareja de recién casados regresa a la antigua casa de la tía de la muchacha en Londres, Paula empieza a ser testigo de una serie de curiosos acontecimientos que ponen en jaque su salud mental. Mientras ella lucha por conservar la cordura, las verdaderas intenciones de su nuevo esposo salen a la luz.  

Cuando la obra de teatro “Gaslight” llegó a los Estados Unidos bajo el nombre de “Angel Street” a comienzos del año 1939, obtuvo un éxito inusitado. Debido a esto, los ejecutivos de los Estudios Columbia rápidamente adquirieron los derechos para adaptar la obra. Sin embargo, a raíz de una serie de inesperados inconvenientes el proyecto quedó suspendido durante un tiempo. Totalmente ajenos a la situación que estaba ocurriendo en Norteamérica, la productora inglesa British National comenzó su propio proceso de adaptación de la obra, la cual estrenó en 1940 de la mano del director Thorold Dickinson. La cinta tuvo tan buena acogida en su país de origen, que los ejecutivos de los Estudios Columbia comenzaron a preguntarse si era necesario realizar su propia versión del film, o era mejor llegar a un acuerdo de distribución con la productora británica, lo que les permitía obtener ganancias sin demasiado esfuerzo. Conversaciones más, conversaciones menos, finalmente los ejecutivos de la Columbia decidieron venderle los derechos de la cinta a los Estudios MGM, quienes de inmediato comenzaron a gestionar su propia versión de “Gaslight” (1944).  Lamentablemente para las pretensiones del estudio, en aquel momento existía un buen número de copias de la versión británica circulando en los Estados Unidos. Debido al miedo de que un posible relanzamiento de la versión inglesa entrara en directa competencia con la versión norteamericana, la MGM cerró un curioso trato con la British National; pese a que los británicos aceptaron no distribuir la cinta en Norteamérica, la MGM se empecinó en destruir todas las copias y los negativos circulantes de la versión de 1940. Afortunadamente algunas copias sobrevivieron, por la que la versión original de “Gaslight” vio la luz nuevamente en 1950. Para ese entonces, la versión de la MGM ya había logrado su objetivo; quedar grabada en la retina del público, opacando de esta forma a la cinta original.

La versión norteamericana de “Gaslight” no se limitaría a presentar diferencias estéticas con el film original, sino que también exhibía una serie de cambios en su historia. Por ejemplo, en la versión de la MGM la heroína está directamente relacionada con la víctima del asesinato que da origen al relato. En la cinta de Cukor, tras la muerte de la madre de la protagonista, esta queda bajo la tutela de su tía Alice, quien termina siendo asesinada por alguien cuya identidad no logra ser revelada por la policía. A raíz del lazo sanguíneo que existe entre Paula y la víctima, Cukor prefiere centrar su atención en el efecto traumático que ha tenido el violento incidente en la joven Paula, más que en la investigación del crimen. Lo que es aún más importante, es que eventualmente Gregory Anton explotará ese mismo trauma para intentar volver loca a su mujer. En la versión de 1940 en cambio, la víctima de asesinato es una mujer adinerada que vivía sola con sus criadas. En la cinta de Dickinson, el crimen toma una mayor importancia, ya que incluso se deslizan las razones que tuvo el asesino para cometer semejante atrocidad. Como la protagonista de esta versión no tiene conexión alguna con el hecho, su esposo la maltrata psicológicamente a sabiendas que ella ha sufrido algunas crisis nerviosas en su pasado. El hecho que ambas protagonistas presenten orígenes distintos, provoca que sus personalidades muestren una serie de matices; mientras que la mujer interpretada por Diana Wynyard se muestra frágil en todo momento, la muchacha encarnada por Ingrid Bergman primera demuestra ser alguien muy segura de sí misma, lo que cambia tras el asesinato de su tía, ya que se vuelve en una inválida emocional que no puede lidiar de manera adecuada con la felicidad de su nuevo matrimonio.


Otra de las diferencias importantes entre ambas producciones, está dada por quien ejerce el rol de detective en la historia. Mientras que en la versión original un policía retirado que trabaja criando caballos es quien trata de desenmascarar al villano interpretado por Anton Walbrook, en la adaptación de la MGM la labor detectivesca se la reparten dos personajes. Por un lado está el joven detective de Scotland Yard, Brian Cameron (Joseph Cotten), quien decide reabrir el caso de Alice Alquist tras conocer a los recién casados mientras ellos se encontraban dando una paseo por la Torre de Londres, convirtiéndose con esto en una suerte de romántico caballero decidido a rescatar a quien a todas luces parece ser una damisela en peligro. Respondiendo a una glamorización de los personajes, Cameron es retratado como un caballero aristocrático que habitualmente es invitado a exclusivos conciertos, y que posee amistades pertenecientes a las altas esferas de la sociedad londinense. El otro personaje que efectúa ciertas labores investigativas es la Sra. Thwaites (Dame May Whitty), una anciana curiosa que vive en el mismo barrio de la protagonista, la cual muestra un inusitado interés por averiguar lo acontecido años atrás en la casa de Alice Alquist. 

El último cambio importante que llevaron a cabo los guionistas John Van Druten, Walter Reisch, y John L. Balderston, con respecto a la construcción de personajes, tiene relación con Nancy, la criada que trabaja para el matrimonio de protagonistas, interpretada en la versión de la MGM por la entonces debutante Angela Lansbury. Mientras que en la producción británica la criada se burlaba a escondidas de la dueña de casa, para luego entablar una relación extramarital con el personaje de Anton Walbrook, en la adaptación norteamericana Nancy es retratada como una joven insolente, que obtiene un cierto grado de placer cada vez que enfrenta o ridiculiza a Paula, a quien desprecia por los privilegios a los cuales ha estado expuesta durante gran parte de su vida. En cuanto a la relación que se establece entre la empleada y su patrón, si bien en el film de Cukor no pasa más allá del simple coqueteo, existe una complicidad entre ambos a la hora de afectar el estado de ánimo de la cada vez más angustiada Paula, quien desconoce por completo la verdadera naturaleza de su flamante marido.


Más allá de las comparaciones entre las dos versiones de “Gaslight”, resulta importante señalar que el film de Cukor hace hincapié en una serie de temas, destacándose el miedo a la locura y al encarcelamiento, lo limitados que eran los derechos de las mujeres en la época victoriana, y los alcances de una relación tóxica. En aquel entonces, se necesitaba muy poco para encerrar a alguien en una institución psiquiátrica, sin importar si la persona estaba cuerda o no. Solo bastaba la firma de dos médicos dispuestos a certificar que alguien estaba loco, y una institución dispuesta recibir al supuesto paciente. Lo que es aún peor, existen historias documentadas de personas perfectamente cuerdas, en especial mujeres, que fueron ingresadas a hospitales psiquiátricos con el solo objetivo de obtener el control de su dinero o sus propiedades. En la cinta, Gregory Anton insiste en la idea de que Paula está loca, lo que provoca que ella empiece a dudar gradualmente de sus propios sentimientos y percepciones, dejándola a merced del siniestro plan de su marido. Desde luego, esto está ligado a los derechos de las mujeres victorianas. En la gran mayoría de las ocasiones, cualquier propiedad que la mujer tuviera a la hora de contraer matrimonio, pasaba inmediatamente a manos de su esposo. Para colmo, el divorcio era considerado como un acto tan vergonzoso, que la mujer solía perder el apoyo y la protección tanto de su familia como de sus amigos. A sabiendas de esto, Anton hace todo lo que está a su alcance para controlar la vida de Paula, quien está completamente cegada por el amor que siente por él. Es así como la protagonista termina confinada en la soledad de su casa, impedida de salir o recibir visitas, lo que facilita la labor de su esposo quien ansía llevarla a la locura. 

En el ámbito de las actuaciones, la totalidad del elenco realiza una magnífica labor, comenzando por Ingrid Bergman, quien obtuvo un justificado Oscar por su rol en este film, ya que interpreta de manera perfecta la drástica transformación que sufre su personaje a lo largo del relato. Charles Boyer por su parte, personifica de gran manera a un hombre frío, calculador, refinado y carente de moral, que ejerce un gran control sobre su esposa y que está dispuesto a asesinar por su objeto de deseo, que en este caso son unos diamantes que pertenecían a la tía de la protagonista. En cuanto al aspecto técnico de la película, tanto el trabajo de fotografía de Joseph Ruttenberg, como el diseño de producción de Cedric Gibons, William Ferrari, Edwin Willis, y Paul Hudschinsky, son sencillamente impecables. Aun cuando la versión de “Gaslight” rodada por Cukor ha sido denostada por algunos críticos que consideran que es una mala copia de la adaptación de Thorold Dickinson, la verdad es que el film del director norteamericano goza de una mayor complejidad dramática, al punto que  configura ciertas mecánicas presentes en las dualidades entre la tortura y el éxtasis, y la dominancia y la sumisión. Como bien expone Carlos Clarens en su libro acerca de la obra de Cukor, “Gaslight es un ejercicio implacable de sadomasoquismo, que exhibe una dependencia de libro entre el atormentador y su víctima”.

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